miércoles, 1 de agosto de 2012

Pequeñas Semillitas 1773


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1773 ~ Miércoles 1° de Agosto de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Una de las lecciones más difíciles de la vida es que "mi camino" no siempre es el mejor.  Por eso, si tengo que tomar una decisión o si estoy a la busca de una idea nueva, sé mantener siempre la mente abierta.  Dios me mostrará el mejor camino.
¿Cómo saber si estoy haciendo lo que Dios desea de mí?  Me vuelvo a Dios con la oración, pido guía y luego escucho.  En la quietud de la plegaria Dios me habla con una idea o un sentimiento que me reconforta y me fortalece.
Recurro a la fuerza de Dios cuando trato con los demás y cuando estoy solo.  No importa lo grave o lo trivial que pueda parecer la situación actual; siempre puedo confiar en Dios y saber que cuando suceda será siempre para mi bien.
Porque estoy abierto al camino de Dios, descubro el mejor camino.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.
»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».
(Mt 13,44-46)

Comentario
Hoy, Mateo pone ante nuestra consideración dos parábolas sobre el Reino de los Cielos. El anuncio del Reino es esencial en la predicación de Jesús y en la esperanza del pueblo elegido. Pero es notorio que la naturaleza de ese Reino no era entendida por la mayoría. No la entendían los sanedritas que le condenaron a muerte, no la entendían Pilatos, ni Herodes, pero tampoco la entendieron en un principio los mismos discípulos. Sólo se encuentra una comprensión como la que Jesús pide en el buen ladrón, clavado junto a Él en la Cruz, cuando le dice: «Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino» (Lc 23,42). Ambos habían sido acusados como malhechores y estaban a punto de morir; pero, por un motivo que desconocemos, el buen ladrón reconoce a Jesús como Rey de un Reino que vendrá después de aquella terrible muerte. Sólo podía ser un Reino espiritual.
Jesús, en su primera predicación, habla del Reino como de un tesoro escondido cuyo hallazgo causa alegría y estimula a la compra del campo para poder gozar de él para siempre: «Por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel» (Mt 13,44). Pero, al mismo tiempo, alcanzar el Reino requiere buscarlo con interés y esfuerzo, hasta el punto de vender todo lo que uno posee: «Al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra» (Mt 13,46). «¿A propósito de qué se dice buscad y quien busca, halla? Arriesgo la idea de que se trata de las perlas y la perla, perla que adquiere el que lo ha dado todo y ha aceptado perderlo todo» (Orígenes).
El Reino es paz, amor, justicia y libertad. Alcanzarlo es, a la vez, don de Dios y responsabilidad humana. Ante la grandeza del don divino constatamos la imperfección e inestabilidad de nuestros esfuerzos, que a veces quedan destruidos por el pecado, las guerras y la malicia que parecen insuperables. No obstante, debemos tener confianza, pues lo que parece imposible para el hombre es posible para Dios.
Rev. D. Enric CASES i Martín (Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Alfonso María de Ligorio
Obispo y Doctor de la Iglesia
Fundador de los Misioneros Redentoristas


Nos encontramos en el año 1696, de nuestra era, el 27 de septiembre, día dedicado a los gloriosos mártires Cosme y Damián, nace Alfonso de Ligorio, en Nápoles (Italia). Sus padres fueron José de Ligorio (un noble oficial de la marina) y de la noble Ana de Cavalieri. El hombre tuvo un destino fuera de serie. Nacido en la nobleza napolitana e hijo de militar, alumno superdotado, atraído por la música, la pintura el dibujo, la arquitectura. Su nombre viene de dos raíces germánicas: addal, hombre de noble origen, y funs, pronto al combate. Alfonso era noble por nacimiento, sí: pero mucho mejor, caballero de Cristo, siempre pronto y en la brecha para los combates de Dios...

Alfonso fue un hombre de una personalidad extraordinaria: noble y abogado; pintor y músico; poeta y escritor; obispo y amigo de los pobres; fundador y superior general de su congregación; misionero popular y confesor lleno de unción; santo y doctor de la Iglesia.

Hay que mi admirar los múltiples talentos que tenía Alfonso y la fuerza creadora que poseía. A los 12 años era estudiante universitario y a los 16 era doctor en derecho, es decir, abogado. Como misionero popular y superior general de su Congregación y obispo, llevó a cabo una gran labor, a pesar de su delicada salud. Desde los 47 a los 83 años de su vida, publicó más o menos 3 libros por año.

En su vida particular Alfonso vivió actitudes que podemos interpretar como protesta frente a la corrupción de su medio ambiente. Con su estilo de vida ejerció una fuerte crítica de su tiempo y de su sociedad.

En un sistema de profundas diferencias de clase renunció a los privilegios de la nobleza y a sus derechos de ser primer hijo, es decir, primogénito.

A finales de julio de 1723, en un día de calor intenso y pegajoso, Alfonso se dirige al Palacio de Justicia de Nápoles. Se celebrará el juicio más sonado del reino entre dos familias: los Médici y los Orsini. Las dos familias quieren para sí la propiedad del feudo de Amatrice. Estaba en juego una gran cantidad de dinero.

Alfonso es un joven abogado de 26 años de edad. Los Orsini lo han elegido para su defensa por una sola razón: es competente y ha ganado todas las causas.

Se ha preparado muy bien, ante el tribunal defiende la causa con maestría. Está seguro que defiende la justicia. A pesar de eso, Alfonso es derrotado, pero se da cuenta de que el origen de esta sentencia está en las maquinaciones e intrigas políticas.

Como herido por rayo, el abogado de manos limpias queda por un momento estupefacto. Después rojo de cólera, lleno de vergüenza por la toga que lleva, se retira de la sala de justicia, profundamente desilusionado, sus palabras de despedidas quedaron para la historia: “¡Mundo, te conozco!... ¡Adiós, tribunales!”. No vive este acontecimiento, decisivo en su vida, desde la agresividad y la frustración, al contrario, los asume como fecundidad, siembra y profundización interior, se retira, eso sí lo tiene muy claro. Y al hacerlo toma una opción personal radical: se niega a la corrupción, rechaza que el hombre se realice manipulando o dejándose manipular y elige una forma nueva de libertad y liberación, el seguimiento de Jesús.

Profundamente conmovido Alfonso se va a visitar a sus amigos, los enfermos del “Hospital de los incurables”. Mientras atendía a los enfermos se ve a sí mismo en medio de una grata luz... Parece escuchar una sacudida del gran edificio y cree oír en su interior una voz que le llama personalmente desde el pobre: “Alfonso, deja todas las cosas ven y sígueme”.

Tras la renuncia de los tribunales, Alfonso estudia unos años de teología y recibe el sacerdocio el 21 de diciembre de 1726, en la Catedral de Nápoles, tenía 30 años de edad. Se hace sacerdote en contra de un padre autoritario, como don José, con asombro lo descubre muy pronto en los barrios marginados evangelizando a los analfabetos con sorprendentes predicaciones

En una de sus muchas misiones Alfonso cae enfermo. Ante la gravedad de la situación, los médicos intervienen y le exigen un largo descanso en la sierra. Elige la zona de Amalfi, costera y montañosa a la vez. Fue con un grupo de amigos. Quiere aprovechar el descanso para vivir intensamente la amistad y la oración en común.

Cerca de Amalfi está Scala, un lugar precioso a medio camino entre la playa y la altura de la sierra. Más arriba de Scala, está Santa María de los Montes, una pequeña ermita. A Alfonso le gustó. Era bueno compartir la amistad y la oración en casa de María de Nazaret.

Alfonso y sus amigos se ven sorprendidos por los pastores y cabreros que vienen a pedirles la palabra de Dios. Es el momento clave en la vida de Alfonso. Ahora más que nunca descubre, de verdad que el Evangelio pertenece a los pobres y que ellos lo reclaman como suyo. Y decide quedarse con ellos para dárselo a tiempo completo.

Nos encontramos en el año 1730. Alfonso decide por vez primera, reunir una comunidad consagrada a la misión de los más pobres. En los primeros días de noviembre de 1732 Alfonso deja definitivamente la ciudad de Nápoles y en burro parte para Scala para reunirse con su primer grupo de compañeros, quienes habrán de ser los Redentoristas. Son unos días de intensa oración y contemplación. Sabe que la redención abundante y generosa es un don gratuito y se abre a él en disponibilidad plena.

El día 9 de noviembre de 1732 nace la congregación misionera del Santísimo Redentor, mejor conocido como los Misioneros Redentoristas. No es fácil fundar una congregación religiosa en el reino de Nápoles en el siglo XVIII. Hay demasiados diocesanos y religiosos y muchos conventos en este país pobre y mal administrado

Desde el 9 de noviembre de 1732 hasta la Pascua de 1762, cuando es nombrado obispo, pasan 30 años felices en la vida de Alfonso dedicado a la misión, la dirección de su grupo y a la publicación de sus obras.

Alfonso muere en Pagani, el día 1 de agosto de 1787, a la hora del ángelus. Tenía más de 90 años. Fue beatificado en 1816, canonizado en 1831 y proclamado doctor de la Iglesia en 1871.

Alfonso solía decir que la vida de los sanos es Evangelio vivido. Esto se lo podemos aplicar a él mismo. Sus ejemplos inquietan y arrastran. ¡A veces nos asusta enfrentarnos a un hombre como éste, que era capaz de vivir tan radicalmente el Evangelio!

Hoy, los Misioneros Redentoristas, continúan anunciando el misterio gozoso de la redención abundante y generosa en toda la Iglesia. Los redentoristas, como Alfonso, no son propagandistas de una doctrina, son testigos de Cristo que viene al encuentro de la humanidad.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“No basta un gran amor
para retener eternamente
a la persona que se ama,
si al mismo tiempo
no llenamos su existencia
de un rico contenido,
incesantemente renovado”

André Maurois


Tema del día:
El autocontrol


El autocontrol se refiere a la capacidad de la persona para realizar algo con la intención de controlar que no suceda otro comportamiento no deseado. Es decir, hablamos de autocontrol cuando la persona se sienta a estudiar evitando ver la televisión o cuando no entra en un estanco a comprar tabaco y evita con esto fumarse un cigarrillo.

Un requisito imprescindible para hablar de autocontrol es que la persona no esté bajo ninguna presión exterior que le obligue a actuar de una determinada forma. Por ejemplo, un conductor que aprieta el pedal del freno al ver a un Policía y unos kilómetros más adelante vuelve a apretar el acelerador, no está realizando ninguna conducta de autocontrol sino que está evitando una multa inmediata.

El autocontrol, por tanto, no es tanto restringirnos y someternos constantemente a “nuestra fuerza de voluntad” sino más bien, generar una serie de estrategias que nos permitan evitar hacer cosas que no deseamos.

Cuando hablamos de la famosa fuerza de voluntad nos referimos a algo que “se tiene o no se tiene” y por eso realizamos afirmaciones del tipo: “yo no puedo dejar de fumar porque no tengo fuerza de voluntad”, es decir, consideramos que cuando alguien no realiza cosas que desea por conseguir una meta es porque posee algo (la fuerza de voluntad) y si no lo consigue es, sencillamente, porque no lo posee. Esta creencia funciona muchas veces como una excusa con trampa ya que si "no tenemos fuerza de voluntad" no podemos controlarnos y por lo tanto, no es nuestra culpa ni podemos hacer nada para remediarlo. Sin embargo, más allá de la fuerza de voluntad tenemos una herramienta muy poderosa para manejar nuestro comportamiento y conseguir nuestras metas, el autocontrol. La gran ventaja del autocontrol es que no es algo que se tenga o no se tenga, si no que es una habilidad. Todos podemos poner en práctica estrategias de autocontrol, solo tenemos que entrenarnos.

El entrenamiento en autocontrol va a ser eficaz cuando somos conscientes de que realizamos (o no realizamos) cosas que nos impiden conseguir otras cosas que deseamos, o bien lo podemos utilizar cuando realizamos cosas que nos van a causar problemas a largo plazo.


Pensamientos sanadores


Permítele a Dios renovar su fuerza en tu vida

A medida que te vas volviendo más receptivo a la presencia de Dios junto a ti y a la vida sanadora que de él procede, comienzas a experimentar que nuevas fuerzas surgen en todo tu cuerpo, templo del Espíritu Santo. Hazte consciente de esta presencia vital que habita en ti y pídele a Dios que con su fuerza, vaya sanando cada átomo y tejido, cada órgano y sistema, a fin que todo tu cuerpo funcione perfectamente para alabarlo y servirle. Puedes incluso orar, colocando tu mano sobre la parte enferma de tu cuerpo, rogándole al Espíritu de Dios que te bendiga y te sane.
Déjalo al Señor renovarte totalmente, y recibe este día de vida y cada día del mes con entusiasmo y confianza, expresando tu agradecimiento a Dios por su maravillosa actividad en ti.

Acuérdate del Señor, tu Dios, porque Él te da la fuerza necesaria para que alcances esa prosperidad, a fin de confirmar la alianza que juró a tus padres, como de hecho hoy sucede. Deuteronomio 8, 18


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por los siguientes niños de Esperanza, Santa Fe, Argentina: Ignacio, que tiene una semana de haber nacido y deberá ser operado por una malformación de la pared abdominal; por Mateo, 11 años de edad, transplantado de médula en Buenos Aires, Argentina; y por Facundo, un año y medio de edad, con una artritis séptica en una rodilla que tal vez necesitará una cirugía. Nos unimos en la oración por ellos confiando en la gracia sanadora de Jesús.

Pedimos oración por María Delia, de Concordia, Entre Ríos, Argentina, con cáncer de colon y bajo tratamiento de quimioterapia; y por su hermana Dolores, que vive en Buenos Aires y está con problemas de tiroides y depresión. Que la Santísima Virgen interceda por ellas para que el Buen Jesús les conceda recuperar su salud física y psíquica.

Pedimos oración por Stefanía, que tiene 10 años y vive en San Francisco, Córdoba, Argentina, y que está en muy delicado estado de salud.

Pedimos oración por Martha Gabriela, que vive en Tegucigalpa, Honduras, que está cumpliendo un año más de vida, para que la Virgen Santísima y Jesús, nuestro amigo, la iluminen y la protejan siempre.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.


El rincón de los lectores y Facebook


Desde hace años hemos tenido esta sección llamada “El rincón de los lectores” destinada a dar cabida a los mensajes, opiniones y comentarios de las personas que leen Pequeñas Semillitas, que han podido expresarse libre y respetuosamente. Ahora, con nuestra presencia en Facebook, la posibilidad de manifestarse es mucho más abierta, directa y permanente.

Igual vamos a mantener esta sección para los que deseen expresarse por esta vía. Para que tu mensaje se publique debes dirigirlo por mail a pequesemillitas@gmail.com con el título "El rincón de los lectores" y deberá ser muy breve y no contener conceptos agraviantes para nada ni para nadie.

Los mensajes serán moderados por el propietario de esta página y se publicarán a medida que el tiempo y el espacio en la misma lo permitan, y no se admitirán réplicas o respuestas públicas a mensajes anteriores de otros lectores.


Estadísticas de los Blogs

 
El siguiente es el estado demostrativo de la cantidad de visitas registradas en los dos blogs que llevamos adelante en internet: "Pequeñas Semillitas" y "Juan Pablo II inolvidable". Esta información se publica el primer día de cada mes.

Debe recordarse que las visitas se cuentan desde el inicio de cada uno de ellos que ha sido en fechas distintas:

   Desde el 1º de Marzo de 2007 hasta hoy ha sido visitado por 1.720.703 lectores. Durante el último mes (julio 2012) registró 15.701 visitas.

   Desde el 26 de Diciembre de 2009 hasta hoy ha sido visitado por 310.018 lectores. Durante el último mes (julio 2012) registró 5.042 visitas.


"Intimidad Divina"

Él nos amó primero

“Nosotros amemos [a Dios] porque él nos amó primero” (1 Jn 4, 19). El hombre como simple criatura es capaz sólo de amor humano, que puede ser afecto, simpatía, sentimiento y aun pasión, y que puede llegar a la entrega total a la persona amada, como hace la madre con el hijo. Todo esto es noble y bello, pero está infinitamente distante de la caridad, la cual es “una participación de la caridad infinita que es el Espíritu Santo” (S. T. 2-2, 24, 7), y por lo tanto del amor de Dios mismo. De hecho, Dios ha amado “primero” al hombre y amándolo ha derramado en él su amor divino para que el hombre pueda amarle con su mismo amor. La capacidad afectiva del hombre, por grande que sea, no puede alcanzar a producir el más mínimo grado de amor divino. “La caridad –enseña Santo Tomás– no brota en el hombre por naturaleza, ni puede ser adquirida con las fuerzas naturales, sino que se debe a la infusión del Espíritu Santo, que es amor del Padre y del Hijo y cuya participación ofrecida a nosotros es precisamente la caridad creada” (ib 2).

El amor proveniente de Dios es absolutamente gratuito y liberal: el hombre nada hizo y nada podría haber hecho para merecerlo. Antes lo desmerece, sea por el pecado original, sea por los pecados personales. El amor de Dios se dirige no a hombres inocentes y justos, sino a pecadores: “Si decimos ‘no tenemos pecado’ nos engañamos” (1 Jn 1, 8). Y sin embargo, el amor de Dios no se detiene. Lo declaró ya por boca de Oseas al pueblo elegido: “Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí… Y con todo yo enseñé a Efraím a caminar, tomándole en mis brazos, mas no supieron que yo cuidaba de ellos… Mi corazón se me revuelve dentro a la vez que mis entrañas se estremecen…No volveré a destruir a Efraím, porque soy Dios, no hombre” (Os 11, 1-3; 8-9). La historia de Israel se prolonga en la historia de cada hombre. Dios se le adelanta con su amor y el hombre no comprende: en vez de aceptar el don divino, le vuelve la espalda y se va en busca de amores terrenos; se hace esclavo de las pasiones propias y ajenas.

Pero Dios le persigue no para destruirlo, pues tiene demasiada compasión de él; es Dios, “no hombre”, es Amor y quiere vencer por el amor. A través de su Hijo amado, Dios llega al hombre pecador, lo redime y derrama sobre él su amor. Pensándolo bien se diría que Dios ha querido no sólo en condición de amarle, sino en la imposibilidad de no hacerlo. Y sin embargo el hombre no ha comprendido aún el gran misterio del “gran amor” con que Dios le ha amado y, como Israel, va en busca de dioses extraños, de dinero, de vida cómoda, de puestos honoríficos y de placeres terrenos. Si conociese el don de Dios y quién es el que le ama, no cesaría de invocar su amor.

“Dios es amor. Y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”. Habitamos el uno en el otro, el que contiene y el que es contenido. Yo habito en ti, Dios mío, mas para ser contenido por ti; tú habitas en mí, mas para contenerme y no dejarme caer… Tú eres medicina para el enfermo, norma para el malo, luz para el ciego, casa para el abandonado. Todo, pues, se me ofrece. Hazme comprender que no soy yo quien te dono a ti, cuando a ti vengo, ni siquiera la propiedad de mí mismo. Tú, Señor, no necesitas de mis bienes… Tú eres el verdadero Señor que nada buscas en mí, y desgraciado de mí si no te busco a ti. Nada me pides a mí, pero tú me buscaste cuando yo no te buscaba. Se había perdido una solo oveja; tú la encontraste y lleno de gozo la condujiste sobre tus hombros. ¿Era acaso necesaria aquella oveja al pastor, o más bien no era necesario el pastor a la oveja?... Oh Dios, confirma en mí el don de tu caridad, ayudándome a vivir bien. (San Agustín)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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