martes, 14 de agosto de 2012

Pequeñas Semillitas 1786


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1786 ~ Martes 14 de Agosto de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Era muy lógico que los contemporáneos de Jesús, especialmente sus vecinos y sus parientes, se resistiesen al mensaje. Y es muy lógico que nosotros nos resistamos a salir de nuestras concepciones mítico-mágicas. Jesús  supera en tal medida nuestras religioncillas razonables o míticas que sentimos vértigo al creer en él. Porque hay que creer en un hombre, no en una divinidad disfrazada, hay que creer que la acción de Dios está verdaderamente hecha carne, no vestida de carne.
José Enrique Galarreta


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».
(Mt 18,1-5.10.12-14)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos vuelve a revelar el corazón de Dios. Nos hace entender con qué sentimientos actúa el Padre del cielo en relación con sus hijos. La solicitud más ferviente es para con los pequeños, aquellos hacia los cuales nadie presta atención, aquellos que no llegan al lugar donde todo el mundo llega. Sabíamos que el Padre, como Padre bueno que es, tiene predilección por los hijos pequeños, pero hoy todavía nos damos cuenta de otro deseo del Padre, que se convierte en obligación para nosotros: «Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3).
Por tanto, entendemos que aquello que valora el Padre no es tanto "ser pequeño", sino "hacerse pequeño". «Quien se haga pequeño (...), ése es el mayor en el Reino de los Cielos» (Mt 18,4). Por esto, podemos entender nuestra responsabilidad en esta acción de empequeñecernos. No se trata tanto de haber sido uno creado pequeño o sencillo, limitado o con más capacidades o menos, sino de saber prescindir de la posible grandeza de cada uno para mantenernos en el nivel de los más humildes y sencillos. La verdadera importancia de cada uno está en asemejarnos a uno de estos pequeños que Jesús mismo presenta con cara y ojos.
Para terminar, el Evangelio todavía nos amplía la lección de hoy. Hay, ¡y muy cerca de nosotros!, unos "pequeños" que a veces los tenemos más abandonados que a los otros: aquellos que son como ovejas que se han descarriado; el Padre los busca y, cuando los encuentra, se alegra porque los hace volver a casa y no se le pierden. Quizá, si contemplásemos a quienes nos rodean como ovejas buscadas por el Padre y devueltas, más que ovejas descarriadas, seríamos capaces de ver más frecuentemente y más de cerca el rostro de Dios. Como dice san Asterio de Amasia: «La parábola de la oveja perdida y el pastor nos enseña que no hemos de desconfiar precipitadamente de los hombres, ni desfallecer al ayudar a los que se encuentran con riesgo».
Rev. D. Valentí ALONSO i Roig (Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Maximiliano Kolbe
Presbítero y Mártir


Maximiliano María Kolbe nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial.

A los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria. Fue en el seminario donde adoptó el nombre de Maximiliano. Finaliza sus estudios en Roma y en 1918 es ordenado sacerdote.

Devoto de la Inmaculada Concepción, pensaba que la Iglesia debía ser militante en su colaboración con la Gracia divina para el avance de la fe católica. Movido por esta devoción y convicción, funda en 1917 un movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada" cuyos miembros se consagrarían a la bienaventurada Virgen María y tendrían el objetivo de luchar mediante todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo. En palabras del propio San Maximiliano, el movimiento tendría: "una visión global de la vida católica bajo una nueva forma, que consiste en la unión con la Inmaculada."

Verdadero apóstol moderno, inicia la publicación de la revista mensual "Caballero de la Inmaculada", orientada a promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María en la tarea de convertir almas para Cristo. Con una tirada de 500 ejemplares en 1922, en 1939 alcanzaría cerca del millón de ejemplares.

En 1929 funda la primera "Ciudad de la Inmaculada" en el convento franciscano de Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que con el paso del tiempo se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen y, en palabras de San Maximiliano, dedicada a "conquistar todo el mundo, todas las almas, para Cristo, para la Inmaculada, usando todos los medios lícitos, todos los descubrimientos tecnológicos, especialmente en el ámbito de las comunicaciones."

En 1931, después de que el Papa solicitara misioneros, se ofrece como voluntario y viaja a Japón en donde funda una nueva ciudad de la Inmaculada ("Mugenzai No Sono") y publica la revista "Caballero de la Inmaculada" en japonés ("Seibo No Kishi").

En 1936 regresa a Polonia como director espiritual de Niepokalanów, y tres años más tarde, en plena Guerra Mundial, es apresado junto con otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Es liberado poco tiempo después, precisamente el día consagrado a la Inmaculada Concepción. Es hecho prisionero nuevamente en febrero de 1941 y enviado a la prisión de Pawiak, para ser después transferido al campo de concentración de Auschwitz, en donde a pesar de las terribles condiciones de vida prosiguió su ministerio.

En Auschwitz, el régimen nazi buscaba despojar a los prisioneros de toda huella de personalidad tratándolos de manera inhumana e impersonal, como un simple número: a San Maximiliano le asignaron el 16670. A pesar de todo, durante su estancia en el campo nunca le abandonaron su generosidad y su preocupación por los demás, así como su deseo de mantener la dignidad de sus compañeros.

La noche del 3 de agosto de 1941, un prisionero de la misma sección a la que estaba asignado San Maximiliano escapa; en represalia, el comandante del campo ordena escoger a diez prisioneros al azar para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Maximiliano, casado y con hijos.

San Maximiliano, que no se encontraba entre los diez prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio, y San Maximiliano es condenado a morir de hambre junto con los otros nueve prisioneros. Diez días después de su condena y al encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal el 14 de agosto de 1941.

Es así como San Maximiliano María Kolbe, en medio de la más terrible adversidad, dio testimonio y ejemplo de dignidad. En 1973 Pablo VI lo beatifica y en 1982 Juan Pablo II lo canoniza como Mártir de la Caridad. Juan Pablo II comenta la influencia que tuvo San Maximiliano en su vocación sacerdotal: "Surge aquí otra singular e importante dimensión de mi vocación. Los años de la ocupación alemana en Occidente y de la soviética en Oriente supusieron un enorme número de detenciones y deportaciones de sacerdotes polacos hacia los campos de concentración. Sólo en Dachau fueron internados casi tres mil. Hubo otros campos, como por ejemplo el de Auschwitz, donde ofreció la vida por Cristo el primer sacerdote canonizado después de la guerra, San Maximiliano María Kolbe, el franciscano de Niepokalanów." (Don y Misterio).

San Maximiliano nos legó su concepción de la Iglesia militante y en febril actividad para la construcción del Reino de Dios. Actualmente siguen vivas obras inspiradas por él, tales como: los institutos religiosos de los frailes franciscanos de la Inmaculada, las hermanas franciscanas de la Inmaculada, así como otros movimientos consagrados a la Inmaculada Concepción. Pero sobretodo, San Maximiliano nos legó un maravilloso ejemplo de amor por Dios y por los demás.

Con motivo de los veinte años de la canonización del padre Maximiliano Kolbe (10 de octubre de 1982), los Frailes Menores Conventuales de Polonia abrieron el archivo de Niepokalanow (Ciudad de la Inmaculada, a 50 kilómetros de Varsovia), construido por el mismo mártir de Auschwitz. Entre los manuscritos del santo, destaca la última carta que escribió y que acaba con besos a su madre. Una carta que refleja una ternura que no aparecía en otros escritos, y que hace pensar que el sacrificio con el que ofreció la vida voluntariamente en sustitución de un condenado a muerte fue algo que maduró a lo largo de su vida. Este es el texto del escrito: «Querida madre, hacia finales de mayo llegué junto con un convoy ferroviario al campo de concentración de Auschwitz. En cuanto a mí, todo va bien, querida madre. Puedes estar tranquila por mí y por mi salud, porque el buen Dios está en todas partes y piensa con gran amor en todos y en todo. Será mejor que no me escribas antes de que yo te mande otra carta porque no sé cuánto tiempo estaré aquí. Con cordiales saludos y besos, Raimundo Kolbe».

Juan Pablo II, un año después de su elección, en Auschwitz, dijo: «Maximiliano Kobe hizo como Jesús, no sufrió la muerte sino que donó la vida». La expresión remite a unas palabras escritas por el padre Kolbe unas semanas antes de que los nazis invadieran Polonia (1 de septiembre de 1939): «Sufrir, trabajar y morir como caballeros, no con una muerte normal sino, por ejemplo, con una bala en la cabeza, sellando nuestro amor a la Inmaculada, derramando como auténtico caballero la propia sangre hasta la última gota, para apresurar la conquista del mundo entero para Ella. No conozco nada más sublime».

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“Mientras el río corra,
los montes hagan sombra
y en el cielo haya estrellas,
debe durar la memoria
del beneficio recibido
en la mente del hombre agradecido”

Virgilio


Tema del día:
Gratitud


Gracias es la palabra que une al cielo y la Tierra… El verdadero agradecimiento abre la percepción de la belleza, de la sabiduría, de la grandeza y del amor.

La gratitud es el arte de saborear la vida con agrado. Por eso te doy las gracias, por todos y cada uno de tus mensajes.

La gratitud es un sentimiento que se ubica en el nivel más alto en la escala emocional junto con el amor. El nivel vibracional que emite la persona en estado de gratitud es altísimo, por consiguiente atrae experiencias, personas, situaciones y oportunidades que le permiten permanecer en el mismo estado.

Una de las claves del respeto y por consiguiente de la alegría interna y la iluminación es aprender a ser agradecido y a dar las gracias con gratitud y con una adecuada comprensión.

La expresión “gracias” no es una mera frase educada y convencional. La expresión “gracias” tiene el poder de abrir la conciencia y despertar a la verdadera riqueza. Aquellos que saben dar las gracias cuando caen en las pruebas demuestran su valor interno y su conexión con una conciencia superior.

Cuando se dice de la forma correcta el agradecimiento tiene la virtud de purificar el alma terrenal y las relaciones entre los seres. Dar las gracias a alguien es purificar la atmósfera entre tú y esa otra persona.

“Gracias” ejerce un poder liberador, permite el desapego, el abandono (o la aceptación de las cosas) y facilita el perdón.

Puede convertirse en una verdadera bendición para uno mismo y para otros puede ser una muralla de defensa contra las fuerzas de la oscuridad que con frecuencia tratan de interferir en nuestras vidas para perturbar furtivamente complicarlo o destruirlo todo.

Si tu agradecimiento contiene todo lo que es del cielo entonces se convierte en una fabulosa oración y en un regalo de amor.


Pensamientos sanadores


Valorando el potencial de tus prójimos

Goethe dijo: “Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser”. Por lo tanto, piensa en los que están a tu alrededor y pregúntate: ¿Cómo son? ¿Cómo desearías que sean? Pero sobre todo: ¿Cómo quiere Dios que lleguen a ser?
Si tú los ves con los ojos con los que el Señor los mira, y los amas con el corazón de Cristo, y los tratas valorando todo el potencial que tienen, entonces los estarás animando a superar las propias miserias y a ponerse en camino hacia la concreción de los grandes proyectos que Dios tiene para sus vidas.

Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Ustedes tienen que renacer de lo alto”. Juan 3, 6-7.


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Juan Domingo D., que vive en la provincia de Santa Cruz, República Argentina, y sufre de depresión profunda.

Pedimos oración por el niño Leonel F. de 7 años, de Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, Argentina, el que hace más de 2 mese fue operado de adenoides y aún no despierta de la anestesia. En la actualidad dio algunas muestras de mejoría, pero necesita de todas nuestras oraciones para que por la intercesión de María nuestra Madre, Jesús le conceda la gracia de recuperarse.

Pedimos oración por la salud de Mirta y Fernando, matrimonio de Buenos Aires, Argentina. Ella padece hipertensión pulmonar severa, y él miastenia gravis. Los ponemos en las manos sanadoras de Jesús confiando en que Él les conceda alivio a sus enfermedades.

Pedimos oración por Mirtha Gladis S. que vive en Argentina y está afectada de una alergia de piel que se complica con infección. También pos sus hijos, uno de ellos hipoacúsico y la hija Daiana con problemas hormonales.

Pedimos oración por Matilde L. "Negrita", de Villa Dominico, Buenos Aires, Argentina, que la operaron de cáncer de colon y va a comenzar quimioterapia, tres días por mes durante seis meses, para que ella tenga fuerzas y no se deprima, y pueda recuperar la salud por la Gracia de Nuestra Señora de Fátima.

Pedimos oración por dos jóvenes argentinos que han sido trasplantados: Mateo, de Esperanza, provincia de Santa Fe, que recibió médula ósea y todavía no está comenzando a producir células sanguíneas; y Victoria, de San Isidro, Buenos Aires, que recibió un corazón pero todavía no ha logrado un funcionamiento adecuado por lo que sigue con apoyo externo. Que la Santísima Virgen les ayude y su Hijo Jesús toque a ambos con su mano sanadora.

Pedimos oración por Emigdio, de Paraguay, que por segunda vez ha intentado quitarse la vida como producto de su desequilibrio mental y ha tenido que ser internado en una institución neuropsiquiátrica. Que el Señor Misericordioso esté junto a él y le conceda la posibilidad de poder curarse.

Pedimos oración por Maximiliano, un joven de Córdoba, Argentina, que está delicado luego de dos intervenciones quirúrgicas en el colon, con aparente diagnóstico de malignidad. Que por la intercesión del santo del que lleva su nombre, el Señor le conceda la gracia de la sanación.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.


"Intimidad Divina"

La caridad es magnánima

“La caridad es magnánima” (1 Cr 13, 4). Es la primera cualidad que le atribuye San Pablo. La caridad agrada al corazón, lo hace generoso y libre de los cálculos mezquinos del egoísmo. Cuando Pedro preguntó si bastaba perdonar al prójimo siete veces –tal vez le parecía un número record–, escuchó la respuesta: “No te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 22). Era como decir: siempre, sin límite alguno, como lo hace “nuestro Dios que es grande en perdonar” (Is 55, 7). Toda la vida del hombre está sostenida por el perdón de Dios… Justamente porque el cristiano vive del perdón de Dios, debe saber perdonar a sus hermanos. El abrazo del perdón que Dios le da y le vuelve a dar con magnanimidad incansable, no debe detenerse en él, sino que tiene que transmitirlo al prójimo. Esto es tan importante a los ojos de Dios que, en definitiva, él mide la largueza de su perdón por la generosidad de cada uno en perdonar a los otros. “Perdonad y seréis perdonados… con la vara que midiereis, se os medirá a vosotros” (Lc 6, 37-38).

La caridad es magnánima con los otros porque “no toma en cuenta el mal! (1 Cr 13, 5). Lo que enfría el amor fraterno es el pensamiento de los agravios recibidos, que el hombre difícilmente sabe olvidar. El perdón de Dios no sólo condona las deudas contraídas, sino las cancela hasta borrar su memoria. Y además Dios con su perdón devuelve intacta su amistad. El perdón del cristiano no será completo si no mira a eso: olvidar el mal recibido hasta tratar con corazón y gesto de amigo al ofensor. Si no se vive con generosidad y constancia ese propósito de perdón, cuando el cristiano se presenta a orar al Padre celestial, pronuncia su propia condena: “perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6, 12). El que siembra un perdón escaso y avaro no puede pretender de Dios un perdón largo y magnánimo, ni abundancia de gracia y amor.

“Dad y se os dará –repite el Señor–; una medida buena, apretada, remecida hasta rebasar, pondrán el halda de vuestros vestidos” (Lc 6, 38). La caridad no es plena si no es magnánima en todos sus aspectos. Todos los hombres viven de los dones de Dios y todos deben cambiarse los dones recibidos. Los dones espirituales del amor, la benevolencia y el perdón, y los dones materiales necesarios a la vida. “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber” (Pr 25, 21). Pero “si alguno que posee bienes de la tierra ve a su hermano padecer y le cierra el corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios” Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino con obras y según verdad” (1 Jn 3, 17-18).

¿Quién, Señor, hay que no sea deudor tuyo sino el que está exento de toda culpa? ¿Quién hay que no tenga por deudor a algún hermano sino el que nunca haya sido ofendido por nadie?... Todo hombre es deudor y, a su vez, tiene algún deudor. Por eso, Señor, has establecido en tu justicia que tu regla de conducta para conmigo, deudor tuyo, sea la seguida por mí con quien es deudor mío. Dos son, en efecto, las obras de misericordia que nos libran y que has hecho registrar brevemente en tu Evangelio: Perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará… Yo quiero ser perdonado de mi pecado, Señor, por eso tengo alguien a quien perdonar… El pobre mendiga de mí, y yo soy tu mendigo, Señor. Pues cuando oramos, todos somos mendigos tuyos: estamos ante la puerta del gran padre de familia, nos postramos suplicando con gemidos por el ansia de recibir alguna cosa, y esa cosa eres tú, Señor. ¿Qué me pide el pobre a mí? Pan. Y yo ¿qué te pido a ti sino a ti mismo que has dicho: Yo soy el pan vivo bajado del cielo? Para obtener perdón, perdonaré; remitiré a los otros sus culpas, para que me sean las mías remitidas; pues quiero recibir, daré, y me será dado. (San Agustín)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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