PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1778 ~ Lunes 6
de Agosto de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Desde el comienzo, nos acompañan variadas formas de
“hambre y sed”: hambre y sed de atenciones, de cariño, de amistad, de amor
verdadero, de justicia, de tranquilidad, de paz, de felicidad… Muchas veces
corremos detrás de ilusiones que nos “vende” la sociedad de consumo, la actual
civilización del placer.
Yo soy el pan de
vida, dice Jesús. Sólo Él puede saciar nuestros anhelos profundos, los que
se agitan en el fondo del corazón. Su Palabra y su Eucaristía alimentan y
sanan. Estas tienen el poder de renovarnos en lo más íntimo de nuestro espíritu
para que aparezca ese hombre nuevo que Dios sembró en cada uno de nosotros.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y
a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró
delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que
conversaban con Él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es
estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para
Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los
cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Éste es mi Hijo
amado, en quien me complazco; escuchadle». Al oír esto los discípulos cayeron
rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y
dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a
nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No
contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre
los muertos».
(Mt 17,1-9)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos habla de la Transfiguración de
Jesucristo en el monte Tabor. Jesús, después de la confesión de Pedro, empezó a
mostrar la necesidad de que el Hijo del hombre fuera condenado a muerte, y
anunció también su resurrección al tercer día. En este contexto debemos situar
el episodio de la Transfiguración de Jesús. Atanasio el Sinaíta escribe que «Él
se había revestido con nuestra miserable túnica de piel, hoy se ha puesto el
vestido divino, y la luz le ha envuelto como un manto». El mensaje que Jesús
transfigurado nos trae son las palabras del Padre: «Éste es mi Hijo amado;
escuchadle» (Mc 9,7). Escuchar significa hacer su voluntad, contemplar su
persona, imitarlo, poner en práctica sus consejos, tomar nuestra cruz y seguirlo.
Con el fin de evitar equívocos y malas interpretaciones,
Jesús «les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo
del hombre hubiera resucitado de entre los muertos» (Mc 9,9). Los tres
apóstoles contemplan a Jesús transfigurado, signo de su divinidad, pero el
Salvador no quiere que lo difundan hasta después de su resurrección, entonces
se podrá comprender el alcance de este episodio. Cristo nos habla en el
Evangelio y en nuestra oración; podemos repetir entonces las palabras de Pedro:
«Maestro, ¡qué bien estamos aquí!» (Mc 9,5), sobre todo después de ir a
comulgar.
El prefacio de la misa de hoy nos ofrece un bello resumen
de la Transfiguración de Jesús. Dice así: «Porque Cristo, Señor, habiendo
anunciado su muerte a los discípulos, reveló su gloria en la montaña sagrada y,
teniendo también la Ley y los profetas como testigos, les hizo comprender que
la pasión es necesaria para llegar a la gloria de la resurrección». Una lección
que los cristianos no debemos olvidar nunca.
Rev. D. Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)
Santoral Católico:
Transfiguración del Señor
Se celebra un momento muy especial de la vida de Jesús:
cuando mostró su gloria a tres de sus apóstoles. Nos dejó un ejemplo sensible
de la gloria que nos espera en el cielo.
Un poco de historia
Jesús se transfiguró en el monte Tabor, que se encuentra
en la Baja Galilea, a 588 metros sobre el nivel del mar. Este acontecimiento
tuvo lugar, aproximadamente, un año antes de la Pasión de Cristo. Jesús invitó
a su Transfiguración a Pedro, Santiago y Juan. A ellos les dio este regalo,
este don.
Ésta tuvo lugar mientras Jesús oraba, porque en la
oración es cuando Dios se hace presente. Los apóstoles vieron a Jesús con un
resplandor que casi no se puede describir con palabras: su rostro brillaba como
el sol y sus vestidos eran resplandecientes como la luz.
Pedro quería hacer tres tiendas para quedarse ahí. No le
hacía falta nada, pues estaba plenamente feliz, gozando un anticipo del cielo.
Estaba en presencia de Dios, viéndolo como era y él hubiera querido quedarse
ahí para siempre.
Los personajes que hablaban con Jesús eran Moisés y
Elías. Moisés fue el que recibió la Ley de Dios en el Sinaí para el pueblo de
Israel. Representa a la Ley. Elías, por su parte, es el padre de los profetas.
Moisés y Elías son, por tanto, los representantes de la ley y de los profetas,
respectivamente, que vienen a dar testimonio de Jesús, quien es el cumplimiento
de todo lo que dicen la ley y los profetas.
Ellos hablaban de la muerte de Jesús, porque hablar de la
muerte de Jesús es hablar de su amor, es hablar de la salvación de todos los
hombres. Precisamente, Jesús transfigurado significa amor y salvación.
Seis días antes del día de la Transfiguración, Jesús les
había hablado acerca de su Pasión, Muerte y Resurrección, pero ellos no habían
entendido a qué se refería. Les había dicho, también, que algunos de los
apóstoles verían la gloria de Dios antes de morir.
Pedro, Santiago y Juan experimentaron lo que es el Cielo.
Después de ellos, Dios ha escogido a otros santos para que compartieran esta
experiencia antes de morir: Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, Santa
Teresita del Niño Jesús y San Pablo, entre otros. Todos ellos gozaron de
gracias especiales que Dios quiso darles y su testimonio nos sirve para
proporcionarnos una pequeña idea de lo maravilloso que es el Cielo.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Misterio de luz por excelencia es la Transfiguración,
que según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad
resplandece en el Rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los
apóstoles extasiados para que lo «escuchen» (cf. Lc 9, 35 par.) y se dispongan
a vivir con Él el momento doloroso de la Pasión, a fin de llegar con Él a la
alegría de la Resurrección y a una vida transfigurada por el Espíritu Santo”
Rosarium Mariae
Virginis, 21
Tema del día:
Una mujer exitosa y de fe
1) Para saber
La Arquidiócesis de México publica un semanario
informativo llamado “Desde la Fe”. Ahí publicó una entrevista a Paola Espinosa,
clavadista mexicana que acaba de lograr medalla de plata en Londres. Ya en los
Juegos Panamericanos había ganado medalla de oro. Una mujer de gran valía no
solo en el trampolín, sino también fuera del deporte.
2) Para pensar
Gracias a sus virtudes y jovialidad, se ha ganado la
simpatía de los públicos y el respeto de sus adversarios. Además de ser
abierta, cordial y sencilla, Paola siempre agradece sus triunfos a Dios. A continuación
sus valiosas palabras:
“La fe es muy importante,
no sólo para alcanzar mis metas deportivas, sino también las personales. Yo
creo en esa frase que dice que la fe mueve montañas, y a mí, en lo personal, el
estar cerca de Dios, el ser coherente con mi fe y mis creencias, me han ayudado
a vencer muchos obstáculos. Gracias a Dios, en todos los lugares donde he
participado me ha ido muy bien… mi sueño es ahora ser medallista olímpica
individual… pero si la vida me demuestra que no es posible alcanzar estas
metas, no pasará nada, ya que por mi parte, por mi trabajo, por mi esfuerzo y
dedicación diaria, no quedará. La fe en Dios me ayuda de muchas formas, desde
que me despierto hasta que me duermo; lo siento siempre conmigo, en todo lo que
hago y su presencia ha sido muy importante en mi vida, incluso desde antes de
mi nacimiento”.
Paola muestra en sus respuestas una gran humildad: “Todo ha sido un trabajo en equipo. Sí, yo
soy la que se tira desde la plataforma, del trampolín, nadie más, pero detrás
de mí hay mucha gente que trabaja conmigo para que pueda alcanzar mis
objetivos, porque no sólo es mi entrenadora, también mi doctor, mi fisiatra y
la gente que forma parte de mi equipo… Soy muy afortunada de tener a gente
buena a mi alrededor”.
Contaba sobre su visita a la Basílica de San Pedro: “Ese día tuvimos la oportunidad de admirar
sus pinturas y de escuchar Misa, e incluso pude comulgar. Realmente me dio
mucho gusto visitar El Vaticano, dar gracias ahí a Dios por los logros
obtenidos... Pude enseñarle a mi entrenadora una parte de lo que es mi religión,
porque ella es de China. En El Vaticano viví momentos muy bonitos que guardaré
en mi memoria por siempre”.
Por último, dio un consejo a los jóvenes: “Todos somos capaces de alcanzar lo que nos
propongamos…. Es cuestión de soñar, de trabajar, de aferrarte a lo que quieras
y no descansar hasta alcanzar tus objetivos… Obviamente debes ser disciplinado,
trabajar por lo que quieres y no quedarte cruzado de manos porque las cosas
solas no te llegan, es cuestión de buscarlas y no desistir hasta conseguirlas”.
3) Para vivir
Cabe señalar que Paola lleva por segundo nombre
“Milagros” y hace referencia a su vida, pues fue gracias a la fe y oración de
su abuela, Sra. Irma Dávila, que Paola logró su primer triunfo al nacer. Y es
que su madre, la Sra. Josefina Sánchez, tenía en el vientre un tumor que ponía
en riesgo la vida de la pequeña, pero decidió que debía de nacer.
Su abuela, recuerda que en medio de la angustia, Dios fue
el único refugio de la familia, sobre todo cuando los médicos le deban pocas
esperanzas de vida: “Durante el embarazo, yo solía visitar al Santísimo
Sacramento y le pedía a Dios por la salud de mi hija Josefina y de la bebé”.
Dios la escuchó y nos da ha dejado a una gran mujer.
Pbro. José Martínez Colín
Pensamientos sanadores
Ábrete cada día un poco más al amor de Dios
El amor de nuestro Creador no es una fuerza estática,
sino que es una corriente siempre dinámica, renovada y en movimiento, la cual
quiere trabajar permanentemente en nosotros para recrearnos y llevarnos a una
vida cada vez más plena.
El Señor quiere ser tu Maestro y quiere formarte en todas
las áreas de tu vida.
Dios te ha dado un espíritu: ora con él. Dios te ha dado
un cuerpo: trabaja, aliméntalo, descansa, sirve, haz ejercicio. Dios te ha dado
una mente: lee, infórmate, fórmate.
Dios te ha dado un corazón: recibe amor y ama a quienes
más puedas.
Pero sobre todo: déjate amar por Dios y transformar por
su gracia.
Yo he confiado en
el Señor sin desviarme jamás. Examíname Señor y pruébame, sondea hasta lo más
íntimo de mi ser; porque tu amor está siempre ante mis ojos, y yo camino en tu
verdad. Salmo 26, 1-3.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales
y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Nicolás S., tiene 15 años y le
detectaron leucemia. Vive en Coral Gables, FL, EE UU, y está internado bajo
tratamiento en el Jackson Memorial Hospital de Miami. Oramos por su salud y por
la necesaria fortaleza para sus familiares para afrontar la realidad y salir
adelante.
Pedimos oración por las siguientes personas de Argentina:
Máximo Leonel, 6 meses, de Tandil, operado del corazón, después de varias
complicaciones salió adelante, ahora está internado con bronquitis y se está
desmejorando. Guillermina, Santiago del Estero, sietemesina, 900 de peso.
Diego L., de 48 años de edad, de Olavarría, operado de cáncer de colon. Melisa
F., 29 años, de Olavarría, su sexta operación de córnea. Miguel A., de
Olavarría, enfermo de cáncer, se había estabilizado pero ha comenzado a producir
metástasis, rezamos por él y su hermana (Liliana) que está muy angustiada por
la situación.
Pedimos oración por Graciela R., de Santa Fe, Argentina,
que tiene un quiste muy cerca de la columna y este miércoles será sometida a un
bloqueo radicular para atenuar los dolores. Le pedimos al Señor, que todo lo
puede, que calme los síntomas y si es su voluntad permita también la disolución
de ese quiste para que el problema se solucione definitivamente.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.
"Intimidad Divina"
El mayor y el primer mandamiento
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma y con toda tu fuerza” (Mc 12, 30). Dios, amor infinito, eternamente feliz
en sí mismo, no necesita del amor de los hombres, y con todo lo quiere. Dios
creando al hombre ha creado en él el amor, participación de su caridad
infinita. Ese amor es “suyo”, le pertenece; y él está celoso de ese amor, lo
quiere, lo defiende, lo demanda. El amor que bajó de Dios al hombre, tiene que
subir del hombre a Dios. Por eso Jesús presenta el precepto del amor no sólo
como el primero, sino como el mayor de todos: “No existe otro mandamiento mayor
que éste” (ib 31). Nada glorifica a Dios como el amor libre de su criatura,
pero al mismo tiempo nada ennoblece al hombre y lo hace feliz como el amor de
su Dios.
El Vaticano II, tratando del llamamiento de todos a la
santidad, precisa: “todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida,
son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la
caridad” (LG 40). En realidad no hay plenitud de vida cristiana sin plenitud de
caridad, porque el progreso en la gracia es simultáneo y correlativo en la
caridad. Un amor más fuerte y generoso postula una gracia más intensa y
penetrante. La caridad no es un consejo, es un precepto dirigido a todos sin
distinciones y absolutamente necesario para la salvación eterna: “El que no ama
no ha conocido a Dios” (1 Jn 4, 8).
La vida del cristiano
es un caminar continuo hacia Dios, su fin último. En este camino, enseña
Santo Tomás, “tanto más avanzamos cuanto más nos acercamos a Dios, al cual uno
se acerca no con los pasos del cuerpo, sino con los afectos del alma”. Son los
pasos del amor los que conducen a Dios, es la caridad la que une a él. Si esos
pasos se detienen, la caridad no crece, el cristiano no puede alcanzar la meta.
La misma enunciación del precepto: “amarás con todo el corazón, con toda
el alma, con todas las fuerzas”
indica totalidad y generosidad sin límites ni reservas. Pero como la caridad
viene sólo de Dios, sólo Dios puede aumentarla. Y Dios, poder infinito, puede
acrecerla sin límite; para hacerlo pide sólo una voluntad dócil, disponible y
generosa.
Tu amor, ¡oh Señor
Jesucristo!, es fuente de vida, y una alma no puede vivir si de ella no se
abreva, ni puede abrevarse si no está junto a la fuente, es decir, junto a ti,
que eres la fuente de todo el amor. ¡Oh fuente de verdadero amor y de inmensa
dulzura, que nunca faltas sino siempre restauras!, yo, miserable pecador,
oprimido por el grave peso de mis pecados, sufro una ardiente sed de amor
porque me he alejado demasiado de ti, fuente viva. Dígnate, pues, mirarme
piadosamente y conducirme a ti, manantial de amor y de dilección, para que beba
el agua de tu amor tan grande; que yo la beba y con ella me restaure y guste su
dulzura y su sabor, y mi alma sea con ella lavada y purificada de toda mancha
de pecado, para que, limpia de toda culpa, te agrade y te sirva y viva contigo
en el amor por los siglos de los siglos sin fin. (R. Jordán, Contemplaciones
sobre el amor divino)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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