domingo, 5 de agosto de 2012

Pequeñas Semillitas 1777


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1777 ~ Domingo 5 de Agosto de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Jesús lo sabe. El pan es lo primero. Sin comer no podemos subsistir. Por eso se preocupa tanto de los hambrientos y mendigos que no reciben de los ricos ni las migajas que caen de su mesa. Por eso maldice a los terratenientes insensatos que almacenan el grano sin pensar en los pobres. Por eso enseña a sus seguidores a pedir cada día al Padre pan para todos sus hijos.
Pero Jesús quiere despertar en ellos un hambre diferente. Les habla de un pan que no sacia solo el hambre de un día, sino el hambre y la sed de vida que hay en el ser humano. No lo hemos de olvidar. En nosotros hay un hambre de justicia para todos, un hambre de libertad, de paz, de verdad. Jesús se presenta como ese Pan que nos viene del Padre, no para hartarnos de comida sino "para dar vida al mundo".
Jesús se presenta como ese Pan de vida eterna. Cada uno ha de decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Pero, creer en Cristo es alimentar en nosotros una fuerza indestructible, empezar a vivir algo que no terminará con nuestra muerte. Seguir a Jesús es entrar en el misterio de la muerte sostenidos por su fuerza resucitadora.
José Antonio Pagola


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello».
Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado». Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: ‘Pan del cielo les dio a comer’». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».
(Jn 6,24-35)

Comentario
Hoy vemos diferentes actitudes en las personas que buscan a Jesús: unos han comido el pan material, otros piden un signo cuando el Señor acaba de hacer uno muy grande, otros se han apresurado para encontrarlo y hacen de buena fe -podríamos decir- una comunión espiritual: «Señor, danos siempre de ese pan» (Jn 6,34).
Jesús debía estar muy contento del esfuerzo en buscarlo y seguirlo. Aleccionaba a todos y los interpelaba de varios modos. A unos les dice: «Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna» (Jn 6,27). Quienes preguntan: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» (Jn 6,28) tendrán un consejo concreto en aquella sinagoga de Cafarnaúm, donde el Señor promete la Sagrada Comunión: «Creed».
Tú y yo, que intentamos meternos en las páginas de este Evangelio, ¿vemos reflejada nuestra actitud? A nosotros, que queremos revivir esta escena, ¿qué expresiones nos punzan más? ¿Somos prontos en el esfuerzo de buscar a Jesús después de tantas gracias, doctrina, ejemplos y lecciones que hemos recibido? ¿Sabemos hacer una buena comunión espiritual: ‘Señor danos siempre de este pan, que calma toda nuestra hambre’?
El mejor atajo para hallar a Jesús es ir a María. Ella es la Madre de Familia que reparte el pan blanco para los hijos en el calor del hogar paterno. La Madre de la Iglesia que quiere alimentar a sus hijos para que crezcan, tengan fuerzas, estén contentos, lleven a cabo una labor santa y sean comunicativos. San Ambrosio, en su tratado sobre los misterios, escribe: «Y el sacramento que realizamos es el cuerpo nacido de la Virgen María. ¿Acaso puedes pedir aquí el orden de la naturaleza en el cuerpo de Cristo, si el mismo Jesús nació de María por encima de las leyes naturales?».
La Iglesia, madre y maestra, nos enseña que la Sagrada Eucaristía es «sacramento de piedad, señal de unidad, vínculo de caridad, convite Pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura» (Concilio Vaticano II).
Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, España)


Santoral Católico:
Dedicación de la Basílica 
de Santa María


Es una de las cuatro Basílicas Mayores de Roma.

Después del Concilio de Éfeso (431), en el que la madre de Jesús fue proclamada Madre de Dios, el papa Sixto III (432-440) erigió en Roma, sobre el monte Esquilino, una basílica dedicada a la Santa Madre de Dios, basílica que fue llamada más tarde «Santa María la Mayor». Es la iglesia más antigua dedicada en Occidente a la Virgen María.

La basílica actual sigue siendo la mas grande dedicada a la Madre de Dios en Roma y la mas esplendorosa en Italia después de Loreto. Debido a su enorme tamaño y esplendor pero sobre todo por ser la mas antigua dedicada a la Virgen, recibió el título de Basílica de Santa María la Mayor. (Hay cuatro basílicas mayores, las otras tres siendo: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros).  

En esta basílica el Papa proclamó a la Virgen como Reina de cielos y tierra. Se alberga aquí a la Virgen María, salvadora del pueblo romano «salus populi romani». En varias situaciones de gran necesidad se le ha sacado en procesión. En una ocasión acabó con la plaga en Roma.

Desde el comienzo de su pontificado el Santo Padre Juan Pablo II quiso que una lámpara estuviera encendida de día y de noche bajo el icono de María, salus, como testimonio de su gran devoción. El mismo Papa, el 8 de diciembre del 2001, inauguró otra perla preciosa de la basílica: el Museo, cuya estructura moderna y la antigüedad de sus obras maestras ofrecen al visitador un "panorama" único.

Se le llama también Iglesia de Santa María de las Nieves. Un mosaico sobre la entrada recuerda el milagro de la nieve.



Palabras del Beato Juan Pablo II

“En la Eucaristía está grabado lo que de más profundo tiene la vida de cada uno y la vida del hombre se graba mediante la Eucaristía, en el misterio del Dios viviente. En este misterio –como en el eterno libro de la vida– el hombre supera los límites de la contemporaneidad, encaminándose hacia la esperanza de la vida eterna. He aquí que la Iglesia del Verbo Encarnado hace nacer, mediante la Eucaristía a los habitantes de la eterna Jerusalén”

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
El pan de la vida


El domingo pasado comenzábamos el capítulo 6º de san Juan, que seguirá unos pocos domingos. El ciclo B se caracteriza por seguir el evangelio de san Marcos; pero como es el evangelio más corto y este capítulo 6º de san Juan es muy importante, quiere la Iglesia que lo meditemos en estos domingos.

Comenzaba el capítulo 6º el domingo pasado con la multiplicación de panes y peces, que tiene una conexión con la promulgación o proclamación de la Eucaristía. De hecho san Juan no habla de “milagros”, sino de “signos”. La multiplicación de panes y peces no sólo es el anticipo y la ocasión, sino que es “signo” del pan espiritual o “pan de vida” que Jesús va a anunciar.

Tenía que ser un día bonito de primavera, pues dice san Juan que había mucha yerba en aquel sitio y la gente podía sentarse para poder comer con tranquilidad. La cercanía de la Pascua también encendía los corazones y todos querían aclamar a Jesús y estar con Él. Pero Jesús despidió a la gente y “se escapó” al bosque o la montaña. La gente se quedó con las ganas y al día siguiente le buscaban por los alrededores hasta que le encontraron en Cafarnaún.

Comienza un diálogo de Jesús con la gente. Él les rebaja los ánimos haciéndoles ver que los motivos de seguirle son demasiado egoístas, ya que sólo le siguen por la comida material, cuando en verdad él les quiere dar un alimento que nos sirva para siempre. También hoy podría Jesús recriminar a muchos que parece que buscan en la religión sólo un provecho material. Hay gente que sólo va a la iglesia cuando, además del acto religioso, hay un motivo social, que quizá sea lo principal para ellos: participar en el acto social de un bautismo o boda o entierro. Algunos hasta se acercan a comulgar sin estar en gracia, porque no suelen asistir a misa los domingos, además de otras cosas. El pan sagrado no es para ellos “pan de vida”.

Entre la gente que hablaba con Jesús, había algunos con buenas intenciones y parece que estaban dispuestos a escucharle con sinceridad. Por eso le dicen “¿Qué haremos para hacer obras de Dios?” Y Jesús les dice que tienen que tener fe. Deben creer en el enviado de Dios. No es fácil creer en Jesús presente en la Eucaristía. La fe es la preparación necesaria. Por eso la primera parte de la misa es como una ayuda para aumentar nuestra fe.

Y como no es fácil creer, la gente le pide algún signo especial. Algo así como lo de Moisés que les dio el maná, un pan bajado del cielo. Jesús les aclara que el maná no era del cielo, sino algo terreno; pero en cambio lo que él les dará sí es pan “bajado del cielo”. . Ese es el que nos va a saciar y va a tener repercusiones de eternidad.

Hay gente que tiene muchos bienes materiales, pero siempre tiene hambre de más. Hay muchos que teniendo lo suficiente para poder ser feliz, no encuentran satisfacción, porque no encuentran respuesta al sentido de la vida. Aquellos que han experimentado la llenumbre de la gracia, se sienten saciados de Dios, aunque la verdadera saciedad sólo estará en la otra vida. En esta vida, algo se va teniendo, unidos en la caridad.

También hoy Jesús nos puede decir a cada uno: ¿Qué signos haces tú para trabajar en lo que Dios quiere? San Pablo en la 2ª lectura nos dice que no actuemos como los que no tienen fe, sino que nos dejemos renovar por el Espíritu, para vivir según Dios en justicia y santidad verdadera. No vivamos como los gentiles que sólo se preocupan de lo material.

Dar frutos de santidad es muy difícil; pero para eso se quedó Jesús en la Eucaristía: para ayudarnos en esta gran empresa, mediante el alimento de su propio Cuerpo y Sangre, como luego lo dirá Jesús y meditaremos en los próximos domingos. Pidamos que nos dé “hambre de Dios”, porque tener hambre es lo esencial para podernos saciar. Con esa fe encontraremos el verdadero sentido de la vida.

P. Silverio Velasco (España)


Nuevo video

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Pensamientos sanadores


Ten equilibrio en la administración del tiempo

El equilibrio entre la actividad, la oración y el descanso, forman parte esencial de la sabiduría en la cual debes ir creciendo día a día.
Este aprendizaje se puede realizar mirando con sabia atención los propios ritmos y sobre la base de las diversas experiencias.
Es importante entonces tener una agenda equilibrada. Para esto debes saber diferenciar lo que es importante de lo que es necesario, esencial y urgente.
En esta tarea de equilibrarte, te ayudará el Espíritu Santo. Si se lo pides con confianza, si reconoces que, a veces, te dejas llevar por los impulsos negativos y si eres dócil a sus inspiraciones.

Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol; un tiempo para nacer y un tiempo para morir; un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado. Eclesiastés 3, 1-2.


Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde la provincia de Santa Fe, Argentina, nuestra amiga Margarita M. agradece a las personas que oportunamente elevaron oraciones por su hermano Vito, el que luego de una larga enfermedad, partió finalmente a la casa del Padre celestial el pasado 26 de mayo. Que el Señor lo tenga en su gloria.

Patricia quiere agradecer a Dios, a la Santísima Virgen y a todos los hermanos que han orado por la sanidad de Cristian, que ha mejorado mucho y sus dolores mermaron. Seguiremos orando por su sanidad completa. Nuevamente la presencia de Dios se hizo tangible...Todo lo puedo en Cristo que me fortalece...

Los familiares de Alejandra, agradecen a Dios y a todos los que rezaron por su salud, por el transplante de médula al que fue sometida en Córdoba, Argentina y que ha resultado exitoso, y ya ha salido del Hospital.

Desde Banfield, Buenos Aires, Argentina, escribe Liliana y dice: Quiero agradecer a Nuestra Madre Santísima y a nuestro amado Jesucristo por la salud recuperada de dos amigas de Banfield: Susana R. que había tenido una fractura en su pie izquierdo, totalmente recuperada y trabajando y a Romina que fuera atropellada por un auto en su bicicleta hoy ya operada ha dejado la silla de ruedas y puede caminar con muletas, con una lenta pero segura recuperación, agradecen de todo corazón a todas tus Semillitas que han orado por ellas.

Desde Guatemala la familia Solares Ochoa da infinitas gracias al Señor por las múltiples bendiciones recibidas de su generosidad y misericordia.


"Intimidad Divina"

Domingo XVIII durante el año

La Liturgia de la Palabra se centra hoy –y por otros tres domingos sucesivos– acerca del “pan de vida”, referido en el Evangelio de San Juan enseguida de la multiplicación de los panes; discurso que trata dos grandes temas: la fe y la Eucaristía…Viene a cuento el aviso de San Pablo: “No andéis ya, como es el caso de los gentiles que andan en la vaciedad de sus criterios… No es así como habéis aprendido a Cristo” (Ef 4, 17-20; 2ª. Lectura). Vaciedad de criterio es lamentarse de la Providencia, echar de menos los bienes temporales y buscar a Dios no por él mismo sino con miras interesadas. Errores parecidos reprocha Jesús a la turba que después de la multiplicación de los panes le había seguido al otro lado del lago: “me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que parece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna” (Jn 6, 26-27).

San Agustín comenta: “¡Cuántos buscan a Jesús sólo por las ventajas temporales!... Es difícil que se busque a Jesús por Jesús”. La búsqueda desinteresada del Señor supone fe; por eso en el debate con los judíos insiste Jesús sobre este punto: “Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha enviado” (Jn 6, 29). El primero y más importante trabajo que Dios pide a los hombres es que crean en él, en lo que él hace por ellos en Cristo Jesús. Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios enviado a salvar al mundo va a él con confianza abandonándose completamente a su acción redentora.

Los judíos que no tienen esa fe, exigen de Jesús “signos” semejantes a la caída del maná del cielo. Y Jesús, esforzándose en levantarlos a pensamientos más espirituales, rectifica: “no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de dios es el que baja del cielo y da vida al mundo” (ib 32.33). Pero ellos refiriéndose siempre a la comida material y esperando tal vez un milagro que prolongase la multiplicación de los panes, dicen: “Señor, danos siempre de ese pan” (ib 34)… Jesús quiere hacerles comprender el verdadero alcance de sus palabras: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed” (Jn 6, 35). Ya no es posible el equívoco: el pan de vida, pan de Dios bajado del cielo para dar vida al mundo, es Jesús; el que va a él y se alimenta de él –de su palabra y de la Eucaristía– con fe viva, no tendrá más hambre no tendrá más sed.

Date, Señor, a mí, y basta, porque sin ti ninguna consolación satisface; sin ti no puedo ser y sin tu visitación no puedo vivir. Por eso me conviene llegarme a ti muchas veces y recibirte para remedio de mi salud, porque no desmaye en el camino si fuere privado de este celestial manjar. Porque tú, benignísimo Jesús, predicando a los pueblos y curando diversas enfermedades, dijiste: No quiero consentir que se vayan ayunos, porque no desmayen en el camino. Haz, pues ahora conmigo de esta manera, pues te dejaste en el Sacramento para consolación de los fieles. Señor, en simplicidad de corazón, en buena y firme fe y por tu mandato, vengo a ti con esperanza y reverencia y creo verdaderamente que estás presente aquí en este Sacramento, Dios y hombre. Y pues quieres, Salvador mío, que yo te reciba y que me una a ti en caridad, suplico a tu clemencia e imploro me sea dada una muy especialísima gracia para que me derrita todo en ti y rebose de amor y que no cuide más de otro alguna consolación. (Imitación de Cristo)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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