PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1782 ~ Viernes
10 de Agosto de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Tu misión en la vida es la mejor de todas; porque haces
las veces de Cristo. Ser otro Cristo en la tierra, realizar las mismas tareas
que Él, vivir una vida lo más parecida a la suya, salvar almas, glorificar a
Dios. La misión no la buscaste tú, te la dieron graciosamente por amor. Tómala
con respeto y lánzate a vivirla en plenitud.
¡Envidiar otras tareas, otras misiones! Miope debes estar
para embrujarse con el trabajo del joyero y del empresario; la joya preciosa la
tienes tú, y la empresa mejor es la tuya; el afán de desear las peras del
huerto vecino, aunque las del tuyo sean mejores, es una tentación muy humana.
Aprende a valorar y amar lo que verdaderamente importa; deja encandilarse a los
otros por las cosas que pasan y nada dejan, aférrate a lo eterno, a lo que
llevarás contigo, cuando cruces la frontera.
Cristo vivió los 33 años de vida humana más ricos y
maravillosos que jamás se hayan vivido, y los llenó de amor, de obediencia, de
las grandes virtudes; los vació de todo lo que constituye gran ganancia para
los hombres. Hay muchas vidas que se parecen a la suya: son las vidas de los
mejores.
P. Mariano de Blas LC
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad,
en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él
solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que
odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me
sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno
me sirve, el Padre le honrará».
(Jn 12,24-26)
Comentario
Hoy, la Iglesia —mediante la liturgia eucarística que
celebra al mártir romano san Lorenzo— nos recuerda que «existe un testimonio de
coherencia que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día,
incluso a costa de sufrimientos y de grandes sacrificios» (Juan Pablo II).
La ley moral es santa e inviolable. Esta afirmación,
ciertamente, contrasta con el ambiente relativista que impera en nuestros días,
donde con facilidad uno adapta las exigencias éticas a su personal comodidad o
a sus propias debilidades. No encontraremos a nadie que nos diga: —Yo soy
inmoral; —Yo soy inconsciente; —Yo soy una persona sin verdad... Cualquiera que
dijera eso se descalificaría a sí mismo inmediatamente.
Pero la pregunta definitiva sería: ¿de qué moral, de qué
conciencia y de qué verdad estamos hablando? Es evidente que la paz y la sana
convivencia sociales no pueden basarse en una “moral a la carta”, donde cada
uno tira por donde le parece, sin tener en cuenta las inclinaciones y las
aspiraciones que el Creador ha dispuesto para nuestra naturaleza. Esta “moral”,
lejos de conducirnos por «caminos seguros» hacia las «verdes praderas» que el
Buen Pastor desea para nosotros (cf. Sal 23,1-3), nos abocaría
irremediablemente a las arenas movedizas del “relativismo moral”, donde
absolutamente todo se puede pactar y justificar.
Los mártires son testimonios inapelables de la santidad
de la ley moral: hay exigencias de amor básicas que no admiten nunca excepciones
ni adaptaciones. De hecho, «en la Nueva Alianza se encuentran numerosos
testimonios de seguidores de Cristo que (...) aceptaron las persecuciones y la
muerte antes que hacer el gesto idolátrico de quemar incienso ante la estatua
del Emperador» (Juan Pablo II).
En el ambiente de la Roma del emperador Valeriano, el
diácono «san Lorenzo amó a Cristo en la vida, imitó a Cristo en la muerte» (San
Agustín). Y, una vez más, se ha cumplido que «el que odia su vida en este
mundo, la guardará para una vida eterna» (Jn 12,25). La memoria de san Lorenzo,
afortunadamente para nosotros, quedará perpetuamente como señal de que el
seguimiento de Cristo merece dar la vida, antes que admitir frívolas
interpretaciones de su camino.
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Lorenzo
Diácono y Mártir
San Lorenzo (mártir), uno de los diáconos de la iglesia
romana, fue una de las víctimas de la persecución de Valeriano en el año 258,
al igual que lo fueron el Papa Sixto II y muchos otros clérigos romanos. A
comienzos del mes de agosto del año 258, el emperador emitió un edicto
ordenando matar inmediatamente a todos los obispos, curas y diáconos. Esta
orden imperial se ejecuto inmediatamente en Roma. El 6 de agosto, el Papa Sixto
II fue capturado en una catacumba y ejecutado de inmediato. Otros dos diáconos,
Felicísimo y Agapito, fueron ejecutados el mismo día.
En el calendario romano de fiestas del siglo IV su fiesta
coincide con dicha fecha. Cuatro días más tarde, el 10 de agosto del mismo año,
Lorenzo, el último de los siete diáconos, también sufrió la muerte de un
mártir. La muerte de este santo mártir es en esa fecha según el calendario de
Filocalo para el año 354.
Este almanaque es un inventario de las principales
fiestas de los mártires romanos de mitad del siglo IV; también menciona la
calle donde se encontraría su tumba, la Vía Tiburtina. Los itinerarios de las
tumbas de los mártires romanos, como se dieron a conocer en el siglo VII,
mencionan que este mártir fue enterrado en la Catacumba de Ciriaca en agro
Verano (De Rossi, "Roma Sott.", I, 178).
Desde el siglo IV, San Lorenzo ha sido uno de los
mártires más venerados de la iglesia romana. Constantino el Grande fue el
primero en erigir un pequeño oratorio sobre el lugar donde fue enterrado. El
Papa Pelagio II (579-90) amplió y embelleció el lugar. El Papa Sixto III
(432-40) construyó, en la cima de la colina donde fue enterrado, una gran
basílica de tres naves cuyo ábside está apoyado en la vieja iglesia. En el
siglo XIII, el Papa Honorio III convirtió los edificios en uno y así es como se
encuentra la Basílica de San Lorenzo hoy en día. El Papa San Dámaso (366-84)
escribió un panegírico en verso que se grabó en mármol y se colocó sobre su
tumba. Dos contemporáneos de este Papa, San Ambrosio de Milán y el poeta
Prudencio, dieron detalles concretos sobre la muerte de San Lorenzo. Ambrosio
relata cuando se le preguntó a San Lorenzo por los tesoros de la Iglesia, este,
hizo comparecer a los pobres entre los que, en lugar de darles limosna, había
repartido el tesoro; también contó que cuando se llevaban al Papa Sixto II para
ejecutarlo, éste reconfortó a San Lorenzo que deseaba compartir su martirio,
diciéndole que le seguiría en tres días. El santo Obispo de Milán también
explica que San Lorenzo fue quemado hasta la muerte en una parrilla de hierro. De igual manera, pero con
más detalles poéticos, Prudencio describe el martirio del diácono romano en su
himno a San Lorenzo.
El encuentro entre San Lorenzo y el Papa Sixto II, cuando
éste último iba a ser ejecutado, según el relato de San Ambrosio, no es
compatible con los informes contemporáneos sobre la persecución de Valeriano.
La forma en que fue ejecutado –quemado en una parrilla de hierro al rojo vivo–
también hace surgir importantes dudas. Las narraciones de Ambrosio y Prudencio
se basan más en la tradición oral que en escritos. Es bastante posible que
entre el año 258 y el final del siglo IV surgieran leyendas populares sobre
esté diácono romano tan venerado y que algunas de esas historias hayan sido
preservadas por estos dos autores. En cualquier caso, nosotros carecemos de
medios para verificar en fuentes anteriores los detalles que derivan de San
Ambrosio y Prudencio, o para establecer hasta que punto esos detalles se basan
en la tradición histórica anterior. Probablemente, a principios del siglo VI se
crearon otras versiones más completas sobre el martirio de San Lorenzo, y en
estas narraciones muchos de los mártires de la Vía Tiburtina y de las dos
Catacumbas de San Ciriaca en agro Verano y San Hipólito estaban relacionados de
una forma romántica y totalmente legendaria.
Los detalles que se dan en estas Actas sobre el martirio
de San Lorenzo y su actividad antes de su muerte carecen de credibilidad. Sin
embargo, a pesar de las críticas a las últimas versiones de su martirio, no
cabe duda de que San Lorenzo fuera un personaje histórico real ni de que el
diácono fue martirizado; tampoco existen dudas sobre el lugar donde ocurrió ni
sobre la fecha de su entierro. El Papa Dámaso construyó una basílica en Roma
dedicada a San Lorenzo; ésta es la iglesia conocida como San Lorenzo en Dámaso.
La iglesia de San Lorenzo en Lucina, también dedicada a este santo, aún existe.
El día de San Lorenzo sigue siendo el 10 de agosto (fecha de su muerte).
Aparece dibujado con la parrilla de hierro en la que se supone que fue asado
hasta la muerte.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Lloraba porque no tenía zapatos,
hasta que vi a un hombre que no tenía pies”
Proverbio persa
Temas Médicos:
Enfermedad de cuerpo y alma
¿Qué enferma
primero, el cuerpo o el alma?
El alma no puede “enfermar”, porque es lo que hay
perfecto en ti, el alma evoluciona, aprende.
En realidad, buena parte de las enfermedades son todo lo
contrario: son la resistencia del cuerpo emocional y mental al alma. Cuando
nuestra personalidad se resiste al designio del alma es cuando enfermamos.
¿Hay emociones
perjudiciales para la salud? ¿Cuáles son las que más nos perjudican?
Un 70 por ciento de las enfermedades del ser humano
vienen del campo de la conciencia emocional. Las enfermedades muchas veces
proceden de emociones no procesadas, no expresadas, reprimidas.
El temor, que es la ausencia de amor, es la gran
enfermedad, el común denominador de buena parte de las enfermedades que hoy
tenemos. Cuando el temor se queda congelado afecta al riñón, a las glándulas
suprarrenales, a los huesos, a la energía vital, y puede convertirse en pánico.
¿Nos hacemos los
fuertes y descuidamos nuestra salud?
De héroes están llenos los cementerios. Te tienes que
cuidar. Tienes tus límites, no vayas más allá. Tienes que reconocer cuáles son
tus límites y superarlos porque si no los reconoces, vas a destruir tu cuerpo.
¿Cómo nos afecta
la ira?
La ira es santa, es sagrada, es una emoción positiva
porque te lleva a la autoafirmación, a la búsqueda de tu territorio, a defender
lo que es tuyo, lo que es justo. Pero cuando la ira se vuelve irritabilidad,
agresividad, resentimiento, odio, se vuelve contra ti, y afecta al hígado, la
digestión, el sistema inmunológico.
¿La alegría por el
contrario nos ayuda a estar sanos?
La alegría es la más bella de las emociones porque es la
emoción de la inocencia, del corazón, y es la más sanadora de todas, porque no
es contraria a ninguna otra. Un poquito de tristeza con alegría escribe poemas.
La alegría con miedo nos lleva a contextualizar el miedo y a no darle tanta
importancia.
¿La alegría
suaviza el ánimo?
Sí, la alegría suaviza todas las otras emociones porque
nos permite procesarlas desde la inocencia. La alegría pone al resto de las
emociones en contacto con el corazón y les da un sentido ascendente. Las
canaliza para que lleguen al mundo de la mente.
¿Y la tristeza?
La tristeza es un sentimiento que puede llevarte a la
depresión cuando te envuelves en ella y no la expresas, pero también puede
ayudarte. La tristeza te lleva a contactar contigo mismo y a restaurar el
control interno. Todas las emociones negativas tienen su propio aspecto
positivo, las hacemos negativas cuando las reprimimos.
¿Es mejor aceptar
esas emociones que consideramos negativas como parte de uno mismo?
Como parte para transformarlas, es decir, cuando se
aceptan fluyen, y ya no se estancan, y se pueden transmutar. Tenemos que
canalizarlas para que lleguen desde el corazón hasta la cabeza. ¡Qué difícil!
Sí, es muy difícil. Realmente las emociones básicas son el amor y el temor (que
es ausencia de amor), así que todo lo que existe es amor, por exceso o defecto.
Constructivo o destructivo. Porque también existe el amor que se aferra, el
amor que sobreprotege, el amor tóxico, destructivo.
¿Cómo prevenir la
enfermedad?
Somos creadores, así que yo creo que la mejor forma es
creando salud. Y si creamos salud no tendremos ni que prevenir la enfermedad ni
que atacarla, porque seremos salud.
¿Y si aparece la
enfermedad?
Pues tendremos que aceptarla porque somos humanos. Mucha
gente muy valiosa espiritualmente ha enfermado. Debemos explicarlo para
aquellos que creen que enfermar es fracasar. El fracaso y el éxito son dos
maestros, pero nada más. Y cuando tú eres el aprendiz, tienes que aceptar e
incorporar la lección de la enfermedad en tu vida. Cada vez más personas sufren
ansiedad. La ansiedad es un sentimiento de vacío, que a veces se vuelve un
hueco en el estómago, una sensación de falta de aire. Es un vacío existencial
que surge cuando buscamos fuera en lugar de buscar dentro. Surge cuando
buscamos en los acontecimientos externos, cuando buscamos muletas, apoyos
externos, cuando no tenemos la solidez de la búsqueda interior. Si no aceptamos
la soledad y no nos convertimos en nuestra propia compañía, vamos a experimentar
ese vacío y vamos a intentar llenarlo con cosas y posesiones. Pero como no se
puede llenar con cosas, cada vez el vacío aumenta.
¿Y qué podemos
hacer para liberarnos de esa angustia?
La angustia no se puede pasar comiendo chocolate, o con
más calorías, o buscando un príncipe azul afuera.
La angustia se pasa cuando entras en tu interior, te
aceptas como eres y te reconcilias contigo mismo. La angustia viene de que no
somos lo que queremos ser, pero tampoco lo que somos, entonces estamos en el "debería
ser", y no somos ni lo uno ni lo otro.
El estrés es otro de los males de nuestra época. El
estrés viene de la competitividad, de que quiero ser perfecto, quiero ser
mejor, de que quiero dar una nota que no es la mía, de que quiero imitar. Y
realmente sólo se puede competir cuando decides ser tu propia competencia, es
decir, cuando quieres ser único, original, auténtico, no una fotocopia de
nadie.
El estrés destructivo perjudica el sistema inmunológico.
Pero un buen estrés es una maravilla, porque te permite estar alerta y
despierto en las crisis, y poder aprovecharlas como una oportunidad para
emerger a un nuevo nivel de conciencia.
¿Qué nos
recomendaría para sentirnos mejor con nosotros mismos?
La soledad. Estar con uno mismo cada día es maravilloso.
Estar 20 minutos con uno mismo es el comienzo de la meditación; es tender un
puente hacia la verdadera salud; es acceder al altar interior, al ser interior.
Mi recomendación es que la gente ponga su despertador 20
minutos antes para no robarle tiempo a sus ocupaciones. Si dedicas, no el
tiempo que te sobra, sino esos primeros minutos de la mañana, cuando estás
fresco y descansado, a meditar, esa pausa te va a recargar, porque en la pausa
habita el potencial del alma.
¿Qué es para usted
la felicidad?
Es la esencia de la vida. Es el sentido mismo de la vida.
Pero la felicidad no es placer, es integridad. Cuando todos los sentidos se
consagran al ser, podemos ser felices. Somos felices cuando creemos en
nosotros, cuando confiamos en nosotros, cuando nos encomendamos
transpersonalmente a un nivel que trasciende el pequeño yo o el pequeño ego.
Somos felices cuando tenemos un sentido que va más allá de la vida cotidiana,
cuando no aplazamos la vida, cuando no nos desplazamos a nosotros mismos,
cuando estamos en paz y a salvo con la vida y con nuestra conciencia.
¿Es importante
vivir en el presente? ¿Cómo lograrlo?
Dejamos ir el pasado y no hipotecamos la vida a las
expectativas de futuro cuando nos volcamos en el ser y no en el tener. Yo me
digo que la felicidad tiene que ver con la realización, y ésta con la capacidad
de habitar la realidad. Y vivir en realidad es salir del mundo de la confusión.
¿Tan confundidos
estamos, en su opinión?
Tenemos tres ilusiones enormes que nos confunden. Primero
creemos que somos un cuerpo y no un alma, cuando el cuerpo es el instrumento de
la vida y se acaba con la muerte. Segundo, creemos que el sentido de la vida es
el placer; pero a más placer no hay más felicidad, sino más dependencia. Placer
y felicidad no es lo mismo. Hay que consagrar el placer a la vida y no la vida
al placer. La tercera ilusión es el poder; creemos tener el poder infinito de
vivir.
¿Y qué necesitamos
realmente para vivir?, ¿Acaso el amor?
El amor, tan traído y tan llevado, y tan calumniado, es
una fuerza renovadora.
El amor es magnífico porque crea cohesión. En el amor
todo está vivo, como un río que se renueva a sí mismo. En el amor siempre uno
puede renovarse, porque todo lo ordena. En el amor no hay usurpación, no hay
desplazamiento, no hay miedo, no hay resentimiento, porque cuando tú te ordenas
porque vives el amor, cada cosa ocupa su lugar, y entonces se restaura la
armonía. Ahora, desde la perspectiva humana, lo asimilamos con la debilidad,
pero el amor no es débil. Nos debilita cuando entendemos que alguien a quien
amamos no nos ama.
Hay una gran confusión en nuestra cultura. Creemos que
sufrimos por amor, que nuestras catástrofes son por amor, pero no es por amor,
es por enamoramiento, que es una variedad del apego. Eso que llamamos
habitualmente amor es una droga. Igual que se depende de la cocaína, la
marihuana o la morfina, también se depende del enamoramiento. Es una muleta
para apoyarse, en vez de llevar a alguien en mi corazón para liberarlo y
liberarme. El verdadero amor tiene una esencia fundamental que es la libertad,
y siempre conduce a la libertad. Pero a veces nos sentimos atados a un amor. Si
el amor conduce a la dependencia es eros. Eros es un fósforo, y cuando lo
enciendes se te consume rápidamente, en dos minutos ya te quemas el dedo. Hay
muchos amores que son así, pura chispa. Aunque esa chispa puede servir para
encender el leño del verdadero amor. Cuando el leño está encendido produce el
fuego. Ese es el amor impersonal, que produce luz y calor.
¿Puede darnos
algún consejo para alcanzar el amor verdadero?
Solamente la verdad. Confía en la verdad; no tienes que
ser como la princesa de los sueños del otro, no tienes que ser ni más ni menos
de lo que eres. Tienes un derecho sagrado, que es el derecho a equivocarte;
tienes otro, que es el derecho a perdonar, porque el error es tu maestro.
Ámate, sincérate y considérate... Si tú no te quieres, no vas a encontrar a
nadie que te pueda querer. El amor produce amor. Si te amas, vas a encontrar el
amor. Si no, vacío. Pero nunca busques una migaja; eso es indigno de ti. La
clave entonces es amarse a sí mismo. Y al prójimo como a ti mismo. Si no te
amas a ti, no amas a Dios, ni a tu hijo, porque te estás apegando, estás
condicionando al otro. Acéptate como eres; lo que no aceptamos no lo podemos
transformar, y la vida es una corriente de transformación permanente.
Dr. Jorge Carvajal
Médico Cirujano
Universidad de Andalucía (España)
Pionero de la Medicina Bioenergética
Pensamientos sanadores
Entrega al Señor las pérdidas del pasado
En diferentes momentos de la vida todos experimentamos
pérdidas dolorosas.
A medida que las hayas ido entregando a Dios, habrás ido
recibiendo la gracia de vivir tu presente con serenidad.
Si nunca hiciste el camino del desprendimiento interior y
de la entrega, o si lo hiciste sólo a medias, entonces es el momento para
comenzar a poner en las manos del Buen Dios aquello que ya no está en ti o a tu
lado, sean personas, objetos, salud o lugares.
En oración, céntrate en la presencia de Dios que habita
en ti.
Hazte más consciente de la ansiedad y del dolor de la
pérdida y del desprendimiento.
Háblale al Señor de tu dolor y entrégaselo de una buena
vez, para que puedas recibir la salud interior renovada, que él quiere
concederte.
Tú convertiste mi
lamento en júbilo, me quitaste el luto y me vestiste de fiesta. Salmo 30, 12.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Alistair S. R. de 1 año y 10 meses,
vive en Inglaterra y está en proceso de
recuperación de una enfermedad llamada Histiocitosis (enfermedad tratada con
quimioterapia como si fuera cáncer). En
junio pasado fue dado de alta para mantenerlo bajo estricta supervisión por 6
meses. Ha tenido altas y bajas. Sus abuelos maternos viven en Sonora, México,
donde Alistair llevó por 1 año y 1 mes su tratamiento.
Pedimos oración por Alejandro R. M. que vive en Chiapas,
México, 74 años de edad, tiene depresión y diabetes, y ya no quiere tomar los
medicamentos. Que el Señor sea su fortaleza para volver a tener ganas de vivir
y la Santísima Virgen de Guadalupe lo cubra con su manto de amor y protección.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.
"Intimidad Divina"
Insistiendo en el prójimo
“Amarás al prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 39). Este
precepto confirmado por Jesús, existía ya en la ley hebrea… Es un verdadero
preludio de la caridad evangélica. El cristiano tiene aquí en qué reflexionar,
tanto más que el Evangelio le exige este comportamiento no sólo con los
hermanos e hijos de su pueblo, sino con todos los hombres. Pero Jesús va más
allá de la interpretación positiva: “Todo cuanto queráis que os hagan los
hombres, hacédselo también vosotros” (Mt. 7, 12). A un cristiano no le basta no
odiar, no guardar rencor, ni vengarse; no le basta no hacer el mal; tiene que
hacer el bien: hacer al prójimo todo el bien que desea para sí. Es un campo
ilimitado. El que pasa por encima de este precepto considerándolo como cosa
elemental y presupuesta, demuestra que lo ha considerado demasiado
superficialmente. El Vaticano II pide a todo creyente “estrechar lazos de
estima y amor” (AG 11) con cuantos tiene al lado o encuentra en el camino.
Jesús insiste en el aspecto positivo del amor al prójimo:
“haced el bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por
los que os maltraten… Al que te quite el manto, no lo niegues la túnica. Da a
todo el que te pida…” (Lc 6, 27-30). Alguien diría que esto es demasiado. Pero,
¿quién no desearía ser tratado así aun cuando se haya portado mal y ha ofendido
a alguien, si se encuentra en necesidad? El egoísmo es el gran enemigo de la
caridad evangélica; bajo su presión el mismo cristiano deforma con frecuencia
el mandamiento del Señor: para sí quiere una medida muy grande de amor,
mientras para los demás se contenta con otra mucho más parca y, por negligente
y mezquino que sea en sembrar amor, cree que hace demasiado. El espíritu
evangélico es revolucionario: no da tregua al egoísmo, lo quiere desanidar
radicalmente; es enemigo declarado de una vida cristiana cómoda y mediocre;
exige caridad generosa, concreta y oportuna.
El Vaticano II sigue esta línea en pleno “inculca el
respeto al hombre, de forma que cada uno, sin excepción de nadie, debe
considerar al prójimo como otro yo…
En nuestra época principalmente, urge la obligación de acercarnos a todos y de servirlos
con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate de ese anciano abandonado de
todos, o de ese trabajador extranjero despreciado injustamente, o de ese
desterrado, o de ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin razón el pecado que
él no cometió, o de ese hambriento que recrimina nuestra conciencia, recordando
la palabra del Señor: ‘cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos
menores, a mí me lo hicisteis’”. (Mt 25, 40; GS 27). Esto es auténtico
Evangelio.
Como has creado,
Señor, al hombre a tu imagen y semejanza, nos ordenaste amar al hombre con un
amor a imagen y semejanza del amor debido a ti… Te amamos a ti, Señor, porque
eres la soberanamente excelsa e infinita bondad. ¿Por qué nos amamos nosotros
mismos en caridad? Ciertamente porque somos imagen y semejanza de Dios. Y como
todos los hombres tienen esa misma dignidad, los amamos también como a nosotros
mismos, es decir, en cuanto santísimas y vivientes imágenes de tu Divinidad… Y
así la misma caridad produce los actos del amor a ti, oh Dios, y los del amor
al prójimo…; un mismo amor se extiende a amarte a ti y al prójimo, elevándonos
a la unión de nuestro espíritu contigo y acercándonos a la amorosa sociedad con
el prójimo; amamos al prójimo en cuanto ha sido creado a imagen y semejanza
tuya, creado para comunicar con tu bondad divina, para tener parte en tu gracia
y gozar de tu gloria. (San Francisco de Sales, Tratado del Amor de Dios)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.