PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1780 ~
Miércoles 8 de Agosto de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
En la lectura del Evangelio de estos últimos domingos,
vemos que la gente sigue buscando a Jesús. Surge entonces de ello una primera
reflexión y un compromiso para nosotros: ¿Qué hago yo para encontrarme con
Jesús? ¿Le busco verdaderamente? ¿Por qué le busco? ¿Dónde le busco?
Cuando Jesús advierte que lo buscan por interés,
especialmente luego de haberles dado de comer en la multiplicación de los
panes, les dice que hay un alimento superior, que les conviene más, el que da
“vida eterna”. Pero no se refiere solamente a la “otra vida”. Es una invitación
a un cambio de vida, a una forma de vivir distinta de la existencia anterior.
Los está invitando a un “nacer de nuevo”, así como todos hemos nacido de nuevo
a la vida de la gracia a través del bautismo.
Aprendamos a buscar a Jesús y a encontrarlo en el rostro
y en las necesidades de nuestros hermanos, por la caridad. Escuchemos el
mensaje de Jesús y orientemos nuestra vida siguiéndolo a Él, que es Luz y
también es el Camino que nos llevará hacia la gloria del Cielo.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús se retiró hacia la región de Tiro
y de Sidón. En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio,
gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está
malamente endemoniada». Pero Él no le respondió palabra. Sus discípulos,
acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros».
Respondió Él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de
Israel». Ella, no obstante, vino a postrarse ante Él y le dijo: «¡Señor,
socórreme!». Él respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo
a los perritos». «Sí, Señor -repuso ella-, pero también los perritos comen de
las migajas que caen de la mesa de sus amos». Entonces Jesús le respondió:
«Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas». Y desde aquel momento
quedó curada su hija.
(Mt 15,21-28)
Comentario
Hoy escuchamos a menudo expresiones como “ya no queda
fe”, y lo dicen personas que piden a nuestras comunidades el bautizo de sus
hijos o la catequesis de los niños o el sacramento del matrimonio. Esta palabra
ve el mundo en negativo, muestra el convencimiento de que cualquier tiempo
pasado fue mejor y que ahora estamos al final de una etapa en la que no hay
nada nuevo que decir, ni tampoco nada nuevo por hacer. Evidentemente, se trata
de personas jóvenes que, en su mayoría, ven con un cierto tono de tristeza que
el mundo ha cambiado tanto, desde sus padres, que quizás vivían una fe más
popular, que ellos no se han sabido adaptar. Esta experiencia les deja insatisfechos
y sin capacidad de reacción cuando, de hecho, quizás están a la entrada de una
nueva etapa que conviene aprovechar.
Este pasaje del Evangelio capta la atención de aquella
madre cananea que pide una gracia para su hija, reconociendo en Jesús al Hijo
de David: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente
endemoniada» (Mt 15,22). El Maestro queda sorprendido: «Mujer, grande es tu
fe», y no puede hacer otra cosa que actuar a favor de aquellas personas: «que
te suceda como deseas» (Mt 15,28), aunque parezca que no entran en sus
esquemas. No obstante, en la realidad humana se manifiesta la gracia de Dios.
La fe no es patrimonio de unos cuantos, ni tampoco es
propiedad de los que se creen buenos o de los que lo han sido, que tienen esta
etiqueta social o eclesial. La acción de Dios precede a la acción de la Iglesia
y el Espíritu Santo está actuando ya en personas de las que no hubiéramos
sospechado que nos traerían un mensaje de parte de Dios, una solicitud a favor
de los más necesitados. Dice san León: «Amados míos, la virtud y la sabiduría
de la fe cristiana son el amor a Dios y al prójimo: no falta a ninguna
obligación de piedad quien procura dar culto a Dios y ayudar a su hermano».
Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Sant Hipòlit de Voltregà,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santo Domingo de Guzmán
Fundador de los Dominicos
Los Padres Dominicos están hoy de fiesta. Santo Domingo
de Guzmán los fundó en el siglo XIII. Durante tantos años han hecho y siguen
haciendo un gran bien a la Iglesia en todo el mundo.
El fundador de los Padres Dominicos, que son ahora 6.800
en 680 casas en el mundo, nació en Caleruega, España, en 1171. Su madre, Juana
de Aza, era una mujer admirable en virtudes y ha sido declarada Beata. Lo educó
en la más estricta formación religiosa.
A los 14 años se fue a vivir con un tío sacerdote en
Palencia en cuya casa trabajaba y estudiaba. La gente decía que en edad era un
jovencito pero que en seriedad parecía un anciano. Su goce especial era leer
libros religiosos, y hacer caridad a los pobres.
Por aquel tiempo vino por la región una gran hambre y las
gentes suplicaban alguna ayuda para sobrevivir. Domingo repartió en su casa
todo lo que tenía y hasta el mobiliario. Luego, cuando ya no le quedaba nada
más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo que más amaba y apreciaba, sus
libros (que en ese tiempo eran copiados a mano y costosísimos y muy difíciles
de conseguir) y con el precio de la venta ayudó a los menesterosos. A quienes
lo criticaban por este desprendimiento, les decía: "No puede ser que
Cristo sufra hambre en los pobres, mientras yo guarde en mi casa algo con lo
cual podía socorrerlos".
En un viaje que hizo, acompañando a su obispo por el sur
de Francia, se dio cuenta de que los herejes habían invadido regiones enteras y
estaban haciendo un gran mal a las almas. Y el método que los misioneros
católicos estaban empleando era totalmente inadecuado. Los predicadores
llegaban en carruajes elegantes, con ayudantes y secretarios, y se hospedaban
en los mejores hoteles, y su vida no era ciertamente un modelo de la mejor
santidad. Y así de esa manera las conversiones de herejes que conseguían, eran
mínimas. Domingo se propuso un modo de misionar totalmente diferente.
Vio que a las gentes les impresionaba que el misionero
fuera pobre como el pueblo. Que viviera una vida de verdadero buen ejemplo en
todo. Y que se dedicara con todas sus energías a enseñarles la verdadera
religión. Se consiguió un grupo de compañeros y con una vida de total pobreza,
y con una santidad de conducta impresionante, empezaron a evangelizar con
grandes éxitos apostólicos.
Sus armas para convertir eran la oración, la paciencia,
la penitencia, y muchas horas dedicadas a instruir a los ignorantes en
religión. Cuando algunos católicos trataron de acabar con los herejes por medio
de las armas, o de atemorizarlos para que se convirtieran, les dijo: "Es
inútil tratar de convertir a la gente con la violencia. La oración hace más
efecto que todas las armas guerreras. No crean que los oyentes se van a
conmover y a volver mejores por que nos ven muy elegantemente vestidos. En
cambio con la humildad sí se ganan los corazones".
Domingo llevaba ya diez años predicando al sur de Francia
y convirtiendo herejes y enfervorizando católicos, y a su alrededor había
reunido un grupo de predicadores que él mismo había ido organizando e
instruyendo de la mejor manera posible. Entonces pensó en formar con ellos una
comunidad de religiosos, y acompañado de su obispo consultó al Sumo Pontífice
Inocencio III.
Al principio el Pontífice estaba dudoso de si conceder o
no el permiso para fundar la nueva comunidad religiosa. Pero dicen que en un
sueño vio que el edificio de la Iglesia estaba ladeándose y con peligro de
venirse abajo y que llegaban dos hombres, Santo Domingo y San Francisco, y le
ponían el hombro y lo volvían a levantar. Después de esa visión ya el Papa no
tuvo dudas en que sí debía aprobar las ideas de nuestro santo.
Y cuentan las antiguas tradiciones que Santo Domingo vio
en sueños que la ira de Dios iba a enviar castigos sobre el mundo, pero que la
Virgen Santísima señalaba a dos hombres que con sus obras iban a interceder
ante Dios y lo calmaban. El uno era Domingo y el otro era un desconocido,
vestido casi como un pordiosero. Y al día siguiente estando orando en el templo
vio llegar al que vestía como un mendigo, y era nada menos que San Francisco de
Asís. Nuestro santo lo abrazó y le dijo: "Los dos tenemos que trabajar muy
unidos, para conseguir el Reino de Dios". Y desde hace siglos ha existido
la bella costumbre de que cada año, el día de la fiesta de San Francisco, los
Padres dominicos van a los conventos de los franciscanos y celebran con ellos
muy fraternalmente la fiesta, y el día de la fiesta de Santo Domingo, los
padres franciscanos van a los conventos de los dominicos y hacen juntos una
alegre celebración de buenos hermanos.
En agosto de 1216 fundó Santo Domingo su Comunidad de
predicadores, con 16 compañeros que lo querían y le obedecían como al mejor de
los padres. Ocho eran franceses, siete españoles y uno inglés. Los preparó de
la mejor manera que le fue posible y los envió a predicar, y la nueva comunidad
tuvo una bendición de Dios tan grande que a los pocos años ya los conventos de
los dominicos eran más de setenta, y se hicieron famosos en las grandes
universidades, especialmente en la de París y en la de Bolonia.
El gran fundador le dio a sus religiosos unas normas que
les han hecho un bien inmenso por muchos siglos. Por ejemplo estas:
Primero contemplar, y después enseñar. O sea: antes
dedicar mucho tiempo y muchos esfuerzos a estudiar y meditar las enseñanzas de
Jesucristo y de su Iglesia, y después sí dedicarse a predicar con todo el
entusiasmo posible. Predicar siempre y en todas partes. Santo Domingo quiere
que el oficio principalísimo de sus religiosos sea predicar, catequizar, tratar
de propagar las enseñanzas católicas por todos los medios posibles. Y él mismo
daba el ejemplo: donde quiera que llegaba empleaba la mayor parte de su tiempo
en predicar y enseñar catecismo.
La experiencia le había demostrado que las almas se ganan
con la caridad. Por eso todos los días pedía a Nuestro Señor la gracia de
crecer en el amor hacia Dios y en la caridad hacia los demás y tener un gran
deseo de salvar almas. Esto mismo recomendaba a sus discípulos que pidieran a
Dios constantemente.
Los santos han dominado su cuerpo con unas
mortificaciones que en muchos casos son más para admirar que para imitar.
Recordemos algunas de las que hacía este hombre de Dios.
Cada año hacía varias cuaresmas, o sea, pasaba varias
temporadas de a 40 días ayunando a pan y agua. Siempre dormía sobre duras
tablas. Caminaba descalzo por caminos irisados de piedras y por senderos
cubiertos de nieve. No se colocaba nada en la cabeza ni para defenderse del
sol, ni para guarecerse contra los aguaceros. Soportaba los más terribles
insultos sin responder ni una sola palabra. Cuando llegaban de un viaje
empapados por los terribles aguaceros mientras los demás se iban junto al fuego
a calentarse un poco, el santo se iba al templo a rezar. Un día en que por
venganza los enemigos los hicieron caminar descalzos por un camino con
demasiadas piedrecitas afiladas, el santo exclamaba: "la próxima
predicación tendrá grandes frutos, porque los hemos ganado con estos
sufrimientos". Y así sucedió en verdad. Sufría de muchas enfermedades,
pero sin embargo seguía predicando y enseñando catecismo sin cansarse ni
demostrar desánimo.
Era el hombre de la alegría, y del buen humor. La gente
lo veía siempre con rostro alegre, gozoso y amable. Sus compañeros decían:
"De día nadie más comunicativo y alegre. De noche, nadie más dedicado a la
oración y a la meditación". Pasaba noches enteras en oración.
Era de pocas palabras cuando se hablaba de temas
mundanos, pero cuando había que hablar de Nuestro Señor y de temas religiosos
entonces sí que charlaba con verdadero entusiasmo.
Sus libros favoritos eran el Evangelio de San Mateo y las
Cartas de San Pablo. Siempre los llevaba consigo para leerlos día por día y
prácticamente se los sabía de memoria. A sus discípulos les recomendaba que no
pasaran ningún día sin leer alguna página del Nuevo Testamento o del Antiguo.
Los que trataron con él afirmaban que estaban seguros de
que este santo conservó siempre la inocencia bautismal y que no cometió jamás
un pecado grave.
Totalmente desgastado de tanto trabajar y sacrificarse
por el Reino de Dios a principios de agosto del año 1221 se sintió falto de
fuerzas, estando en Bolonia, la ciudad donde había vivido sus últimos años.
Tuvieron que prestarle un colchón porque no tenía. Y el 6 de agosto de 1221,
mientras le rezaban las oraciones por los agonizantes cuando le decían:
"Que todos los ángeles y santos salgan a recibirte", dijo: "¡Qué
hermoso, qué hermoso!" y expiró.
A los 13 años de haber muerto, el Sumo Pontífice Gregorio
IX lo declaró santo y exclamó al proclamar el decreto de su canonización:
"De la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de
San Pedro y San Pablo".
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Las obras y actitudes de Jesús nos hacen conocer que
Dios es vida. Que nuestras obras y actitudes hagan saber a las personas que
creer en Jesús es no tener miedo y que es necesario seguir caminando, con
alegría y esperanza, hacia la promesa de libertad, plenitud y vida”
G. Gutiérrez
Tema del día:
Nuevo libro del Papa
Vaticano, 02 Ago. 12 / 09:50 am (ACI/EWTN Noticias).-
La Sala de Prensa de la Santa Sede anunció esta mañana
que el Papa Benedicto XVI terminó durante estos días, en su residencia de
verano de Castel Gandolfo, el tercer volumen de su obra sobre Jesús de Nazaret
dedicado a la infancia de Cristo.
El volumen, cuyo título original en alemán es Die
Kindheitsgeschichten constituye "la terminación de los dos
precedentes", indica un comunicado del Vaticano.
El texto de la Sala de Prensa de la Santa Sede explica
además que se está procediendo a las traducciones en diversas lenguas, que
serán hechas directamente del original en alemán.
Se espera que la publicación del libro se realice al
mismo tiempo en las lenguas de mayor difusión, lo que "exigirá un espacio
de tiempo prudente para una traducción precisa de este importante y esperado
texto", concluye el comunicado.
El nuevo volumen es la continuación de "Jesús de
Nazaret", publicado en 2007; y "Jesús de Nazaret. Desde la entrada en
Jerusalén hasta la Resurrección", publicado en 2011. Ambos libros fueron
publicados en siete idiomas y en formato electrónico, y superaron el millón de
copias vendidas.
Además de terminar su libro sobre Jesús, el Papa también
prepara sus discursos para el viaje apostólico al Líbano, que se realizará del
14 al 16 de septiembre, en ocasión de la firma de la exhortación apostólica
post-sinodal de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los
Obispos.
Por su parte, el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal
Tarcisio Bertone, señaló ayer durante la celebración de la homilía celebrada en
la Iglesia Parroquial de Introd, en el Valle d’Aosta (Italia), donde pasa unos
días de reposo, que después de la publicación del libro sobre Jesús,
"quizá también tenga lugar una encíclica", la cuarta del Santo Padre.
Asimismo, Benedicto XVI escribe sus discursos para la
próxima celebración del 50 aniversario del Concilio Vaticano II y la
inauguración del Año de la Fe, que empieza el próximo 11 de octubre.
Mensaje de María Reina de la
Paz
Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 2 de
agosto de 2012.
¡Queridos hijos! Estoy con ustedes y no me rindo. Deseo
darles a conocer a mi Hijo. Deseo a mis hijos conmigo en la vida eterna. Deseo que
experimenten la alegría de la paz y que obtengan la salvación eterna. Oro para
que superen las debilidades humanas. Oro a Mi Hijo, para que les conceda
corazones puros. Queridos hijos míos, sólo los corazones puros saben cómo
llevar la cruz y saben cómo sacrificarse por todos los pecadores que han
ofendido al Padre Celestial y que también hoy lo ofenden, porque no lo han
conocido. Oro para que conozcan la luz de la verdadera fe que viene sólo de los
corazones puros. De este modo, todos aquellos que les están cerca
experimentarán el amor de Mi Hijo. Oren por aquellos que mi Hijo ha elegido,
para que les guíen por el camino de la salvación. Que vuestra boca esté cerrada
a todo juicio sobre ellos. Gracias.
Oración
Virgen María, Reina de la Paz, nos encomendamos a ti,
sabiendo que somos las niñas y los niños de tus ojos. Danos un corazón dócil,
humilde y obediente como el tuyo, para que Dios pueda bendecirnos en todo; y
cúbrenos, Madre, con tu manto, haciéndonos invisibles e inmunes a todo mal.
Pensamientos sanadores
Pide la gracia de proclamar bendición sobre quienes te
hicieron sufrir
En un clima de profunda oración, y pidiéndole al Señor
que filtre, con su Preciosa Sangre, toda emoción negativa que provenga del
pasado, dile a las personas que has conocido, con quienes has compartido en el
pasado y de quienes te hayas distanciado de un modo conflictivo:
“Ya no quiero odiarte, ni recordarte más con rencor y
amargura, porque esto sería autodestrucción e ignorancia de una porción de mi
historia que integra mi personalidad del presente. Quiero perdonarte, pedirte
perdón y amarte en el corazón de Dios, pues amarte a ti en Dios es amarme a mí,
y amarme a mí es amar a Dios”.
Se puede ser consciente o no de lo que del otro tienes en
ti.
De cada uno guardas algo, y por más amarga que haya sido
la experiencia, en algo te ha enriquecido.
(…) deberás liberar
a tu hermano del derecho que tengas sobre él. Deuteronomio 15, 3.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos una especial oración por el Padre José Cuesta, un
apreciado sacerdote salesiano radicado en Córdoba, Argentina, amigo de esta
página, que hoy cumple 48 años de bendecida tarea sacerdotal. ¡Felicitaciones
Padre! Y que Dios le dé muchos años más de tan fructífera misión.
Pedimos oración por el P. Sergio Eichemberger, que tuvo
ayer hace un par de días un accidente automovilístico en la localidad de San
Javier, Santa Fe, Argentina, cuando era acompañado en el vehículo por su mamá,
resultando ambos con lesiones que determinaron su internación. Rogamos a
Nuestra Señora del Rosario por la salud del Padre Sergio y su madre, y la
pronta recuperación de ambos.
Pedimos oración por Luz Miryan D., de Bogotá, Colombia,
que ha sido diagnosticada con probable cáncer de estómago, por lo que se está
practicando ahora otros exámenes con el objeto de conocer una segunda opinión
médica. La ponemos en las Divinas Manos de Nuestro Señor Jesucristo, y rogamos
a nuestra Madre, la Santísima Virgen, la cubra con su Santo Manto e interceda
por ella para que los resultados de los nuevos exámenes sean negativos para
cáncer.
De la misma ciudad, seguimos rezando por la recuperación
de Nancy C., mujer joven operada de un tumor cerebral y está estable con
tendencia a mejorar. También pedimos oración por el Padre Misionero de los
Santísimos Corazones de Jesús y de María, Jomon George, de la India, quien ha
acudido a visitarla y ha impuesto sus manos desplegando su don de sanación
sobre ella.
Pedimos oración por nuestro apreciado amigo colombiano
Carlos C. y su querida familia: Trini, Carlos y María Paula y su madre Carlota,
para que siempre estén bajo el amparo del Señor y de la Santísima Virgen.
Pedimos oración por Miguel R., de Berazategui, Buenos Aires,
Argentina que se encuentra internado en grave estado por cáncer de colon, y por
toda su familia para que fortalecidos en Jesús Misericordioso puedan afrontar
este momento duro aceptando la voluntad de Dios.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de
Marcelina Acuña C. que ha partido de este mundo al encuentro del Padre
Celestial.
Pedimos oración por Nora B., de Valparaíso, Chile, a
quien se le ha detectado enfisema pulmonar y fibrosis pulmonar para que la
Santísima Virgen y su hijo amado le ayuden a restituir su salud.
Pedimos oración por Stefanía, 16 años, de Ecuador, para
que haya una relación armoniosa con su familia y todos se sientan unidos y en
paz.
Nuestra lectora venezolana Carmen, pide oraciones por las
siguientes personas:
- Por la paz de Venezuela, y del mundo entero.
- Por la salud de María Inés, Ana Rosa, de Caracas,
Venezuela.
- Por las necesidades de las familias, y las que
albergamos en nuestro corazón.
- Por la salud de Carmen Alicia, de San Cristóbal,
Venezuela, para que tenga paz y armonía en su empleo.
- Por la recuperación de Miryam Efigenia, de San
Cristóbal Venezuela, operada de la rodilla.
- Por recuperación de la operación de cadera de Ligia
María, y cáncer más osteoporosis de Ángel A., de San Cristóbal, Venezuela.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.
"Intimidad Divina"
El fundamento de la ley
San Agustín declara: “Ama y haz lo que quieras”. El que
ama de veras a Dios, ama también al prójimo, porque “hemos recibido de él este
mandamiento” (1 Jn 4, 21). El que ama de veras a Dios y al prójimo observa
espontáneamente todos los demás preceptos, porque el amor lleva de por sí a
querer el bien de la persona amada y a cumplir su voluntad. Por otra parte,
todo precepto se ordena al amor y tiene por objeto preciso tutelar y asegurar
su práctica en las relaciones con Dios y con el prójimo. De Dios es siempre el
primer lugar: a él se le debe preferencia absoluta sobre toda criatura. Pero no
se le quita nada a Dios cuando se ama al prójimo en orden a él, como imagen
suya, como su hijo; cuando se le ama como lo ama Dios, procurando su bien
verdadero, su verdadera felicidad.
“Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor, pues
el que ama al prójimo ha cumplido la ley” (Rm 13, 8). Parece como si San Pablo
suplantase el amor de Dios e hiciese consistir el cumplimiento de la ley
únicamente en la caridad fraterna. En realidad si el cristiano ama al prójimo
como enseña el Evangelio y como Cristo mismo hizo, no se podrá dudar de su amor
a Dios. Tan verdadero es esto y la caridad fraterna es tan agradable a Dios que
Jesús, cuando habla del juicio final, no trae otro motivo de justificación o de
condena que el amor practicado o no con el prójimo.
Cristo no sólo considera a los hombres hermanos suyos,
sino que se identifica con ellos sobre todo con los más pobres, indigentes y
necesitados de ayuda, y dice: “cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos
más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40). Verdad muy consoladora, a la
que se asocia otra bien grave. Jesús, bondad y misericordia infinita, no vacila
en pronunciar sentencia de condenación eterna contra los que, habiendo negado
al prójimo el auxilio de la caridad fraterna es como si lo hubiesen negado a
él… Los hombres pertenecen a Cristo; son suyos. Él los ha rescatado al precio
de su sangre, los ha injertado en sí como miembros de su Cuerpo místico… quien
no ama a un hombre no le ama a él.
“Esto es lo que os
mando: que os améis unos a otros”… ¡Oh Señor!, tú mismo nos has dado este amor
mutuo, al elegirnos sin tener fruto alguno, por no ser nosotros los que te
elegimos a ti. Y nos has colocado en condiciones de ir y hacer fruto, es decir,
de amarnos mutuamente, lo cual no podemos hacer sin ti, así como el sarmiento
no puede producir fruto separado de la vida. La caridad es, pues, nuestro
fruto, que… sale del corazón puro, de la recta conciencia y de una fe sin
fingimientos. Con este amor nos amamos unos a otros y te amamos a ti, Señor,
porque nuestro amor mutuo no sería verdadero sin el amor a ti… De estos dos
preceptos de la caridad están pendientes toda la Ley y los Profetas: este es
nuestro fruto… Con razón, pues, ¡oh buen Maestro! Recomiendas la caridad, como
si sólo ella mereciese ser recomendada, sin la cual no pueden ser útiles los
otros bienes, y la cual no puede estar separada de los otros bienes que hacen
bueno al hombre. (San Agustín)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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