PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1793 ~ Martes
21 de Agosto de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
La iglesia celebra los 21 de agosto, el Día del Catequista, en conmemoración
del papa Pío X quien tuvo actuación decisiva a favor de la catequesis e hizo
posible entre otras cosas que los niños se acerquen a los sacramentos a edad
temprana.
Tomando palabras de Monseñor José Luis Mollaghan, podemos
decir que:
Ser catequista es creer fuertemente y tener una profunda
vida de fe; responder y seguir a Jesucristo para ser su testigo, en una
comunidad de fe, esperanza y caridad.
Ser catequista es vivir la comunión por medio de la
gracia, enriquecida por la Palabra de Dios y la Eucaristía, que nos alimenta
con su Cuerpo y su Sangre.
Ser catequista es desear crecer en el conocimiento cada
vez más profundo de la Palabra de Dios, que ilumina la enseñanza de la Iglesia,
para trasmitirla a todos.
Ser catequista es vivir como un discípulo y discípula del
Señor, y participar del envío que nos hace el Obispo; vivir el llamado
misionero, para vivir lo que enseñamos
y enseñar lo que vivimos.
Para ello, es necesario tomar el ejemplo de San Juan Bautista, que "testimonia un
estilo de vida desprendido y pobre; demuestra gran valentía al proclamar a
todos la voluntad de Dios, hasta sus últimas consecuencias. No ceder a la
tentación fácil de desempeñar un papel destacado, sino que, con humildad, se
abaja a sí mismo para enaltecer a Jesús” (Juan Pablo II, Jubileo de los
catequistas, 2000).
Como San Pío X, que impulsó la enseñanza del Catecismo
para fortalecer la fe y el conocimiento de Cristo; cada catequista debe conocer
en profundidad el Catecismo de la
Iglesia y trasmitirlo con la ayuda de un nuevo ardor, y de una metodología
renovada; pidiéndole que nos anime y sostenga en la misión.
Se comprende que lo más importante es transmitir con amor
el mensaje de Jesús y compartir con los demás la experiencia del encuentro con
Cristo.
Así, el catequista se convierte, definitivamente, en una
persona que cree y sigue a Jesucristo, viviendo la alegría de ser su testigo.
El Día del Catequista, nos invita a agradecer a Dios nuestra vocación y misión en
la Iglesia, junto a nuestros párrocos y sacerdotes; junto a quienes reciben la
catequesis en nuestras parroquias y comunidades, especialmente junto a los
niños y jóvenes; y también nos colma el corazón de una profunda alegría, y nos
impulsa a crecer en nuestro servicio.
¡Feliz Día del Catequista!
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os
aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo
repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico
entre en el Reino de los Cielos». Al oír esto, los discípulos, llenos de
asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?». Jesús, mirándolos
fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es
posible».
Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves,
nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?».
Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la
regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os
sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de
Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre,
hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida
eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros».
(Mt 19,23-30)
Comentario
Hoy contemplamos la reacción que suscitó entre los
oyentes el diálogo del joven rico con Jesús: «¿Quién se podrá salvar?» (Mt
19,25). Las palabras del Señor dirigidas al joven rico son manifiestamente
duras, pretenden sorprender, despertar nuestras somnolencias. No se trata de
palabras aisladas, accidentales en el Evangelio: veinte veces repite este tipo
de mensaje. Lo debemos recordar: Jesús advierte contra los obstáculos que
suponen las riquezas, para entrar en la vida...
Y, sin embargo, Jesús amó y llamó a hombres ricos, sin
exigirles que abandonaran sus responsabilidades. La riqueza en sí misma no es
mala, sino su origen si fue injustamente adquirida, o su destino, si se utiliza
egoístamente sin tener en cuenta a los más desfavorecidos, si cierra el corazón
a los verdaderos valores espirituales (donde no hay necesidad de Dios).
«¿Quién se podrá salvar?». Jesús responde: «Para los
hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible» (Mt 19,26). —Señor, Tú
conoces bien las habilidades de los hombres para atenuar tu Palabra. Tengo que
decírtelo, ¡Señor, ayúdame! Convierte mi corazón.
Después de marchar el joven rico, entristecido por su
apego a sus riquezas, Pedro tomó la palabra y dijo: —Concede, Señor, a tu
Iglesia, a tus Apóstoles ser capaces de dejarlo todo por Ti.
«En la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente
en su trono de gloria...» (Mt 19,28). Tu pensamiento se dirige a ese “día”,
hacia ese futuro. Tú eres un hombre con tendencia hacia el fin del mundo, hacia
la plenitud del hombre. En ese tiempo, Señor, todo será nuevo, renovado, bello.
Jesucristo nos dice: —Vosotros, que lo habéis dejado todo
por el Reino, os sentaréis con el Hijo del Hombre... Recibiréis el ciento por
uno de lo que habéis dejado... Y heredaréis la vida eterna... (cf. Mt
19,28-29).
El futuro que Tú prometes a los tuyos, a los que te han
seguido renunciando a todos los obstáculos... es un futuro feliz, es la
abundancia de la vida, es la plenitud divina.
—Gracias, Señor. ¡Condúceme hasta ese día!
Rev. D. Fernando PERALES i Madueño (Terrassa, Barcelona,
España)
Santoral Católico:
San Pío X, Papa
José Sarto, después Pío X, nació en Riese, poblado cerca
de Venecia, Italia en 1835 en el seno de una familia humilde siendo el segundo
de diez hijos.
Todavía siendo niño perdió a su padre por lo que pensó
dejar de estudiar para ayudar a su madre en los gastos de manutención de la
familia, sin embargo ésta se lo impidió y pudo continuar sus estudios en el
seminario gracias a una beca que le consiguió un sacerdote amigo de la familia.
Una vez ordenado fue vicepárroco, párroco, canónigo,
obispo de Mantua y Cardenal de Venecia, puestos donde duró en cada uno de ellos
nueve años. Bromeando platicaba que solamente le faltaban nueve años de Papa.
Muchas son las anécdotas de este santo que reflejan tanto
su santidad como su lucha por superar sus defectos, entre ellas destacan tres:
Siendo Cardenal de Venecia se encontró con un anciano al
que la policía le había quitado el burro que tenía para trabajar; al enterarse
el Cardenal se ofreció a pagar la multa que le cobraban y a acompañarlo a
recoger el burro porque exigían al anciano que lo respaldara una persona de
confianza. Ante la negativa del anciano para que lo acompañara el Cardenal
afirmó que si una obra buena no costaba no merecía gran recompensa.
Cuando era un sacerdote joven, José Sarto, estando con su
hermana se quejó de dolor de muelas lo que provocó que ella lo criticara y lo
tachara de quejoso y flojo respondiéndole con una bofetada. Sintiéndose
avergonzado se disculpó por ser tan violento, defecto que fue corrigiendo.
Asimismo, una vez de visita en el Colegio de San Juan
Bosco fue invitado a almorzar en la pobreza de ese colegio, donde al salir
buscó un mejor lugar para comer, aunque después se volvió más y más
sacrificado.
En 1903 al morir León XIII fue convocado a Roma para
elegir al nuevo Pontífice. En Roma no era candidato para algunos por no hablar
francés y él mismo se consideraba indigno de tal nombramiento.
Durante la elección los Cardenales se inclinaron en
principio y por mayoría por el Cardenal Rampolla, sin embargo el Cardenal de
Checoslovaquia anunció que el Emperador de Austria no aceptaba al Cardenal
Rampolla como Papa y tenía el derecho de veto en la elección papal, por lo que
el Cardenal Rampolla retiró su nombre del nombramiento. Reanudada la votación
los Cardenales se inclinaron por el Cardenal Sarto quien suplicó que no lo
eligieran hasta que una noche una comisión de Cardenales lo visitó para hacerle
ver que no aceptar el nombramiento era no aceptar la voluntad de Dios. Aceptó
pues convencido de que si Dios da un cargo, da las gracias necesarias para
llevarlo a cabo.
Escogió el nombre de Pío inspirado en que los Papas que
eligieron ese nombre habían sufrido por defender la religión.
Tres eran sus más grandes características: la pobreza: fue un Papa pobre que nunca
fue servido más que por dos de sus hermanas para las que tuvo que solicitar una
pensión para que no se quedaran en la miseria a la hora de la muerte de Pío X; la humildad: Pío X siempre se sintió
indigno del cargo de Papa e incluso no permitía lujos excesivos en sus
recámaras y sus hermanas que lo atendían no gozaban de privilegio alguno en el
Vaticano; la bondad: nunca fue
difícil tratar con Pío X pues siempre estaba de buen genio y dispuesto a
mostrarse como padre bondadosos con quien necesitara de él.
Una vez que fue elegido Papa decretó que ningún
gobernante podía vetar a Cardenal alguno para Sumo Pontífice.
Dentro de sus obras destaca el combate contra dos
herejías en boga en esa época: Modernismo,
la cual la combatió en un documento llamado Pascendi estableciendo que los
dogmas son inmutables y la Iglesia sí tiene autoridad para dar normas de moral;
la otra herejía que combatió fue la del Jansenismo
que propagaba que la Primera Comunión se debía retrasar lo más posible; en
contraposición Pío X decretó la autorización para que los niños pudieran
recibir la comunión desde el momento en que entendía quien está en la Santa
Hostia Consagrada. Este decreto le valió ser llamado el Papa de la Eucaristía.
Fundó el Instituto Bíblico para perfeccionar las
traducciones de la Biblia y nombró una comisión encargada de ordenar y
actualizar el Derecho Canónico.
Promovió el estudio y la enseñanza del Catecismo (por eso
hoy se celebra el día del catequista).
Murió el 21 de agosto de 1914 después de once años de
pontificado.
Fuente: EWTN
Frases de hoy
(dedicadas a los catequistas)
“Como me envió el Padre,
así os envío Yo”
(Juan 20, 21)
“La mies es mucha, pero los obreros pocos.
Rogad, pues, al Dueño de la mies,
que envíe obreros a su mies”
(Lucas 10, 2)
“No me elegisteis a Mí, sino Yo a vosotros,
y os designé para que vayáis y deis fruto,
y vuestro fruto permanezca”
(Juan 15, 16)
Tema del día:
Ser catequista
Cada uno de nosotros tenemos una vocación específica, un
llamado, para el cual y por el cual hemos sido creados; sin este llamado por
detrás de todas las cosas nuestra vida no tendría sentido, y es que el Padre
Dios nos pensó con tanto amor que no podía dejarnos a la deriva, pero eso si,
la última palabra la tenemos nosotros.
La vida del cristiano es un elegir a cada instante, es un
optar por esto o por aquello, pero llega un momento en que la opción se vuelve
mas seria y debemos elegir ya no una forma de estar, sino una forma de ser.
Llamados a ser catequistas, no a hacer de catequistas.
Cuando empezamos la catequesis, dimos un SI profundo y seguro a Dios, un SI que
no se termina en ese momento, sino que se prolonga como una opción de vida,
como una forma de ser. El decir SI a ser catequistas es decir SI a ser maestros
de la fe, esa fe que la aprendimos de nuestros mayores, que la aceptamos con
amor y que ahora la transmitimos con entusiasmo y con la esperanza de que
ocurra en los demás lo mismo que ocurrió en nosotros.
La vocación del catequista no es temporal, es desde
siempre y para siempre; aunque el día de mañana no tengamos un grupo a nuestro
cargo, seguiremos siendo catequistas, de nuestras familias, vecinos, amigos y
de todos aquellos que aquí o allá necesiten de nosotros una palabra de aliento,
de apoyo... una palabra de Dios.
Hoy por hoy, ya sea con los padres o con los chicos,
nuestra función es transmitir, enseñar la Palabra de Dios. Esto requiere de
nosotros una dedicación de tiempo completo, pero sin dejar de lado nuestras
familias, nuestro trabajo, nuestros estudios, sino que también en ese ambiente
debemos ser catequistas, por eso no estamos llamados a hacer de catequistas
sino a serlo.
La opción de vida que hemos tomado nos compromete hasta
tal punto que toda nuestra vida debed verse afectada por nuestro SER
CATEQUISTA.
Los NO del
catequista
El catequista no es aquel:
- Que se cree el súper cristiano que se las sabe todas.
- Que por sus muchos méritos ha llegado hasta donde está.
- Que no es coherente entre lo que vive y lo que enseña.
- Que se hace “compinche” de su grupo.
- Que “dicta clases” de catequesis deshumanizando al
grupo.
- Que no quiere a su comunidad y se ocupa solo de la
catequesis.
- Que no prepara los encuentros porque no le interesan.
Los SI del
catequista
El catequista es aquel:
- Que ha recibido de Dios el llamado a comunicar a otros
la misma fe que ha recibido.
- Que con generosidad y desinteresadamente se entrega al
servicio de los demás.
- Que humildemente reconoce su debilidad y su ignorancia
pero confía en la obra del espíritu.
- Que vive cada segundo con ansias de conocer más a Dios
y así compartirlo con los hermanos.
- Que enseña lo que cree, y practica lo que enseña.
- Que se hace uno con su grupo y comparte de igual a
igual.
- Que quiere al grupo que el Señor le encomendó y se gana
la amistad de todos.
Cuando dijimos SI a ser catequistas, firmamos con Dios un 'contrato de vida', en el cual había muchas letras pequeñas que seguramente no
leímos (este artículo es una copia del contrato que firmamos con las letras
pequeñas agrandadas para que veamos bien).
Sería bueno que pensemos si después de haber leído bien
el 'contrato' lo firmaríamos nuevamente asumiendo todo lo que, querramos o no, ya
hemos asumido cuando dijimos si al llamado de Dios a ser catequistas.
Pensamientos sanadores
Pide al Señor irradiar su luz a todo el mundo
Tú fuiste creado por la luz bendita de Dios, fuiste
tejido desde el seno materno con la luz amorosa de sus manos.
Por eso, hoy y cada día, abre las ventanas de tu alma y
llénate de la luz que viene de lo alto. Ella expulsará de ti cualquier rastro
de sombra que hubiese podido arrastrarse hasta tu corazón.
Luego, al salir de tu casa, hazte el propósito de cuidar
esa luz, sin que nada ni nadie la extinga. Por el contrario, hazte el propósito
de encender con la luz del Señor, las mechas de aquellos corazones en quienes
percibas las sombras de la tristeza, el enojo y el desaliento.
Ustedes son la luz
del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y
no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone
sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe
brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que
ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. Mateo
5, 14-16.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Exequiel G., que nació con una seria
fisura en el paladar, por cuanto debe alimentarse con sondas, tiene 4 meses, y
además problema de crecimiento. Vive en Villa Regina, Provincia de Río Negro,
República Argentina y lo ponemos en las manos de María, Madre de Jesús y Madre
nuestra para que Ella lo cuide, lo proteja y pida por su recuperación.
Pedimos oración por Abelardo Juan, tiene 81 años vive en
Neuquén, Argentina y desde hace una semana está con dolores de piernas y lo que
más preocupa es que está depresivo. Oramos al Señor para que se recupere de sus
males físicos y espirituales con la ayuda de nuestra dulcísima Madre.
Pedimos oración por el joven Rafael R., de Córdoba,
Argentina, 25 años de edad, que mañana será operado (primera etapa) de un tumor
en el nervio auditivo, por lo que rogamos a la Santísima Virgen de Lourdes que
interceda por él ante Jesús para que todo se resuelva favorablemente.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.
"Intimidad Divina"
Caridad y verdad
La caridad “no se alegra de la injusticia; se alegra con
la verdad” (1 Cr 13, 6). Son dos cualidades que no se pueden separar, porque la
justicia supone la verdad y viceversa, mientras que donde hay injusticia hay
engaño, fraude o, al menos, figuración de estar en la verdad. En Dios caridad y
verdad se identifican del modo más absoluto, porque en él todo es amor y todo
es verdad. El Verbo es presentado por Juan como “la luz verdadera que ilumina a
todo hombre” (1, 9); no luz fría, sino luz que es llama de caridad, porque
“Dios es amor” (1 Jn 4, 16). Y la luz verdadera, o sea la verdad divina, la ha
traído el Hijo de Dios al mundo mediante el ministerio del amor. Dios, porque
ama al hombre, lo pone en la verdad y lo conduce al bien. El amor y la bondad
para con el prójimo “en modo alguno deben convertirse en indiferencia ante la
verdad saludable“ (GS 28). Esta enseñanza del Vaticano II enfatiza el deber de
no traicionar nunca la verdad so pretexto de caridad. Por lo demás no sería
amor verdadero el que no lleva a la verdad.
La mentira es pecado no sólo contra la justicia, sino
también contra la caridad, porque siendo miembros de un solo cuerpo y siendo
hermanos, los cristianos tienen unos para con otros la deuda de la verdad. La
mentira no favorece la unión fraterna, sino la hiere y aun destruye; el que se
siente engañado no puede pensar que es amado. Todo lo que sale de las manos de
Dios tiene el esplendor de la verdad y el calor de la caridad. Mentira y vida
cristiana son cosas contradictorias, como lo son la mentira y la caridad.
“Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal,
adheríos al bien” (Rm 12, 9). La caridad no puede andar caminos tortuosos que
en apariencia tienden al bien, pero ocultamente persiguen el mal. Cortesías,
cumplimientos, favores prodigados con miras ambiciosas o lucrativas, palabras
que simulan afecto y estima pero encubren segundas intenciones y se truecan
pronto en murmuraciones o calumnias, son acciones indignas de un cristiano,
cuya conducta debe ser toda limpia y sincera.
La caridad debe ser tan amante de la verdad, que, si las
circunstancias lo exigen, sepa también descubrir y denunciar el mal para
defender del engaño a los débiles y sencillos, sus posibles víctimas. San Pablo
indica la profesión de la verdad en la caridad, como el medio más eficaz para
crecer en “Aquel que es la Cabeza, Cristo” (Ef 4, 15). El cristiano, en efecto,
miembro de Cristo como es, no puede vivir ni crecer en él sino participando de
su misma vida, vida de verdad y de amor, vida que testifica y actúa la verdad
con las obras de la caridad.
Señor, cuando vea
pecar a mi prójimo, excusaré en él la intención que está escondida y no se
puede ver, y aun cuando se viese claramente ser esa intención torcida y mala,
haz que sepa excusar la tentación de que ningún mortal está libre. Y cuando
alguien me venga a decir los defectos de mii prójimo, yo, Señor mío, no querré
oírlos, y le responderé que haga oración por él y ruegue al Señor que primero
me enmiende yo misma. Antes quiero decir el defecto al prójimo que yerra que
hablar de él con otros, porque lejos de remediarse se cometen otros muchos y
más graves que aquellos de que se habla. (Santa Magdalena de Pazzis,
Probatione)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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