jueves, 23 de agosto de 2012

Pequeñas Semillitas 1795


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1795 ~ Jueves 23 de Agosto de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Hoy hace un año que mi mamá, Nené, fue llamada por Jesús al cielo. Y para recordarla y también para ayudar a otras personas a tener siempre presentes a los seres queridos que se nos anticiparon en su Pascua, quiero reproducir este texto, de Zenaida Bacardí de Argamasilla que dice:
Los que se fueron siguen vivos, lo que lloramos es no poder mirarlos en la superficie. Les palpamos el alma, sólo se nos ha ido la figura.
Los que se fueron no pasan a ser sombra, siempre hay una lucecita tenue sosteniendo su recuerdo. Lo que no hacen es aparecer de pronto y asombrarnos con chispas nuevas de su amor o de su inteligencia.
Los que se fueron no están impasibles, se mueven en la imagen del recuerdo y caminan a nuestro lado con la fuerza poderosa de la memoria.
Los que se fueron no alargan los brazos para abrazarnos, pero nos envuelven con un velo tan denso que el olvido no tiene salida.
Los que se fueron no se suplen ni se remplazan, lo que de ellos se pierde no se recupera. Dejan un hueco personal que ningún otro llena. Se fueron, pero a la vez se conservan vivos, con esa "impalpable presencia" y esa nostálgica forma de estar junto a nosotros. Tenemos la impresión de que velan, ayudan y en cierta forma se nos mezclan en la vida.
No deben de haber ido muy lejos los que amamos cuando, ya sin cuerpo mortal, seguimos sintiendo su influencia y tienen el poder de consolar el corazón y de regirnos con su ejemplo.
Los que se fueron dejaron su imagen como una estampa pegada en nuestro corazón. El amor es la luz de la imagen, dándole la claridad para poderse ver… los miramos por dentro.
Esa mirada es la vida del que recordamos. ¡Sin ella, estaría muerto! 


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía a otros siervos, con este encargo: ‘Decid a los invitados: Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda’. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
»Entonces dice a sus siervos: ‘La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda’. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?’. Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».
(Mt 22,1-14)

Comentario
Hoy, la parábola evangélica nos habla del banquete del Reino. Es una figura recurrente en la predicación de Jesús. Se trata de esa fiesta de bodas que sucederá al final de los tiempos y que será la unión de Jesús con su Iglesia. Ella es la esposa de Cristo que camina en el mundo, pero que se unirá finalmente a su Amado para siempre. Dios Padre ha preparado esa fiesta y quiere que todos los hombres asistan a ella. Por eso dice a todos los hombres: «Venid a la boda» (Mt 22,4).
La parábola, sin embargo, tiene un desarrollo trágico, pues muchos, «sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio...» (Mt 22,5). Por eso, la misericordia de Dios va dirigiéndose a personas cada vez más lejanas. Es como un novio que va a casarse e invita a sus familiares y amigos, pero éstos no quieren ir; llama después a conocidos y compañeros de trabajo y a vecinos, pero ponen excusas; finalmente se dirige a cualquier persona que encuentra, porque tiene preparado un banquete y quiere que haya invitados a la mesa. Algo semejante ocurre con Dios.
Pero, también, los distintos personajes que aparecen en la parábola pueden ser imagen de los estados de nuestra alma. Por la gracia bautismal somos amigos de Dios y coherederos con Cristo: tenemos un lugar reservado en el banquete. Si olvidamos nuestra condición de hijos, Dios pasa a tratarnos como conocidos y sigue invitándonos. Si dejamos morir en nosotros la gracia, nos convertimos en gente del camino, transeúntes sin oficio ni beneficio en las cosas del Reino. Pero Dios sigue llamando.
La llamada llega en cualquier momento. Es por invitación. Nadie tiene derecho. Es Dios quien se fija en nosotros y nos dice: «¡Venid a la boda!». Y la invitación hay que acogerla con palabras y hechos. Por eso aquel invitado mal vestido es expulsado: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?» (Mt 22,12).
Rev. D. David AMADO i Fernández (Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Felipe Benicio
Sacerdote Servita


El hijo más ilustre y el más ardiente propagador de la congregación de los servitas en Italia nació en el seno de una noble familia de Florencia el 15 de agosto de 1233. A los 13 años fue a vivir a París a estudiar medicina. De París pasó a Padua donde a los 19 años obtuvo el grado de doctor en medicina y filosofía, regresando a su ciudad natal y ejerciendo por un año su profesión. Durante ese tiempo, estudió las Sagradas Escrituras y, frecuentaba las iglesias de su ciudad natal, especialmente La Anunciata, que estaba a cargo de la Orden de los Servitas (siervos de María), así llamados por la gran devoción que tenían a nuestra Señora, que allí era particularmente reverenciada.

Una epístola de la semana de pascua refiere que uno de los discípulos y diácono de la primitiva comunidad de Jerusalén, llamado FeIipe, recibió de Dios el encargo de acercarse al carruaje del mayordomo de la reina de Etiopía e intentar convertirla a la fe católica. Dijo el Espíritu Santo: "Acércate y sube a este carro".

Pues bien, estando Felipe Benicio, el 16 de abril de 1254, jueves de pascua, oyendo la misa conventual en la cercana ciudad de Fiésole, al proclamarse aquellas palabras: "Felipe, acércate y sube a este carro", tomadas de los Hechos de los apóstoles, interpretó que iban dirigidas a él. Y después en su casa, orando, tuvo una visión en medio de un éxtasis: vio venir a su encuentro a la Virgen, Madre de Dios, quien mostrándole el hábito negro de los servitas, le sonrió diciéndole: "Felipe, acércate y sube a este carro". Comprendió entonces que la reina del cielo lo invitaba a ponerse bajo su protección.

Ocultando su condición de noble y su profesión, Felipe pidió la admisión en Monte Senario y recibió de manos de San Bonfilio el hábito de los hermanos lego. Los superiores le ordenaron trabajar en el huerto, pedir limosna y algunas faenas duras y difíciles del campo. El santo se entregó por completo a dichas labores, orando incansablemente durante todas ellas. En 1258 fue enviado al convento de Siena, y durante el camino intervino en una polémica discusión sobre los dogmas de la fe, en la cual Felipe supo intervenir brillantemente aclarando y dando el verdadero sentido sobre lo dicho. Dos miembros de su congregación, que viajaban con él, dieron cuenta al prior general, quien al constatar la sabiduría del santo, lo ordenó sacerdote, y en 1262, fue nombrado maestro de novicios del convento de Siena, y Vicario asistente del prior general. En 1267, por voto unánime, el santo fue elegido prior general de la orden religiosa. Como primera labor, visitó todos los conventos de la orden que estaban en el norte de Italia invitando a las gentes a convertirse y someterse a la protección de la Virgen Madre. Luego, y al finalizar un intenso y largo retiro espiritual, San Felipe decidió visitar los conventos de Alemania y Francia.

En el Concilio de Lyon, San Felipe impresionó a todos por su sabiduría y don de las lenguas, don que fue utilizado por el santo para la conversión de los pecadores y reconciliación de los cismáticos de muchos lugares del mundo a donde iba a predicar el Evangelio; sin embargo, toda su fama no era suficiente para obtener la aprobación pontificia para la Orden de los Siervos de María.

En 1284, San Alejo puso bajo la dirección de San Felipe a su sobrina Santa Juliana, la cual fundó la tercera orden de las Siervas de María. El santo se encargó también de enviar a los primeros misioneros servitas al oriente, algunos de ellos, derramaron su sangre por mantenerse firmes en su fe a Cristo.

Cuando comprendió que se acercaba la hora de su muerte, en el año 1285, San Felipe decidió retirarse descansar al convento más sencillo y humilde de la orden religiosa, donde pasó sus últimos días, orando y postrado ante la imagen de la Virgen María. Falleció durante el ángelus vespertino, y en 1761 fue canonizado. Su fiesta fue extendida a toda la Iglesia occidental en 1694.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

"Admite con beneplácito y serenidad
que la vida no es justa,
ni las cosas suceden siempre a nuestro gusto,
ni las personas son perfectas...
y siente paz interior por que así sea.
Deja que la paciencia infinita del tiempo
trabaje a tu favor, y espera
el milagro a pesar de todo"

Bernabé Tierno


Tema del día:
Paciencia con Dios


Hay un adagio que dice que un ateo es simplemente alguien quien no puede comprender la metáfora. Thomas Halik, el escritor Checo, sugiere que más bien un ateo es alguien quien no es suficientemente paciente con Dios.

Hay mucho de cierto en esto. La paciencia con Dios es probablemente nuestra mayor lucha de la fe. Dios, al parecer, nunca tiene prisa y por eso vivimos con una impaciencia que puede poner a prueba la fe más fuerte y el corazón más valiente.

La vida, como todos podemos atestiguar, no esta exenta de amargas frustraciones y dolores de cabeza abrumadores. Todos vivimos con mucho dolor, y tensiones sin resolver. ¿Quién de nosotros no experimenta en forma regular el dolor de la enfermedad, varios tipos de fracasos personales y profesionales, algún tipo de humillación, una expresión personal inadecuada, la devastación del alma por la perdida de seres queridos, cualquier tipo de anhelo frustrado, y el dolor persistente de una vida inadecuada? En esta vida no hay nada que se parezca a una alegría clara y pura; más bien todo viene con una sombra. Nosotros de hecho vivimos dentro de un cierto valle de lágrimas.

Nosotros fuimos creados para la felicidad, mas sin embargo, la felicidad pura nunca nos encuentra. Tampoco, al parecer, la justicia. Jesús nos prometió que los humildes van a heredar la tierra, pero la mayoría de las veces no suele ocurrir así. Los arrogantes entre nosotros a menudo creen eso. Hay una caricatura infame de Ziggi la cual lo presenta rezándole a Dios con estas palabras: ¡Solo quiero decirte que los humildes siguen siendo clavados aquí abajo! Frecuentemente esto es lo que en realidad sucede. ¿Entonces dónde está Dios? ¿Dónde está la verdad en la promesa de Jesús acerca de que los humildes heredarán la tierra? Ante esta gran injusticia social global, o vivimos siento inmensamente pacientes con Dios, ó acabamos creyendo que ni las promesas ni la existencia de Dios son ciertas.

Cuando Jesús moría en la cruz, algunos espectadores se burlaban y desafiaban su mensaje con éstas palabras: ¡Si tú eres el hijo de Dios, deja que te rescate! En esencia: ¡Si Dios es real y tu mensaje es verdad, pruébalo en este momento! ¡Y Dios dejó morir a Jesús! Lo mismo puede decirse de Jesús enfrentando la muerte de Lázaro. En esencia, se le estaba desafiado: Si tú posees el poder de Dios en este mundo y tú amas a este hombre, ¿por qué no lo salvas de la muerte? ¡Jesús dejó morir a Lázaro! Y la primera comunidad de discípulos inmediatamente después de la Ascensión, dolorosamente se enfrentaron con la misma pregunta: Jesús es Dios, y él nos ama - ¿por qué entonces nos deja morir?

Cada uno de nosotros se hace la misma pregunta personal porque lo que queremos es un Dios que nos rescate, que intervenga activamente por la justicia y la bondad en este mundo, que actúe de forma visible en esta vida, y que no permita que nos enfermemos y muramos. Nadie de nosotros queremos un Dios que nos pida que vivamos toda una vida de paciencia, predicando la promesa de que al final, en cualquier momento que esto sea, el amor y la justicia van a prevalecer, todas las lágrimas se secarán, y todo finalmente va a estar bien. Queremos la vida, el amor, la justicia, y la consumación, ahora, no en un futuro distante y después de toda una vida de dolor. Dios, como dice un antiguo axioma Judío, ¡No tiene prisa!

Y así vivimos con mucha impaciencia, expresa y tácita con Dios. Los ateos, al parecer, en un determinado momento se dan por vencidos en este juego y, en esencia, dicen las palabras: ¡He visto lo suficiente, he esperado lo suficiente, y no es suficiente! ¡Ya no voy a esperar a Dios! Más sin embargo, si el ateísmo es sólo otra manera de decir que yo ya no voy a esperar a Dios, entonces lo contrario también es cierto: La fe, es simplemente otra manera de decir: voy a esperar a Dios. Si el ateísmo es la impaciencia, la fe es la paciencia. 

El escritor espiritual italiano, Carlo Carreto, después de pasar mas de 20 años en soledad como un monje en el desierto del Sahara, se le preguntó qué cosa en particular oyó que Dios le dijera, dentro de ese largo, profundo silencio. Le preguntaron ¿qué escuchó a Dios decirle al mundo? Su respuesta: ¡Dios nos está pidiendo que esperemos, que seamos pacientes!

¿Por qué la necesidad de esa gran paciencia? ¿Acaso Dios quiere probarnos? ¿Acaso quiere Dios ver si de hecho tenemos una fe que sea digna de recompensa? No. Dios no tiene necesidad de jugar ese juego, ni tampoco nosotros. No es que Dios quiera probar nuestra paciencia. La necesidad de paciencia surge por lo ritmos innatos dentro de la propia vida y dentro del amor mismo. Tienen que desarrollarse, al igual que las flores y los embarazos, de acuerdo con sus ritmos innatos, y dentro de su propio tiempo. Estos no se pueden apresurar, no importa cuán grande sea nuestra impaciencia, ó cuan grande sea nuestro malestar.

Y tampoco Dios puede ser apresurado, porque es su tiempo, el que nos protege, de un retraso en el crecimiento perpetuo de la vida y del amor, de pasar a través del canal de parto prematuramente.

P. Ron Rolheiser OMI


Poesía
  
No me digas adiós, sino hasta luego
Dios determinó que en el cielo estoy mejor.
No me digas adiós, sino hasta luego
Tuve que partir a un lugar donde no voy a sufrir.
No me digas adiós, sino hasta luego
No te preocupes más por mí
Porque donde estoy espero por ti.
No me digas adiós sino hasta luego
No tengas miedo de morir
No tengas miedo
Y aunque tenga que alejarme
Será por solo un momento
Porque yo estaré esperándote en el cielo.

Mi mamá (Nené)
1924 / 2011


Pensamientos sanadores


Confía en el poder de la alegría

En este mundo, la principal epidemia no es la gripe A, ni otras enfermedades físicas, sino la falta de fe, esperanza, amor y alegría. Por eso, nosotros también debemos recibir con apertura de mente y de corazón, la invitación que el Arcángel Gabriel le hizo a la Virgen Santísima: “Alégrate, llena de gracia”. Al recibir una nueva efusión de alegría sentiremos venir a nuestro cuerpo y a nuestro corazón nuevas fuerzas, las nubes comenzarán a correr su velo y veremos brillar el sol.
No permitas que la pandemia de la desesperanza te contagie. Por el contrario, contagia a todos con el optimismo, la esperanza y la alegría que proceden del Espíritu de Dios.

Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones al Señor. Filipenses 4, 4-6


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Julio P., 67 años, de Buenos Aires, Argentina, que fue operado de un tumor de próstata y con posterioridad se descompensó por una complicación hemorrágica, siendo pasado a terapia intensiva muy delicado, en manos de Dios.

Pedimos oración por las poblaciones de la provincia de Buenos Aires, Argentina, que se han visto inundadas por las intensas lluvias de los últimos días, para que el Señor Misericordioso proteja a las personas y a sus bienes.

Pedimos oración por Maru, de Olavarría, Argentina, para que Jesús le ayude a encontrar un trabajo digno.

Pedimos oración por tres personas de México que son: Liliana M. de México para que encuentre trabajo; Rebeca M. para que pueda superar su problema de meniscos sin llegar a cirugía; y Martha Alicia, que tiene cáncer de riñón y la operan el lunes para que recupere su salud por la mano sanadora de Jesús.

Pedimos oración por Carlos, de Buenos Aires, Argentina, que será operado hoy de cataratas, rogando que todo resulte bien para él.

Pido una oración por el eterno descanso del alma de Nené, mi mamá, que hace hoy un año fue llamada por Jesús al cielo.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.


"Intimidad Divina"

La caridad todo lo soporta

Todo hombre tiene una carga que llevar: flaquezas físicas o morales, deberes, responsabilidades, fatigas, sufrimientos que pesan sobre sus hombros; y cada cual siente la necesidad de una mano amiga que lo ayude a sostener el fardo. La “ley de Cristo”, que es la ley del amor fraterno, exige este auxilio mutuo por el que el cristiano tiene siempre el corazón abierto a los demás, pronto a olvidarse de sí para ofrecer a los hermanos un poco de ayuda y consuelo. “Alegraos con los que se alegran –dice San Pablo– y llorad con los que lloran” (Rm 12, 15). Amar al prójimo por Dios, reconociendo en el hombre la imagen , la criatura y el hijo del Padre celestial, no significa desencarnar la caridad, reduciéndola a una forma de amor frío y estereotipado que abarca a toda la masa sin tener en cuenta a los individuos.

La caridad “todo lo soporta” (1 Cr 13, 7). Los defectos, las debilidades, las carencias, el temperamento más o menos feliz o simpático de cada uno, pueden ser, sobre todo en la convivencia, una verdadera carga mutua que hay que ingeniarse en llevar con amor. Dada la limitación de todo hombre, es imposible convivir sin ser unos carga de otros, aun de modo totalmente involuntario. Es condición a la que nadie puede escapar y que se ha de resolver soportándose “unos a otros por amor” (Ef. 4, 2), reconociendo humildemente que si cada uno tiene algo que sufrir, es, al mismo tiempo, causa de sufrimiento a los demás. Que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo, buscando su edificación, pues tampoco Cristo buscó su propio agrado. Como Cristo se acomodó al hombre hasta hacerse hombre, así el cristiano se esfuerza en acomodarse a los otros, renunciando a sí mismo.

En los últimos meses de su vida, Santa Teresa del Niño Jesús escribía: “Ahora es cuando comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no escandalizarse de sus debilidades” (MC IX 25). Si al principio se hace esto con impaciencia y a viva fuerza, poco a poco la caridad enseñará a soportarlo con benevolencia  y comprensión, como una madre soporta benévolamente las travesuras de su hijo. La caridad enseña a inclinar de grado los hombros para tomar sobre sí el peso de los defectos ajenos, no esquivando siquiera a las personas importunas. “Al que te obligue a andar una milla, vete con él dos. A quien te pida da, al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda” (Mt 5, 41-42). El Evangelio inculca una renuncia generosa a las exigencias propias y aun a los propios derechos para secundar al prójimo con una caridad llena de entrega.

Señor, si comparto de grado con mis hermanos los dones recibidos de ti, si me muestro con todos servicial, benigno, reconocido, afable y humilde, podré derramar por doquier el aroma de la misericordia. Haced, pues, que sepa no sólo soportar pacientemente las flaquezas físicas y morales de mis hermanos, sino que además, dentro de lo posible, les lleve el alivio de mis servicios y el consuelo de mi palabra y de mis buenos consejos. Dame entrañas de misericordia para que sea liberal y generoso, no sólo con mis parientes y amigos y con los que me hacen bien y de los que espero algún beneficio, sino con todos, hasta el punto de no rehusar nunca por amor tuyo, ni siquiera al enemigo, la caridad de la ayuda material o espiritual. Entonces abundaré en este óptimo perfume y lo derramaré no sólo sobre tu cabeza y tus pies, sino sobre todo tu cuerpo que es la Iglesia. (San Bernardo)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.