PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1750 ~ Viernes
29 de Junio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Llegó una vez un profeta a una ciudad y comenzó a gritar,
en su plaza mayor, que era necesario un cambio de la marcha del país.
El profeta gritaba y gritaba y una multitud considerable
acudió a escuchar sus voces, aunque más por curiosidad que por interés.
Y el profeta ponía toda su alma en sus voces, exigiendo
el cambio de las costumbres. Pero, según pasaban los días, eran menos cada vez
los curiosos que rodeaban al profeta y ni una sola persona parecía dispuesta a
cambiar de vida.
Pero el profeta no se desalentaba y seguía gritando.
Hasta que un día ya nadie se detuvo a escuchar sus voces. Mas el profeta seguía
gritando en la soledad de la gran plaza. Y pasaban los días. Y el profeta
seguía gritando. Y nadie le escuchaba.
Al fin, alguien se acercó y le preguntó: "¿Por qué
sigues gritando? ¿No ves que nadie está dispuesto a cambiar?"
"Sigo gritando" -dijo el profeta- "porque
si me callara, ellos me habrían cambiado a mí."
P. José Luis Martín Descalzo
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de
Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es
el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que
Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros
¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de
Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que
está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra
ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la
tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en los cielos».
(Mt 16,13-19)
Comentario
Hoy es un día consagrado por el martirio de los apóstoles
san Pedro y san Pablo. «Pedro, primer predicador de la fe; Pablo, maestro
esclarecido de la verdad» (Prefacio). Hoy es un día para agradecer la fe
apostólica, que es también la nuestra, proclamada por estas dos columnas con su
predicación. Es la fe que vence al mundo, porque cree y anuncia que Jesús es el
Hijo de Dios: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Las otras
fiestas de los apóstoles san Pedro y san Pablo miran a otros aspectos, pero hoy
contemplamos aquello que permite nombrarlos como «primeros predicadores del
Evangelio» (Colecta): con su martirio confirmaron su testimonio.
Su fe, y la fuerza para el martirio, no les vino de su
capacidad humana. No fue ningún hombre de carne y sangre quien enseñó a Pedro
quién era Jesús, sino la revelación del Padre de los cielos (cf. Mt 16,17).
Igualmente, el reconocimiento “de aquel que él perseguía” como Jesús el Señor
fue claramente, para Saulo, obra de la gracia de Dios. En ambos casos, la
libertad humana que pide el acto de fe se apoya en la acción del Espíritu.
La fe de los apóstoles es la fe de la Iglesia, una,
santa, católica y apostólica. Desde la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo,
«cada día, en la Iglesia, Pedro continúa diciendo: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo
del Dios vivo!’» (San León Magno). Desde entonces hasta nuestros días, una
multitud de cristianos de todas las épocas, edades, culturas, y de cualquier
otra cosa que pueda establecer diferencias entre los hombres, ha proclamado
unánimemente la misma fe victoriosa.
Por el bautismo y la confirmación estamos puestos en el
camino del testimonio, esto es, del martirio. Es necesario que estemos atentos
al “laboratorio de la fe” que el Espíritu realiza en nosotros (Juan Pablo II),
y que pidamos con humildad poder experimentar la alegría de la fe de la
Iglesia.
Mons. Pere TENA i Garriga Obispo Auxiliar Emérito de
Barcelona (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Pedro y San Pablo
Mártires
San Pedro es
llamado también "Príncipe de los Apóstoles". "Príncipe",
del latín princeps, que significa cabeza principal o jefe supremo. Sabemos por
los Evangelios que Pedro era Galileo, que vivía en Betsaida, que estaba casado,
era pescador y hermano del Apóstol San Andrés. Portaba el nombre de Simón, pero
el Señor, en el primer encuentro que tuvo con él, le dijo que se llamaría
Cefas, que en arameo significa "piedra" y que, en su forma española,
derivó hasta convertirse en el apelativo Pedro.
Fue él quien actuó como portavoz de los demás apóstoles
al proclamar la sublime profesión de fe: "¡Tú eres el Cristo, el hijo de
Dios vivo!" A él personalmente le dirigió el Señor estas palabras con gran
solemnidad: "¡Bendito seas, Simón, hijo de Jonás, porque no han sido la
carne ni la sangre las que te revelaron estas cosas, sino mi Padre que está en
los Cielos! Y Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella; a ti te daré
las llaves del Reino de los Cielos: y todo lo que tú atares en la tierra, atado
quedará en el cielo; y lo que desatares en la tierra, quedará desatado en el
cielo".
La "pasión" de San Pedro tuvo lugar en Roma,
durante el reinado de Nerón. De acuerdo con una antigua tradición, se encerró a
Pedro en la cárcel Mamertina, donde ahora se encuentra la Iglesia de San Pietro
in Carcere. Tertuliano, quien murió cerca del año 225, dice que el Apóstol fue
crucificado; por su parte, Eusebio agrega que, por expreso deseo del anciano
Pedro, la cruz fue colocada cabeza abajo.
San Pablo, es
el "Apóstol de los Gentiles" y el Protector de la familia Paulina. No
sólo poseemos un registro exterior de sus hechos, proporcionado por su
discípulo San Lucas en los Hechos de los Apóstoles, sino que contamos con las
revelaciones íntimas de sus cartas, que si bien tenían el propósito de
beneficiar a los destinatarios, reflejan también su alma.
En su tercer viaje, entre los años 52 y 56, luego de
atravesar Galacia, retrocedió camino hacia Macedonia donde se embarcó para
hacer una quinta visita a Jerusalén. En Efeso, ocurrió el disturbio creado por
Demetrio, el platero y el tallador, cuando las prédicas de Pablo arruinaron los
lucrativos negocios de los mercaderes en la compra y venta de las imágenes de la
diosa Diana. En Jerusalén se le recibió de manera indigna y se produjo una gran
conmoción popular, cuando el Apóstol hizo una visita al Templo. Ahí fue
detenido, maltratado y cargado de cadenas. Su cautiverio en Cesarea duró dos
años. En vista de que no encontraban pruebas en su contra y que Pablo exigió
sus derechos de ciudadano romano, su causa fue vista por el propio emperador,
Nerón. Parece que luego del juicio fue puesto en libertad. Hay pruebas de que
realizó un cuarto viaje.
La Tradición dice que a Pablo lo condenaron cortándole la
cabeza, en un punto de la Vía Ostiense llamado Aquae Salviae (la actual tre
Fontane) cerca del sitio donde hoy se levanta la basílica de San Pablo
Extramuros y donde se venera la tumba del Apóstol. Es creencia común que San
Pablo fue ejecutado el mismo día y año que San Pedro.
Fuente: ACI Digital
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La frase de hoy
“Solo el corazón humilde
puede entrar en el Sagrado Corazón de Jesús,
conversar con Él, amarle y ser amado de Él”
Santa Margarita María de Alacoque
Tema del día:
Día del Pontífice
SS Benedicto XVI y Mons. Arancedo
El 29 de Junio, Fiesta de los santos apóstoles Pedro y
Pablo, celebramos el Día del Pontífice. En la vida de la Iglesia todo tiene su
fuente en Jesucristo. Por ello, cuando nos preguntamos quién es el Papa,
nuestra mirada debe dirigirse a Él. El primado y el ministerio de Pedro en la
Iglesia, hoy Benedicto XVI, no se debe a una elección que hicieron los apóstoles
sino a una decisión del mismo Jesucristo. En el evangelio de este día leemos
cómo el Señor se dirige a Pedro y le dice: “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia” (Mt. 16, 18).
Es importante notar que Jesucristo quiso fundar una Iglesia,
él no actúa como un maestro que sólo deja una doctrina a sus seguidores y que
ellos, luego, se organizan. La Iglesia, para Jesucristo, tiene que ser su
presencia viva en la historia. Esto lo vemos a lo largo de los evangelios,
cuando elige y forma a sus apóstoles a quienes les encomienda la misión de
prolongar su ministerio en la Iglesia. Para ello, les promete el envío y la
asistencia del Espíritu Santo que es quién anima a la Iglesia. Podemos decir
que la obra fundacional de Jesucristo se actualiza y perdura por obra del
Espíritu Santo.
A partir de las palabras de Jesucristo a Pedro y de la
promesa de asistirlo en su ministerio, podemos comprender quién es el Papa. Si
lo sacamos de este suelo vital y lo consideramos sólo como el dirigente de una
institución, no comprenderemos su significado y misión desde el Evangelio, que
es nuestra única fuente para conocer su ministerio. El recibe personalmente de
Jesucristo el mandato de ejercer el gobierno de esa nueva comunidad que él ha
fundado: “Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos (le dice).
“Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el
cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo” (Mt.
16, 19). Esta misión o mandato de Jesucristo a Pedro es la que se prolonga en
sus sucesores, hoy Benedicto XVI. En este ropaje humano, con el que Jesucristo
ha querido quedarse en la Iglesia, reconocemos esa pedagogía que Dios utiliza
para manifestarse, como lo hizo con la encarnación de su mismo Hijo. Lo humano
es asumido. Ello necesita una mirada de fe en la Palabra de Dios y una
catequesis que nos ayude a comprender y vivir esta verdad.
Cuando decimos que el Papa es el Vicario de Cristo en la
tierra, no es un título que nosotros le otorgamos sino la voluntad expresa de
Jesucristo. Hoy, con gratitud a Dios y reconocimiento a la figura de Benedicto
XVI, queremos celebrar su día, el Día del Pontífice. Con ello renovamos nuestra
fe en las palabras de Jesucristo y, al mismo tiempo, fortalecemos nuestra
adhesión y pertenencia a la Iglesia. No es posible hablar de una fe católica,
si no se considera al Santo Padre en su verdadera y personal misión apostólica.
La fe se dirige a Dios, pero se apoya en las palabras y el proyecto que
Jesucristo nos ha revelado.
Creo que es justo y necesario, en estos momentos de tanta
debilidad humana, incluso en la misma Iglesia, valorar la figura de Benedicto
XVI en la que vemos, junto a una entrega y sabiduría poco común, la pequeñez,
egoísmos y críticas que son causa de dolor y tristeza, como él lo ha dicho. Hoy
queremos manifestarle nuestra fidelidad y afecto a la misión y ministerio que
el Señor le ha confiado a Pedro, y que él la vive con entrega, alegría y esa
esperanza que nace de la fe, y que muchas veces madura junto a la cruz. Su
testimonio de fe y su ministerio nos confirman en el camino del Evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo.
Queridos amigos, los invito en este día a elevar una
oración por nuestro querido Papa, Benedicto XVI, para que el Señor lo
fortalezca en su misión y lo consuelo en los momentos de dolor. Reciban de su
obispo mi bendición en el Señor.
Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Pensamientos sanadores
Distinguir los pensamientos
Cuando el bautizado vive como discípulo del Señor, atento
a los mensajes de Dios, ejercita la capacidad de escuchar interiormente lo que
Dios quiere decirle y de percibir lo que quiere mostrarle. De este modo,
también sabrá distinguir entre las voces de los propios temores, la voz de Dios
que le advierte de algún peligro en su vida.
La capacidad de discernimiento para distinguir entre los
pensamientos de Dios y los de uno mismo se va adquiriendo gradualmente, como
resultado de la apertura al Espíritu Santo y la atención serena al propio mundo
interior. Así también descubrirás que diariamente el mal espíritu te presenta,
de manera solapada, pensamientos y emociones que tienen como finalidad
apartarte de la meta de la salud interior. Pídele hoy al Señor la gracia de
estar despierto para preguntarle a cada pensamiento que llega a tu mente, de
quién procede.
El hombre hace
proyectos en su corazón, pero el Señor pone la respuesta en sus labios. El
hombre piensa que todos sus caminos son puros, pero el Señor pesa los
corazones. Proverbios 16, 1-2.
Oración a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial
arroja en el infierno con tu divino poder
a satanás y demás espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para perdición de las almas.
Amén
La Festividad de San Miguel Arcángel se celebra el 29 de
Setiembre.
Pero igualmente es una práctica muy recomendada el rezar
esta oración
todos los días a la finalización de la Santa Misa.
Y también en estos tiempos para pedir por el Santo Padre
y por la santidad de todos los sacerdotes del mundo.
En "Pequeñas Semillitas" la publicaremos los
días 29 de cada mes.
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 29. El Santísimo Sacrmento
Una dulce palabra sale del sagrario: "Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré". ¿Quién
habla así? El Corazón de Dios. ¿A quien habla? A la pobre criatura débil
enferma. ¿Para qué te llama? Para ser tu fuerza, tu consuelo. Jesús se ha hecho
víctima en la Misa. Desea que tú lo recibas en la comunión. Quiere también ser
visitado por ti, quiere hablar sólo con tu corazón.
¿Cómo practicas este deseo del Sagrado Corazón? ¿Vas
cuando puedes a la iglesia a adorarlo, a ofrecerte a Él, a tomar fuerza, a
hacer la comunión espiritual? ¿Le pides perdón por tus culpas pasadas, por los
pecados de tu familia, de tus parientes? ¿Lo reparas por tantas almas ingratas,
por tantos pecadores moribundos?
Fuente: Web Católico de Javier
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Juan
Alberto Badía, locutor de radio y televisión en Argentina, que creo que todos hemos
seguido en sus programas (en especial por radio hace ya unos cuantos años…) Que
el Señor lo reciba en el cielo donde seguro que hay música esperándolo.
Pedimos oración por Guillermo H., de México, operado de
hernia y con complicaciones que determinan una nueva intervención, rogando al
Señor que lo cuide y le conceda la gracia de recuperase plenamente.
Pedimos oración por Gustavo, que vive en Cartagena,
Colombia, y está enfermo de cáncer. Que el Beato Juan Pablo II interceda por él
ante Jesús para pedir por su curación.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Ladislao
Segovia, de Asunción, Paraguay, que el día 26 de este mes, faltándole un día
para cumplir 77 años, dejó este mundo para ir a la casa del Padre celestial.
Pedimos oración por la salud de María Rebeca T. C., que
vive en Nicaragua, a la que le han diagnosticado lupus, por lo que la ponemos
en los brazos amorosos de María para que la proteja y ruegue por ella a Jesús.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.
"Intimidad Divina"
En el nombre del Padre
La vida cristiana se inicia [por el bautismo] en el
nombre de la Trinidad y en ella se funda. El que pide ser admitido en la
Iglesia, queda consagrado por medio del bautismo como templo de la gloria de
Dios y morada del Espíritu Santo. Luego será absuelto de los pecados, ungido
con el santo crisma, ordenado sacerdote o unido en matrimonio “en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Y cuando su vida llegue al último
trance, la Iglesia orará: “Parte, alma cristiana, de este mundo, en el nombre
del Padre omnipotente, que te creó; en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios
vivo, que padeció por ti; en el nombre del Espíritu Santo, cuya gracia se
derramó en ti” (RR). Esta sugestiva fórmula sintetiza toda la acción de la
Trinidad en favor del hombre; muestra cómo todo cuanto es y todo cuanto tiene
como criatura y como cristiano, procede de la Trinidad sacrosanta. También el
Sacrificio eucarístico se comienza y se termina en el nombre de la Trinidad.
Todo en la vida del cristiano se hace y debe hacerse en el nombre de la
Santísima Trinidad; todo debe ser digno de testimoniar fe y amor,
reconocimiento y entrega al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Hasta la vida de la Iglesia se funda en el misterio
trinitario. “Toda la Iglesia –enseña el Concilio Vaticano II– aparece como “un
pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo”” (LG 4). La unión de todos los creyentes en una única Iglesia fue el
objeto de la oración de Jesús al Padre: “Yo les he dado la gloria que tú me
diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para
que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado” (Jn 17,
22-23). Cristo quiere que el amor y la unión de los creyentes reflejen el amor
y la unidad de la Trinidad beatísima. Quiere que se amen mutuamente hasta el
punto de ser “uno como nosotros”. Una unión semejante entre hombres de
civilización, mentalidad y aptitudes diferentes, no es posible sino en Dios,
esto es, no es posible si cada creyente no vive personalmente unido a Dios en
la caridad.
Sin este estar y vivir en Dios, es imposible una unión
sincera, duradera y profunda, por encima de divergencias o intereses discordes.
Sólo el amor que procede de Dios y une a Dios, puede realizar ese milagro. Y
Cristo lo ha pedido implorando al Padre que todos los creyentes “sean
perfectamente uno” proponiendo como modelo la indivisible unidad de la Trinidad
sacrosanta. Este concepto, mu del gusto del Vaticano II, es remachado con
frecuencia en sus documentos. El ideal es tan sublime que la mente se pierde;
sin embargo, ésta es la meta a la que hay que tender y éste el testimonio que
la Iglesia está llamada a dar al mundo, para que “el mundo conozca que tú me
has enviado”. El ejemplo de la unión entre los creyentes debe inducir al mundo
a reconocer la verdad del cristianismo y a reconocer en Cristo al verdadero
Hijo de Dios.
Recíbeme, Padre
santo, en tu clementísima paternidad, para que después de haber recorrido el
estadio en el que, por tu amor, he comenzado a correr, reciba como premio de mi
carrera la herencia eterna. Recíbeme, Jesús amantísimo, en tu benignísima
fraternidad y lleva junto conmigo el peso de este día abrasador, para que seas
tú mi alivio en toda fatiga, compañero de viaje, guía y hermano. Recíbeme,
Espíritu Santo, Dios de amor, en tu piadosísima misericordia y caridad, para
que en todo el curso de mi vida te tenga de maestro preceptor y dulcísimo amigo
de mi alma. (Santa Gertrudis, Ejercicios, 4)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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