martes, 5 de junio de 2012

Pequeñas Semillitas 1726


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1726 ~ Martes 5 de Junio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Empieza este día con tu corazón rebosante de amor, alegría y agradecimiento... gozoso de estar vivo. Haciendo lo que estás haciendo estando donde estás y viendo emerger la perfección de este día.
Benditos sean aquellos que pueden ver la belleza, la alegría y la armonía que está a su alrededor y apreciarla plenamente y aquellos seres que reconocen en todo y en todos y dan gracias por todo.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra. Vienen y le dicen: «Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?».
Mas Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Ellos le dijeron: «Del César». Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios». Y se maravillaban de Él.
(Mc 12,13-17)

Comentario
Hoy, de nuevo nos maravillamos del ingenio y sabiduría de Cristo. Él, con su magistral respuesta, señala directamente la justa autonomía de las realidades terrenas: «Lo del César, devolvédselo al César» (Mc 12,17).
Pero la Palabra de hoy es algo más que saber salir de un apuro; es una cuestión que tiene actualidad en todos los momentos de nuestra vida: ¿qué le estoy dando a Dios?; ¿es realmente lo más importante en mi vida? ¿Dónde he puesto el corazón? Porque... «donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Lc 12,34).
En efecto, según san Jerónimo, «tenéis que dar forzosamente al César la moneda que lleva impresa su imagen; pero vosotros entregad con gusto todo vuestro ser a Dios, porque impresa está en nosotros su imagen y no la del César». A lo largo de su vida, Jesucristo plantea constantemente la cuestión de la elección. Somos nosotros los que estamos llamados a elegir, y las opciones son claras: vivir desde los valores de este mundo, o vivir desde los valores del Evangelio.
Siempre es tiempo de elección, tiempo de conversión, tiempo para volver a “resituar” nuestra vida en la dinámica de Dios. Será la oración, y especialmente la realizada con la Palabra de Dios, la que nos vaya descubriendo lo que Dios quiere de nosotros. El que sabe elegir a Dios se convierte en morada de Dios, pues «si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él» (Jn 14,23). Es la oración la que se convierte en la auténtica escuela donde, como afirma Tertuliano, «Cristo nos va enseñando cuál era el designio del Padre que Él realizaba en el mundo, y cual la conducta del hombre para que sea conforme a este mismo designio». ¡Sepamos, por tanto, elegir lo que nos conviene!
Rev. D. Manuel SÁNCHEZ Sánchez (Sevilla, España)


Santoral Católico:
San Bonifacio
Obispo y Mártir


La obra misionera de San Bonifacio no habría sido posible sin la organización política y social europea de Carlomagno. Bonifacio o Winfrid parece que perteneció a una noble familia inglesa de Devonshire, en donde nació en el año 673 (o 680). Fue monje en la abadía de Exeter, y después se dedicó a la evangelización de los pueblos germánicos, más allá del Rin. Quiso ir a Frisia, pero no le fue posible por la hostilidad entre el duque alemán Radbod y Carlos Martelo.

Entonces Winfrid fue a Roma en peregrinación para orar sobre las tumbas de los mártires y recibir la bendición del Papa. San Gregorio. II apoyó el compromiso misionero, y Winfrid regresó a Alemania. Se detuvo en Turingia, luego pasó a Frisia, recientemente sometida por los francos, y allí logró las primeras conversiones.

Durante tres años recorrió gran parte del territorio germánico. Los Sajones correspondieron con entusiasmo a su predicación. El Papa lo llamó a Roma, lo consagró obispo y le dio el nuevo nombre de Bonifacio. Durante el viaje de regreso a Alemania, en un bosque de Hessen, hizo derribar un gigantesco roble al que los pueblos paganos le atribuían poderes mágicos, porque decían que era sede de un dios. Ese gesto fue considerado como un desafío a la divinidad y los paganos corrieron para presenciar la venganza del dios ofendido. Bonifacio aprovechó la ocasión para transmitirles el mensaje evangélico. A los pies del roble derribado hizo construir la primera iglesia, que dedicó a San Pedro.

Antes de organizar la Iglesia a orillas del Rin, pensó en la fundación, entre las regiones de Hessen y Turingia, de una abadía, que fuera el centro propulsor de la espiritualidad y de la cultura religiosa de Alemania. Así nació la célebre abadía de Fulda, comparable con la de los benedictinos de Montecassino por la actividad y el prestigio. Eligió a Maguncia como sede arzobispal, pero expresó el deseo de ser enterrado en Fulda.

Ya anciano, pero todavía infatigable, regresó a Frisia. Lo acompañaban unos cincuenta monjes. El 5 de junio había citado cerca de Dokkum a un grupo de catecúmenos. Era el día de Pentecostés; estaban comenzando la celebración de la Misa cuando un grupo de Frisones armadas con espadas asaltaron a los misioneros. Bonifacio les dijo a los compañeros: “No teman. Todas las armas de este mundo no pueden matar nuestra alma”. Cuando la espada de un infiel cayó sobre su cabeza, él trató de cubrirse con el misal, pero el enemigo derribó el libro y le cortó la cabeza al mártir.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“Que el Sagrado Corazón
logre en ti todos sus designios
y que Él sea tu fortaleza,
para que tú puedas con valentía
cargar el peso de tus responsabilidades.”

Santa Margarita María de Alacoque


Tema del día:
Sexualidad y santidad conyugal


Uno de las urgencias de la pastoral actual  consiste en proponer nuevos modelos de santidad. En la tradición han ido sugiriendo modelos según las épocas: los apóstoles, los mártires, los monjes, los  confesores, las vírgenes, los misioneros… Además de estos modelos que forman parte de la vida de las comunidades cristianas, existen otras muchas formas de santidad excelente, cuya memoria no se ha canonizado; quedará oculta en los corazones  en la vida de los testigos oculares.

Hay  cónyuges santos. Pero cada uno por su parte, Por sus méritos individuales. Así, por ejemplo San Isidro y Santa María de la Cabeza.

Actualmente se demandan nuevos modelos de santidad: santidad laical, santidad comunitaria, santidad política… Ya tenemos algún ejemplo de matrimonio santo,  cuya fiesta se celebra en el mismo día. Pero la cuestión es sobre el modelo de santidad matrimonial.

El matrimonio es relación interpersonal entre un hombre y una mujer. Es una relación de amor, que tiene la peculiaridad de la unidad, la exclusividad, la intimidad, la fecundidad. El camino de la santidad matrimonial tiene, entre otros, dos dinamismos antropológicos básicos: la comunicación y la sexualidad. El matrimonio crece en amor e intimidad en la medida en que se comunica con profundidad, constancia y honestidad. Y así potencia la intimidad y la unidad.

Además, la sexualidad es también camino de santidad. El amor conyugal es una tarea a aprender y realizar. La expresión sexual genital del amor constituye una manera de crecer en la relación y de alimentar la intimidad. Puede convertirse en lucha de poder e instrumento de placer. Pero la relación sexual se realiza plenamente cuando es  expresión de respeto, de trasparencia, de amor; contraría el sentido de la sexualidad como utilización del otro, dominación del otro. Cuando la sexualidad se convierte en expresión neta y trasparente de la ternura, proporciona la experiencia de incondicionalidad, de abandono en el otro, de aceptación plena del cónyuge.

Por eso se puede convertir en experiencia religiosa. Así lo experimentan muchos matrimonios.

Una adquisición que los matrimonios cristianos  atestiguan es que la sexualidad matrimonial es un camino de santidad. Para ser santo un matrimonio no está llamado a dejar de hacer el amor; está llamado a hacer el amor, construir su relación de  amor, cuanto más y mejor, mejor.

Así es como el matrimonio es sacramento de amor. Y buena noticia para la Iglesia y la sociedad.

Bonifacio Fernández, cmf

Complementariamente a esta nota, invito a leer la homilía de S. S. Benedicto XVI en la Misa de cierre del VII Encuentro Mundial de las Familias, Milán 2012, celebrada el domingo pasado. Para leer ese documento hacer clic acá.


Pensamientos sanadores


En las dificultades, entrégate a Dios en la oración

Las dificultades son el pan cotidiano de nuestras vidas.
Sería una ingenuidad pensar que, por tener a Jesús de nuestro lado, no vamos a enfrentar problemas o desafíos.
El mismo Jesús, en su naturaleza humana, tal como lo leemos en los Evangelios, debió afrontar casi diariamente diversas situaciones conflictivas que supo soportar y resolver con la sabiduría y la fortaleza que provienen de la oración.
En esos momentos de crisis, de prueba o de dificultad, recuerda que nunca debes permitir que la adversidad te haga caer; excepto que caigas de rodillas para adorar y entregarte más profundamente a Dios, poniendo entre sus manos aquello que te agobia.
El postrarte en la presencia del Señor para contemplarlo con fe y esperanza y reconocer tu fragilidad, será el impulso que te permitirá caminar hacia adelante con fuerzas renovadas, sacando fortaleza de la debilidad y luz de donde antes parecía que sólo había oscuridad.

Si alguien está afligido, que ore. Si está alegre, que cante salmos. Santiago 5, 13


Junio, mes del Corazón de Jesús


Día 5. Los mandamientos de Dios

Jesús habló claramente: "Si me amas, guarda mis mandamientos" ¿Quieres salvarte? Observa mis mandamientos. Aquí no hay escapatoria: para querer bien a Jesús y para salvarte, es necesario que hagas lo que Él te manda: observar sus santos mandamientos.
A ti no te queda más que obedecer. Sí, es necesario obedecer. Pero la obediencia debe ser completa; observarlos todos y siempre.
Dios no ha dado ni cinco ni siete mandamientos, sino diez; y al infierno se va lo mismo por transgredir uno que los diez. A la cárcel no se va por cometer muchos delitos; basta un solo delito.

Fuente: Web Católico de Javier


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma del señor Juan José R. V. que vivió en México y el viernes pasado ha partido a la casa del Padre celestial. Y de la misma ciudad de México pedimos oraciones por la señora Catalina Q. que está delicada de salud.

Seguimos rezando por Cinthya, la joven que luego de una operación cesárea de urgencia, quedó con daño neurológico; por los hermanos Lucre y Nico, que están distanciados, rogando que el amor fraterno resurja entre ellos; y por Alicia, que está sufriendo un dolor en silencio, para que pueda abrirse y pedir ayuda. Sumamos también dos adolescentes llamados Augusto y Andrés, para que el Señor ilumine sus caminos. Todas personas de la provincia de Santa Fe, Argentina.

Recibimos los siguientes pedidos de oración enviados por Elena: Por dos bebés: Bastian (11 meses) y Charliza (9 meses), de México; por Ángela, 44 años, de Lima, Perú, en estudios por un bultito en la axila; por Esperanza Z., 72 años, Florida, USA, que está esperando resultados de mamografías; y por Katia, de 43 años, de Canadá para que sea tocada por el Padre y desaparezca el cáncer de piel en la nariz. Nos unimos en la plegaria de fe y amor por todas estas personas.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com


"Intimidad Divina"

La oración litúrgica

La oración, aun la más personal, es siempre comunión con Cristo y con la Iglesia, porque el cristiano es siempre miembro de Cristo y de la Iglesia. Es una comunión íntima e interior que pasa sólo entre el alma y Dios. Pero hay otra forma de oración en la que esa comunión asume también una dimensión externa, visible y comunitaria; es la oración litúrgica, mediante la cual la Iglesia, unida a Cristo, su Cabeza y Esposo, ofrece a Dios el culto integral. El hombre, en efecto, no es sólo espíritu, sino espíritu encarnado; debe por tanto emplear en la oración no sólo sus facultades espirituales: inteligencia y voluntad, sino también las afectivas: corazón, sensibilidad y hasta la fantasía, los sentidos y el mismo comportamiento externo. Todo el hombre debe orar. Esto se cumple precisamente en la oración litúrgica que no es sólo culto interno, sino también externo, expresado con la oración común, los cánticos, los gestos y las ceremonias. La oración litúrgica es el vértice de las demás formas de oración, bien porque las compendia todas y empeña todas las facultades del hombre, bien porque expresa no la oración de los fieles particulares, sino la de la comunidad de los fieles, o sea de la Iglesia, en la que Cristo está presente como Cabeza y principal orante.

Desde los comienzos de la Iglesia, empezaron los cristianos a reunirse “en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en la oración…, alabando juntos a Dios” (Hc 2, 42-47). Eran las primeras reuniones eclesiales, de las que Cristo, presente en la Eucaristía, era el centro. La sagrada Liturgia, en efecto, apoyada toda en torno al Sacrificio Eucarístico y a los sacramentos, es el culto perfecto que Cristo mismo ofrece al Padre celestial para su gloria y para la salvación de los hombres. “En esta obra tan grande, por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima Esposa la Iglesia, que invoca a su Señor y por él tributa culto al Padre Eterno” (SC 7). Participando en la sagrada Liturgia, el fiel participa oficialmente en el culto que el Cristo total, o sea el Cristo unido a su Iglesia y por lo tanto a sus miembros, tributa a Dios.

Por eso la oración litúrgica tiene un valor intrínseco y objetivo, que se deriva del valor infinito del sacrificio y de la oración de Cristo. Cuando se siente la pobreza de la oración personal, es de gran consuelo refugiarse en la oración litúrgica, la gran oración de Cristo y de la Iglesia. Por otra parte también la oración litúrgica, en cuanto que son los fieles los que la hacen, necesita ser acompañada por su oración personal. Porque si es verdad que la oración litúrgica tiene un valor intrínseco, de modo que sigue siendo siempre oración de Cristo y de la Iglesia, por más que el orante esté distraído, es igualmente verdad que no aprovecha al individuo sino en medida proporcionada a su fe, a su devoción y a su empeño personal. Por eso oración litúrgica y oración personal no pueden oponerse ni siquiera separarse, sino que han de andar siempre unidas y compenetradas, vivificándose y completándose mutuamente.

Dios mío, ¡qué confusa estaría de mi debilidad e insuficiencia, si para alabarte, reverenciarte y glorificarte, no tuviese a Jesucristo, mi único Bien, que lo hace de modo perfecto! A él le confío mi impotencia y me alegro de que sea él todo y yo no sea nada. ¡Oh Jesús!, en ti lo poseo todo. Tú eres mi Cabeza y yo soy realmente un miembro tuyo. Tú oras, adoras, te humillas, das gracias en mí y por mí, y yo en ti, porque el miembro es uno con la Cabeza. Tu vida tan santa y admirable absorbe la mía, tan vil y mezquina. Tú eres de modo excelente mi acción de gracias. Tomaré el cáliz de la salud y contigo ofreceré una hostia de alabanza, un sacrificio agradable, digno de Dios, sobreabundante. (B. M. Teresa de Soubiran)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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