sábado, 23 de junio de 2012

Pequeñas Semillitas 1744


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1744 ~ Sábado 23 de Junio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
¡La vida es como una lotería! Muchos creen haber perdido; peor todavía: creen que su vecino, más alegre y confiado, ha ganado. Sin embargo, los números de la lotería son tan diferentes entre sí. La diferencia radica en la forma de ver y en la forma de valorar. Y esto depende de cada uno de nosotros.
He encontrado un gran número de personas sensiblemente distintas entre sí. He escuchado sus más profundos secretos. Pero nunca he encontrado a nadie a quien le hubiera tocado “la lotería”, “el premio gordo”, de la pura y perfecta felicidad. Cada uno, de alguna forma, tenía algo que le contrariaba. Los creyentes llaman a este algo “la propia cruz”. Los indiferentes y los ateos lo llaman “no tener suerte”. Había incluso personas que, a pesar del sufrimiento y la desgracia, seguían contentas bajo el peso de las dificultades y contrariedades. Otras estaban abatidas, asqueadas y disgustadas.
A menudo, unas y otras, habían vivido la misma realidad, pero, ¡¡cuán distintos eran los resultados!! La vida es como una lotería. Sin embargo, cada uno puede poner mucho de sí.
P. Phil Bosmans


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?
»Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal».
(Mt 6,24-34)

Comentario
Hoy, Jesús nos dice: «No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24). Con estas palabras nos enfrenta a nuestra inseguridad, que procuramos paliar con el apoyo en la tranquilidad de tener no sólo lo necesario, sino lo que nos apetece, lo cual nos lleva a consumir y malgastar.
«Que lo oiga el avaro; que lo oiga el que piensa que, llamándose cristiano, puede servir al mismo tiempo a las riquezas y a Cristo. Sin embargo, no dijo: el que tiene riquezas, sino el que sirve a las riquezas; el que es esclavo de las riquezas y las guarda como un esclavo; pero el que ha sacudido el yugo de la esclavitud, las distribuye como señor» (San Jerónimo).
Como en las bienaventuranzas —o en otro pasaje clave, como el del mandato nuevo (Jn 13,34-35)—, hoy el Señor nos invita a una decisión por la confianza ilimitada en un Padre que se nos da como providencia, por la búsqueda del Reino de justicia, paz y alegría, por una verdadera pobreza interior del alma, que se vuelve una y otra vez con “gemidos inenarrables” (cf. Rom 8,26) a Quien únicamente puede saciar nuestro anhelo de plenitud y eternidad. Desde este desasimiento, desde esta precariedad asumida conscientemente, ponemos toda nuestra esperanza en el seguimiento de Cristo.
Dejando el pasado en el perdón de Dios y ahuyentando temores y preocupaciones por un futuro que todavía no ha llegado, Jesús nos invita a vivir el día de “hoy”, que es lo único que ahora tenemos. Y en este “hoy” Él se nos da como pan que acompaña el día. «Sólo el presente nos pertenece, siendo incierta la esperanza del futuro (...). Bástale a cada día su propia malicia. ¿Por qué angustiarnos por el mañana?» (San Gregorio de Nisa).
Rev. D. Carles ELÍAS i Cao (Barcelona, España)


Santoral Católico:
San José Cafasso
Confesor


Este humilde sacerdote fue quizás el más grande amigo y benefactor de San Juan Bosco y, de muchos seminaristas pobres más, uno de los mejores formadores de sacerdotes del siglo XIX.

Nació en 1811 en el mismo pueblo donde nació San Juan Bosco. En Castelnuovo (Italia). Una hermana suya fue la mamá de otro santo: San José Alamano, fundador de la comunidad de los Padres de la Consolata. Desde niño sobresalió por su gran inclinación a la piedad y a repartir ayudas a los pobres.

En el año 1827, siendo Caffaso seminarista se encontró por primera vez con Juan Bosco. Cafasso era de familia acomodada del pueblo y Bosco era de una vereda y absolutamente pobre. Don Bosco narra así su primer encuentro con el que iba a ser después su Benefactor, su defensor y el que mejor lo comprendiera cuando los demás lo despreciaran: "Yo era un niño de doce años y una víspera de grandes fiestas en mi pueblo, vi junto a la puerta del templo a un joven seminarista que por su amabilidad me pareció muy simpático. Me acerqué y le pregunté: ´Reverendo: ¿no quiere ir a gozar un poco de nuestras fiestas?´. Él con una agradable sonrisa me respondió: ´Mira, amiguito: para los que nos dedicamos al servicio de Dios, las mejores fiestas son las que se celebran en el templo´. Yo, animado por su bondadoso modo de responder le añadí: ´Sí, pero también en nuestras fiestas de plaza hay mucho que alegra y hace pasar ratos felices´. Él añadió: ´Al buen amigo de Dios lo que más feliz lo hace es el participar muy devotamente de las celebraciones religiosas del templo´. Luego me preguntó qué estudios había hecho y si ya había recibido la sagrada comunión, y si me confesaba con frecuencia. Enseguida abrieron el templo, y él antes de despedirse me dijo: ´No se te olvide que para el que quiere seguir el sacerdocio nada hay más agradable ni que más le atraiga, que aquello que sirve para darle gloria a Dios y para salvar las almas´. Y de manera muy amable se despidió de mí. Yo me quedé admirado de la bondad de este joven seminarista. Averigüé cómo se llamaba y me dijeron: ´Es José Cafasso, un muchacho tan piadoso, que ya desde muy pequeño en el pueblo lo llamaban -el santito".

Cafasso que era un excelente estudiante tuvo que pedir dispensa para que lo ordenaran de sacerdote de sólo 21 años, y en vez de irse de una vez a ejercer su sacerdocio a alguna parroquia, dispuso irse a la capital, Turín, a perfeccionarse en sus estudios. Allá había un instituto llamado El Convictorio para los que querían hacer estudios de postgrado, y allí se matriculó. Y con tan buen resultado, que al terminar sus tres años de estudio fue nombrado profesor de ese mismo instituto, y al morir el rector fue aclamado para reemplazarlo, y estuvo de magnífico rector por doce años hasta su muerte.

San José Cafasso formó más de cien sacerdotes en Turín, y entre sus alumnos tuvo varios santos. Se propuso como modelos para imitar a San Francisco de Sales y a San Felipe Neri, y sus discípulos se alegraban al contestar que su comportamiento se asemejaba grandemente al de estos dos simpáticos santos.

En aquel entonces habían llegado a Italia unas tendencias muy negativas que prohibían recibir sacramentos si la persona no era muy santa (Jansenismo) y que insistían más en la justicia de Dios que en su misericordia (rigorismo).

El Padre Cafasso, en cambio, formaba a sus sacerdotes en las doctrinas de San Alfonso que insiste mucho en la misericordia de Dios, y en las enseñanzas de San Francisco de Sales, el santo más comprensivo con los pecadores. Y además a sus alumnos sacerdotes los llevaba a visitar cárceles y barrios supremamente pobres, para despertar en ellos una gran sensibilidad hacia los pobres y desdichados.

Cuando el niño campesino Juan Bosco quiso entrar al seminario, no tenía ni un centavo para costearse los estudios. Entonces el Padre Cafasso le costeó media beca, y obtuvo que los superiores del seminario le dieran otra media beca con tal de que hiciera de sacristán, de remendón y de peluquero. Luego cuando Bosco llegó al sacerdocio, Cafasso se lo llevó a Turín y allá le costeó los tres años de postgrado en el Convictorio. Él fue el que lo llevó a las cárceles a presenciar los horrores que sufren los que en su juventud no tuvieron quién los educara bien. Y cuando Don Bosco empezó a recoger muchachos abandonados en la calle, y todos lo criticaban y lo expulsaban por esto, el que siempre lo comprendió y ayudó fue este superior. Y al ver la pobreza tan terrible con la que empezaba la comunidad salesiana, el Padre Cafasso obtenía ayudas de los ricos y se las llevaba al buen Don Bosco. Por eso la Comunidad Salesiana ha considerado siempre a este santo como su amigo y protector.

En Turín, que era la capital del reino de Saboya, las cárceles estaban llenas de terribles criminales, abandonados por todos. Y allá se fue Don Cafasso a hacer apostolado. Con infinita paciencia y amabilidad se fue ganando los presos uno por uno y los hacía confesarse y empezar una vida santa. Les llevaba ropa, comida, útiles de aseo y muchas otras ayudas, y su llegada a la cárcel cada semana era una verdadera fiesta para ellos.

San José Cafasso acompañó hasta la horca a más de 68 condenados a muerte, y aunque habían sido terribles criminales, ni uno sólo murió sin confesarse y arrepentirse. Por eso lo llamaban de otras ciudades para que asistiera a los condenados a muerte. Cuando a un reo le leían la sentencia a muerte, lo primero que pedía era: "Que a mi lado esté el Padre Cafasso, cuando me lleven a ahorcar" (Un día se llevó a su discípulo Juan Bosco, pero éste al ver la horca cayó desmayado. No era capaz de soportar un espectáculo tan tremendo. Y a Cafasso le tocaba soportarlo mes por mes. Pero allí salvaba almas y convertía pecadores).

La primera cualidad que las gentes notaban en este santo era "el don de consejo". Una cualidad que el Espíritu Santo le había dado para saber aconsejar lo que más le convenía a cada uno. Por eso a su despacho llegaban continuamente obispos, comerciantes, sacerdotes, obreros, militares, y toda clase de personas necesitadas de un buen consejo. Y volvían a su casa con el alma en paz y llena de buenas ideas para santificarse. Otra gran cualidad que lo hizo muy popular fue su calma y su serenidad. Algo encorvado (desde joven) y pequeño de estatura, pero en el rostro siempre una sonrisa amable. Su voz sonora, y encantadora. De su conversación irradiaba una alegría contagiosa (que San Juan Bosco admiraba e imitaba grandemente). Todos elogiaban la tranquilidad inmutable del Padre José. La gente decía: "Es pequeño de cuerpo, pero gigante de espíritu". A sus sacerdotes les repetía: "Nuestro Señor quiere que lo imitemos en su mansedumbre".

Desde pequeñito fue devotísimo de la Sma. Virgen y a sus alumnos sacerdotes los entusiasmaba grandemente por esta devoción. Cuando hablaba de la Madre de Dios se notaba en él un entusiasmo extraordinario. Los sábados y en las fiestas de la Virgen no negaba favores a quienes se los pedían. En honor de la Madre Santísima era más generoso que nunca estos días. Por eso los que necesitaban de él alguna limosna especial o algún favor extraordinario iban a pedírselo un sábado o en una fiesta de Nuestra Señora, con la seguridad de que en honor de la Madre de Jesús, les concedería su petición.

Un día en un sermón exclamó: "qué bello morir un día sábado, día de la Virgen, para ser llevados por Ella al cielo". Y así le sucedió: murió el sábado 23 de junio de 1860, a la edad de sólo 49 años. Su oración fúnebre la hizo su discípulo preferido: San Juan Bosco.

El Papa Pío XII canonizó a José Cafasso en 1947, y nosotros le suplicamos a tan bondadoso protector que logremos imitarlo en su simpática santidad.

Antes de morir escribió esta estrofa: "No será muerte sino un dulce sueño para ti, alma mía, si al morir te asiste Jesús, y te recibe la Virgen María". Y seguramente así le sucedió en realidad.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“Sed pobre de todo,
y el Corazón de Jesús os enriquecerá”

Santa Margarita María de Alacoque


Cuentos de Mamerto Menapace:
Imagen y semejanza


Mi tío Alejandro Brac vivía sobre la antigua ruta 11, entre Caraguatay y Malabrigo. Ese camino de tierra formaba como una picada en el monte, bordeando las vías del Ferrocarril Belgrano.

Siendo estudiante, en alguno de mis regresos al norte, aprovechaba para arrimarme hasta allá, casi siempre a caballo en compañía de mi hermano Arnoldo, que falleciera tiempo después en un accidente sobre esa misma ruta 11.

Llevo unida la imagen de este tío a uno de sus famosos cuentos. Tenía arte para contarlos, y mucha sabiduría encerrada en sus palabras. Con todo creo que este cuento ha rodado mucho dentro de mí mismo, y que el tiempo lo fue puliendo y golpeando como a los laques mapuches. Y en mi caso en un contexto guaraní, que por se el de mi infancia, siempre me ha dado astillas para mis quemazones.

Y ahí va lo sucedido. Una vuelta estaba el Niño Jesús a la costa del Paraná jugando. Como todos los niños se dedicaba a modelar figuras de animales y de pajaritos con sus manitas embarradas. Solo que él tenía el poder de darles además de la forma, la vida. Luego de trabajarlos bien, no los ponía a secar. Simplemente los colocaba en la palma de la mano y los soplaba. Es decir: los rozaba con su aliento como si les diera un beso. Y al sentirse alentados por el beso de Dios, los animalitos se estremecían de vida; y se largaban a volar, a correr, a saltar o a hacer aquello que la vida les regalaba por dentro.

Pero un día el Niño Dios quiso hacer algo realmente bonito. Iba a crear el mainumb: el picaflor. La verdad es que se esmeró al inventarlo. No quería hacerlo grande, pretendía hacerlo hermoso. Buscó entre los ivot iporá veva, las flores más lindas, los colores más brillantes y llamativos y se los colocó en la palma de la mano. En un claro del monte recogió algo del ñasaind, dejado por la luna. Del cohetí mañanero, la alborada, extrajo los colores suaves. Mezcló todo esto con un puñadito blando de retá pytá, tierra colorada del borde del Paraná. Lo amasó despacito con sus dedos divinos hasta hacer una pasta tierna y delicada. Y le dio la forma de un pajarito, en le que metió una chispa de aratirí: el relámpago.

Así lo tenía en al palma de su mano derecha, como si fuera el nido desde donde tendría que partir. Lo arrimó despacito a la boca y lo rozó apenas con sus labios para besarlo. Tocado por el soplo divino el pajarito se estremeció entero y abriendo las alas partió recto hacia arriba, para doblar en ángulo cerrado sobre sí mismo y ser una flor temblorosa frente a un racimo azul de jacarandá. Así nació el mainumb.

Pero resulta que Añá Mba'e Poch, el diablo, lo andaba espiando. Porque quería copiar lo que el Niño Dios hacía, para sacar también él algo parecido. Fue haciendo lo que le veía hacer. Y así, juntó también él un poco de los colores de las flores primorosas, le robó los tintes a la alborada, y los mezcló con claro de luna y temblor de refucilo. Buscó la greda colorada del Paraná y con sus dedos peludos y largos trató de darle forma a la pasta que había conseguido. No le salió tan prolijo, porque de apurado tenía un ojo en lo que miraba y otro en lo que hacía. Lo que siempre es feo. Cuando lo tuvo listo a su pajarito, resulta que éste no se movía. Y claro… ¡Que se iba a mover! Si no tenía vida adentro. Tenía que soplarlo. Pero el diablo tiene mal aliento. En cuanto Añá Mba'e Poch la arrimó a su hocico y lo quiso besar, el pobre bichito se aplastó contra la mano como para atajarse. El diablo lo tiró para arriba, a fin de que volara. Y resultó que en vez de largarse de flor en flor como el mainumb de Dios, el animalito cayó al suelo como un cascote y se desparramó todo. Así nació el cururú vaí, el escuerzo. A pesar de que tiene lindos colores, siempre anda aplastado y escondiéndose, porque lleva arriba el mal aliento del diablo.

Dios inventó el amor, con todo lo lindo que encontró, y le dio el beso de su bendición. El diablo quiso copiarlo, y lo que le salió fue el vicio, la pasión y el egoísmo. En muchas cosas se parecen, pero son muy distintos. Como el mainumb lo es del cururú vaí.


Pensamientos sanadores


Pide al Señor el don de la coherencia (2)

Hay personas que son muy buenas con las palabras, pero luego, en la vida familiar no acompañan las palabras con las obras.
Ten presente que la gente se impresionará más por la profundidad de tu convicción y de tu amor concreto que por lo elevado de tu lógica y de tus discursos.
Anuncia a Cristo, a tiempo y a destiempo como dice San Pablo, pero no lo hagas tan sólo con palabras, sino también con tu vida.
Cuando un hombre o una mujer de fe acompañan sus palabras, consejos o enseñanzas con un comportamiento acorde a lo verbal, entonces su vida es como un suave incienso que perfuma e impregna todos los lugares por los cuales pasa.
Esta concordancia entre pensamiento, palabra y vida, no es sólo resultado de un buen propósito, sino que es una conjunción entre el deseo humano y la gracia de Dios.

Hijo mío, no olvides mi enseñanza y que tu corazón observe mis mandamientos, y encontrarás favor y aprobación a los ojos de Dios y de los hombres. Proverbios 3, 1 y 4.


Junio, mes del Corazón de Jesús


Día 23. Frente a tanto mal

Cuando San Juan Bautista desde la prisión envió a dos de sus discípulos a Jesús para pedirle si era verdaderamente el redentor prometido, Jesús, por toda respuesta se refirió a los frutos: "Id y referid a Juan que los ciegos ven, los cojos andan, los muertos resucitan los pobres son evangelizados". Jesús quiere nuestra salvación. Él vive y obra por nosotros; por nosotros muere en la cruz.
Siembra mucho, siembra a manos llenas el bien; no se perderá en la tierra; fructificará siempre para el cielo. Los cojos caminarán.
¡Cuántos defectos en las personas que tú conoces, que tú quieres! ¡Cuántas malas inclinaciones y quizá cuántos escándalos! Tú sabes que la caridad cristiana obliga a todos a la corrección fraterna.

Fuente: Web Católico de Javier


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el joven Cristopher que vive en Managua, Nicaragua, y ha sido operado en el día de ayer, rogando al Señor que permita su pronta recuperación.

Pedimos oración por la salud de la niña Jamie Marlen R., de ciudad de México, que está padeciendo una enfermedad para que pronto esté gozando de buena salud. También por el alma de Manuel Espíndola Vega, quien hace unos años partió a la presencia del Señor y su hija lo recuerda con amor.

Pedimos oración por Laura, que vive en México D.F., quien cursa un embarazo de alto riesgo debido a que padece trombofilia primaria y depresión severa. Rogamos a la Santísima Virgen María que proteja a madre e hija con su manto e interceda ante Su Hijo amado para que la bebé pueda nacer saludable y la mamá se recupere completamente. Sagrado Corazón de Jesús, en vos confiamos.

Seguimos rezando por nuestra hermana mexicana Apolonia R., de 65 años de edad, que luego de una cirugía se complicó mucho y ahora está en situación extremadamente grave, prácticamente en vida vegetativa, conectada a respiración asistida. Los médicos dan muy pocas esperanzas, pero sabemos que Dios es omnipotente y misericordioso y si es Su voluntad podrá haber recuperación. Se lo pedimos a Él y a la vez le pedimos a María Santísima que acompañe a Antonio (esposo de Apolonia) y a todos los familiares.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com


"Pequeñas Semillitas" por e-mail


Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratuitas y se realizan únicamente por invitación. Hay que solicitarlas a Melissa, la moderadora del Grupo a: picaflor05@gmail.com  o a: picaflor.cl@gmail.com  
Las inscripciones son moderadas y pueden demorar un par de días, siendo importante que no te suscribas desde una computadora de tu oficina o lugar laboral, y que sólo te inscribas si de verdad estás dispuesto/a a leer todos los días nuestros mensajes e incluso compartirlos con tus amigos y conocidos reenviándoselos por correo electrónico.
Felipe de Urca


"Intimidad Divina"

Por Cristo al Padre

La revelación de Dios a los hombres comienza en el paraíso terrenal, cuando, antes del pecado, Dios mismo conversaba con nuestros primeros padres (Gv 3, 8); prosigue luego a través de los patriarcas y los profetas, pero alcanza su plenitud solamente en Cristo, Hijo de Dios. “De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas: en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo” (Hb 1, 1-2). Reservó al Hijo de Dios la misión de revelar al mundo el misterio más sublime, tocante a su vida íntima, el misterio de la Santísima Trinidad. Sólo el Unigénito del Padre, que es “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero…, de la misma naturaleza que el Padre” (Credo), podría descubrir al hombre el secreto del misterioso incesante fluir de la vida divina que se efunde desde siempre en el seno de la Trinidad: flujo de luz, de amor y de fecundidad infinita que circula en las tres Personas, que son perfectamente iguales, coeternas e infinitas, pero diferentes aun en la unidad de su idéntica naturaleza.

Cristo revela al hombre la Trinidad y lo conduce a la Trinidad. Cuanto más unidos a Cristo están los fieles mediante la fe y el amor, más unidos están, en él y por él, a la Trinidad. “Si alguno me ama…, mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14, 23). De modo muy particular pone Cristo al hombre en relación con la Trinidad por medio de la Eucaristía. El Vaticano II enseña que sobre todo por la Eucaristía los fieles tienen “acceso a Dios Padre por medio de su Hijo, el Verbo encarnado, que padeció y fue glorificado, en la efusión del Espíritu Santo y consiguen la comunión con la Santísima Trinidad, hechos participes de la divina naturaleza” (UR 15). En la Eucaristía, en la que está realmente presente, Jesús continúa su misión de mediador entre el hombre y la Trinidad. Dándose al hombre en la integridad de su persona de Verbo encarnado, lo pone en el contacto más directo, íntimo y unificador con las tres Personas divinas.

Jesús, presente en el corazón del fiel por el Sacramento, podría repetir sus profundas palabras: “El que me ha enviado está conmigo, no me ha dejado solo. Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí” (Jn 8, 29; 14, 11); por la inseparabilidad de las tres Personas divinas, donde está el Hijo está también el Padre y el Espíritu Santo. Por eso la comunión sacramental con Cristo viene a ser comunión con los “Tres”, comunión que hace más íntimas y profundas las relaciones entabladas ya, en fe y amor, entre el fiel y la Trinidad que mora en él. A esta luz la Eucaristía descubre su profundo valor trinitario; como la Encarnación del Verbo tiene por fin conducir al hombre a la Trinidad, así la Eucaristía que es prolongación de la Encarnación, tiene también por fin llevarlo a la Trinidad. La Eucaristía alimenta no sólo la vida de unión con Cristo, sino también la comunión incesante con las tres Personas divinas.

Señor Jesús, Verbo encarnado, creo que eres Dios; Dios verdadero de Dios verdadero; Deum verum de Deo vero. No veo tu divinidad, pero pues el Padre mi ha dicho: “éste es mi Hijo amado”, yo lo creo, y porque lo creo, quiero someterme a ti enteramente, cuerpo y alma, juicio, voluntad, corazón, sensibilidad, imaginación, todas mis energías. Quiero que se realice en mi la palabra del salmista: “Que todas las cosas sean echadas a tus pies en pleitesía”… Quiero que seas mi cabeza, que tu Evangelio sea mi luz, que tu voluntad sea mi guía. No quiero pensar diferente de ti, porque eres la verdad infalible, ni obrar a espaldas de ti, porque eres el único camino para ir al Padre, ni buscar la alegría fuera de tu voluntad, porque eres la fuente misma de la vida. Hazme tuyo del modo más absoluto por medio del Espíritu Santo, para gloria del Padre. (C. Marmión, Consagración a la Santísima Trinidad, 6)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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