jueves, 7 de junio de 2012

Pequeñas Semillitas 1728


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1728 ~ Jueves 7 de Junio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Una joven pareja se mudó a otra ciudad, lejos de la familia y los amigos. Llegó la mudanza, la pareja desempacó sus pertenencias y el marido empezó a trabajar a la semana siguiente. Todos los días al llegar a su casa, su esposa lo recibía en la puerta con una nueva queja.
- “Aquí hace mucho calor”.
- “Los vecinos no son amigables”.
- “La casa es muy chica”.
- “Los niños me están volviendo loca”.
Y cada tarde, su esposo la abrazaba mientras escuchaba sus comentarios negativos. “Lo siento”, le decía, “¿qué puedo hacer para ayudarte?”
Su esposa se calmaba y se secaba las lágrimas, pero empezaba con lo mismo al día siguiente.
Una tarde, su marido llegó a su casa con una hermosa planta con flores. Encontró un sitio apropiado en el jardín y la plantó. “Querida, le dijo, cada vez que te sientas triste, sal al jardín. Imagina que eres esa plantita, y mira como crece en tu jardín”.
Cada semana traía a casa un árbol nuevo, o rosales, o plantas y las plantaba en el jardín. Su esposa cortó algunas flores y se las llevó a una vecina. Cada mañana regaba el jardín y observaba el crecimiento de las plantas.
También creció la amistad con otras mujeres de la cuadra y le pidieron consejo con sus jardines. Muy pronto, también le estaban pidiendo consejo espiritual.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, se llego uno de los escribas y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».
Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.
(Mc 12,28-34)

Comentario
Hoy, un maestro de la Ley le pregunta a Jesús: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» (Mc 12,28). La pregunta es capciosa. En primer lugar, porque intenta establecer un ránquing entre los diversos mandamientos; y, en segundo lugar, porque su pregunta se centra en la Ley. Está claro, se trata de la pregunta de un maestro de la Ley.
La respuesta del Señor desmonta la espiritualidad de aquel «maestro de la Ley». Toda la actitud del discípulo de Jesucristo respecto a Dios queda resumida en un punto doble: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón» y «amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mc 12,31). El comportamiento religioso queda definido en su relación con Dios y con el prójimo; y el comportamiento humano, en su relación con los otros y con Dios. Lo dice con otras palabras san Agustín: «Ama y haz lo que quieras». Ama a Dios y ama a los otros, y el resto de cosas será consecuencia de este amor en plenitud.
El maestro de la ley lo entiende perfectamente. E indica que amar a Dios con todo el corazón y a los otros como a uno mismo «vale más que todos los holocaustos y sacrificios» (Mc 12,33). Dios está esperando la respuesta de cada persona, la entrega plena «con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» (Mc 12,30) a Él, que es la Verdad y la Bondad, y la entrega generosa a los otros. Los «sacrificios y ofrendas» tan solo tienen sentido en la medida en que sean expresión verdadera de este doble amor. ¡Y pensar que a veces utilizamos los “pequeños mandamientos” y «los sacrificios y las ofrendas» como una piedra para criticar o herir al otro!
Jesús comenta la respuesta del maestro de la Ley con un «no estás lejos del Reino de Dios» (Mc 12,34). Para Jesucristo nadie que ame a los demás por encima de todo está lejos del reinado de Dios.
P. Rodolf PUIGDOLLERS i Noblom SchP (La Roca del Vallès, Barcelona, España)


Santoral Católico:
María Teresa de Soubiran
Virgen y Fundadora de la
Sociedad de María Auxiliadora


Información ampliada haciendo clic acá

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“El Corazón de Jesús os pide
confianza en su bondad
para que experimentéis la dulzura
y fuerza de su asistencia
en vuestras necesidades,
la cual irá siempre
al paso de la confianza”

Santa Margarita María de Alacoque


Tema del día:
Sin amor, la vida no tiene sentido


Los hombres de hoy necesitamos más que nunca hacer una verdadera experiencia del amor, muchas veces estamos tan enfrascados en nuestro pequeño mundo, en nuestros problemas, que no vemos más allá de nuestros reducidos horizontes. Abramos el corazón a aquellas palabras de Jesús: "No hay más amor que el que da la vida por sus amigos" o "El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en Él nuestra morada". Aunque nos cueste creerlo, está al alcance de nuestra mano el que seamos morada de Dios, el que Dios habite en mí. Seamos generosos aprovechando las oportunidades que en cada momento se nos presentan.

¡Qué sabias y hermosas son las palabras del Papa Juan Pablo II cuando decía!: "Amar es, por tanto, esencialmente entregarse a los demás. Lejos de ser una inclinación instintiva, el amor es una decisión consciente de la voluntad de ir hacia los otros. Para poder amar de verdad, conviene desprenderse de todas las cosas y, sobre todo, de uno mismo; dar gratuitamente, amar hasta el fin" (Juan Pablo II, 1980).

Así, el amor es fuente de equilibrio. Es el secreto de la felicidad. ¿Qué pasa si una persona no aprende a amar? la vida, tu vida o mi vida dejan de tener sentido; urge cultivar el amor, urge vivir amando, no se puede vivir sin trasmitir el amor, de lo contrario, descubrirán que en realidad no amamos:

La inteligencia sin amor...Te hace perverso.
La justicia sin amor...Te hace implacable.
La diplomacia sin amor...Te hace hipócrita.
El éxito sin amor...Te hace arrogante.
La riqueza sin amor...Te hace avaro.
La docilidad sin amor...Te hace servil.
La pobreza sin amor...Te hace orgulloso.
La verdad sin amor...Te hace hiriente.
La autoridad sin amor...Te hace tirano.
El trabajo sin amor...Te hace esclavo.
La pasión sin amor...Te hace promiscuo.
La oración sin amor...Te hace introvertido.
La ley sin amor...Te esclaviza.
La fe sin amor...Te fanatiza.
El deporte sin amor...Se convierte en una vana competencia.
La cruz sin amor...Se convierte en injusta tortura.
La vida sin amor...NO TIENE SENTIDO.

Hagamos de nuestros hogares, de nuestro lugar de trabajo, del colegio, una escuela de amor a través del servicio mutuo, de la generosidad, la confianza y el respeto fraterno. Una escuela en donde se aprenda a perdonar y a silenciar los errores de los demás; en donde todos se estrechen, con su cercanía y su oración, en torno al miembro en dificultad, que sufre o está enfermo; y en donde, a ejemplo de Cristo, siempre se tengan las puertas abiertas a todos, sin ninguna distinción. «¡Mirad cómo se aman!», exclamaban todos los que veían el testimonio de vida de los primeros cristianos, ¿hoy podrían decir lo mismo de nosotros?

Hagamos el esfuerzo de pensar siempre bien de los demás; de formar un corazón capaz de amar a todos, de comprender y perdonar al hermano caído o a aquel que nos ha herido. Tratemos a los demás, en definitiva, con el mismo amor, la misma paciencia y comprensión con la que Cristo nos ha tratado.

Autor: P. Dennis Doren
Fuente: Catholic.net


Pensamientos sanadores


Gusta de las pequeñas cosas cotidianas y alaba al Señor

Tal vez eres de los que esperan el GRAN amor, o quizás eres de aquellas personas que aguardan el GRAN trabajo, mientras se lamentan por el amor o el trabajo que tienen.
Recuerda que son las pequeñas cosas de hoy las que determinan la llegada de los grandes dones del mañana.
Cuando te alegres de lo pequeño y lo sencillo de hoy, te dispondrás convenientemente para recibir lo que sigue, lo que debe venir en el momento oportuno.
Así como la mañana sigue a la noche, y la tarde sigue a la mañana, también la alabanza y la gratitud por lo que hoy tenemos, dispone afirmativamente la voluntad de Dios para darnos incluso más de lo que nos animaríamos a pedir.
Las bendiciones de Dios no se saltean escalones, pues las piernas para poder subir son la gratitud, la alabanza y la fidelidad.

“Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor” Mateo 25, 21.


Junio, mes del Corazón de Jesús


Día 7. El pecado mortal

Jesús llora ante la muerte de su amigo Lázaro. ¿Sabes tú por qué Jesús ante el cadáver de su amigo llora, vibra, reza?
Porque era cadáver. He aquí tu imagen cuando te duermes en el pecado. No bastan las invitaciones del ángel custodio, las oraciones de la madre, los consejos de los amigos las correcciones del confesor. Queremos un milagro de Jesús. Es Jesús mismo quien debe llorar, gritar, rezar por ti, alzar su voz. ¿Y tú tan fácilmente te abandonas al pecado?
Con un pecado mortal pierdes todo, todo está perdido. Tú eres sensible a todos los afectos más tiernos y delicados. ¿No sientes nada al ofender a Dios, al ponerlo de nuevo en la cruz? Sobre tu frente está esculpida la imagen de Dios y tú la manchas para echarla en el fango.

Fuente: Web Católico de Javier


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma de la cantante argentina Estela Raval que  durante medio siglo nos alegró con hermosas canciones y ayer partió de este mundo a la casa del Padre celestial.

Pedimos oración por Enrique, de Chiapas, México, que últimamente ha venido equivocando los caminos en la búsqueda de respuestas a sus problemas e inquietudes, para que Dios y nuestra Madre puedan rescatarlo, y él pueda reconocer que la única Luz que puede iluminar su vida viene de Dios nuestro Padre, de Jesucristo y del Espíritu Santo y por supuesto de la intercesión de nuestra Madre Santísima.

Seguimos unidos en oración por la recuperación de Nancy C., de Bogotá, Colombia, operada del cerebro hace unos días y con buena evolución. Rogamos al Señor, y por la intercesión de nuestra Madre, la Virgen Santísima, que su recuperación sea plena, y los resultados de patología absolutamente negativos.

Pedimos oración por Juan Carlos, de Rosario, Argentina, 57 años de edad, que ha tenido un infarto cardíaco y se encuentra internado con posibilidades de una operación. Que Jesús resucitado lo acompañe y le conceda su gracia de sanación.

Pedimos oración por la salud física, psíquica y espiritual de Elsa S., que vive en Buenos Aires, Argentina.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén


Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com


"Intimidad Divina"

Subiré al altar de Dios

La sagrada Liturgia culmina en el Sacrificio Eucarístico, acto supremo del culto en el que se renueva “el único sacrificio del Nuevo Testamento, a saber: el de Cristo, que se ofrece a sí mismo al Padre, una vez por todas, como hostia inmaculada” (LG 28). Por eso la Iglesia se preocupa de rodear la Misa de oraciones, ceremonias e instrucciones que hagan la participación de los fieles verdaderamente “activa y consciente” (SC 14). La primera parte se llama Liturgia de la Palabra, y tiene por fin instruir al pueblo en las verdades de fe, en los misterios de la vida de Cristo y principalmente en el misterio pascual que el santo sacrificio vivo y actual en medio de los fieles. En la lectura de los trozos bíblicos y especialmente del Evangelio, Cristo está presente por su palabra que es la luz de la vida cristiana y el alimento de la fe. En este clima de fe renovada tiene luego lugar el Misterio Eucarístico por el que Cristo mismo se hace sustancialmente presente bajo las especies de pan y vino. “La liturgia de la palabra y la eucarística están tan íntimamente unidas –dice el Concilio– que constituyen un solo acto de culto” (SC 56).

Desde el comienzo de la Misa se invita a los fieles a participar en los “sagrados misterios”, y para que sean menos indignos se les exhorta a reconocer sus culpas. El sacerdote concluye: “Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna”. Este es la preparación más adecuada a la celebración eucarística que está para comenzar y al mismo tiempo es su don anticipado. Pero el sacrificio eucarístico es ante todo “acción de gracias”, y por eso el celebrante se apresura a entonar un himno de alabanza y gratitud, que todos los fieles prosiguen: “Gloria a Dios en el cielo”. Es significativo que el motivo principal de esta alabanza no son los dones admirables de que el Altísimo nos colma, sino la grandeza misma y la gloria de Dios y la gloria de Dios de que la Iglesia misma se complace: “Te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias… por tu inmensa gloria”.

Después de oír la palabra de Dios en las lecturas de la Misa y por la voz viva del sacerdote, sigue el ofrecimiento de los dones y la presentación de la materia del sacrificio. Son momentos preciosos de recogimiento muy propicios para asociarse íntimamente a la acción sagrada, en la que todos los fieles están llamados a ejercer el sacerdocio santo “para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo” (1 Pe 2, 5). Se trata de acompañar la ofrenda del pan y del vino con la de la propia vida: obras, oraciones, sufrimientos, fatigas, sacrificios, propósitos, para que Cristo los una a su oblación y los ofrezca al Padre “como holocausto vivo, santo y agradable” (Rm 12, 1).

¡Oh Espíritu divino!, despoja mi alma de todo afecto terreno, límpiala de toda mancha y enciéndela en santo fervor para que sea digna de tomar parte en el adorable sacrificio que se prepara en el altar. Y para obtener esta gracia, repito con el devotísimo rey David: Crea en mí, ¡oh Dios!, un corazón limpio; infunde en mis entrañas un espíritu nuevo. No me quites tu santo Espíritu. ¡Oh Señor!, derrama en mí el Espíritu Santo, para que adquiera disposiciones tan santas que merezca estar perfectamente unida a la víctima adorable que baja del cielo… En este Sacrificio Eucarístico tú, ¡oh Jesús!, te inmolas como Cabeza nuestra e inmolas a tus fieles como miembros tuyos; yo me abandono totalmente en tus manos para tener la feliz suerte de ser contigo una misma víctima… Pero es necesario que se derrame en mí tu Espíritu de modo que el sacrificio de mí misma que quiero ofrecerte, sea acepto al eterno Padre. (B. Elena Guerra, El fuego que Jesús trajo a la tierra).

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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