PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1724 ~ Domingo
3 de Junio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Hoy, de alguna manera podemos decir que “coronamos” el
Tiempo Pascual celebrando la Fiesta de la Santísima Trinidad. Celebrar la
Trinidad no consiste en entender un embrollo teológico.
Entiende y celebra
la Trinidad quien ofrece amistad, quien construye humanidad, quien promueve
solidaridad, quien lucha por la justicia, quien acompaña en procesos de
liberación, quien no vive para sí mismo, quien se gasta por los demás, quien es
capaz de dar vida y dar la vida.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, los once discípulos marcharon a Galilea,
al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin
embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo
poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las
gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con
vosotros todos los días hasta el fin del mundo».
(Mt 28,16-20)
Comentario
Hoy, la liturgia nos invita a adorar a la Trinidad
Santísima, nuestro Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un solo Dios en
tres Personas, en el nombre del cual hemos sido bautizados. Por la gracia del
Bautismo estamos llamados a tener parte en la vida de la Santísima Trinidad
aquí abajo, en la oscuridad de la fe, y, después de la muerte, en la vida
eterna. Por el Sacramento del Bautismo hemos sido hechos partícipes de la vida
divina, llegando a ser hijos del Padre Dios, hermanos en Cristo y templos del
Espíritu Santo. En el Bautismo ha comenzado nuestra vida cristiana, recibiendo
la vocación a la santidad. El Bautismo nos hace pertenecer a Aquel que es por
excelencia el Santo, el «tres veces santo» (cf. Is 6,3).
El don de la santidad recibido en el Bautismo pide la
fidelidad a una tarea de conversión evangélica que ha de dirigir siempre toda
la vida de los hijos de Dios: «Ésta es la voluntad de Dios: vuestra
santificación» (1Tes 4,3). Es un compromiso que afecta a todos los bautizados.
«Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la
plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad» (Concilio
Vaticano II, Lumen gentium, n. 40).
Si nuestro Bautismo fue una verdadera entrada en la
santidad de Dios, no podemos contentarnos con una vida cristiana mediocre,
rutinaria y superficial. Estamos llamados a la perfección en el amor, ya que el
Bautismo nos ha introducido en la vida y en la intimidad del amor de Dios.
Con profundo agradecimiento por el designio benévolo de
nuestro Dios, que nos ha llamado a participar en su vida de amor, adorémosle y
alabémosle hoy y siempre. «Bendito sea Dios Padre, y su único Hijo, y el
Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros» (Antífona de entrada
de la misa).
Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida
(Lleida, España)
Santoral Católico:
San Carlos Luanga y
compañeros
Mártires de Uganda
Esa mañana, cuando el rey Mwanga reunió la corte, vibraba
en el aire una espasmódica espera. En la sala se notaba la presencia insólita
de algunos energúmenos, mientras el grupo de los pajes reales, espléndidos
ejemplares de belleza negra, se agolpaban alrededor del trono. Mwanga les dio
una orden extraña: “Todos los que no quieran rezar pueden quedarse aquí cerca
del trono; en cambio, los que quieran rezar reúnanse allá contra la pared”. El
jefe de los pajes, Carlos Lwanga, fue el primero en apartarse, y luego lo
siguieron otros quince. “¿Pero ustedes rezan de verdad?”, preguntó el rey. “Sí,
señor mío, nosotros rezamos de verdad” contestó Carlos en nombre de todos sus
compañeros cristianos, que habían pasado toda la noche anterior rezando. “¿Y
están resueltos a seguir rezando?” insistió el rey. “Sí, señor mío, siempre,
hasta la muerte”. “Entonces, mátenlos” les dijo bruscamente el rey a los
verdugos. En efecto, “rezar” equivalía a “ser cristianos” en ese reino de
Mwanga, rey de Buganda, una región que actualmente pertenece a Uganda. Y en el
reino de Mwanga rezar, es decir, ser cristianos, estaba absolutamente
prohibido.
Los comienzos, en realidad, habían sido buenos. El rey
Mutesa al principio había acogido bien, en 1879, a los Padres Blancos de
Lavigérie, que después tuvieron que retirarse por las intrigas de algunos
jefes. Después, en 1885, fueron llamados nuevamente por Mwanga, y encontraron
cristianos comprometidos que ocupaban cargos de responsabilidad. El “katikiro”,
una especie de canciller, había tramado una conjuración contra el rey, pero fue
descubierto por los cristianos. Entonces este se alió con los notables y
brujos, y esta alianza fue fatal para los cristianos. José Mukasa Balikuddembe,
consejero del rey, fue decapitado el 15 de noviembre de 1885; en mayo de 1886
fueron muertos Dionisio Sbuggwawo, Ponciano Ngondwe, Andrés Kaggwa, Atanasio
Bazzekuketta, Gonzaga Gonga, Matías Kalemba, Noé Mwaggali.
Después les tocó el turno a los pajes de los que
hablábamos; pero tres se salvaron, según el uso, sacados a suerte. Entre los
trece “mártires” se encontraba Mbaga Tuzinda, hijo del jefe de los verdugos.
Naturalmente trató repetidamente de salvarlo, pero él no quiso separarse de sus
compañeros. Entre ellos también había un niño de trece años, Kizito. Los veintidós
mártires de Uganda fueron beatificados por Benedicto XV, y canonizados por
Pablo VI el 18 de octubre de 1964, en presencia de los Padres del Concilio
Vaticano II; y el mismo Pablo VI consagró en 1969 el altar del grandioso
santuario construido en Namugongo, en donde los trece pajes, dirigidos por
Carlos Lwanga, quisieron “rezar hasta la muerte”.
Fuente: Catholic.net
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“Las maravillas de Dios, es decir, su autorrevelación en
el misterio inefable de la Santísima Trinidad, también hablan del hombre, dado
que el hombre es un sujeto al cual Dios quiso confiar su misterio"
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
Un misterio de Amor
“La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo esté con vosotros”. Así comenzamos en la misa
y así comenzamos hoy, en esta fiesta de la Santísima Trinidad. Esta fiesta es
como una coronación de todas las fiestas de Pascua en que vemos a Cristo
resucitado y glorificado a la diestra de Dios Padre, que envió a su Hijo para
salvarnos y que el Hijo juntamente con el Padre envían el Espíritu Santo para
santificarnos. Tres personas en un solo Dios: Un misterio oscuro, pero muy
cercano a nuestra vida, pues debe ser el centro de nuestra fe y nuestra vida.
Todo ser humano debe comprender que existe un Dios
creador. Sin la fe en Dios, el mundo sería absurdo, no tendría sentido. Pero
Dios no es ni tirano ni ajeno a nuestros planes y necesidades. Por eso se
escogió una nación para ir revelando la esencia de su ser de amor. La Sagrada
Escritura habla constantemente del gran amor de Dios a nosotros, que es una
expresión de la unión íntima e infinita de amor entre las personas de la
Santísima Trinidad. Mostraba su amor hacia su pueblo con ideas de amor sacadas
del noviazgo y matrimonio. Pero ese pueblo, en general, le rechazó. Y Dios
Padre envió a su Hijo para salvarnos. Jesús nos fue desvelando el gran misterio
de amor en Dios. Él con su Padre son una misma cosa. Y después de cumplir su
misión, envió el Espíritu Santo, Dios Consolador, que con sus gracias y dones
fructifica a la Iglesia.
Cuando iba a subir al cielo, Jesús envió a sus apóstoles
a bautizar por todo el mundo “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo”. Es la expresión del amor, que es la esencia principal de Dios. Nunca
podremos en esta vida comprender los misterios de la esencia de Dios; pero algo
atisbamos al saber que es amor. Porque el amor une; y el amor infinito une
infinitamente. Dios no es un dios solitario, sino que es un Dios-familia. Son
tres personas por donde circula la más entrañable corriente de amor. Por eso
nosotros imitaremos más a Dios cuanto más nos sintamos unidos en comunidad, en
familia o en pueblo. El amor es lo más importante en nuestra religión.
La Santísima Trinidad no es sólo un misterio para creer,
sino que es vida para vivir. En el nº 44 del Compendio del catecismo de la
Iglesia Católica se nos dice que el misterio de la Santísima Trinidad es el
centro de la fe y de la vida cristiana. Yo creo que gran parte de cristianos
hemos tenido este misterio por centro de nuestra fe, pero poco de nuestra vida
cristiana. Muchas veces hemos orado a Dios de una manera abstracta o
impersonal. No suele ser la comunicación de amor con un amigo, porque
intentamos hablar a la esencia de Dios, no a las personas. En este día de la
Santísima Trinidad les exhorto a tener más comunicación con nuestro Padre Dios,
a quien verdaderamente podemos llamar Padre, o si queremos, podemos llamarle
“papá”, como hacía Jesús. Y sentir sus caricias porque siempre está con
nosotros, “más íntimo que nuestra misma intimidad”. Y hablar con Jesús, que es
Dios y quiere ser nuestro amigo, que para eso ha querido quedarse en la
Eucaristía. Y hablar con el Espíritu Santo, que es Dios y nuestro Consolador,
nuestro Abogado, que camina con nosotros precisamente para estar a disposición
y dar abundantes gracias y dones a aquel que esté dispuesto.
Que cada vez que nos persignemos, nombrando a las tres
Divinas Personas, agradezcamos su gran amor hacia nosotros, y procuremos dar a
conocer ese inmenso amor con nuestra vida de caridad, “porque todo el que ama,
ha nacido de Dios y conoce a Dios, porque Dios es amor”. No somos llamados para
seres individualistas, sino a formar parte de una comunidad. Y siempre glorifiquemos
a Dios Padre, que nos ha creado, a Jesucristo, que nos ha redimido y nos espera
en el cielo, y al Espíritu Santo, que vive en nosotros para darnos la paz y
alegría cristiana.
P. Silverio Velasco
Poesía:
Sé poco de ti
Sé poco de ti, Tú lo sabes.
Poco de tu intimidad,
poco de tus disfraces,
poco de tus reacciones,
poco de tus amores,
poco de tu misterio insondable.
Para amarte día a día,
te dejaré ser,
no pondré trabas a tu osadía
y me emborracharé
en tus fuentes de vida.
Como Padre/Madre, Aitama,
mantén vivas nuestras vidas.
Como Hijo,
danos la fraternidad perdida.
Como Espíritu –huracán y brisa-,
lánzanos tu promesa última.
Sé poco de ti, Tú lo sabes.
Sé poco de ti,
abrázame.
F. Ulibarri
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Pensamientos sanadores
Entrega tus bloqueos para que fluya la paz
No eres sólo tú que deseas vivir en paz consigo mismo y
con los demás, sino que también éste es un anhelo de todo ser humano que goza
de un nivel aceptable de salud psicológica y espiritual.
Este deseo de paz intrínseco de cada persona, será
satisfecho en mayor o en menor medida, según la proporción de nuestra comunión
permanente con Dios y si asumimos nuestra propia realidad y la dejamos
transformar por el poder del Espíritu Santo. Entonces, experimentaremos cómo
los bloqueos que existían desaparecen progresivamente, y la paz interior
comienza a extenderse nuevamente en todas las áreas de la vida, de manera tal
que, sin esforzarnos, la irradiemos a nuestro alrededor.
Por eso, en este momento de sagrada oración, entrega a tu
Creador lo que puede estar bloqueando un abundante derramamiento de su Divina
Paz.
“Es auspiciosa la
palabra del Señor que has pronunciado”. Porque se decía a sí mismo: “Mientras
yo viva, habrá paz y seguridad”. Isaías 39, 8.
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 3. La corona de espinas
Si observas al Corazón de Jesús, pruebas un sentimiento
de pena. Es coronado de espinas, mana sangre, es traspasado su Corazón. Es el
símbolo de la vida de Jesús. Nacido en medio de sufrimientos, abraza al dolor,
abraza una cruz, la lleva al Calvario, muere crucificado.
Jesús valora el dolor y crea una escuela: "Quien
quiera venir en pos de mí, tome su cruz" (Mt.16,24). Es una frase un poco
amarga, un poco triste, pero es así. El dolor cristiano está para purificar,
para santificar las almas.
La cruz que Él te da es aquella que es buena para ti.
Trata de tener devoción a tu cruz; ámala, como la amaron los Santos, como la
amó Jesús.
Fuente: Web Católico de Javier
Nunca nos olvidemos de
agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos
de oración.
Nos llega un agradecimiento por las oraciones dispensadas
a favor de Ricardina G., de 87 años, residente en Nueva York (USA), que gracias
a Dios se está recuperando del ataque cerebro vascular y comienza a moverse y
hablar algunas palabras. El poder de la oración es maravilloso y el Señor
siempre nos escucha y responde a nuestros pedidos hechos con fe y amor.
Desde Bogotá, Colombia, nuestro amigo Carlos expresa su
agradecimiento a Dios nuestro Señor y a las personas que rezaron en días anteriores
por el joven Gabriel Iván (afectado de profundos problemas personales y
familiares) y por Nancy C. (operada en su cerebro). Por cierto que debemos
seguir rezando por estas personas para que sus problemas se vayan resolviendo
en forma plena con la bendición del Altísimo.
Desde Centro América nos agradecen oraciones hechas por
la señora Argentina, que vive en Tegucigalpa, y por Gesse, de Guatemala y
Lupita, de Honduras. Todas ellas se están recuperando gracias a la misericordia
del Señor.
Desde Texas, USA, agradecen oraciones hechas en favor de
Lisa que fue operada de un tumor cerebral. Nos sumamos dando gracias a Dios.
De Córdoba, Argentina, agradecen las oraciones que en
reiteradas oportunidades se hicieron por Roberto, de Villa Carlos Paz, que tuvo
una larga enfermedad oncológica y finalmente partió sereno y en paz al
encuentro de Dios hace tres días.
"Intimidad Divina"
La Santísima Trinidad
Después de haber considerado todos los misterios de la
salvación –desde el nacimiento de Cristo hasta Pentecostés–, la Iglesia dirige
su mirada al misterio primordial del cristianismo, la Santísima Trinidad,
fuente de todo don y de todo bien. E invita a los fieles a cantar sus
alabanzas: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo” (Aleluya). La revelación
de la Trinidad pertenece al Nuevo Testamento; el Antiguo intenta todo él
proclamar y exaltar la unidad de Dios: uno solo es el Señor. Israel que vivía
en contacto con pueblos paganos, necesitaba ser advertido continuamente de esta
verdad para no caer en la idolatría. El Antiguo Testamento celebra la grandeza
de Yahvé, único Dios: él es el Creador de todo el universo, el Señor absoluto;
… es el pastor que va en busca de sus criaturas para ayudarlas, defenderlas del
mal y atraerlas a sí.
El nuevo pueblo de Dios –la Iglesia– goza de privilegios
mayores aún, fruto de la encarnación del Hijo de Dios y de su pasión, muerte y
resurrección. Con la venida de Cristo, Dios se revela al mundo en el misterio
de su vida íntima y de la perfección y fecundidad de su acto cognoscitivo y
amoroso, por el que es Padre que engendra al Verbo y es comunión de la que
procede el Espíritu Santo. Y la cosa más admirable es que Dios entra ya en
relaciones con los hombres no sólo como único Señor y Creador, sino también
como Trinidad: pues es Padre que los ama como a hijos en su único Hijo y en la
comunión con el Espíritu Santo. Este privilegio no está reservado a un solo
pueblo, sino que se extiende a todos los hombres que aceptan el mensaje de
Cristo.
El Espíritu Santo ha sido enviado a los hombres para que
los transforme interiormente y los convierta en hijos a imagen del Hijo. A él
se le atribuye esta regeneración íntima, verdadero renacer espiritual; él es su
autor y, al mismo tiempo, su testigo, que infundiendo en el creyente la íntima
convicción de ser hijo de Dios, lo anima a amarle e invocarle como a Padre. Mas
para que el Espíritu Santo pueda cumplir su obra, es necesario dejarse dirigir
por él a imitación de Cristo que en todas sus obras era movido por el Espíritu
Santo. “Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de
Dios” (Rm 8, 14). No hay modo más hermoso de honrar a la Trinidad sacrosanta y
atestiguarle amor, que vivir en plenitud sus dones y, por ello, abrirse a la
acción del Espíritu Santo, para comportarse como hijos del Padre y hermanos de
Cristo.
Oh Eterno Padre,
postrados a tus pies en humilde adoración, nos consagramos enteramente a la
gloria de tu Hijo Jesús, Verbo Encarnado. Tú lo has constituido Rey de nuestras
almas; sométele, pues, nuestro corazón y nuestra alma; toda fibra de nuestro
ser esté sometida a sus órdenes y a sus inspiraciones. Haz que, unidos a él,
seamos llevados en tu seno y consumados en la unidad de tu amor. Oh Jesús, haz
que nuestra vida, en unión a la tuya, esté toda consagrada a la gloria de tu
eterno Padre y al bien de las almas. Sé tú nuestra sabiduría, nuestra justicia,
nuestra santificación, nuestra redención y nuestro todo. Santifícanos en la
verdad. Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, establécete en nuestro corazón
como un horno de amor y haz que nuestros pensamientos, nuestros afectos y
nuestras acciones suban a lo alto como llamas ardientes, hasta el seno del
Padre. Haz que toda nuestra vida sea un Gloria Patri et Filio et Spiritui
Sancto. Oh María, Madre de Jesús, Madre del divino Amor, fórmanos según el
corazón de tu divino Hijo. (C. Marmión, Consagración a la Santísima Trinidad)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.