PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1730 ~ Sábado
9 de Junio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Una señora muy pobre telefoneó para un programa cristiano
de radio pidiendo ayuda, pues no tenía nada que comer.
Un brujo del mal que por casualidad oía el programa
consiguió su dirección, llamó a sus secretarios y ordenó que compraran
alimentos y los llevaran hacia la mujer, con la siguiente instrucción: Cuando
ella pregunte quien mandó estos alimentos, respondan que fue el DIABLO.
Cuando llegaron a la casa, la mujer los recibió con
alegría y fue inmediatamente guardando los alimentos que le llevaron los
secretarios del brujo. Al ver que ella no preguntaba nada, ellos le
preguntaron: ¿Señora no quiere saber quién le envió estas cosas? La mujer, en
la simplicidad de la fe, respondió:
- No, hijito… No es preciso. Cuando Dios manda, ¡hasta el
diablo obedece!
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, dijo Jesús a las gentes en su
predicación: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje,
ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y
los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas
so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa».
Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo
echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho.
Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del
as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta
viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues
todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que
necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir».
(Mc 12,38-44)
Comentario
Hoy, como en tiempo de Jesús, los devotos —y todavía más
los “profesionales” de la religión— podemos sufrir la tentación de una especie
de hipocresía espiritual, manifestada en actitudes vanidosas, justificadas por
el hecho de sentirnos mejores que el resto: por alguna cosa somos los
creyentes, practicantes... ¡los puros! Por lo menos, en el fuero interno de
nuestra conciencia, a veces quizá nos sentimos así; sin llegar, sin embargo, a
“hacer ver que rezamos” y, menos aún a “devorar los bienes de nadie”.
En contraste evidente con los maestros de la ley, el
Evangelio nos presenta el gesto sencillo, insignificante, de una mujer viuda
que suscitó la admiración de Jesús: «Llegó también una viuda pobre y echó dos
moneditas» (Mc 12,42). El valor del donativo era casi nulo, pero la decisión de
aquella mujer era admirable, heroica: dio todo lo que tenía para vivir.
En este gesto, Dios y los demás pasaban delante de ella y
de sus propias necesidades. Ella permanecía totalmente en las manos de la Providencia.
No le quedaba ninguna otra cosa a la que agarrarse porque, voluntariamente, lo
había puesto todo al servicio de Dios y de la atención de los pobres. Jesús
—que lo vio— valoró el olvido de sí misma, y el deseo de glorificar a Dios y de
socorrer a los pobres, como el donativo más importante de todos los que se
habían hecho —quizá ostentosamente— en el mismo lugar.
Todo lo cual indica que la opción fundamental y salvífica
tiene lugar en el núcleo de la propia conciencia, cuando decidimos abrirnos a Dios
y vivir a disposición del prójimo; el valor de la elección no viene dado por la
cualidad o cantidad de la obra hecha, sino por la pureza de la intención y la
generosidad del amor.
Rev. D. Enric PRAT i Jordana (Sort, Lleida, España)
Santoral Católico:
San Efrén
Diácono y Doctor de la
Iglesia
Poco es lo que sabemos de la vida de San Efrén. Nació en
Nisibi, en la Mesopotamia septentrional a comienzos del siglo IV, probablemente
en el 306. Por lo tanto, tenía siete años cuando Constantino promulgó el edicto
de Milán. Pero parece que Efrén no pudo gozar de la libertad de culto en el
seno de la propia familia, porque el padre era sacerdote pagano y no estaba de
acuerdo con la formación cristiana que la piadosa madre quería impartirle. A
Los 18 años recibió el bautismo y vivió del propio trabajo, en Edesa, como
empleado en un baño público. En el 338 Nisibi fue atacada por Los Persas, y
Efrén acudió en su ayuda.
Cuando Nisibi cayó en mano de Los Persas, Efrén, que ya
era diácono, se estableció definitivamente en Edesa en el 365, y allí dirigió
una escuela. Allí murió el 9 de junio del 373. Benedicto XV lo declaró doctor
de la Iglesia en 1920. La tradición nos lo recuerda como un hombre austero. No
conocía el griego y probablemente esta era la razón por la cual no encontramos
en su obra literaria ese influjo teológico contemporáneo, caracterizado por Las
controversias trinitarias. Él es el transmisor genuino de la doctrina cristiana
antigua. El medio usado por San Efrén para la divulgación de la verdad
cristiana es sobre todo la poesía, por lo cual con razón se lo ha definido “la
cítara (o el arpa) del Espíritu Santo”.
En su época se estaba organizando el canto religioso
“alternado” en Las iglesias. Los iniciadores fueron San Ambrosio en Milán y
Diodoro en Antioquía. El diácono de Nisibi, en Las fronteras de la cristiandad
y del mundo romano, compuso en la lengua nativa poesías de contenido didáctico
o exhortativo, y propias para adaptarlas al canto colectivo. El carácter
popular de sus poesias hizo que pronto se difundieran muchísimo. Gracias
también a las cuidadosas traducciones en griego, pronto pasaron de Siria al
Oriente mediterráneo.
Efrén no escribía para buscar éxitos literarios; él se
servía de la poesía como un excelente medio pastoral. Hasta en las homilías y
en los sermones usaba este medio como captación y seducción del espíritu. El
profundo conocimiento de la Sagrada Escritura le ofrecía a su rica vena poética
el elemento más original para penetrar en los misterios de la verdad y sacar
útiles enseñanzas para el pueblo de Dios. Efrén es también el poeta de la
Virgen, a la que dirigió 20 himnos y a quien se dirigía con expresiones de
tierna devoción. El llamaba a María “más resplandeciente que el sol,
conciliadora del cielo y de la tierra, paz, alegría y salud del mundo, corona
de las vírgenes, toda pura, inmaculada, incorrupta, beatísima, inviolada, venerable,
honorable...”.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Amor, gloria y alabanzas
sean dadas por siempre
al Corazón de nuestro adorable Salvador,
que es todo amor,
todo amoroso y todo amable”
Santa Margarita María de Alacoque
Cuentos de Mamerto Menapace:
La quemazón y las semillas
No te dejes vencer
por el yuyal. Al contrario, vence al yuyo por medio del trigal (cf. Rom 12,
21).
La vida es en gran parte posibilidad y disponibilidad,
igual que la tierra. Es fértil. Pero no sólo es fértil; tiene también una
historia. Y esa historia ha dejado en ella semillas que estarán siempre al
acecho de la oportunidad que les permita brotar. Toda tierra fértil contiene en
su humus semillas de yuyos que duermen en espera de que ella sea removida por
el cultivo. No es culpa de la tierra: es consecuencia de su historia. Es el
riesgo de ser fértil y estar en disponibilidad.
Ese grupo de hombres se había encariñado con la tierra
descubierta. Y a través de su cariño comenzó a sensibilizarse por el dolor de
su tierra cubierta por el pajonal. Tal vez ni siquiera supieran gran cosa del
paso por ella de los ladrilleros, ni de los especialistas en su fauna y en su
flora. Lo que vieron fue cómo los pastitos pequeños morían ahogados por las
grandes matas de yuyos que acaparaban la fertilidad que la tierra destinaba
para todos. A medida que se internaron en el yuyal vieron también que la luz no
llegaba a los pastos pequeños, porque al extender los grandes sus ramajes
acaparaban lo que el sol derramaba para todos sobre la tierra.
Y ese grupo de hombres con cariño por la tierra, tuvo así
la experiencia de la opresión, del abuso, de lo que no debía ser. Junto a su
sentimiento de amor y de cariño por la tierra, sintieron también otro
sentimiento, mezcla de rabia y de impotencia.
Por eso se alegraron cuando vieron incendiarse el
pajonal. Y ellos mismos ayudaron a desparramar el fuego, ayudados por el viento
de Dios que siempre sopla sobre la tierra en caos. Y a la luz del incendio
vieron derrumbarse los viejos matorrales y aparecer de nuevo el rostro de la
tierra, que es rostro de fiesta y de esperanza.
Pero ¿estaba con eso la tierra liberada? No.
Absolutamente no.
Simplemente estaba de nuevo la tierra disponible.
Disponible para la siembra y también disponible para el rebrote de todas esas
semillas del viejo yuyal.
Hasta aquí, en cierta manera, nada había habido de
específico en el actuar de aquellos hombres. Habían colaborado en un proceso
que volvía a poner la tierra en disponibilidad. Habían sido simples compañeros
de otras fuerzas que actuaban de acuerdo con el antiguo yuyal instalado. Pero
al llegar a este momento comenzaron a darse cuenta de que su misión se
diversificaba. De que su misión con respecto a esa tierra concreta, disponible
para futuros proyectos, era distinta de la de los elementos que hasta allí
habían sido sus colaboradores: el viento, el fuego, la luz. Ahora su tierra
comenzaba a crear nuevas estructuras. Y en la exigencia concreta del futuro, la
tierra tenía derecho a exigir de ellos algo específico. Comenzaba para ellos su
auténtica misión: la de sembradores. Eran los hombres de la semilla. De una
realidad pequeña pero poderosa y portadora de una vida nueva.
De una vida y de una realidad que la tierra nunca podría
producir por sí misma. De algo que tiene que venir de afuera. La realidad de la
que estos hombres eran portadores, no pertenecía a la vieja historia de esa
tierra. La realidad del trigal, tenía para ella mucho de irrupción, de
desembarco. Y sin embargo, desde siempre había estado abierta a la posibilidad
del trigal. En lo profundo de su posibilidad, junto a las viejas semillas del
yuyal, dormía la esperanza del trigal.
Se hacía urgente para aquellos hombres dedicar todo su
esfuerzo concentrándose en la siembra. Ya no se trataba de luchar contra el
viejo yuyal, batido en retirada. Había que medirse con el yuyal nuevo que
rebrotaba de la vieja historia de la tierra. El viejo egoísmo acaparador, la
antigua violencia prepotente, el abuso de usar para sí lo que estaba destinado
para todos. Todas estas realidades volvían a subir desde la tierra trepando por
los tallos jóvenes del nuevo yuyal.
Luchando contra ello directamente, nada se lograría para
la tierra y todo gesto de esos hombres estaría vacío de contenido auténtico.
Sólo se regresaría indefinidamente al mismo punto de
partida, dejando a la tierra en disponibilidad para las viejas semillas del
yuyal, cuando a los hombres los venciera finalmente el cansancio.
Por eso estos hombres se internaron con cariño en aquella
tierra abierta y disponible, sembrándola con la semilla de Dios. Con la semilla
del amor, del desinterés, del olvido de sí mismo, entregando a los demás por
renuncia hasta eso mismo que estaba destinado para ellos. Porque también ellos
tenían un proyecto bien lúcido para la tierra en liberación: su proyecto era
llevarla a trigal. Trigal que es tierra liberada. Tierra en la que se ha
liberado su capacidad de pan, para ser partido en cada mesa.
Conozco trozos de tierra humilde, donde el yuyal ha sido
vencido por el trigal. Son los manchones de tierra liberada por la siembra, que
alimentan a nuestra patria.
Elija una sola
estrella quien quiera ser sembrador.
Pensamientos sanadores
Pide la capacidad de desarrollar en ti el optimismo
Hay muchas formas de catalogar los diversos
comportamientos de los seres humanos. Una manera sencilla de clasificarnos
sería solamente en: pesimistas y optimistas.
¿Cuál es la diferencia? Los pesimistas son aquellas personas
que convierten las oportunidades en dificultades; en cambio, los optimistas son
quienes transforman las dificultades en oportunidades.
De hecho, la persona que sabe apuntar sobre lo positivo
crea en su entorno un ambiente de optimismo que contagia a los demás.
El pesimista ni siquiera intenta producir cambios.
Tú, ¿en qué categoría te encuentras?
Si Dios está con
nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Pero en todo esto obtenemos una amplia
victoria, gracias a aquel que nos amó. Romanos 8, 31 y 37
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 9. El pecado venial
En el tribunal de Anás, Jesús recibe una bofetada de un
siervo y en la humildad de su Coraz6n exclama: El pecado venial deliberado es
una bofetada a Jesús; no lo pone en la cruz como el pecado mortal, pero es
siempre un agravio, una injusticia, una ofensa.
¿Qué diríamos de un criado que obedeciese los mandatos
del amo, pero despreciase sus deseos Y sus consejos? ¿Qué diríamos de un hijo
que diese una bofetada a su madre? Nosotros hacernos algo peor con Jesús cuando
cometemos el pecado venial.
Fuente: Web Católico de Javier
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el almita de Renzo Conrado P. V. quien
sufrió una infección generalizada falleciendo el día 7, de Resistencia, Chaco, Argentina.
Que los ángeles del cielo lo pongan en la presencia de Dios y de María para
toda la eternidad.
Pedimos oración por María Malu A., de México, internada
para ser operada de hernias de disco y además tiene una lesión en una arteria
del corazón. Que la Virgen de Guadalupe interceda por ella para que Jesús la
ayude y todo se resuelva de la mejor manera.
Pedimos oración por Clara María B., que vive en Nicaragua
y hace once años padece esquizofrenia, por lo que ahora ha sido internada para
procurar estabilizar y mejorar su enfermedad. Que el Señor esté con ella y la
ayude a conseguir la ansiada recuperación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas
Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las
suscripciones son gratuitas y se realizan únicamente por invitación. Hay que
solicitarlas a Melissa, la moderadora del Grupo a: picaflor05@gmail.com o a: picaflor.cl@gmail.com
Las inscripciones son moderadas y pueden demorar un par
de días, siendo importante que no te suscribas desde una computadora de tu
oficina o lugar laboral, y que sólo te inscribas si de verdad estás dispuesto/a
a leer todos los días nuestros mensajes e incluso compartirlos con tus amigos y
conocidos reenviándoselos por correo electrónico.
Felipe de Urca
"Intimidad Divina"
La alabanza perenne
La Santa Misa, acto supremo del culto, no es un acto
aislado. La Iglesia, siguiendo el precepto evangélico “orar siempre, sin
cansarse nunca” (Lc 18, 1), ha querido desde el comienzo de su existencia
acompañarla con la recitación de himnos y salmos para prolongar en las diversas
horas del día y aun de noche la plegaria de alabanza, de acción de gracias y de
intercesión. La tradición católica, y con ella el Concilio Vaticano II,
considera esta oración como la prolongación del himno de alabanza que Cristo
mismo inició en la tierra con su Encarnación, y al que ha querido asociar a
toda la humanidad. “Cristo Jesús –dice el Concilio– al tomar la naturaleza
humana, introdujo en este exilio terrestre aquel himno de alabanza. Porque esta
función sacerdotal se prolonga a través de su Iglesia, que sin cesar alaba al
Señor e intercede por la salvación de todo el mundo, no sólo celebrando la
Eucaristía, sino también… recitando el Oficio divino” (SC 83). Cuando
sacerdotes, religiosos o grupos de fieles recitan el Oficio divino, tienen el
pleno derecho de pensar que su débil voz se eleva a Dios sostenida por la voz
omnipotente de Cristo: “Jesús ora por nosotros como nuestro sacerdote –dice San
Agustín–; ora en nosotros como nuestra cabeza… Reconozcamos, pues, nuestras
voces en él y su voz en nosotros”
El Oficio divino –o Liturgia
de las Horas– se compone en su mayor
parte de textos sacados de la Sagrada Escritura y por tanto inspirados por el
Espíritu Santo. A través de ellos y en especial de los salmos “el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rm 8, 26), mientras en las
lecturas bíblicas nos instruye con la Palabra de Dios. Por eso el Oficio
divino, como dice el Concilio, “es fuente de piedad y alimento de la oración
personal” (SC 90); mas para que lo sea efectivamente es preciso que, “al
recitarlo, la mente concuerde con la voz” (ib). En el pensamiento de la
Iglesia, el Oficio divino debe ser una auténtica alabanza de Dios no sólo por
su valor intrínseco sino también por el empeño del que lo recita, de modo que
su oración personifique y represente el fervor, el amor y la devoción con que
la Iglesia misma quiere alabar a su Señor.
En efecto, recitando el Oficio divino, se cumple “la
obligación de la Iglesia” (SC 85), la cual expresa su oración con el corazón y
los labios de sus hijos. La celebración de la Liturgia de las Horas ha de estar
vivificada y sostenida por este sentido eclesial… para abarcar con su plegaria
las intenciones y necesidades de toda la Iglesia y aun de toda la humanidad,
alabando, agradeciendo e implorando por todos los hombres. Sólo así alcanza el
Oficio divino su fin de “consagrar el curso entero del día y de la noche” (SC
84) por medio de la alabanza de Dios, se convierte en verdadera Liturgia de las Horas y al mismo tiempo
en eficaz medio de santificación, o sea de progreso espiritual y de unión con
Dios, para quien lo celebre. La palabra de Dios de la que todo él está entretejido,
vendrá a ser el alma de la oración personal, y eso no sólo durante el tiempo de
rezo; pues muchas veces un verso de los salmos u otra frase de la Escritura,
captados durante la recitación devota, servirán de punto de partida para la
elevación del corazón a Dios durante el día y acaso como alimento de la vida
interior durante todo un período.
Oh Señor, tus oídos
no están atentos a la boca sino al corazón; no están abiertos a la lengua, sino
a la vida del que te alaba. Haz que yo no cese de vivir bien, para poder
alabarte sin interrupción… Si alguna vez mi lengua tiene que callar, que grite
mi vida; y tus oídos estarán atentos a mi corazón. Como los oídos de los
hombres están atentos a mi voz, así los tuyos a mi corazón… No quiero quedarme
sólo en la voz: cuando te alabo, quiero alabarte con todo mi ser; cante mi voz,
cante mi vida, canten mis acciones. Y si todavía aquí tengo que gemir, que
sufrir tribulaciones, que ser tentado, espero que todo pasará y llegará el día
en que mi alabanza no se acabará. (San Agustín).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.