PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1733 ~ Martes
12 de Junio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Si siempre tenemos el deber de rezar, mucho más tenemos
el deber y la necesidad de orar cuando somos tentados por el mundo, el demonio
o la carne, puesto que si queremos salir victoriosos de la batalla en la que
estamos inmersos y en que se juega nuestro destino eterno, tenemos que rezar,
ya sea con oraciones hechas, o jaculatorias o simplemente pidiendo auxilio a
Dios con nuestras palabras.
Ya ha dicho San Alfonso María de Ligorio que el que reza
se salva y el que no reza se condena. Pues bien, cuando llega la tentación -que
a todos nos llega, porque mientras vivimos en este mundo estamos sujetos a
ella-, tenemos que echar mano de forma urgente a la oración, porque así es como
se vencen las tentaciones.
¡Ay de quien se
quiera salvar y defender solo, sin la ayuda de Dios que se obtiene con la
oración! Estará irremediablemente perdido porque el demonio y las demás fuerzas
son más fuertes que nosotros, y seremos vencidos miserablemente. Es necesario
que invoquemos a Dios en nuestro auxilio, porque “el que pide, recibe”, ha
dicho el Señor, y es promesa de un Dios.
“¡Vigilad y orad!” dijo Jesús a sus apóstoles en el
Huerto, y nos lo dice también a cada uno de nosotros. Por eso no bajemos la
guardia, no dejemos la oración, e intensifiquémosla cuando seamos tentados.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros
sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya
no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la
cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del
celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la
casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
(Mt 5,13-16)
Comentario
Hoy, san Mat eo nos recuerda aquellas palabras en las que
Jesús habla de la misión de los cristianos: ser sal y luz del mundo. La sal,
por un lado, es este condimento necesario que da gusto a los alimentos: sin
sal, ¡qué poco valen los platos! Por otro lado, a lo largo de los siglos la sal
ha sido un elemento fundamental para la conservación de los alimentos por su
poder de evitar la corrupción. Jesús nos dice: —Debéis ser sal en vuestro
mundo, y como la sal, dar gusto y evitar la corrupción.
En nuestro tiempo, muchos han perdido el sentido de su
vida y dicen que no vale la pena; que está llena de disgustos, dificultades y
sufrimientos; que pasa muy deprisa y que tiene como perspectiva final —y bien
triste— la muerte.
«Vosotros sois la sal de la tierra» (Mt 5,13). El
cristiano ha de dar el gusto: mostrar con la alegría y el optimismo sereno de
quien se sabe hijo de Dios, que todo en esta vida es camino de santidad; que
dificultades, sufrimientos y dolores nos ayudan a purificarnos; y que al final
nos espera la vida de la Gloria, la felicidad eterna.
Y, también como la sal, el discípulo de Cristo ha de
preservar de la corrupción: donde se encuentran cristianos de fe viva, no puede
haber injusticia, violencia, abusos hacia los débiles... Todo lo contrario, ha
de resplandecer la virtud de la caridad con toda la fuerza: la preocupación por
los otros, la solidaridad, la generosidad...
Y, así, el cristiano es luz del mundo (cf. Mt 5,14). El
cristiano es esta antorcha que, con el ejemplo de su vida, lleva la luz de la
verdad a todos los rincones del mundo, mostrando el camino de la salvación...
Allá donde antes sólo había tinieblas, incertidumbres y dudas, nace la
claridad, la certeza y la seguridad.
Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona, España)
Santoral Católico:
San Juan de Sahagún
Predicador
“¡Padre, no has sabido frenar tu lengua! Señor Duque,
dígame para qué he subido al púlpito, ¿para anunciar la verdad a cuantos me
escuchan o para adularlos vergonzosamente?”. Este tenso diálogo tuvo lugar entre
el indignado duque de Alba, presente en la función religiosa, y el agustino
fray Juan de Sahagún, que había pronunciado el sermón. Aquel día el P. Juan,
aprovechó la presencia en la iglesia de muchos nobles de la ciudad y de las
autoridades civiles para denunciar el mal gobierno de la administración y las
injusticias perpetradas por los poderosos con daño de las personas más débiles,
los latrocinios más o menos encubiertos, los fomentadores de banderías, y la
opresión a los súbditos. En Salamanca Juan se había convertido en punto de
referencia segura para todos. El público se sentía atraído por el predicador
“amable”, pero a la vez valiente y justo.
Juan había nacido en Sahagún, provincia de León (España),
hacia 1430. Hijo de Juan González de Castillo y Sancha Martínez, el mayor de
siete niños, el primero después de 16 años de esterilidad y frustración. De
joven un tío suyo le proporcionó un empleo en la curia episcopal de Burgos, al
que iba unido un beneficio eclesiástico. Después fue ordenado sacerdote.
Pero a los 33 años Juan entró en crisis. No se sentía a
gusto en la viña del Señor sin trabajar en ella. Fue así cómo, al morir el
obispo, cambió el rumbo de su vida y se hizo agustino, dedicándose de lleno al
apostolado, con la predicación al pueblo sencillo, la promoción de la paz y de
la convivencia social, siempre en defensa de los oprimidos y de sus derechos
conculcados.
“Si se me preguntase acerca del comportamiento de fray
Juan - testimonia uno de sus contemporáneos – en relación con pobres y afligidos,
con viudas y niños explotados, con los necesitados y los enfermos, deberé
responder que ya de naturaleza se mostraba habitualmente impelido a ayudar a
todos con palabras o con limosnas. Y puso particular interés en conducir a
todos a la paz y a la concordia después de haber apagado enemistades y
desavenencias. Viviendo en Salamanca, encontrándose la entera ciudad dividida
en bandos a causa de divergencias civiles, consiguió evitar muchas luchas
sangrientas”.
Debido a sus reiteradas tentativas a favor de la
pacificación, en 1476 los nobles de Salamanca firmaron un solemne pacto de
perpetua concordia. La fuerza y el valor en sus actuaciones lo sacaba de la
eucaristía, que celebraba diariamente con extraordinaria devoción.
Murió en 1479. El proceso acerca de su vida y virtudes se
concluyó con la beatificación, en 1601, y con la canonización, que tuvo lugar
en 1690. Las reliquias del santo se conservan en la catedral nueva de
Salamanca, ciudad llena de lugares cuyos nombres recuerdan los portentos obrados
por el Santo en vida y después de la muerte.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“Al Corazón de Jesús le agradan mucho
los servicios de los pequeños y humildes de corazón,
y paga con bendiciones sus trabajos”
Santa Margarita María de Alacoque
Tema del día:
Saber estar con Jesús
• 1) Para saber
La fiesta del Corpus Christi fue instituida por el Papa
Urbano IV. Uno de las causas que le motivó fue el llamado “Milagro de Bolsena”.
En el año 1263, un sacerdote de Bohemia estaba de paso
por la ciudad de Bolsena, en la actual Italia. Cuando celebró la Santa Misa en
la iglesia de Santa Cristina dudó sobre la presencia real de Cristo en la
Eucaristía. Dudaba que sus palabras en la consagración obraran el milagro de la
transubstanciación, es decir, la admirable conversión de la sustancia del pan
en el Cuerpo del Señor y de la sustancia del vino en su Sangre, como cree y
enseña la Iglesia. En ese preciso momento vio, atónito, cómo los corporales
sobre los que se celebraba la Eucaristía se empapaban de la sangre de Cristo.
El corporal es un lienzo de lino blanco sobre el que se coloca el cáliz y la
patena que contienen la Sangre y el Cuerpo de Cristo respectivamente. Todos los
presentes también presenciaron el milagro y estaban estupefactos.
Al terminar la ceremonia decidieron llevarle los
corporales al Papa Urbano IV que se encontraba en Orvieto. Desde entonces, en
este lugar, se pueden observar los corporales manchados de sangre.
El famoso artista Rafael Sanzio pintó en el Vaticano un
fresco dedicado a este milagro, conocido como “La Misa de Bolsena”.
• 2) Para pensar
El pasado jueves, el santo padre Benedicto XVI celebró la
Santa Misa con motivo de la Solemnidad del santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
Después presidió la procesión eucarística que recorrió varias calles de Roma.
En la homilía se refirió a la importancia que tiene en
nuestras vidas adorar al Santísimo, a nuestro Señor Jesucristo. Al
arrodillarnos, todos nos ponemos al mismo nivel: “Estar en un silencio
prolongado ante el Señor presente en su Sacramento, es una de las experiencias
más auténticas de nuestro ser Iglesia, que se acompaña en modo complementario
con la celebración de la Eucaristía, escuchando la Palabra de Dios, y
acercándose juntos a la mesa del Pan de vida. Comunión y contemplación no se
pueden separar, van juntos”, concluyó.
El Papa señalaba que para comunicarse verdaderamente con
otra persona hay que conocerla, saber estar en silencio cerca de ella,
escucharla, mirarla con amor. El verdadero amor y la verdadera amistad viven
siempre de esta reciprocidad de miradas, de silencios intensos, elocuentes,
plenos de respeto y veneración, de manera que el encuentro se viva
profundamente, de modo personal y no superficial. De manera similar nuestra
adoración al Señor nos lleva a contemplarle en silencio y mirarle con amor.
Nuestra comunión sacramental ha de estar preparada por el
coloquio de la oración, por nuestra contemplación en la adoración. De ese modo
será más fructífera.
Pensemos si dedicamos unos momentos de nuestro día para
estar, escuchar y mirar a nuestro Señor.
• 3) Para vivir
Nuestra vida transcurre en relación con los demás,
especialmente con quienes amamos. Por ello es natural que nos comuniquemos con
ellos. Si amamos al Señor, lo más natural también será que nos comuniquemos
frecuentemente con Él.
Tal vez nos podemos pensar que no sabemos cómo orar. San
Josemaría nos aconseja: «¿Que no sabes orar? Ponte en la presencia de Dios, y
en cuanto comiences a decir: “Señor, que no sé hacer oración...”, está seguro
de que has empezado a hacerla» (Camino 90).
Pbro. José Martínez Colín
Pensamientos sanadores
Revístete de las vestiduras de Cristo
Dios te ofrece en este día revestirte con las vestiduras
de su gracia y calzarte con el calzado de su fortaleza; de ese modo no andarás
desnudo, descalzo e indefenso por la vida, sino que revestido por sus
ornamentos, puedas ser protegido de toda acechanza de mal e ir recibiendo la
transformación interior, por medio de la cual, él va haciendo con su Espíritu
nuevas todas las cosas.
Recuerda que en los combates cotidianos no estás solo; el
Señor está de tu lado y quiere ayudarte envolviéndote con el manto de su amor.
Él quiere cuidarte para que puedas llevar adelante la
misión que te ha confiado y desea calzar tus pies con sus sandalias para que,
fortalecido en tus pasos, puedas avanzar decididamente y superar todo lo que te
mantenía paralizado, impidiéndote avanzar.
De pronto, apareció
el Ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a
Pedro y lo hizo levantar diciéndole: “¡Levántate rápido!”. Entonces las cadenas
se le cayeron de las manos. El Ángel le dijo: “Tienes que ponerte el cinturón y
las sandalias”, y Pedro lo hizo. Después le dijo: “Cúbrete con el manto y
sígueme”. Hechos 12, 7 y 8.
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 12. La confesión
El Corazón de Jesús es un corazón de padre y como el
padre está siempre dispuesto a perdonar las culpas del hijo; el Corazón de
Jesús quiere hallar el medio con el que tú puedes encontrar siempre el perdón de
tus pecados.
Le presentaron a Jesús 10 leprosos y Él les dijo:
"Id a presentaros a los sacerdotes". Ellos obedecieron y fueron
curados. Jesús quiere así prepararnos con el sacramento de la Penitencia que
instituyó cuando dijo a sus discípulos: "Recibid el Espíritu Santo. A
quienes perdonéis los pecados les serán perdonados; a quienes se los retengáis
les serán retenidos".
El mismo Concilio de Trento llama a la confesión segunda
tabla de salvación después del naufragio. ¿Y tú no la estimas?
Fuente: Web Católico de Javier
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Mercedes A. M., que vive en ciudad de
Guatemala y será intervenida quirúrgicamente, de las vías biliares, para que
los médicos tratantes sean guiados por el Espíritu Santo y que todo salga muy
bien. La ponemos en las manos de nuestro amado Jesucristo y de la Virgen María.
Pedimos oración por Patricia G. de Chiapas, México, quien
esta desde hace mucho tiempo con ilusión de formar una familia, y en su
búsqueda ha tenido ya un par de experiencias de las cuales ha procreado dos
niños. Sin embargo no ha podido concretar su deseo de constituir una familia
cristiana como Dios manda, por lo que pedimos hacer mucha oración por ella, ya
que su baja autoestima y el tomar decisiones quizás equivocadas la han sumido
en una gran tristeza. Le pedimos a Dios nuestro Señor y a nuestra Madre
Santísima la iluminen para que ella pueda valorarse como persona, valorar a
esas dos bendiciones que Dios le ha dado y pueda salir de ese estado depresivo
en el que se encuentra.
Pedimos oración por la señora Eva M. M., de México, de 94
años, quien se cayó y se rompió la cabeza del fémur y parte de la cadera. Su
situación es muy delicada ya que la tienen que trasladar de La Paz, Baja
California a la Ciudad De México para su intervención quirúrgica. También
seguimos pidiendo oración por José Alberto F. G., de México, quien ya está en
coma inducido. Que nuestra Madre de Guadalupe y el amado Beato Juan Pablo II
intercedan ante Jesús por la recuperación de estos queridos hermanos nuestros.
Pido una especial oración por María Rosa y Emilio, matrimonio de Buenos Aires, Argentina, tíos en el afecto del autor de esta página, para que el Señor los bendiga y les devuelva sus mejores condiciones de salud.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención
del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com
"Intimidad Divina"
Misterio de fe
En el canon de la Misa se llama a la Eucaristía “Misterio
de fe”, pues, en efecto, sólo la fe puede hacer reconocer a Dios presente bajo
las sagradas especies. Aquí los sentidos no sirven para nada, antes la vista,
el tacto, el gusto inducen a engaño, al no advertir más que un poco de pan y de
vino. Pero es la palabra del Hijo de Dios, la palabra de Cristo la que ha
declarado: “Esto es mi cuerpo… Esta es mi sangre”, y bajo esta palabra el
cristiano cree seguro: “Creo todo lo que dijo el Hijo de Dios; nada más
verdadero que esta Palabra de verdad” (Adoro
te devote). “Por lo tanto –enseña Pablo VI–
nuestro Salvador está presente en su humanidad no sólo a la derecha del
Padre, según su modo de existir natural, sino también en el sacramento de la
Eucaristía según un modo de existir que, si es inexpresable para nosotros en
palabras, sin embargo con la mente ilustrada por la fe, podemos entender y
debemos firmísimamente creer que es posible para Dios”. Muchos creen en la
Eucaristía y no tienen dudas que oponer, pero su fe es lánguida. La costumbre
debilita las impresiones y así acaece que hasta las cosas más santas dejan
indiferentes a los que las consideran de modo superficial. Aun frecuentando la
Iglesia (…) no es difícil permanecer un tanto fríos e insensibles. Se cree en
la presencia real de Jesús, pero no se advierte la grandeza de esta inefable
realidad… Hay que pedir una fe más viva; hay que repetir con humildad y
confianza la hermosa oración de los Apóstoles; “Auméntanos la fe” (Lc 17, 5).
Cuando anunció Jesús la Eucaristía, “muchos de sus
discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él” (Jn 6, 66). Pedro, en
cambio, en nombre de los Apóstoles, dio este hermoso testimonio de fe: “Señor…
tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el
Santo de Dios” (ib 68-69). La fe en la Eucaristía es la piedra de toque de los
verdaderos seguidores de Jesús y cuanto más intensa es, tanto más íntima y
profunda amistad con Cristo revela. Para tener una fe viva y profunda en la
Eucaristía –como en cualquier otro misterio–
se precisa esa “atracción” interior que sólo de Dios puede venir, pero a
la que ha de disponerse cada uno, solicitando esa gracia con la oración. Pero
como esta virtud infundida por Dios mediante el bautismo es, al mismo tiempo,
una adhesión voluntaria del entendimiento a las verdades reveladas, está en el
hombre querer creer y empeñar en ese acto toda la fuerza de su voluntad.
La fe en la Eucaristía debe llevar ante todo a un celo
grande por la Misa, centro vital de la misma Eucaristía, y por lo tanto a la
participación frecuente, fervorosa y activa en el santo Sacrificio, pero debe
extenderse también al culto del “Sacramento eucarístico fuera de la
celebración… Ya que –como enseña Pablo VI– no sólo durante el ofrecimiento del
Sacrificio, sino también después, mientras se conserva la Eucaristía en las
iglesias…, Cristo es verdaderamente el Emanuel, o sea el Dios con nosotros. Pues día y noche está en medio de nosotros,
habita con nosotros lleno de gracia y de verdad” (Mysterium fidei 31,35).
¡Oh sacramento de
amor! ¡Oh cáliz de suma benignidad! ¡Qué don éste, Señor, el de recibir en el
seno la caridad misma y ser transformado en ella por gracia! No preocupa ya
verte visible, porque la mirada de la fe, más cierta y segura que cualquier
sentido o entendimiento, me consuela lo bastante, y mientras te poseo con
certeza en mi alma, nada me falta y nada tengo que desear. Muy estimulado me
siento a alabar con admiración y a ensalzar la altura de tu sabiduría y la
riqueza y el tesoro de tu ciencia… ¡Oh consejo profundo, oh inmenso amor, oh
alimento purísimo, oh Sacramento adorable e inefable! Pero si tú, Señor, eres
tan grande, admirable e incomprensible en tus dones y en tus efusiones de
gracia y de amor, ¿qué serás en ti mismo? (B. Enrique Suso, Diálogo de amor)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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