PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2315 ~ Domingo
23 de Marzo de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Refiriéndose al Evangelio de hoy, ha escrito el teólogo
José Antonio Pagola:
La escena es
cautivadora. Cansado del camino, Jesús se sienta junto al manantial de Jacob.
Pronto llega una mujer a sacar agua. Pertenece a un pueblo semipagano,
despreciado por los judíos. Con toda espontaneidad, Jesús inicia el diálogo. No
sabe mirar a nadie con desprecio, sino con ternura grande. “Mujer, dame de beber”.
La mujer queda sorprendida. ¿Cómo se atreve a entrar en contacto con una
samaritana? ¿Cómo se rebaja a hablar con una mujer desconocida? Las palabras de
Jesús la sorprenderán todavía más: “Si conocieras el don de Dios y quién es el
que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría del agua de la vida”.
La mujer escuchó a Jesús y se dejó llevar por la
confianza que Sus palabras generaban en su corazón. Una actitud de fe que todos
nosotros debemos imitar, ya que Jesús nos habla todos los días, y tendríamos que razonar que: Si yo escucho,
Dios no se calla. Si yo me abro, él no se encierra. Si yo me confío, él me
acoge. Si yo me entrego, él me sostiene. Si yo me hundo, él me levanta.
¡Buenos días!
Comprender y aceptar
Respetar las
opiniones del otro es una de las mayores virtudes que un ser humano puede
tener. Las personas son diferentes, por lo tanto piensan y actúan en forma
distinta. No juzgues, tan sólo comprende. Alguien escribió con acierto:
"Comprender es una palabra viva y la carne de esa palabra es amor”. Reflexiona, pues, con amor y comprenderás
mejor a los demás.
Un niño que sufría por las riñas y conflictos
diarios de sus padres, preguntó un día a su papá cómo comenzaban las guerras.
El papá, pacientemente, se sentó y empezó a explicarle:
—Imaginemos que México se enoja con
Guatemala... La mamá, que oía la charla, le interrumpió bruscamente: —Pero
México y Guatemala no están enojados. El papá: —Lo sé, pero es un caso
hipotético. La mamá: —Pero así confundes al niño. El papá: —¡No, mujer, no! La
mamá —:¡Sí hombre, sí, no me contradigas! El niño: —Papá. ¡Ya entendí cómo
comienza una guerra!
Las buenas
relaciones humanas en el hogar y fuera del hogar necesitan un clima de
aceptación mutua, de comprensión y compasión, y en especial de paciencia. Es
una faceta del amor. San Pablo en el magnífico himno al amor en 1ª Corintios
13, dice que “el amor es paciente”. La paciencia es difícil. Pide ayuda al
Señor y ejercítate todos los días.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús llega, pues, a una ciudad de
Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí
estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba
sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.
Llega una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dice:
«Dame de beber». Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar
comida. Le dice a la mujer samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de
beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con
los samaritanos). Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es
el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado
agua viva». Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es
hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro
padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus
ganados?». Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener
sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el
agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida
eterna».
Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no
tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla». Él le dice: «Vete, llama a
tu marido y vuelve acá». Respondió la mujer: «No tengo marido». Jesús le dice:
«Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que
ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad».
Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta.
Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el
lugar donde se debe adorar». Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora
en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis
lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación
viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los
adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así
quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran,
deben adorar en espíritu y verdad».
Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el
llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo». Jesús le dice: «Yo soy,
el que te está hablando».
En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que
hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: «¿Qué quieres?», o «¿Qué hablas con
ella?». La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:
«Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el
Cristo?». Salieron de la ciudad e iban donde Él.
Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: «Rabbí,
come». Pero Él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que vosotros no
sabéis». Los discípulos se decían unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de
comer?». Les dice Jesús: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha
enviado y llevar a cabo su obra. ¿No decís vosotros: Cuatro meses más y llega
la siega? Pues bien, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos, que
blanquean ya para la siega. Ya el segador recibe el salario, y recoge fruto
para la vida eterna, de modo que el sembrador se alegra igual que el segador.
Porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el
segador: yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros
se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga».
Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por
las palabras de la mujer que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que he hecho».
Cuando llegaron donde Él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos.
Y se quedó allí dos días. Y fueron muchos más los que creyeron por sus
palabras, y decían a la mujer: «Ya no creemos por tus palabras; que nosotros
mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo». (Jn 4,5-42)
Comentario
Hoy, como en aquel mediodía en Samaría, Jesús se acerca a
nuestra vida, a mitad de nuestro camino cuaresmal, pidiéndonos como a la
Samaritana: «Dame de beber» (Jn 4,7). «Su sed material —nos dice Juan Pablo II—
es signo de una realidad mucho más profunda: manifiesta el ardiente deseo de
que, tanto la mujer con la que habla como los demás samaritanos, se abran a la
fe».
El Prefacio de la celebración eucarística de hoy nos
hablará de que este diálogo termina con un trueque salvífico en donde el Señor,
«(...) al pedir agua a la Samaritana, ya había infundido en ella la gracia de
la fe, y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer, fue para encender
en ella el fuego del amor divino».
Ese deseo salvador de Jesús vuelto “sed” es, hoy día
también, “sed” de nuestra fe, de nuestra respuesta de fe ante tantas
invitaciones cuaresmales a la conversión, al cambio, a reconciliarnos con Dios
y los hermanos, a prepararnos lo mejor posible para recibir una nueva vida de resucitados
en la Pascua que se nos acerca.
«Yo soy, el que te está hablando» (Jn 4,26): esta directa
y manifiesta confesión de Jesús acerca de su misión, cosa que no había hecho
con nadie antes, muestra igualmente el amor de Dios que se hace más búsqueda del
pecador y promesa de salvación que saciará abundantemente el deseo humano de la
Vida verdadera. Es así que, más adelante en este mismo Evangelio, Jesús
proclamará: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí», como
dice la Escritura: ‘De su seno correrán ríos de agua viva’» (Jn 7,37b-38). Por
eso, tu compromiso es hoy salir de ti y decir a los hombres: «Venid a ver a un
hombre que me ha dicho…» (Jn 4,29).
P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“La Cuaresma, proponiendo de nuevo el ejemplo de Cristo
que se inmola por nosotros en el Calvario, nos ayuda de manera especial a
entender que la vida ha sido redimida en Él. Por medio del Espíritu Santo, Él
renueva nuestra vida y nos hace partícipes de esa misma vida divina que nos
introduce en la intimidad de Dios y nos hace experimentar su amor por nosotros”
Beato Juan Pablo II
Cuaresma:
Reflexión para cada día
Hoy nos
trae la Iglesia el encuentro de Jesús con la mujer samaritana. Jesús había salido
de Judea y quería ir a Galilea. Había dos caminos; uno más largo dando un rodeo
por el Jordán y otro pasando por las montañas de Samaría. Los samaritanos no se
trataban bien con los judíos; pero el camino era más corto y más agradable en
tiempo de calor. Por eso, cuando llegó a la ciudad de Sicar, Jesús estaba
cansado y tenía sed. Los discípulos se fueron a la ciudad; pero Él se quedó a
las afueras junto a un pozo. Esto nos indica cómo Jesús era perfectamente
humano y sentía los inconvenientes de un camino caluroso. Llega una mujer y
Jesús va a comenzar un diálogo, que será causa de vida y gracia para aquella
mujer. Esto era raro y era un saltarse los prejuicios sociales, ya que estaba
mal visto que un judío hablase en lugar público con una mujer y más si era
desconocida y más si era samaritana.
Jesús no
se presenta como un maestro que todo lo sabe, sino como uno que tiene una
necesidad: tiene sed. Era verdad, pero además es una buena manera de poder
comenzar una conversación. La mujer se extraña de que le hable un judío, y
Jesús salta la conversación de lo material a lo espiritual. Comienza pidiendo,
pero ofrece mucho más. Ha pedido un poco de agua del pozo, pero ofrece un agua
que salta hasta la vida eterna. La mujer no lo ha entendido, pero formula una
petición: “Dame de esa agua”. A Sta. Teresa, que era muy devota de esta escena,
le gustaba mucho hacer esta oración, “dame de esa agua”, porque en esa agua que
promete Jesús veía las principales gracias: la paz, la alegría, la plenitud,
hasta la contemplación infusa. Son los mismos sentimientos que tendría en la
cruz: sed material y espiritual.
Después
que Jesús le descubre a la mujer cosas íntimas de su vida, no muy edificante,
comienza la clase de religión. La mujer tiene una idea de religión estrictamente
cultual. Los samaritanos tienen otro templo diferente del de Jerusalén. Para
ella saber en qué sitio se debe adorar a Dios es como saber cuál es la
verdadera religión. Pero Jesús da una respuesta revolucionaria: El culto es
relativo. Lo importante es adorar a Dios en espíritu y verdad. Para Jesús no
tiene gran sentido si el culto se hace en un sitio o en otro. El culto
principal será la relación que uno tenga con Dios como un hijo con su padre. Y
también el culto agradable a Dios será la fraternidad, una vida dedicada a los
demás; porque el Dios que viene a nuestro encuentro no es el que juzga y
condena, sino sobre todo el que sana, perdona, levanta, el que, mediante el
amor, suprime barreras, para que reine el amor entre todos los pueblos.
Hay un
proceso de conocimiento por parte de la mujer hacia Jesús, que se expresa en
palabras. Para ella Jesús al principio es un judío, luego un señor, después un
profeta, y terminará diciendo a los samaritanos que es el Mesías. Estos, cuando
después conversan con Jesús, terminarán diciendo que es “el Salvador del
mundo”.
Los
samaritanos van al encuentro de Jesús, porque la mujer, que se ha convertido en
apóstol, ha ido a llamarles. A los apóstoles, que extrañados le han visto con
la mujer, les dirá que es como un campo que, regado con el agua viva, ha
fructificado y está pronto para recogerse el fruto. En la Iglesia hay grandes
frutos. Nosotros también podemos fructificar. Dejémonos regar del agua viva que
Jesús tiene especialmente en la Eucaristía. Ahí está el mismo Jesús que quiere
derramar su Espíritu en nosotros.
Una idea
final puede ser que, si sabemos ser humildes, puede haber un hermoso diálogo
interreligioso. Hoy día, por causa de las migraciones especialmente, las
sociedades religiosas están más mezcladas socialmente. Cuanto más conozcamos a
Jesús y le amemos, más sentiremos el deseo de que otros le conozcan; pero
pensemos que lo principal es el amor. A veces la Iglesia ha estado demasiado
atada a cosas y poderes materiales. Jesús no enjuicia ni regaña, sino que
ofrece el don del Padre celestial: el espíritu de amor y verdad.
P. Silverio Velasco
(España)
Nuevo video
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Nuestra amiga Adelma
M., del sur de la provincia de Buenos Aires, agradece a Dios y a los amigos
de “Pequeñas Semillitas” que rezaron, ya que su intervención de hace unos días
ha sido muy exitosa. Nos unimos en la oración de agradecimiento.
Desde Córdoba, Argentina, Marcela agradece las
bendiciones recibidas por su padre Alberto
Leonardo, por el tratamiento de radioterapia recibido a causa de una metástasis
en la axila derecha de su melanoma. Él está muy bien y de buen ánimo, y su piel
se ha regenerado satisfactoriamente después de las aplicaciones. Sumado al
agradecimiento, Marcela pide por él y pos u madre Elida María Enriqueta para
que el Señor los conserve sanos.
Un estímulo todos los días
Marzo 23
Para el creyente la soledad no existe. Porque creemos en
un Dios cercano, amigo, lleno de amor. Él es capaz de llenar el corazón y darle
la mejor compañía cuando todos se han ido. Él quiere respirar conmigo, pasear
conmigo, trabajar conmigo.
Un Dios que se hizo hombre para compartir mi vida nunca
podrá alejarse de mí. Y Jesús resucitado está más cerca que nunca para
iluminarme y sostenerme, “¿Quién nos
separará del amor de Cristo?” (Rom 8,35). Y “si Dios está con nosotros, ¿quién
estará contra nosotros?” (Rom 8,31). Sólo hay que saber percibirlo con la luz
de la fe y con la intuición del amor.
Pero para vivir el amor del Señor hay que aprender a
combinar la soledad y el encuentro con los demás. En la soledad bebo del amor
del Señor, y en el encuentro generoso con los demás hago crecer y madurar ese
amor.
Estamos llamados a vivir a fondo las dos cosas, porque de
otra manera estaremos rodeados de personas y nos sentiremos igualmente solos.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.