miércoles, 30 de enero de 2013

Pequeñas Semillitas 1938


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 1938 ~ Miércoles 30 de Enero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
El Evangelio de hoy nos recrea una vez más la hermosa parábola del sembrador, que, en el tiempo en que comencé a escribir esta página, tuvo mucha influencia para la elección del nombre “Pequeñas Semillitas”.
Y es que todos los días tenemos que tratar de sembrar cosas positivas para hacer que la vida sea una verde pradera llena de belleza que haga mejores los días de todos los que transitamos este mundo. Si sembramos alegría, ganaremos en felicidad. Si sembramos pensamientos positivos, seremos más optimistas. Si sembramos fe y esperanza no tendremos miedos o ansiedades pensando en el mañana. Si sembramos generosidad viviremos en un mundo con más amor. Y si sembramos amor, nos elevaremos hacia Dios.
Todos tenemos que verificar cada día la calidad de las semillas que sembramos. Es un compromiso con nosotros mismos y con los demás. Te invito a que me acompañes a sembrar con alegría, sonriendo, aceptando, amando…


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús se puso otra vez a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento». Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. El les dijo: «A vosotros se os ha dado comprender el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone».
Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben enseguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento».
(Mc 4,1-20)

Comentario
Hoy escuchamos de labios del Señor la “Parábola del sembrador”. La escena es totalmente actual. El Señor no deja de “sembrar”. También en nuestros días es una multitud la que escucha a Jesús por boca de su Vicario —el Papa—, de sus ministros y... de sus fieles laicos: a todos los bautizados Cristo nos ha otorgado una participación en su misión sacerdotal. Hay “hambre” de Jesús. Nunca como ahora la Iglesia había sido tan católica, ya que bajo sus “alas” cobija hombres y mujeres de los cinco continentes y de todas las razas. Él nos envió al mundo entero (cf. Mc 16,15) y, a pesar de las sombras del panorama, se ha hecho realidad el mandato apostólico de Jesucristo.
El mar, la barca y las playas son substituidos por estadios, pantallas y modernos medios de comunicación y de transporte. Pero Jesús es hoy el mismo de ayer. Tampoco ha cambiado el hombre y su necesidad de enseñanza para poder amar. También hoy hay quien —por gracia y gratuita elección divina: ¡es un misterio!— recibe y entiende más directamente la Palabra. Como también hay muchas almas que necesitan una explicación más descriptiva y más pausada de la Revelación.
En todo caso, a unos y otros, Dios nos pide frutos de santidad. El Espíritu Santo nos ayuda a ello, pero no prescinde de nuestra colaboración. En primer lugar, es necesaria la diligencia. Si uno responde a medias, es decir, si se mantiene en la “frontera” del camino sin entrar plenamente en él, será víctima fácil de Satanás.
Segundo, la constancia en la oración —el diálogo—, para profundizar en el conocimiento y amor a Jesucristo: «¿Santo sin oración...? —No creo en esa santidad» (San Josemaría).
Finalmente, el espíritu de pobreza y desprendimiento evitará que nos “ahoguemos” por el camino. Las cosas claras: «Nadie puede servir a dos señores...» (Mt 6,24).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Santoral Católico:
Santa Jacinta Mariscotti
Terciaria Franciscana


Nació cerca de Viterbo, en Vignatello, en el año 1585 del matrimonio formado por Marcantonio Mariscotti y Octavia Orsini, condesa de Vignatallo, de la alta sociedad del tiempo. De sus hermanos hay algo que decir también. Ginebra, que se llamó luego Inocencia, vivió y murió santamente como Terciaria Franciscana de San Bernardino. Hortensia, joven virtuosa que casó con el marqués de Podio Catino, Paolo Capizucchi. Sforza se casó con Vittoria Ruspoli y heredó el título de la familia de los Mariscotti. Galeazo trabajó y murió en la Curia romana.

Se llamó Clarix como nombre bautismal. Sus padres quisieron darle la mejor educación y pensaron que el camino óptimo era ponerla junto a sor Inocencia, su hermana, para que creciera al calor de los buenos ejemplos y virtudes del monasterio. Su intención fue más buena que acertada. Todo lo de fuera le ilusiona, le atrae, le embelesa y encanta más que el aire religioso de dentro. Abandona el monasterio y como conoce su hermosura y la prosapia de su familia, se hace vanidosa, presumida y coqueta. Más, cuando su hermana encontró su buen partido y, enamorada, contrajo matrimonio; ahora se vuelve tan ligera, mundana y extraviada que está a las puertas de su definitiva ruina espiritual.

El único camino viable es entrar de la peor gana en el monasterio; y, más por despecho que por vocación, toma el hábito de Terciaria franciscana con el nombre de Jacinta. Tiene veinte años.

Por diez años, que son bastantes, lleva en el convento una vida mundana. Su celda parece un bazar por los lujosos adornos; la piedad en ella es tibieza; la mortificación prescrita, un tedio; hasta recibe las amonestaciones con desprecio.

Pero con treinta años llega la hora de Dios y surge potente la casta noble y cristiana que lleva dentro. Una enfermedad grave la espabila del sueño. Una confesión general es el comienzo. Se suceden los actos de petición de perdón, de arrepentimiento, está horrorizada por el mal ejemplo... suenan las disciplinas en público, da besos en los pies de sus hermanas, obediencia rendida, aceptación de los sufrimientos.

La conversa aparece en público alguna vez como animal, con la soga al cuello. Aunque claramente se tiene por la mujer más pecadora la nombran vicesuperiora y maestra de novicias pero ha de vencer su repugnancia a intentar educar a otras que son mejores. Ahora tiene su contento en la oración, es devota del Arcángel San Miguel, ama sin cansancio la contemplación de la Pasión de Jesucristo, la Misa le da lágrimas, las imágenes de la Virgen son su refugio.

Le causan pena las almas que pasan por el extravío del pecado y por su recuperación para Dios funda dos cofradías: La Compagnia dei Sacconi para la atención material de los enfermos y ayudarlos a bien morir y La Congregación de los Oblatos de María para avivar la piedad, hacer obras de caridad y fomentar el apostolado de los seglares.

Aquí ya quiso recompensar Dios a su sierva enamorada con dones extraordinarios como el de profecía, milagros, penetra los corazones, es instrumento de conversión y el éxtasis es frecuente en ella ... Así hasta que murió el año 1640, cuando tenía cincuenta y cinco.

Fuente: Catholic.net


¡Buenos días!

Oasis de paz

La experiencia y la Palabra de Dios nos aseguran que vivimos en medio de influencias tanto negativas como positivas. Existe el instigador al mal, existen los que se dejan poseer por el odio y la perversidad. Y estas malas ondas vibran a nuestro alrededor y nos quieren envolver en sus redes. Pero hay una fuerza poderosa que te protege: la oración humilde y confiada a Dios. Escucha este dulce mensaje de la Reina de la Paz:

“¡Queridos hijos! Ustedes saben que yo les he prometido un oasis de paz. Pero no saben que junto al oasis está el desierto, donde acecha Satanás y trata de tentarlos a cada uno de ustedes. Queridos hijos, sólo con la oración ustedes serán capaces de vencer toda influencia de Satanás en el lugar donde viven. Yo estoy con ustedes, pero no puedo privarlos de su libre voluntad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”

Alexis Carrel, premio Nobel de Medicina, escribió acertadamente: “Un constante y silencioso milagro acontece, a cada hora, en los corazones de hombres y mujeres que han descubierto, con asombro, que la oración los enriquece con una continua corriente de fortaleza que los sostiene en sus vidas cotidianas”. Busca en la oración fortaleza contra el mal.

Padre Natalio


La frase de hoy

“Hay dos cosas que cada hombre
puede hacer para mejorar su situación;
proyectar buenas resoluciones,
y después, llevarlas a cabo”

Anónimo


Tema del día:
Vocabulario de San José 
para enseñar al Niño Jesús


En el país de la fantasía, donde la ciencia no comprende nada y donde los niños son felices, acaban de encontrar un viejo manuscrito. Los entendidos que lo han analizado consideran que es auténtico, así que lo comunicamos a la prensa para conocimiento del mundo. Para leerlo, dicen, hay que hacerse como niños. Los que se creen grandes quizá comprenderán poco. Esperamos que al menos puedan sentir, allá muy dentro, la necesidad de hacerse hoy un poco como niños.

El manuscrito, según parece, fue un vocabulario que preparó San José para dar clases al Niño Jesús y se reproduce a continuación:

Alegría: lo que sentimos María y yo cuando te vemos.

Amigo: Es el que no piensa en sí, sino en el otro. Es el que da la vida por el que ama. Entonces, Jesús, amigos de verdad hay pocos. O, mejor, hay uno: tú en la cruz...

Amor: eso que tú eres y que quieres que seamos todos los hombres y mujeres del planeta.

Banquete: una fiesta por algo grande. En los cielos hay banquete siempre que un pecador se convierte. ¿Cómo consigues que haya vino para tanta fiesta?

Cizaña: lo que siembra un enemigo para estropear la cosecha. Dicen que hay mucha cizaña por ahí, pero yo sólo veo trigo cuando miro tus ojos frescos, dulces, serenos, limpios.

Cordero: un animal bueno, manso, siempre listo para el sacrificio. Algunos dicen que un poco tonto, pero no puede ser tonto: los tontos son seres inteligentes empobrecidos y egoístas, y el cordero es generoso por esencia.

Cosecha: Ese momento en el cual los hombres recogemos lo que tu Padre nos dio. Se puede convertir en un momento de alegría y solidaridad o de egoísmo y rencillas.

Cruz: no quiero explicártelo. Lloro cada vez que me entero que han crucificado a un bandido.

Divorcio: una mala costumbre que permite destruir el proyecto de Dios respecto del amor humano.

Egoísmo: un amor equivocado que no lleva a nada. Creo que no entenderás nunca lo que es pues tú eres lo contrario.

Estrella: para los científicos, algo que tal vez ya no existe. Para ti y para mí, un guiño de tu Padre que saluda a los hombres y mujeres del planeta.

Lirio: una flor que se viste mejor que Salomón. Una sonrisa al cielo, un momento de paz y de ternura, una señal de tu Padre que se cuida de todo. Dile de mi parte que también crezcan árboles para no perder el trabajo de carpintero...

Lluvia: lo que manda tu Padre sobre buenos y malos y llena de goteras nuestra casa.

María: el nombre más hermoso después del tuyo. Con ella vivo y trabajo, sueño y sufro. Me ha revelado un poco de tu misterio, y me ha dicho que tú eres único.

Matrimonio: una vocación maravillosa desde la creación del mundo que hace que hombre y mujer sean una sola carne y que ayuden a tu Padre al nacimiento de nuevos hijos.

Misericordia: no sabía lo que era hasta que tú naciste. Es compasión, es cercanía, lavar al herido, limpiar al pecador, acoger al fugitivo, perdonar al traidor. Es algo que se inicia en la tierra con tu venida y que nos puede hacer felices para siempre.

Moneda: lo que tendrás que usar para pagar impuestos. Sirve mucho si se emplea para atesorar en el cielo a base de limosnas. No sirve nada si en nuestro corazón reina el egoísmo y la avaricia, y la guardamos en un banco para aumentar los intereses y disminuir la alegría del dar.

Muerte: ese misterio que termina con nuestras vidas. Ese dolor que separa a la madre de uno de sus hijos. Esa pena que hará llorar a Marta y María. Esa experiencia por la que pasarás tú un día. Pero... ¿puede morir el amor? Un día resucitarás, y nosotros contigo. La muerte, entonces, será vencida.

Mujer: es algo maravilloso, como tu Madre. Es esa joya de la creación que sirve como santuario de la vida y como calor del hogar. Es esperanza, belleza y ternura. Es... Jesús, me callo: siempre me quedo corto cuando pienso en tu Madre.

Nazaret: es el pueblo donde fuiste concebido. Ahora es tu casa, pero me parece que se ha quedado pequeño. Tu casa es el mundo, tu cetro es la tierra, tu corona son las estrellas, y tu cama... un poco de paja. Aun no entiendo cómo lo más grande se puede contentar con un poco de pan de pobres.

Niños: los que pueden entrar en el Reino de los cielos. Los que acogen tu venida. Los que no se complican. Los que confían en sus padres como tú en el Padre.

Nube: una señal de esa lluvia bendita con la que tu Padre prepara los campos para la siembra.

Oveja: vale mucho tanto si está en el rebaño como si escapa por ahí. Sé que irás a buscar la perdida, Jesús, pero no te olvides de cuidar también a las 99 que se quedan en el redil (no sé si me harás caso, pues veo que amas mucho a tu Padre).

Pájaro: un animal que vuela y que siempre tiene algo para comer. No trabaja como tu Madre y yo para que en casa esté siempre todo listo. ¿Por qué tu Padre quiere tanto a los pájaros? Quizá para enseñarnos a volar, a pensar en el cielo, en medio de las mil aventuras de la vida que tienen siempre nuestros ojos en el suelo.

Pan: lo que comes todos los días y lo que convertirás en tu Cuerpo antes de la Pascua y a lo largo de los siglos.

Pecado: eso que nos hace tanto daño a los hombres pero que Dios puede borrar desde que tú viniste al mundo.

Pobreza: para algunos, una maldición, un fracaso. Para tu Madre y para mí, no puede haber pobreza desde que tú estás en casa...

Templo: era el lugar donde nos encontrábamos con Dios. Ahora tú te has convertido en algo mucho más importante que el Templo...

Tentación: esa prueba por la que pasamos todos los hombres y que nos invita a construir la vida sin Dios.

Trabajo: lo que hago yo y lo que tú harás cuando puedas coger la sierra y el martillo. Lo que trae el pan para la casa y la dignidad para la familia. Lo que se convierte en nuestra colaboración a la generosidad infinita de tu Padre que da comida a los gorriones y azadas a los hombres.

Vida: lo que corre por tus venas, lo que trabaja en tus células, lo que impulsa tu corazón y lo que te permite amar de modo humano. Vida es un suspiro de tu Padre, una poesía de tu Madre, tu llanto en la noche de Navidad y tu victoria (que es victoria nuestra) al salir del sepulcro un domingo de Pascua.

Viento: eso que sopla y no sabemos si viene del Este o del Oeste. Para ti, ya lo sé, es como el Espíritu, que nos lleva a ser buenos y a vivir tu Evangelio.

Vino: lo que bebemos los días de fiesta y lo que convertirás en tu Sangre.

Web Católico de Javier


Meditación breve


Cuenta la historia que hace mucho tiempo atrás vivía un hombre muy bueno y generoso que le encantaba compartir con los demás.
Cada vez que el buen hombre comía o desayunaba siempre dejaba la mitad de sus alimentos para compartirlos con algún pordiosero o necesitado que viviera en las calles. Cuando el hombre no estaba compartiendo sus alimentos, pasaba al hospital a visitar a los enfermos o a los ancianos de los diferentes asilos.
Este hombre lo compartía todo, más que sus alimentos le encantaban compartir su tiempo para consolar a las personas necesitadas de consuelo.
Un día llego un señor muy enfermo a uno de los hospitales que este buen hombre visitaba. El buen samaritano se enteró que al señor le quedaba poco tiempo de vida y le dedicó todo el tiempo posible. El mismo samaritano llegaba al hospital a bañarlo a cambiarlo y a servirle en todo al pobre enfermo.
Cuando el señor murió le dejó una carta al buen samaritano que decía: “Esta fue mi última semana de vida, pero con todo y eso, fue la mejor de todas las semanas… Gracias por tanto amor”


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por las intenciones particulares de Juana María e Ivette, ambas de La Habana, Cuba, que el Señor bien conoce.

Pedimos oración por Luciano R., un bebé de una semana de vida, internado en terapia intensiva en provincia de Buenos Aires, Argentina, afectado de problemas respiratorios. Que Jesús Misericordioso lo ayude a superar esos problemas y la Santísima Virgen acompañe a su familia.

Pedimos oración por Marta J., de Buenos Aires, Argentina, con problemas cardíacos por los que deberá colocarse un marcapasos a la brevedad. Para que Jesús ayude a resolver las diferencias con la Obra social, guíe al cirujano en la intervención y le conceda la salud de cuerpo y alma.

Pedimos oración por Marta de Buenos Aires, Argentina, con serios problemas anímicos y psicológicos, agravados por la soledad en que vive pero confiada en el poder de la oración, por lo que ahora rezamos al Señor por ella.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


 “Intimidad Divina”

La oración de Jesús

Aunque Jesús, por la visión beatífica y la plenitud de la caridad, estaba indisolublemente unido al Padre, con todo quiso dedicar a su Padre, de modo exclusivo, una parte del tiempo en que se desarrollaba su actividad humana: el tiempo de la oración. Particularmente dedicados a la oración fueron los largos años transcurridos en Nazaret y los cuarenta días pasados en el desierto; luego, durante su vida pública, Jesús consagraba a ella generalmente la noche, del todo o en parte. El Evangelio lo nota expresamente en los momentos más solemnes de su vida… No es posible imaginarse oración más íntima y profunda que la de Jesús; sólo en el cielo, donde también al hombre le será dado ver a Dios cara a cara, será posible comprenderla y participar en ella realmente. Mas entretanto, en esta tierra se puede imitar la actitud de Jesús: interrumpir cualquier actividad, aun apostólica, para dedicar a la oración el tiempo debido y en este tiempo dejarlo todo para concentrarse únicamente en Dios.

Sólo la oración de Jesús es perfecta alabanza y adoración de la Trinidad, perfecta acción de gracias y adoración siempre eficaz, porque sólo él está en situación de ofrecer a la Trinidad homenajes infinitos. Pero a esta su plegaria, “por la que Dios es perfectamente glorificado… Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa, la Iglesia, que… por él tributa culto al Padre Eterno” (SC 7). La oración del cristiano vale en la medida que está unida a la de Jesús y es un eco, una prolongación de la suya. La oración de Jesús se completa además con el sacrificio, uniéndose a él y culminando en él: sacrificio de las noches pasadas en vela, sacrificio del ayuno y de la penitencia que durante cuarenta días acompaña a su oración en el desierto, sacrificio de una vida fatigosa, sin tener siquiera dónde reposar la cabeza.

Gradualmente el sacrificio va creciendo hasta llegar al máximo en la agonía del huerto y en la cruz; aquí la oración se hace oblación total y cruenta por la gloria del Padre y la salvación de los hombres. Así también la oración del cristiano debe estar modelada en el sacrificio, en la ofrenda generosa de sí en unión a Cristo, hasta venir a ser con él y en él una hostia de alabanza y de propiciación. Mientras se vive en la tierra, la oración y la misma contemplación no pueden ser puro goce de Dios, sino que han de estar unidas al sacrificio. Sólo así serán verdaderas. La oración auténtica mueve al hombre a la generosidad, lo dispone a abrazar por Dios cualquier trabajo y fatiga, a darse totalmente a él. Ahora bien, en la vida terrena la donación se realiza siempre en el sacrificio. Santa Teresa de Jesús, enseña que el fin de las gracias contemplativas es justamente “fortalecer nuestra flaqueza… para poder imitarle (a Cristo) en el mucho padecer”.

¡La oración de Jesús! Es el misterio más grande y más hermoso del misterio de la Encarnación. El Hombre-Dios que habla con Dios… Y con todo la oración de Cristo hombre es una oración verdaderamente humana. Es el hijo del hombre que se dirige al Padre… ¡Oh, Señor!... Y sin embargo, yo también en mi infinita pequeñez podría orar así. También conmigo has establecido una dulcísima e inefable unión…; me has inserido por la comunión de tu cuerpo físico en tu Cuerpo místico y así yo vivo literalmente en ti y de la efusión de tu gracia; me has constituido en una unidad misteriosa… que has parangonado a la del Padre contigo… La que tu Humanidad tuvo con tu persona es única: tu Humanidad vivió del ser mismo de tu persona divina, pero por ella todos fuimos unidos a ti porque vinimos a participar tu naturaleza divina. Si yo supiese tener vivo en mí el recuerdo del misterio que has realizado dentro de mí, mi oración podría ser una lejana sombra de la tuya… nacida de la continua unión contigo. (G. Canovai)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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