domingo, 27 de enero de 2013

Pequeñas Semillitas 1935


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 1935 ~ Domingo 27 de Enero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
En una aldea perdida de Galilea, llamada Nazaret, los vecinos del pueblo se reúnen en la sinagoga una mañana de sábado para escuchar la Palabra de Dios. La escena es de gran importancia para conocer a Jesús y entender bien su misión. Según el relato de Lucas, en esta aldea casi desconocida por todos, va a hacer Jesús su presentación como Profeta de Dios y va a exponer su programa aplicándose a sí mismo un texto del profeta Isaías.
Después de leer el texto, Jesús lo comenta con una sola frase: "Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír". Según Lucas, la gente "tenía los ojos fijos en él". La atención de todos pasa del texto leído a la persona de Jesús. ¿Qué es lo que nosotros podemos descubrir hoy, si fijamos nuestros ojos en Él?
José Antonio Pagola


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy».
(Lc 1,1-4;4,14-21)

Comentario
Hoy comenzamos a escuchar la voz de Jesús a través del evangelista que nos acompañará durante todo el tiempo ordinario propio del ciclo “C”: san Lucas. Que «conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido» (Lc 1,4), escribe Lucas a su amigo Teófilo. Si ésta es la finalidad del escrito, hemos de tomar conciencia de la importancia que tiene el hecho de meditar el Evangelio del Señor —palabra viva y, por tanto, siempre nueva— cada día.
Como Palabra de Dios, Jesús hoy nos es presentado como un Maestro, ya que «iba enseñando en sus sinagogas» (Lc 4,15). Comienza como cualquier otro predicador: leyendo un texto de la Escritura, que precisamente ahora se cumple... La palabra del profeta Isaías se está cumpliendo; más aun: toda la palabra, todo el contenido de las Escrituras, todo lo que habían anunciado los profetas se concreta y llega a su cumplimiento en Jesús. No es indiferente creer o no en Jesús, porque es el mismo “Espíritu del Señor” quien lo ha ungido y enviado.
El mensaje que quiere transmitir Dios a la humanidad mediante su Palabra es una buena noticia para los desvalidos, un anuncio de libertad para los cautivos y los oprimidos, una promesa de salvación. Un mensaje que llena de esperanza a toda la humanidad. Nosotros, hijos de Dios en Cristo por el sacramento del bautismo, también hemos recibido esta unción y participamos en su misión: llevar este mensaje de esperanza por toda la humanidad.
Meditando el Evangelio que da solidez a nuestra fe, vemos que Jesús predicaba de manera distinta a los otros maestros: predicaba como quien tiene autoridad (cf. Lc 4,32). Esto es así porque principalmente predicaba con obras, con el ejemplo, dando testimonio, incluso entregando su propia vida. Igual hemos de hacer nosotros, no nos podemos quedar sólo en las palabras: hemos de concretar nuestro amor a Dios y a los hermanos con obras. Nos pueden ayudar las Obras de Misericordia —siete espirituales y siete corporales— que nos propone la Iglesia, que como una madre orienta nuestro camino.
Rev. D. Bernat GIMENO i Capín (Barcelona, España)


Santoral Católico:
Santa Ángela de Mérici
Fundadora de las Hermanas Ursulinas


Nació en Italia en 1474 y tiene el mérito de haber fundado la primera comunidad religiosa femenina para educar niñas. Se crió en una familia campesina muy creyente, donde cada noche leían la vida de un Santo, y esto la enfervorizaba mucho y la entusiasmaba por la religión.

Quedó huérfana de padre y madre cuando aún era muy niña y esto la impresionó muchísimo. Después durante toda su vida le pediría perdón a Dios por no haber confiado lo suficientemente en su juventud en la Providencia Divina que a nadie abandona.

Su infancia es muy sufrida y tiene que trabajar duramente pero esto la hace fuerte y la vuelve comprensiva con las niñas pobres que necesitan ayuda para poderse instruir debidamente.

Se hace Terciaria Franciscana y sin haber hecho sino estudios de primaria, llega a ser Consejera de gobernadores, obispos, doctores y sacerdotes. Es que había recibido del Espíritu Santo el Don del Consejo, que consiste en saber lo que más conviene hacer y evitar en cada ocasión.

Viendo que las niñas no tenían quién las educara y las librara de peligros mortales, y que las teorías nuevas llevaban a la gente a querer organizar la vida como si Dios no existiera, fundó la Comunidad de Hermanas Ursulinas (en honor a Santa Úrsula, la santa mártir del siglo IV, que dirigía el grupo de muchachas llamadas "Las once mil vírgenes", que murieron por defender su religión y su castidad).

La Comunidad de Ursulinas fue fundada en 1535, y cinco años después murió su fundadora, Santa Ángela, el 27 de enero de 1540. Fue canonizada en 1807.

Sus últimas palabras fueron: "Dios mío, yo te amo".

Fuente: Catholic.net


¡Buenos días!

Los ejemplos arrastran

Hay un refrán que dice: “La palabras mueven, los ejemplos arrastran”. Estos dichos populares son expresión de esa sabiduría que tiene el aval de la experiencia cotidiana. Son irrefutables. Y es la pura verdad que más que las palabras lo que mueve y conmueve a grandes y pequeños son los ejemplos que vemos. Y tanto para el mal como para el bien. He aquí un ejemplo.

—¡Baja de ahí, sinvergüenza, y dime tu nombre! – le gritó el propietario a un niñito que estaba subido en un árbol robándole las manzanas.
—¿Para qué quiere saber mi nombre?
—Para llamar a tu padre y decírselo.
—Pues búsquelo en la copa de aquel manzano...

¿Gracioso, verdad? Pero la enseñanza es clara. El ejemplo debe subrayar lo que inculcas con las palabras. No puedes escribir con una mano y borrar con la otra. Sólo es posible influir positivamente con la coherencia total. Por ejemplo, ¿puede un padre o una madre orientar por el camino de la sinceridad a sus hijos, cuando manda responder a quien pregunta por teléfono: “decile que no estoy”? Que pases un buen día. Hasta mañana.

Padre Natalio


Palabras del Beato Juan Pablo II

«El hombre no puede vivir sin amor.
Él será para sí mismo un ser incomprensible,
su vida está privada de sentido si no se le revela el amor,
si no se encuentra con el amor,
si no lo experimenta y lo hace propio,
si no participa en él vivamente»

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
Primera predicación


Hoy el evangelio tiene dos partes muy determinadas. Comienza con el principio del evangelio de san Lucas, pues en este año en los evangelios de los domingos ordinarios leeremos a san Lucas. Es un prólogo muy bien escrito en el sentido literario. San Lucas era médico y tenía cierta cultura, que hace que sus escritos tengan un estilo más elegante que el de otros escritores del Nuevo Testamento. Acompañaba a san Pablo, pero se da cuenta que las palabras habladas a veces se desvirtúan y no permanecen como puede ser un escrito. Y se pone a realizar esa labor de una forma ordenada.

Para ello se basa en otros escritos, como ciertamente parece ser el evangelio de Marcos y en el de Mateo por lo menos los discursos de Jesús, escritos un poco antes. Habría algún otro escrito perdido. Pero sobre todo pregunta a los que vivieron con Jesús “desde los orígenes”. Con esto da a entender que, si no pudo conversar con la misma Virgen María, se informaría bien para poder describir la historia desde antes de nacer Jesús. Lo escribe, como era la costumbre, dedicándolo a una persona. Aquí era su amigo Teófilo. ¡Procuremos conocer nosotros con firmeza estas enseñanzas!

En la segunda parte del evangelio de hoy se nos propone la primera predicación de Jesús en Nazaret. Ya había enseñado por varias sinagogas y su buena fama corría por toda aquella región. Volvió a su pueblo, no donde había nacido, sino donde había vivido casi toda su vida y donde vivía su madre. Como era sábado, fue a la sinagoga. La costumbre era que además de las oraciones solía haber dos lecturas. La primera era sobre la ley en los primeros libros de la Biblia. El comentario lo hacía un “doctor de la ley”. Después venía otra lectura, que solía ser de los profetas, pero el comentario lo podía hacer cualquier hombre mayor de treinta años. Con más razón si era un visitante y si tenía fama de hablar, como era el caso de Jesús. Había gran expectación.

Jesús lee una partecita del profeta Isaías. No se sabe si ya estaba reglamentada esa lectura o fue escogida por Jesús. Lo cierto es que pone interés en leer la parte que le interesa explicar. Con mucho arte el evangelista pone detalles: enrolló el libro, pues eran pergaminos, se lo dio al asistente, se sentó y todos tenían fijos los ojos en él. Se ve que había mucha expectación. En parte sería por la fama y en parte ya por la manera de leer y lo que escogió y lo que no quiso escoger.

Todos estaban acostumbrados a que la explicación se basase en lo que el profeta pensaba para su tiempo; pero Jesús lo hace actual y se lo aplica a sí mismo: “Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír”. Es un esquema de la predicación. Pero tuvo que ser algo vibrante escuchar las razones de Jesús actualizando la Palabra de Dios.

Lo primero habla del Espíritu de Dios. Si estaba sobre el profeta, si había cubierto a María y había llenado a otras personas, como Isabel y el anciano Simeón, ¡Cómo sería en Jesús, que siempre estuvo con Él, pero sobre todo fue ungido, hasta rebosar, en el día del bautismo! Jesús no habla de promesas, sino de realidades: Ha llegado la verdadera liberación por parte de Dios. Jesús no es como tantos mesías falsos que prometen felicidad a base de placeres que pasan y dejan vidas rotas quizá desde la juventud.  Jesús nos habla de la liberación del pecado, el odio, la guerra, la violencia, las injusticias, la opresión. La liberación que predica Jesús es por medio de la confianza en Dios y la preocupación por el hermano. Si hay amor ayudaremos al pobre, al encarcelado, al enfermo y a todo necesitado. La obra de liberación por medio de Jesús se realizaba ya aquel día; pero debe continuar por medio de nosotros. El mensaje de Jesús continúa hoy y quizá en nosotros mismos, porque nosotros mismos estamos a veces ciegos en el espíritu, somos cautivos de nuestra soberbia y debemos ser pobres de espíritu para estar aptos para escuchar con fruto la palabra de Dios.

Jesús hablaba de esperanza, de salvación, como si todos los días fueran años de gracia. Esas palabras del profeta eran el resumen de la acción misionera de Jesús.

P. Silverio Velasco (España)


Meditación breve


A un hombre le regalaron un par de guantes forrados de piel. Como vivía en un clima tropical y, por cierto, no necesitaba los guantes, los guardo en una gaveta y pronto se olvidó de ellos. De modo que no le servían porque no los usaba.
Algún tiempo después le llamaron para que trabajara en una ciudad de clima frio y entonces se acordó de los guantes. Al fin encontraría uso para aquello que él consideraba un regalo sin utilidad.
Cuando metió la mano en uno de los guantes, sintió que algo impedía que el dedo pulgar se acomodara en su lugar. Para su gran sorpresa, lo que impedía era un billete de diez dólares enrollado. Reviso los otros dedos del guante y descubrió que en cada uno de ellos había un billete de cien dólares. Los billetes habían estado allí todo el tiempo, pero él no se había dado cuenta.
El Espíritu Santo está en la vida del creyente en todo momento. Pero el creyente debe depender de él. Sea usted lleno del Espíritu Santo y permita que su vida este dirigida y dominada por el


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Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Buenos Aires, Argentina, nos escribe Claudia P. de M. y dice: agradezco a Dios por cuidar a mi familia y también por la familia que tengo. Como también que todos juntos podemos ayudar a quienes más lo necesitan. Gracias Felipe por esta oportunidad y por acompañarle durante tantos años con tu “Pequeñas Semillitas”.

Desde Ecuador agradecen las oraciones hechas por la salud del señor Augusto V., que se está recuperando con gran sorpresa de sus mismos médicos. El poder de la oración y la fe en Jesús todo lo puede. Nos unimos  damos gracias a Dios. 

Desde México nos escribe Lorena y dice: Doy gracias a Dios y a la Virgen por permitir que mis padres Hortensia S. C. y Carlos Hugo M. S., de Tampico, México, cumplan 50 años de matrimonio, recibiendo de la Sagrada Familia esta bendición de formar una familia unida en la fe. Así mismo unirnos en oración por todos los matrimonios del mundo para que la Santísima Trinidad los llene de amor para continuar con viviendo y siendo ejemplo de este Sacramento. 


“Intimidad Divina”

Domingo 3 del Tiempo Ordinario

La Liturgia de hoy pone especialmente de relieve la celebración de la palabra de Dios. La primera lectura presenta la solemne proclamación de la ley divina hecha en Jerusalén delante de todo el pueblo reunido en la plaza, después de la repatriación de Babilonia. La lectura se abre con la “bendición” del sacerdote al que la muchedumbre responde postrándose “rostro en tierra” (Ne 8, 6), y prosigue “desde el alba hasta el mediodía”, mientras todos escuchan de pie y en silencio. Es interesante el detalle del llanto del pueblo como expresión del arrepentimiento de sus culpas sacadas a la luz por la lectura escuchada atentamente; y en fin la proclamación gozosa: “este día está consagrado a nuestro Señor. No estéis tristes; la alegría del Señor es vuestra fortaleza” (ib. 10). Brevemente están indicadas todas las disposiciones para escuchar la palabra de Dios: respeto, atención, confrontación de la conducta propia con el texto sagrado, dolor de los pecados, gozo por haber descubierto una vez más la voluntad de Dios expresada en su ley.

El Evangelio presenta otra proclamación de la Palabra, más modesta en su forma exterior, pero en realidad infinitamente más solemne. En la sinagoga de Nazaret, Jesús abre el libro de Isaías y lee –cierto que no fortuitamente– el paso relativo a su misión: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva” (Lc 4, 18). Sólo él puede leer en primera persona, aplicándola directamente a sí mismo, esa profecía que hasta ahora se había leído con ánimo tenso hacia el misterioso personaje anunciado; sólo él puede decir, concluida la lectura: “Esta lectura que acabáis de oír, se ha cumplido hoy” (ib. 21). No es el evangelista quien sugiere este acercamiento –Lucas no hace más que referirlo–, sino Cristo mismo. Él, que es objeto de la profecía, está presente en persona, lleno del Espíritu Santo, venido para anunciar a los pobres, a los pequeños y a los humildes la salvación. Él es el “cumplimiento” de la palabra leída, él, Palabra eterna del Padre.

Aunque no con tal inmediatez, Cristo está siempre presente en la Escritura: el Antiguo Testamento no hace otra cosa que anunciar y preparar su venida, el Nuevo Testamento atestigua y difunde su mensaje. Quien escucha con espíritu de fe la palabra sagrada, se encuentra siempre con Jesús de Nazaret, y cada encuentro señala una nueva etapa en su salvación.

Escucha, oh Padre de Cristo, a quien nada se le oculta, mi plegaria de hoy. Haz sentir a tu siervo el canto maravilloso. Guíe mis pasos en tus caminos, oh Dios nuestro, el que te conoce porque nació de ti; el Cristo, el rey que ha librado a los hombres de todas sus miserias. (San Gregoria Nacianceno)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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