jueves, 10 de enero de 2013

Pequeñas Semillitas 1918


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 1918 ~ Jueves 10 de Enero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
¿Dónde está el Reino de los Cielos?
El Reino de los Cielos se encuentra en el lugar adonde está tu compasión. Se encuentra en el lugar adonde está  tu amor. Se encuentra en el lugar de tu generosidad. Se encuentra en el lugar adonde está tu sanación y la de otros. Es muy fácil encontrar el Reino de los Cielos en tu interior.
Hacia adelante y hacia arriba. Parte de lo que conozco del Espíritu es su movimiento constante, que es imposible de reprimir al ir hacia adelante; no se lo puede detener, a pesar de lo que parezca y hacia arriba, elevándose en la toma de conciencia de que todo siempre se está volviendo más expansivo y bueno.
Respiras el mismo aire que Bahaullah, Mahoma, Jesús, Salomón, David, Moisés, José, Abrahám y que todos los demás respiraron. Cuando te sintonizas a ti mismo con el Cristo, te sintonizas nuevamente a la herencia de toda esta línea de energía y poder. Su amor y su Luz, bajan justo a través de ti y la única manera que puedes manifestarlo es amando.
Amar es la gloria de Dios manifestada.
John-Roger


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.
Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.
(Lc 4,14-22)

Comentario
Hoy recordamos que «quien ama Dios, ame también a su hermano» (1Jn 4,21). ¿Cómo podríamos amar a Dios a quien no vemos, sin no amamos a quien vemos, imagen de Dios? Después que san Pedro renegara, Jesús le preguntó si le amaba: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,17), respondió. Como a san Pedro, también a nosotros nos pregunta Jesús: «¿Me amas?»; y queremos responderle ahora mismo: «Tú lo sabes todo, Señor, tú sabes que te amo a pesar de mis deficiencias; pero ayúdame a demostrártelo, ayúdame a descubrir las necesidades de mis hermanos, a darme de verdad a los otros, a aceptarlos tal como son, a valorarlos».
La vocación del hombre es el amor, es vocación a darse, buscando la felicidad del otro, y encontrar así la propia felicidad. Como dice san Juan de la Cruz, «al atardecer seremos juzgados en el amor». Vale la pena que nos preguntemos al final de la jornada, cada día, en un breve examen de conciencia, cómo ha ido este amor, y puntualizar algún aspecto a mejorar para el día siguiente.
«El Espíritu del Señor está sobre mí» (Lc 4,18), dirá Jesús, haciendo suyo este texto mesiánico. Es el Espíritu del Amor que así como hizo del Mesías el «ungido para llevar la buena nueva a los pobres» (cf. Lc 4,18), también “reposa” encima nuestro y nos conduce hacia el amor perfecto: como dice el Concilio Vaticano II, «todos los fieles, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad». El Espíritu Santo nos transformará como hizo con los Apóstoles, para que podamos actuar bajo su moción, otorgándonos sus frutos y, así, llevarlos a todos los corazones: «El fruto del Espíritu es: caridad, paz, alegría, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza» (Gal 5,22-23).
Rev. D. Llucià POU i Sabater (Vic, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Gregorio de Nisa
Obispo


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Fuente: Catholic.net


¡Buenos días!

Perdonar

Si comprendiéramos, no haría falta perdonar. Fuera de casos excepcionales, nadie actúa con mala intención. ¿No estarás tú atribuyendo a esa persona intenciones perversas que ella nunca las tuvo? El parece orgulloso; no es orgullo, es timidez. Parece un tipo obstinado; no es obstinación, es un mecanismo de autoafirmación. Estas reflexiones, el P. Larrañaga las completa con una oración liberadora y sanadora:

Jesucristo, poderoso y amoroso Señor, calma dentro de mí este tormento de hostilidad que siento contra esa persona. Yo quiero sentir por esa persona lo que tú sientes en este momento por ella, lo que tú sentías al morir en la cruz por ella. Perdónale tú dentro de mí. Y, con mis sentimientos, transformados en tus sentimientos perdónale y ámale dentro de mí, en vez de mí, conmigo; quiero perdonarle como tú le perdonas; quiero mirar a ese ser con tus ojos y abrazarlo con tus brazos. Yo lo quiero. Yo lo comprendo. Yo lo perdono. Yo lo amo, como tú, mi Señor.

El amor que pide Jesús debe llevarnos a evitar en la convivencia cotidiana las faltas de aceptación, incomprensiones, y malentendidos. El Señor nos quiere ver fraternos, bondadosos, pacíficos, cordiales… No es fácil, pero lo podrás, si lo pides cada día: “Señor, ayúdame a ser hoy comprensivo, compasivo y paciente con todos”. Que pases un día feliz de buena convivencia.

Padre Natalio


La frase de hoy

“El Evangelio abre dimensiones insospechadas en la vida,
traspasa umbrales, es una ventana de luz
y oferta de alianza donde todos somos hermanos
y nuestra familia es toda la familia humana.
Entonces no puedo pedir al Evangelio
consejos triviales sobre cómo se gobierna una familia,
sino ideas-fuerza para una auténtica vida en crecimiento”

Ermes Ronchi 


Tema del día:
Para mí la vida es Cristo


Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran tempestad nos amenaza: sin embargo, no tememos ser sumergidos porque permanecemos de pie sobre la roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta roca; aunque se levanten las olas, nada podrán contra la barca de Jesús. Decidme, ¿qué podemos temer? ¿La muerte? Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. ¿El destierro? Del Señor es la tierra y cuanto la llena. ¿La confiscación de los bienes? Sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él. Yo me río de todo lo que es temible en este mundo y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio las riquezas. No tengo deseos de vivir, si no es para vuestro bien espiritual. Por eso, os hablo de lo que sucede ahora exhortando vuestra caridad a la confianza.

¿No has oído aquella palabra del Señor: Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio ellos? Y, allí donde un pueblo numeroso esté reunido por los lazos de la caridad, ¿no estará presente el Señor? me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas que me apoyo. Tengo en mis manos su palabra escrita. Éste es mi báculo, ésta es mi seguridad, éste es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña. Si no me hubiese retenido el amor que os tengo, no hubiese esperado a mañana para marcharme. En toda ocasión yo digo: «Señor, hágase tu voluntad: no lo que quiere éste o aquél, sino lo que tú quieres que haga». Éste es mi alcázar, ésta es mi roca inamovible, éste es mi báculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así se haga. Si quiere que me quede aquí, le doy gracias. En cualquier lugar donde me mande, le doy gracias también.

Además, donde yo esté estaréis también vosotros, donde estéis vosotros estaré también yo: formamos todos un solo cuerpo, y el cuerpo no puede separarse de la cabeza, ni la cabeza del cuerpo. Aunque estemos separados en cuanto al lugar, permanecemos unidos por la caridad, y ni la misma muerte será capaz de desunirnos. Porque, aunque muera mi cuerpo, mi espíritu vivirá y no echará en olvido a su pueblo.

Vosotros sois mis conciudadanos, mis padres, mis hermanos, mis hijos, mis miembros, mi cuerpo y mi luz, una luz más agradable que esta luz material. Porque, para mí, ninguna luz es mejor que la de vuestra caridad. La luz material me es útil en la vida presente, pero vuestra caridad es la que va preparando mi corona para el futuro.

San Juan Crisóstomo
Homilía antes de partir al exilio


Meditación breve


El Seños nos ha dado un secreto en su Evangelio, nos ha dicho que quien sea misericordioso, obtendrá misericordia.
En primer lugar siendo misericordiosos con los hombres, también obtendremos misericordia de Dios en el juicio. Pero también al ser misericordiosos con las Benditas Almas del Purgatorio, los hombres serán misericordiosos cuando nosotros estemos entre esas llamas tremendas. Si somos misericordiosos con los que están enfermos, los hombres serán misericordiosos cuando nosotros estemos enfermos.
Por eso si somos misericordiosos tenemos asegurado el Paraíso, y no sólo el Paraíso, sino que la tierra será la antesala del Cielo para nosotros, porque recibiremos el ciento por uno, si no de los hombres, sí al menos de Dios, porque quien da, recibe; y quien dé generosamente, Dios y los hombres, o al menos Dios, no se olvidarán de nosotros.
Pero no sólo que nos salvaremos al ser misericordiosos con todos, sino que gozaremos de una dulzura de alma y una paz, que ninguna riqueza de este mundo puede igualar, porque tendremos el sabor de la miel de las buenas obras en los labios, y con tal de degustar cada vez más ese sabor bendito, haremos cada vez más obras de misericordia.

www.santisimavirgen.com.ar


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Santi, un niño de Santiago, Chile, que este sábado será operado de un quiste en una axila, rogando al Señor que todo salga bien y sin complicaciones.

Pedimos oración por el alma del joven Nelson R., que luego de un terrible accidente automovilístico ha estado internado en Rosario, Argentina, y finalmente partió a la casa del Padre celestial.

Pedimos oración por la salud del señor Humberto R., de Córdoba, Argentina, que está atravesando momentos difíciles, para que Jesús y la Santísima Virgen lo protejan.

Pedimos oración por la salud del señor Héctor Andrés P., de Córdoba, Argentina, rogando al Señor que le conceda la gracia de aliviar sus intensos dolores óseos.

Pedimos oración por la salud de dos personas que residen en México y que se encuentran en muy delicado estado de salud: uno es Sergio H. D. y del otro no tenemos el nombre sino sólo la referencia de que es el esposo de Nidia… Que la intercesión de la Santísima Virgen de Guadalupe consiga para ellos, de parte de Jesús, la gracia enorme de la curación.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


“Intimidad Divina”

Célula del Reino

El Concilio presenta a la familia cristiana, consagrada por el sacramento del matrimonio, como “una hermosa escuela para el apostolado de los laicos, donde la religión cristiana penetra toda la institución de la vida y la transforma más cada día” (LG 35). En efecto, la familia es la primera célula, o mejor dicho, la célula base del Reino de Dios sobre la tierra. En ella son educados los hijos “según la fe recibida en el bautismo” (GE 3); desde su primera edad aprenden a percibir la “soberanía” de Dios, a amarle y obedecerle como a primer “Señor”, como a Padre providente y bueno, a quien todo honor es debido. La antigua ley ya ponía de relieve este deber primordial de los jefes de familia; tras haber anunciado el primer mandamiento: “Amarás a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu poder”, añadió: “Y llevarás muy dentro del corazón todos estos mandamientos, que yo hoy te doy. Incúlcaselos a tus hijos, y cuando estés en tu casa, cuando viajes, cuando te acuestes, cuando te levantes, habla siempre de ellos… escríbelos en los postes de tu casa y en tus puertas” (Dt 6, 59). Cuando la fe en Dios, su amor y el respeto a su ley son el fundamento de la vida familiar, regulando las mutuas relaciones de los esposos entre sí y con sus hijos e inspirando la educación que den a éstos, entonces la familia es verdaderamente el “Reino de Dios”, donde Dios es el primero en ser amado, servido y obedecido.
                      
En la familia, “los cónyuges tienen su propia vocación para que ellos entre sí y ante sus hijos sean testigos de la fe y del amor de Cristo” (LG 35). Con el amor, el respeto, la fidelidad recíproca, con la ayuda mutua en las dificultades de la vida, con el espíritu de sacrificio para la buena marcha de la familia -y todo ello con la firmeza de la fe en Dios y adhesión a su santa ley- los padres son para los hijos los primeros y principales educadores (GE 3). Su función educativa “es de tanta trascendencia, que, cuando falta, difícilmente pueda suplirse” (ib). La conducta de los padres debe convertirse en norma práctica y modelo vivo en la conducta de los hijos. “Sean los padres generosos y ejemplares -decía Juan XXIII- y los hijos serán obedientes y diligentes”. ¡Cuántos cristianos insignes y grandes santos recibieron su primera impronta en la familia!

Tales familias son el “buen terreno” donde brotan más fácilmente las vocaciones sacerdotales, religiosas o en general la vocación a la santidad; siendo al mismo tiempo centro de irradiación del Evangelio para la sociedad que las rodea. “La familia cristiana -dice el Concilio- proclama muy alto tanto las presentes virtudes del Reino de Dios como la esperanza de la vida bienaventurada. Y así, con su ejemplo y testimonio, arguye al mundo de pecado e ilumina a los que buscan la verdad” (LG 35). En la moderna sociedad la familia va disgregándose cada vez más, incapaz de tenerse en pie por la irrupción de las pasiones no domadas; hasta los valores humanos del amor conyugal, del sentido de la paternidad y la maternidad, se encuentran minados en su raíz. Urge por lo tanto el ejemplo de hogares cristianos, donde la vida se deslice serena y limpia bajo la mirada de Dios. Y si también la familia cristiana puede conocer horas de angustia y de tormenta, encuentra siempre en la fe en Dios y en el cumplimiento de su santa ley el áncora de salvación y la fuerza para llevar la cruz, esperando con paciencia la vuelta de quien puede haberse alejado. El sacramento del matrimonio vivido con seriedad confiere siempre a los cónyuges la gracia para vencer cualquier borrasca y defender la familia de toda insidia.

¡Oh Jesús!, haz que reinen en nuestras familias la paz y la concordia, que sean tenidas en honor la oración y la observancia de la ley de Dios, observancia que es juntamente afecto y respeto a su ley… ¡Oh Jesús!, vive en cada una de las familias cristianas como viviste en Nazaret; tenlas unidas con tu caridad en un vínculo perenne cada hora del tiempo presente y por toda la eternidad. Protege, ¡oh Jesús!, esta paz doméstica, que es la única que puede templar las amarguras de la vida. (Juan XXIII, Breviario)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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