jueves, 3 de enero de 2013

Pequeñas Semillitas 1911


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 1911 ~ Jueves 3 de Enero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
La humildad es la verdad, y la verdad es que yo no soy nada. Por consiguiente, todo lo bueno que tengo viene de Dios. Pero a veces malgastamos lo que Dios ha puesto de bueno en nosotros. Cuando veo la gente que me pide algo, a veces ni pienso en lo que podría darles, sino en lo que no soy capaz de dar y por tanto, muchas almas quedan sedientas porque yo no he sabido transmitirles lo que Dios les quería dar.
La idea que el Señor viene cada día a nosotros y nos da todo, nos tendría que llevar a la humildad. Sin embargo, pasa lo contrario porque el demonio despierta en nosotros sentimientos de orgullo. Esto no nos honra. Hay, pues, que luchar contra nuestro orgullo. Cuando nos parece que nos puede, paremos un instante, hagamos un acto de humildad. Entonces, Dios que ama los corazones humillados vendrá en nuestra ayuda.
San Pio de Pietrelcina


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


Al día siguiente Juan ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».
(Jn 1,29-34)

Comentario
Hoy, este fragmento del Evangelio de san Juan nos adentra de lleno en la dimensión testimonial que le es propia. Es testigo la persona que comparece para declarar la identidad de alguien. Pues bien, Juan se nos presenta como el profeta por excelencia, que afirma la centralidad de Jesús. Veámoslo desde cuatro puntos de vista.
La afirma, en primer lugar, como un vidente que exhorta: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). Lo hace, en segundo lugar, como un convencido que reitera: «Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’» (Jn 1,30). Lo confirma como consciente de la misión que ha recibido: «He venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel» (Jn 1,31). Y, finalmente, volviendo a su cualidad de vidente, afirma: «El que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre Él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto» (Jn 1,33-34).
Ante este testimonio que conserva dentro de la Iglesia la misma energía de hace dos mil años, preguntémonos, hermanos: —En medio de una cultura laicista que niega el pecado, ¿contemplo a Jesús como aquel que me salva del mal moral? —En medio de una corriente de opinión que sólo ve en Jesús un hombre religioso extraordinario, ¿creo en Él como aquel que existe desde siempre, antes que Juan, antes de que el mundo fuera creado? —En medio de un mundo desorientado por mil ideologías y opiniones, ¿admito a Jesús como aquel que da sentido definitivo a mi vida? —En medio de una civilización que margina la fe, ¿adoro a Jesús como aquel en quien reposa plenamente el Espíritu de Dios?
Y una última pregunta: —Mi “sí” a Jesús, ¿es tan absoluto que también yo, como Juan, proclamo a los que conozco y me rodean: «¡Os doy testimonio de que Jesús es el hijo de Dios!»?
Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)


Santoral Católico:
Fiesta del Santísimo
Nombre de Jesús


Honramos el Nombre de Jesús no porque creamos que existe un poder intrínseco escondido en las letras que lo componen, sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas las bendiciones que recibimos a través de Nuestro Santo Redentor. Para agradecer estas bendiciones reverenciamos el Santo Nombre, así como honramos la Pasión de Cristo honrando Su Cruz (Colvenerius, "De festo SS. Nominis", ix). Descubrimos nuestras cabezas y doblamos nuestras rodillas ante el Santísimo Nombre de Jesús; Él da sentido a todos nuestros afanes, como indicaba el emperador Justiniano en su libro de leyes: "En el Nombre de Nuestro Señor Jesús empezamos todas nuestras deliberaciones". El Nombre de Jesús, invocado con confianza:

* Brinda ayuda a necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Marcos 16, 17-18). En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hechos 3, 6; 9, 34) y vida a los muertos (Hechos 9, 40).

* Da consuelo en las aflicciones espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador al padre del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano; le recuerda al justo el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.

* Nos protege de Satanás y sus engaños, ya que el Demonio teme el Nombre de Jesús, Quien lo ha vencido en la Cruz.

* En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: "lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre." (Juan 16, 23). Por eso la Iglesia concluye todas sus plegarias con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", etc.

Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Fil 2, 10).

Un especial devoto del Santísimo Nombre fue San Bernardo, quien habla de él con especial ardor en muchos de sus sermones. Pero los promotores más destacados de esta devoción fueron San Bernardino de Siena y San Juan Capistrano. Llevaron consigo en sus misiones en las turbulentas ciudades de Italia una copia del monograma del Santísimo Nombre, rodeado de rayos, pintado en una tabla de madera, con el cual bendecían a los enfermos y obraban grandes milagros. Al finalizar sus sermones mostraban el emblema a los fieles y les pedían que se postraran a adorar al Redentor de la humanidad. Les recomendaban que tuviesen el monograma de Jesús ubicado sobre las puertas de sus ciudades y sobre las puertas de sus viviendas. Debido a que la manera en que San Bernardino predicaba esta devoción era nueva, fue acusado por sus enemigos y llevado al tribunal del Papa Martín V. Pero San Juan Capistrano defendió a su maestro tan exitosamente que el papa no sólo permitió la adoración del Santísimo Nombre, sino que asistió a una procesión en la que se llevaba el Santo Monograma. La tabla usada por San Bernardino es venerada en Santa María en Ara Coeli en Roma.

El emblema o monograma que representa el Santísimo Nombre de Jesús consiste de las tres letras: IHS. En la mal llamada Edad Media el Nombre de Jesús se escribía: IHESUS; el monograma contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre. Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes). Algunos equivocadamente sostienen que las tres letras son las iniciales de "Jesús Hominum Salvator" (Jesús Salvador de los Hombres). Los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de su Sociedad, añadiéndole una cruz sobre la H y tres clavos bajo ella. Consecuentemente se inventó una nueva explicación del emblema, pretendiendo explicar que los clavos eran originalmente una "V", y que el monograma significaba "In Hoc Signo Vinces" (En Esta Señal deben Conquistar), palabras que, de acuerdo a un registro muy antiguo, vio Constantino en los cielos bajo el signo de la Cruz antes de la batalla en el puente Milvian (312).

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

"Jesús es un nombre dulce
que alimenta la esperanza;
nombre que es,
como dice San Bernardo,
júbilo para el corazón,
melodía para el oído
y miel para la boca”

San Antonio de Padua


Tema del día:
Oración de Año Nuevo


Padre nuestro que estás en los cielos, dueño de la Verdad, del tiempo y de la eternidad: Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Habiendo terminado el año 2012, en nombre propio y de los míos, queremos darte gracias, por todo aquello que recibimos de Ti.

Gracias por la familia que nos diste, por la vida y el amor, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por todo cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Gracias por acogernos en tu verdadera Iglesia. Te ofrecemos todo cuanto hicimos este año que terminó. El trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos, y lo que con ellas pudimos construir de positivo.

También, Señor, hoy queremos pedirte perdón. Perdón por nuestros pecados, por el mal que hemos causado, por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por las omisiones, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho. Y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración, que poco a poco, fuimos aplazando y que hasta ahora hacemos para agradecerte todo lo que nos has dado.

Por todos nuestros olvidos, descuidos y silencios. Nuevamente te pedimos perdón, Señor.

Ahora que iniciamos un nuevo año. Te presentamos estos futuros 365 días, que sólo Tú sabes quiénes llegaremos a vivirlos completos. Si no los terminamos... ayúdanos a morir en Ti, en gracia santificante, luego de haber acudido -sinceramente contritos- al tribunal del confesionario.

Hoy te pedimos para cada uno de nosotros: la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la caridad y la sabiduría, el empeño para serte fieles y vivir siempre en tu Gracia, pues sólo en Gracia se transita el camino seguro. Sólo el necio esto no lo entiende, por lo que te pedimos que nos quites cualquier venda que nos impida ver nuestra estulticia.

Señor, ayúdanos a ser celosos de tu gloria y la de tu Iglesia, y vivir sólo por Ti, en Ti y para Ti.

Queremos vivir cada día con optimismo y bondad, llevando a todas partes, un corazón lleno de comprensión y paz que busque siempre la Verdad de tu Palabra.
Que nada nos arranque de ella, pues tu fe es nuestro mayor tesoro.

Cierra Tú nuestros oídos, a toda calumnia, a las falsas doctrinas contra tu Palabra. Y nuestros labios, a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.  Abre, en cambio, nuestro ser a todo lo que es bueno.

Que nuestro espíritu, se llene sólo de bendiciones, y las derrame a nuestro paso. Cólmanos de bondad y de alegría, para que cuantos conviven con nosotros, o los que se acerquen, encuentren en nuestra vida, un poquito de TI.

Gracias, Señor, por todo y perdona nuestras deudas contigo. Guíanos a todos por la senda del camino estrecho que nos permita un día entrar por la puerta angosta y estar en tu regazo eterno para bendecirte por los siglos de los siglos. Si para ello es necesario que utilices tu mano derecha que nos sacuda, de antemano aceptamos cualquier pena y dolor por difíciles que sean.

Danos un feliz 2013 y enséñanos a amarte viviendo siempre en tu gracia, y seguirte con plena fidelidad. Gracias, Señor, por todas las bendiciones del pasado año, así como por las que derramarás el que inicia.

Inmaculado Corazón de María, encadena a tu Corazón a toda la familia mía. Amén.

Fuente: Catolicidad


Meditación breve

La libertad, como el baño, es algo que debe practicarse todos los días.
Nada permanece fijo. El cambio es la ley de la vida.
Quizás algunas veces sintamos que nuestras victorias personales deben ser ganadas una y otra vez. Pero si lo vemos desde otro punto de vista, no es así en absoluto; nuestras sólidas victorias personales son aquellas que nada ni nadie puede arrebatarnos.
Dichas victorias son las herramientas de nuestro crecimiento continuo. Los trabajos, las relaciones y las casas pueden cambiar, pero la serenidad y la libertad de espíritu están entre las cosas que a voluntad podemos lograr, conservar o dejar.
La libertad implica decidir lo que hacemos con nuestro cuerpo, con nuestro dinero y con nuestra vid. Si renunciamos a esta decisión, alguien la tomará por nosotros. Si no usamos o reclamamos nuestra libertad, renunciaremos a ella. Nuestras vidas exigen nuestra participación activa y creativa en cada momento.
Autor: Flo Kennedy


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Juan, 24 años, que vive en Ecuador, y hace once años padece de adicción a las drogas y deterioro psicológico. Recientemente, estando internado, intentó fugarse y saltó desde un tercer piso del hospital fracturándose ambos miembros inferiores. Pidamos por él al Señor y a la Santísima Virgen que fortalezca y acompañe el dolor de su mamá Ana.

Pedimos oración por las siguientes personas de Tucumán, Argentina: Juana Clotilde C., que sufre de los huesos y de depresión; María Soledad C., por artrosis, recientemente operada de cadera y antes de rodilla con no muy buenos resultados; Graciela L. A., por problemas de huesos y asma bronquial; Benjamín F. A., afectado de infección en la prótesis de cadera por lo que será operado; Salvador L., 88 años, artrosis avanzada no operable; Fabricio Ezequiel C., que por una caída se fracturó el fémur, rogando a Dios que suelde bien sin necesidad de operación. También por el alma de Carina fallecida hace tres meses y por su bebé Elías que ha quedado al cuidado de su abuela. Ponemos todas estas intenciones a los pies del pesebre de Belén confiando en la bondad infinita del Señor.

Pedimos oración por Camille V., jovencita de 16 años que vive en Canadá y desde un mes ha bajado de 10 libras de peso, no tiene ánimo, dejó el patinaje por descansar y los médicos no se pronuncian sobre su enfermedad o su estado físico. Que el Señor ayude a encontrar el motivo de esta situación y se pueda dar una pronta solución.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


“Intimidad Divina”

El nombre que salva

“Cuando se hubieron cumplido los ocho días para circuncidar al Niño, le dieron el nombre de Jesús, impuesto por el ángel antes de ser concebido en el seno” (Lc 2, 21). Este nombre no fue elegido en la tierra sino en el cielo y fue anunciado por voluntad de Dios tanto a María como a José. A María había dicho el ángel: “darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús” (ib 1, 31); y a José había explicado: “él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21). Ningún nombre, como éste asignado al Hijo del Altísimo, expresa tan cabalmente la realidad profunda del que lo lleva. Jesús, como dice su nombre, es por naturaleza el Señor que salva… Jesús mismo había dicho: “Cuanto pidiereis al Padre, os lo dará en mi nombre… Pedid y recibiréis” (Jn 16, 23-24). El Padre nunca rechaza a quien le pide en nombre de su Hijo. No es el nombre en sí mismo lo que vale, sino lo que el nombre expresa y significa; y el nombre de Jesús es omnipotente porque designa el misterio, el poder, la misión del Hijo de Dios hecho hombre para ser el Salvador del mundo.

San Pablo presenta la gloria del nombre de Jesús como recompensa a su prodigioso anonadamiento: “Se anonadó, tomando la forma de un siervo…, se humilló hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un nombre sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús doble la rodilla todo cuanto hay en los cielos, en la tierra y bajo la tierra” (Fl 2, 7-10). El nombre significa también aquí la dignidad creada, frente a la cual todas las criaturas deben tributar homenaje de adoración, reconociendo que “Jesucristo es Señor”, es Dios. Todas las criaturas del cielo y de la tierra, los ángeles, los hombres y el universo entero son llamados a proclamar y adorar la divinidad de Jesús y alabar su santo nombre. Diríase que todo el mundo calle y detenga por un momento su carrera para oír y glorificar aquel Nombre santísimo en que se cifra la mayor gloria de Dios y el mayor bien de los hombres: “toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre” (ib 11).

“El Señor -afirma el Concilio- es el fin de la historia humana, punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilización, centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones” (GS 45). En Jesús encuentra la humanidad todo aquello que necesita y de que se siente sedienta: la paz, el perdón, el amor, la libertad, la alegría, la salvación eterna. San Bernardo no se cansa de cantar las glorias del nombre de Jesús: “Este dulcísimo nombre brilla predicado, alimenta rumiado, unge y mitiga los males invocado… ¿No fue con el resplandor de este nombre excelso con que Dios nos llamó a su admirable luz?... ¿No te sientes fortalecido cuantas veces lo recuerdas?... Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, júbilo en el corazón. Pero es también medicina. ¿Está triste alguno de vosotros? Pues venga Jesús a su corazón… ¿Cae alguno en pecado? ¿Corre por esto desalado a la muerte por la senda de la desesperación? Pues invoque este nombre vital y al punto respirará de nuevo aires de vida” (Sermones sobre los Cantares)

¡Oh Jesús, amor de los corazones, fuente viva, luz de las inteligencias, tú superas toda alegría y todo deseo! No hay canto más suave ni música más agradable ni pensamiento más dulce que Jesús, el Hijo de Dios. ¡Oh Jesús, esperanza de los arrepentidos, cómo te compadeces de los que te invocan, cómo eres bueno para con quienes te buscan! ¡Qué no serás para quienes te encuentran! No hay palabras para expresarlo ni forma alguna de confirmarlo. Sólo quien lo ha experimentado puede saber lo que encierra amarte a Ti, ¡oh Jesús! A Ti, oh Jesús, te canten nuestras voces, nuestras vidas sean tu expresión y nuestros corazones te amen ahora y por siempre. Sé Tú, Jesús, nuestro gozo y nuestro premio: sé nuestra alegría ahora y por los siglos de los siglos. (San Bernardo)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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