PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 1927 ~ Sábado
19 de Enero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
La amistad transforma el barro de nuestro existir en alas
de libertad, en manantial que apaga la inmensidad de nuestra sed de amor. Es el
consuelo y la fuerza que afianzan nuestra alma y la proyectan hasta los más
lejanos horizontes.
Cuando contemplamos un bello paisaje, un amanecer o una
puesta de sol, nos dejamos envolver por tanta paz que deseamos estar siempre
así. Quisiéramos detener el tiempo, y convertir ese momento en eternidad.
Las dos grandes columnas que sostienen al hombre son la
libertad y el amor; sin ellos el hombre camina sin brújula, sin una razón
válida para vivir. Quien haga de su vida una fuente de amistad, escalará los
más altos horizontes. Y podremos mirar hacia atrás sólo para recordar la
amistad que sembramos por el camino de la vida.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo por la orilla del
mar, toda la gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de
Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó
y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Leví, muchos
publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran
muchos los que le seguían. Al ver los escribas de los fariseos que comía con
los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Qué? ¿Es que come con
los publicanos y pecadores?». Al oír esto Jesús, les dice: «No necesitan médico
los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos,
sino a pecadores».
(Mc 2,13-17)
Comentario
Hoy, en la escena que relata san Marcos, vemos cómo Jesús
enseñaba y cómo todos venían a escucharle. Es manifiesto el hambre de doctrina,
entonces y también ahora, porque el peor enemigo es la ignorancia. Tanto es
así, que se ha hecho clásica la expresión: «Dejarán de odiar cuando dejen de
ignorar».
Pasando por allí, Jesús vio a Leví, hijo de Alfeo,
sentado donde cobraban impuestos y, al decirle «sígueme», dejándolo todo, se
fue con Él. Con esta prontitud y generosidad hizo el gran “negocio”. No
solamente el “negocio del siglo”, sino también el de la eternidad.
Hay que pensar cuánto tiempo hace que el negocio de
recoger impuestos para los romanos se ha acabado y, en cambio, Mateo —hoy más
conocido por su nuevo nombre que por el de Leví— no deja de acumular beneficios
con sus escritos, al ser una de las doce columnas de la Iglesia. Así pasa
cuando se sigue con prontitud al Señor. Él lo dijo: «Y todo el que haya dejado
casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o campo por mi nombre, recibirá
el ciento por uno y gozará de la vida eterna» (Mt 19,29).
Jesús aceptó el banquete que Mateo le ofreció en su casa,
juntamente con los otros cobradores de impuestos y pecadores, y con sus
apóstoles. Los fariseos —como espectadores de los trabajos de los otros— hacen
presente a los discípulos que su Maestro come con gente que ellos tienen
catalogados como pecadores. El Señor les oye, y sale en defensa de su habitual
manera de actuar con las almas: «No he venido a llamar a justos, sino a
pecadores» (Mc 2,17). Toda la Humanidad necesita al Médico divino. Todos somos
pecadores y, como dirá san Pablo, «todos han pecado y se han privado de la
gloria de Dios» (Rm 3,23).
Respondamos con la misma prontitud con que María
respondió siempre a su vocación de corredentora.
Rev. D. Joaquim MONRÓS i Guitart (Tarragona, España)
Santoral Católico:
San Macario de Alejandría
Macario significa: un hombre feliz. La historia de este
hombre que vivió en Egipto hacia el año 400, la narra el historiador Paladio.
Hasta los 40 años fue fabricante de dulces y vendedor de
frutas. Los pasteleros lo tienen como su Patrono. A los 40 años se fue al desierto
a rezar y hacer penitencia y allí estuvo casi 60 años santificándose. Vivió del
310 al 408, probablemente.
Deseoso de conseguir la santidad, Macario se fue a un
desierto de Egipto y por un tiempo se puso bajo la dirección de un antiguo
monje para que lo instruyera en el modo de progresar en la santificación.
Estuvo en algunos de los grupos de monjes dirigidos por San Antonio Abad y
luego se fue a vivir a otro sitio del desierto, con un grupo de monjes que
hacían grandes penitencias. Toda la semana estaban en silencio, rezando y
trabajando (tejiendo canastos). Solamente se reunían el domingo para asistir a
la celebración de la Santa Misa. Aquellos hombres solamente comían raíces de
árboles y ayunaban casi todo el año. Pero vivían alegremente y gozaban de
excelente salud. Su único deseo era agradar a Dios a quien se habían consagrado
por completo.
Un día en aquel desierto tan caluroso le llevaron de
regalo a Macario un bello racimo de uvas. El por mortificación no lo quiso
comer y lo regaló al monje que vivía por allí más cerca. Este tampoco lo quiso
comer, por hacer sacrificio, y lo llevó al monje siguiente, y así fue pasando
de monje en monje hasta volver otra vez a Macario. Este bendijo a Dios por lo
caritativos y sacrificados que eran sus compañeros.
Dios le había dado a Macario un cuerpo muy resistente y
entre todos los monjes, era él quien más fuertes mortificaciones hacía y el que
más ayunaba y más rezaba. Durante los ardientes calores del sol a 40 grados, no
protestaba por el bochorno ni tomaba agua, y durante los más espantosos fríos
de la noche, con varios grados bajo cero, no buscaba cobijarse. Todo por la
salvación de los pecadores.
Disfrazado de campesino se fue al monasterio de San
Pacomio para que este santo tan famoso le enseñara a ser santo. San Pacomio le
dijo que no creía que fuera capaz de soportar las penitencias de su convento. Y
le dejó afuera. Allí estuvo siete días ayunando y rezando, hasta que le
abrieron las puertas del convento y lo dejaron entrar. Entonces le dijeron que
ensayara a ayunar, para ver cuántos días era capaz de permanecer ayunando. Los
monjes ayunaban unos tres días seguidos, otros, cuatro días, pero Macario
estuvo los 40 días de la cuaresma ayunando, y sólo se alimentaba con unas pocas
hojas de coles y un poquito de agua, al anochecer. Todos se admiraron, pero los
monjes le pidieron al abad que no lo dejara allí porque su ejemplo podría
llevar a los más jóvenes a ser exagerados en la mortificación. San Pacomio oró
a Dios y supo por revelación que aquel era el célebre Macario. Le dio gracias
por el buen ejemplo que había dado a todos y le pidió que rezara mucho por
todos ellos, y él se fue.
Una vez le vino la tentación de dejar el encierro de su
celda de monje e irse a viajar por el mundo. Y era tanto lo que le molestaba
esta tentación que entonces se echó a las espaldas un pesado bulto de tierra y
se fue a andar por el desierto. Cuando ya muy fatigado, un viajero lo encontró
y le preguntó qué estaba haciendo, le respondió: "Estoy dominando a mi
cuerpo que quiere esclavizar a mi alma". Y al fin el cuerpo se fatigó
tanto de andar por esos caminos con semejante peso a las espaldas, que ya la
tentación de irse a andar por el mundo no le llegó más.
Un día viajando en barca por el Nilo, con cara muy
alegre, se encontró con unos militares muy serios que le preguntaron: - ¿Cómo
se llama? - Me llamo Macario, que significa el hombre feliz. Y el jefe de los
militares al verlo tan contento le dijo: - ¡En verdad que usted parece muy
feliz! Y él le respondió: - ¡Si, sirviendo a Dios me siento verdaderamente
feliz, mientras otros sirviendo al mundo si sienten tan infelices! Estas
palabras impresionaron tanto al comandante, que dejó su vida militar y se fue
de monje al desierto a servir a Dios.
Se presentó ante Macario un sacerdote con la cara
manchada y el santo no lo quiso ni siquiera saludar. Le preguntaron por qué lo
despreciaba por tener la cara manchada, y él respondió: Es que lo que tiene
manchada es el alma. El sacerdote comprendió lo que le quería decir. Confesó un
pecado que tenía sin perdonar, y fue perdonado, y al írsele la mancha del alma
se le desapareció también la mancha de la cara y entonces sí Macario lo aceptó
como amigo.
Fuente: EWTN
¡Buenos días!
Rara flor en el precipicio
Confiar en Dios
es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle
disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él
“como un niño en brazos de su madre” (salmo 131). Y confiar sobre todo en las
pruebas, cuando las cosas resultan incomprensibles.
Unos
científicos exploraban un rincón desconocido de los Alpes, en busca de
nuevas especies de flores. Un día notaron con sus binoculares una flor muy rara
y bella, de gran valor para la ciencia. Pero la flor se hallaba en un profundo
precipicio. Sólo sostenido de una cuerda se podía bajar por el despeñadero. Un
muchacho curioso observaba la escena. Los científicos le propusieron pagarle
bien si se dejaba bajar por el despeñadero, para cortar la flor que había en el
fondo. El muchacho miró el peligroso precipicio, y luego dijo: -Regreso en un
minuto. Al poco rato volvió seguido de un hombre de pelo canoso, se acercó al
botánico y le dijo: "Bajaré por el despeñadero, y les traeré la flor, si
este hombre sostiene la cuerda. Es mi papá". Si alguna otra persona
sostiene la cuerda, no me atreveré.
“No temas, yo
estoy contigo”, es un maravilloso tema bíblico que puedes profundizar en el
libro de Josué, capítulo 1, 1-10. Allí Dios una y otra vez repite al héroe, antes
de su gesta guerrera en la tierra que mana leche y miel: “Sé valiente, no
temas, porque yo estaré siempre contigo, adonde quiera que vayas”. Que estas
palabras fortalezcan tu confianza.
Padre Natalio
La frase de hoy
“Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra
es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Además, el universo siempre
está dispuesto a complacernos, por eso estamos rodeados de buenas noticias.
Cada niño que nace es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia,
porque cada cantor es un soldado menos, por eso hay que cuidarse del que no
canta, porque algo esconde”
Facundo Cabral
Historias:
Un caso real
En el mes de agosto de 2001, Moshe (nombre ficticio), un
exitoso empresario de Nueva York, viajó por negocios a Israel.
El jueves 9, entre una reunión y otra, el empresario
aprovechó para comer algo en una pizzería de la esquina, en el centro de
Jerusalen. El lugar estaba llenísimo. Moshe se dio cuenta que iba a tener que
esperar mucho en una gran fila, si quisiese comer algo, pero realmente no tenía
tanto tiempo. Indeciso e impaciente, se acercó al mostrador esperando un
milagro. Viendo la angustia del extranjero, un israelí le ofreció pasar primero
que él. Muy agradecido, Moshe aceptó. Hizo su pedido, comió rápidamente y se
dirigió a su próxima reunión.
Menos de 2 minutos después de haber salido, oyó un
barullo terrible. Asustado, le preguntó a un muchacho que venía por el mismo
camino que él, que había pasado. Le dijo que un hombre bomba había detonado una
bomba en la pizzería Sbarros. Moshe se puso blanco. Por apenas 2 minutos,
escapó del atentado.
Inmediatamente se acordó del israelí que le ofreció su
lugar en la fila. Seguramente todavía estaba en la pizzería. Aquel hombre salvó
su vida y ahora podría estar muerto. Asustado, corrió para el local del
atentado para ver si aquel hombre necesitaba ayuda. Pero encontró un caos
total. Los terroristas habían colocado muchos clavos en la bomba para aumentar
su poder destructivo. Además del propio terrorista de 23 años, otras 18
personas murieron, entre ellas 6 chicos. Otras 90 estaban heridas, algunas
gravemente.
Las sillas de la pizzería estaban desparramadas por la
calle, las personas gritaban y lloraban y algunas trataban de ayudar. Policías
y voluntarios socorrían a todos los heridos.
Un dispositivo adicional ya estaba siendo desarmado por
el ejército… Moshe busco a su salvador
entre los ruidos de las sirenas, pero no consiguió encontrarlo. Decidió que
intentaría por todos los medios saber lo que ocurrió con su salvador. Estaba
vivo gracias a él y necesitaba saber si estaba vivo o no, para ayudarlo y sobre
todo, agradecerle por su vida.
Su gratitud hizo que se olvidara de la reunión que tenía.
Comenzó a recorrer los hospitales, y finalmente lo encontró herido pero fuera
de peligro. Conversó con el hijo de este israelí que ya estaba al lado de su
padre y le contó lo que había ocurrido. Le dijo que le debía su vida, por eso
podían contar con él para cualquier ayuda que necesitasen. Le dejó su tarjeta
personal e insistió que le avisaran en caso de que precisen algo.
Un mes después, Moshe recibe un llamado de este muchacho
en Nueva York, diciendo que su padre necesita hacerse una operación de
emergencia y según el médico, el mejor hospital para ese tipo de cirugía estaba
en Boston. Moshe no lo pensó dos veces y organizó todo para poder operarlo en
pocos días. Además, insistió en ir a recibirlo y acompañarlo hasta Boston
personalmente. Tal vez otra persona no hubiese hecho tanto, pero Moshe se
sentía en la obligación de devolver el gran favor.
Ese martes por la mañana, Moshe dejó de ir a trabajar
para viajar a Boston y recibir a su amigo. Por lo tanto.... ese día, a las 9
hs. de la mañana, del 11 de setiembre de 2001, no estuvo en su oficina del piso
101 de las Torres Gemelas…
Como lo ves, no son coincidencias ni casualidades las
cosas que nos pasan, son los caminos que Dios nos indica.
Relatado por el Rabino Issocher Frand
Meditación breve
Una persona realmente cristiana no puede ni debe vivir
más que de la vida de Nuestro Señor Jesucristo. Esta vida divina debe ser el
principio de todos sus pensamientos, de todas sus palabras y de todas sus
acciones.
Jesucristo fue concebido en el seno de María por obra del
Espíritu Santo. Jesucristo nació del seno virginal de María. El bautismo y la
fe hacen que empiece en nosotros la vida de Jesucristo. Por eso, somos como
concebidos por obra del Espíritu Santo. Pero debemos, como el Salvador, nacer
de la Virgen María.
Jesucristo quiso formarse a nuestra semejanza en el seno
virginal de María. También nosotros debemos formarnos a semejanza de Jesucristo
en el seno de María, conformar nuestra conducta con su conducta, nuestras
inclinaciones con sus inclinaciones, nuestra vida con su vida.
María, con un amor inimaginable, nos lleva siempre en sus
castas entrañas como hijos pequeños, hasta tanto que, habiendo formado en
nosotros los primeros rasgos de su hijo, nos dé a luz como a Él. María nos
repite incesantemente estas hermosas palabras de san Pablo: Hijitos míos, por quienes de nuevo sufro
dolores de parto hasta que Cristo se forme en vosotros (Gál 4,19). Hijitos míos, que yo quisiera dar a luz
cuando Jesucristo se haya formado perfectamente en vosotros.
Ágora marianista
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y
todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los
cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo
son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos
sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y
la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países
del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por
el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas
Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la salud de Ruth Natividad, de
Managua, Nicaragua, que el día de ayer
fue intervenida quirúrgicamente, para que el Señor Jesús la ayude a obtener una
pronta recuperación.
Pedimos oración por la señora Haydée S., de la localidad
de Coronel Domínguez, Santa Fe, Argentina, quien padece de mielopatía cervical
(hernia entre dos vértebras) y quien luego del diagnóstico va a cirugía, la
cual es bastante complicada por el lugar donde se debe entrar para operar. Que
la Santísima Virgen de Lourdes la proteja para que todo resulte bien.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
Vivir en Cristo
“En verdad, en verdad te digo, si uno no nace del agua y
del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3, 5). A Dios y a su
reino no se llega sino por medio de Cristo e incorporados a él; esta
incorporación se efectúa por medio del agua y del Espíritu Santo el día feliz
del bautismo. Decía Jesús a Nicodemo: “Es necesario que nazcáis de nuevo” (ib.
7); y se trata en verdad de un nacimiento nuevo, porque el bautismo infunde en
el hombre un germen nuevo de vida, participación de la vida divina. “Por el
sacramento del bautismo… el hombre se incorpora realmente a Cristo crucificado
y glorioso y se regenera para el consorcio de la vida divina” (UR 22). Antes
del bautismo tiene una vida meramente humana, después del bautismo queda hecho
partícipe de la vida divina, de la vida de Cristo. “¿O es que ignoráis que
cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, en su muerte fuimos bautizados?
Junto a él fuimos sepultados por el bautismo en orden a la muerte, para que,
como fue Cristo resucitado de entre los muertos… así también nosotros tengamos
una nueva vida” (Rm 6, 3-4). Nacidos, regenerados en Cristo, los creyentes
deben vivir en él una vida nueva, semejante a la suya.
“Por el misterio de esta agua y de este vino seamos
hechos consortes de la divinidad de quien se dignó hacerse partícipe de nuestra
humanidad” (MR). Esta fórmula que el sacerdote repite en cada misa expresa la
maravillosa realidad derivada del bautismo, mediante la cual todo bautizado es
admitido a participar en la vida divina de Cristo. Pero este don totalmente
gratuito, exige correspondencia. “Reconoce, cristiano, tu dignidad -exclama S.
León Magno-, y ya que has venido a ser partícipe de la naturaleza divina, no
vuelvas con una conducta indigna a la antigua abyección. Recuerda de qué Cabeza
y de qué Cuerpo eres miembro” (Sr 21, 3).
Todo lo que es pecado, defecto o infidelidad voluntaria
deshonra a Cristo nuestra Cabeza, contrista al Espíritu Santo que habita en
nosotros. Pero el cristiano auténtico no puede contentarse con evitar el
pecado; debe preocuparse de hacer crecer en él la vida de Cristo. El bautizado,
en efecto, “todo él tiene a conseguir la plenitud de la vida de Cristo” (UR
22). No basta vivir en Cristo; es preciso que esa vida sea plena, exuberante.
En la vida natural el hombre crece aun sin el concurso de su voluntad; pero en
la vida de la gracia no es así. Si él no coopera, puede llegar a quedarse en un
estadio inicial a los veinte, treinta, cuarenta o cincuenta años de su bautismo
y luego de centenares de confesiones y comuniones. ¡Qué monstruosa
desproporción! Adultos y acaso viejos según la naturaleza, que continúan niños
según la gracia. Es preciso crecer en Cristo, es preciso que Cristo crezca en
todo creyente… Tales son las exigencias del desarrollo de la vida de la gracia:
hacer morir el propio yo, el “hombre viejo”, con sus malos hábitos, sus
defectos y sus imperfecciones, para que en el bautizado crezca la vida de
Cristo hasta llegar a la edad perfecta.
Oh Jesús, fuente de
vida, has que yo pueda beber de esa agua viva que brota de ti, para que,
después de haberte gustado, no tenga ya más sed sino de ti. Sumérgeme toda en
el abismo de tu misericordia; bautízame en la pureza de tu muerte preciosa;
renuévame en la sangre con que me has redimido. Purifica en el agua que mana de
tu corazón sacratísimo cualquier mancha con que haya podido empañar la
inocencia bautismal. Lléname de tu Espíritu y poséeme toda en la pureza del
cuerpo y del alma. (Santa Gertrudis, Ejercicios)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.