PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 1915 ~ Lunes 7
de Enero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Las estrellas están “allí”, en el firmamento. Muchos las
ven e incluso las admiran. Pero otros “ni se dan cuenta” de que existen, no
gozan de la particular belleza de un cielo estrellado. La estrella del cristiano, y de la historia, es Jesús.
Si miramos el mundo a través de los medios de
comunicación, veremos más tinieblas que luz. Pero la inmensa luz de Dios, su estrella, que es Cristo, sigue
quebrando la oscuridad de la injusticia, la avaricia, el egoísmo, la
indiferencia, los miedos, el desaliento… mediante hombres y mujeres de buena
voluntad que no se conforman con su “bienestar” y lo “superan” para
transformarlo en solidaridad y fraternidad. Son todos los que cada día siguen
la estrella de la esperanza de ser una pequeña estrella del Padre celestial
para el bien de los hermanos.
El Domingo
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan estaba preso,
se retiró a Galilea. Y dejando la ciudad de Nazaret, fue a morar en Cafarnaún,
ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Neftalí. Para que se cumpliese
lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino
de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que
estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de
sombra de muerte les nació una luz».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Haced
penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca». Y andaba Jesús rodeando
toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del
Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Y corrió su fama
por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían algún mal, poseídos de
varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos y los
paralíticos, y los sanó. Y le fueron siguiendo muchas gentes de Galilea y de
Decápolis y de Jerusalén y de Judea, y de la otra ribera del Jordán.
(Mt 4,12-17.23-25)
Comentario
Hoy, por así decirlo, recomenzamos. El «Pueblo que estaba
sentado en tinieblas, vio una gran luz» (Mt 4,16), nos dice el profeta Isaías,
citado en este Evangelio de hoy, y que nos remite al que escuchábamos en
Nochebuena. Volvemos a comenzar, tenemos una nueva oportunidad. El tiempo es
nuevo, la ocasión lo merece, dejemos —humildemente— que el Padre actúe en
nuestra vida.
Hoy comienza el tiempo en que Dios nos da una vez más su
tiempo para que lo santifiquemos, para que estemos cerca de Él y hagamos de
nuestra vida un servicio de cara a los otros. La Navidad se acaba, lo hará el
próximo domingo —si Dios quiere— con la fiesta del Bautismo del Señor, y con
ella se da el pistoletazo de salida para el nuevo año, para el tiempo ordinario
—tal y como decimos en la liturgia cristiana— para vivir in extenso el misterio
de la Navidad. La Encarnación del Verbo nos ha visitado en estos días y ha
sembrado en nuestros corazones, de manera infalible, su Gracia salvadora que
nos encamina, nuevamente, hacia el Reino del Cielo, el Reino de Dios que Cristo
vino a inaugurar entre nosotros, gracias a su acción y compromiso en el seno de
nuestra humanidad.
Por esto, nos dice san León Magno que «la providencia y
misericordia de Dios, que ya tenía pensado ayudar —en los tiempos recientes— al
mundo que se hundía, determinó la salvación de todos los pueblos por medio de
Cristo».
Ahora es el tiempo favorable. No pensemos que Dios
actuaba más antes que ahora, que era más fácil creer cerca de Jesús
—físicamente, quiero decir— que ahora que no le vemos tal como es. Los
sacramentos de la Iglesia y la oración comunitaria nos otorgan el perdón y la
paz y la oportunidad de participar, nuevamente, en la obra de Dios en el mundo,
a través de nuestro trabajo, estudio, familia, amigos, diversión o convivencia
con los hermanos. ¡Que el Señor, fuente de todo don y de todo bien, nos lo haga
posible!
Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Sant Hipòlit de
Voltregà, Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Raimundo de Peñafort
Presbítero Dominico
Cuando Gregorio IX, de quien había sido un precioso
colaborador, le comunicó su intención de nombrarlo arzobispo de Tarragona, la
consternación de Raimundo de Peñafort fue tal que se enfermó. El humilde y
docto sacerdote, que había nacido entre el 1175 y el 1180, había siempre
rehusado honores y prestigio, pero no lo había logrado. Rechazando una vida
cómoda y alegre (era hijo del noble castellano de Peñafort), se había dedicado
desde muy joven a los estudios filosóficos y jurídicos; a los veinte años
enseñaba filosofía en Barcelona, y a los treinta años, recién graduado,
enseñaba jurisprudencia en Bolonia. El sueldo que obtenía por ello lo gastaba
todo en socorrer a los necesitados.
Regresó a Barcelona por invitación de su obispo, quien lo
nombró canónigo. Pero cuando los dominicos llegaron a esa ciudad, le invitaron
a ingresar en sus filas y Raimundo, abandonándolo todo, entró a la Orden.
Dieciséis años después, en 1238, fue nombrado Superior General, cargo que no
pudo rehusar. Durante dos años visitó a pie los conventos de la Orden, después
reunió el Capítulo general en Bolonia y presentó su renuncia. Así, a los
setenta años de edad pudo regresar a la enseñanza y a la pastoral.
Nombrado confesor del rey Santiago de Aragón, no dudó en
reprocharle su conducta escandalosa durante la expedición a la isla de
Mallorca. Una leyenda cuenta que el rey había prohibido que las embarcaciones
se dirigieran hacia España, y entonces, Raimundo, para manifestar su desacuerdo
con el soberano, extendió su manta sobre el agua y sobre él navegó hasta
Barcelona.
Una de sus obras apostólicas dignas de recordar son las
misiones para la conversión de los hebreos y los mahometanos que vivían en
España. Según la tradición, se le atribuye el mérito de haber invitado a Santo
Tomás de Aquino a escribir la Summa contra Gentiles, para que sus predicadores
tuvieran un texto seguro de apologética para las controversias con los herejes
e infieles. Él mismo redactó importantes obras de teología moral y de derecho,
entre ellas la Summa casuum para la administración correcta y eficaz del
sacramento de la penitencia. Murió casi a los cien años, el 6 de enero de 1275
y fue canonizado en 1601.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
A partir de hoy,
incorporamos una nueva sección diaria en “Pequeñas Semillitas”. Se trata de los
¡Buenos días! escritos por el Padre
Natalio Bértolo, sacerdote salesiano a cargo de la Capilla Nuestra Señora de la
Consolación, del Barrio Chateau Carreras de la ciudad de Córdoba, Argentina, quien con
toda generosidad nos cede estos escritos para su difusión en esta página.
¡Muchas gracias
Padre Natalio!
Como flores en
primavera
Tanto la fiesta
de Navidad como la de los Reyes Magos se caracterizan por los regalos que se
hacen. En Navidad cuelgan del arbolito y se sortean o distribuyen entre los
presentes. El seis de enero aparecen en los zapatitos de los niños. Es una
ocasión para reflexionar en la bondad de Dios cuyos regalos disfrutamos cada
día y agradecerlos de todo corazón. Un mensaje de la Reina de la Paz.
“¡Queridos hijos! En estos días, el Señor les
está concediendo grandes favores. Que esta semana sea para ustedes una semana
de acción de gracias a Dios por todas las bendiciones que Él les ha concedido. Abran
sus corazones a Dios, como se abren las flores en primavera en busca del sol.
Yo soy su Mamá y deseo que siempre estén cerca del Padre, a fin de que Él
conceda cada día abundantes dones a sus corazones. ¡Gracias por haber
respondido a mi llamado!”.
Has iniciado un
nuevo año agradeciendo al Señor, ¿verdad? Dar gracias a Dios te ayudará a ser
positivo, optimista, lleno de esperanza. ¿Por qué no lo practicas a lo largo de
este primer mes del año? Se trata de descubrir cada día todo lo que te da alegría,
satisfacción y contento, y agradecerlo de corazón a Dios. Que vivas dando
gracias al Señor en toda ocasión.
P. Natalio Bértolo SDB
La frase de hoy
"Si eres orgulloso, conviene que ames la soledad:
los orgullosos siempre se quedan solos"
Amado Nervo
Tema del día:
La Bendición
“El Señor te
bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; El
Señor se fije en ti y te conceda la paz. Así invocarán mi nombre sobre los
israelitas y yo los bendeciré” (Números 6, 15-27)
Invocar a Dios, al comenzar el año, es una necesidad del
creyente, de quien sabe que todo está en las manos de quien es el Creador, el
Redentor, el Santificador.
“Que Dios te
bendiga”
En los momentos más significativos de la vida, se pide la
bendición de los padres. El pueblo de Israel nació de la bendición de Isaac a
su hijo Jacob. En la vida Monástica, el abad o la abadesa dan su bendición a
los monjes y monjas cuando van a emprender un viaje. En el comienzo del curso,
de una activad importante, se solicita la mirada benévola del Señor, y que se
muestre favorable. Hoy pedimos la más
generosa bendición de quien sabemos nos ama y nos ha concedido el don de la
vida por amor y para amar.
“Te proteja”
Sentir la mano protectora del Señor da descanso. En la
oración de completas de los días festivos, se reza: “Que tus ángeles nos guarden en paz”. Hoy es un deseo ferviente,
cuando el año comienza su carrera, que nos acompañe la certeza de la mirada
protectora del Señor.
“Ilumine su rostro
sobre ti”
Contemplar el rostro de Dios no es tener una visión
extraordinaria, sino sabernos en su presencia, vivir conscientemente abrazados
por su mirada entrañable. A quienes saben caminar baja la luz de esta mirada
les acompaña siempre la confianza, porque nunca se sienten solos. La luz del
rostro de Dios es refleja, los que la contemplan la descubre en la realidad, en
los acontecimientos y en el prójimo.
“Te conceda su
favor”
Contar con el favor de Dios, es contar con su gracia, con
el don del Espíritu Santo, Él derrama sus dones para bien común. Nada se recibe
para provecho propio, sino para edificación del Cuerpo de Cristo, para
colaborar con el plan de Dios, de llevar a todos a la salvación. Los favores
que se reciben del Señor llevan dentro la exigencia de compartirlos, de la
solidaridad amorosa a través de gestos de amor y de caridad.
“Se fije en ti”
De la mirada del Señor sobre cada uno depende el
sentimiento de su llamada, la experiencia reconciliadora, la atracción
irresistible del seguimiento. Nuestro camino se hace muy difícil si no nos
vemos detrás de Él. En cambio, si somos conscientes de que nos precede, todo se
puede sufrir. La mayor bendición es haber descubierto la llamada de Dios y
seguirla.
“Te de la paz”
Es el deseo más significativo. Paz con Dios, paz
interior, paz social, paz en las familias y en las comunidades. Por la paz se
reconoce el sendero de la voluntad divina. Los ángeles, en la noche santa,
cantaron: “Gloria Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres a los que
tanto ama el Señor”.
“Feliz año nuevo,
año del Señor”
Año de la fe, año de ser testigos, de acreditar nuestra pertenencia,
de ser evangelio y evangelización, para que todos conozcamos el amor inmenso de
Dios a la humanidad.
Material de internet - No tengo el autor
Imagen: Google
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de
libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la
fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma del Padre
Ubaldo Santi Lucherini, uno de los fundadores de Cáritas Chile que se dedicó a
la tarea de ayudar a enfermos de sida y que fue llamado serenamente a la casa
del Padre celestial a los 92 años de edad el día 4 de este mes.
Pedimos oración por la salud física y emocional de Elsa
S., de Buenos Aires, Argentina, rogando al Señor que este año sea el de su
definitivo despegue de viejos problemas que la han afectado y encuentre en Él
su camino, verdad y vida.
Pedimos oración por las siguientes personas de Córdoba,
Argentina: Lourdes G., afectada de un tumor renal; Natalie I., con recidiva de
un tumor en SNC; y por la sanación espiritual y física de María Eugenia G.
Dejamos estos pedidos a los pies del pesebre de Jesús, con inmensa fe en su respuesta
amorosa y sanadora.
Pedimos oración por la salud de Antonio y de Carlitos, de
Chimbote, Perú, infectados con sida, más afecciones sobre agregadas que
comprometen sus pronósticos. Que el Señor Misericordioso esté junto a ellos y los
toque con su gracia de sanación en sus cuerpo y en sus almas.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
La Iglesia Misionera
La fiesta de la Epifanía nos induce también a reflexionar
sobre la vocación misionera de la Iglesia. Desde la antigüedad ha sido
considerada esta fiesta como la primera manifestación de Cristo a todos los
pueblos: “desde el Oriente hasta el Occidente resplandeció el nacimiento del
verdadero Rey, ya que, por medio de los Magos, los reinos de Oriente conocieron
la verdad de lo sucedido y no quedó oculto al imperio de los romanos” (San León
Magno, Hom. 32, 1). Era el preludio
de aquel anuncio universal de la buena nueva, para el cual Cristo había de
empeñar a su Iglesia: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda
criatura” (Mc 16, 15). El mandamiento es bien claro y obliga a todo bautizado;
quien ha recibido el don inmenso de la fe no puede gozárselo egoístamente, sino
que está obligado, por el precepto del amor que es el distintivo del cristiano,
a hacer partícipes de él a los demás.
“La actividad misionera es, en última instancia, la
manifestación del propósito de Dios e epifanía y su realización en el mundo y
en la historia, en la que Dios… perfecciona abiertamente la historia de la
salvación” (AG 9). Dios ha escogido al hombre como su colaborador en transmitir
la vida y en proveer a las necesidades de ésta, no sólo en un plano meramente
físico y material, sino también en el espiritual para la actuación de la
historia de la salvación. Cada uno de los bautizados es un momento de esta
gloriosa historia; mas no debe contentarse con vivirla pasivamente sino que
debe convertirse en un verdadero protagonista. Dios puede salvar a los hombres
aún sin los medios ordinarios de la predicación y de los sacramentos; pero
sigue siendo verdad que Jesús dio este mandamiento preciso: “Id, enseñad a
todas las gentes” (Mt 28, 19) y que añadió: “El que creyere y fuere bautizado
se salvará, más el que no creyere se condenará” (Mc 16, 16).
Dios continúa ciertamente llamando a sus elegidos: “Sal
de tu tierra, de tu parentela, de la casa de tu padre, para la tierra que yo ti
indicaré” (Gn 12, 1). Ojalá sepan ellos responderle con generosidad y
prontitud. Pero aun quien permanece en su tierra y en su propia casa debe tener
un corazón misionero. Sostener y ayudar a los llamados por el Señor,
interesarse por la vida y los problemas de las misiones, “alzar espontáneamente
hacia Dios oraciones y actos de penitencia para que fecunde con su gracia la
obra de los misioneros” (AG 36). Estas son las enseñanzas del Concilio: “Todos
los fieles, como miembros de Cristo vivo… tienen el deber de cooperar a la
expansión y dilatación del Cuerpo de Cristo, para llevarlo cuanto antes a la
plenitud” (ib).
Oh Dios, que
enviaste al mundo a tu Hijo como luz verdadera, derrama tu Espíritu para que
difunda la verdad y suscite la fe en el corazón de los hombres, de modo que
todos los que han renacido a una nueva vida por medio del bautismo, lleguen a
formar parte de tu único pueblo. Mira, Señor, el rostro de tu Cristo que se
entregó a la muerte para redimirnos a todos; y haz que por su mediación sea
glorificado tu nombre en las naciones desde donde sale el sol hasta el ocaso y
se ofrezca en todo el mundo un mismo sacrificio a tu divina majestad. Siento la
vocación de guerrero, de sacerdote, de apóstol, de doctor, de mártir. Siento en
una palabra, la necesidad de realizar por ti, ¡oh Jesús!, las más heroicas
acciones… (Santa Teresa del Niño Jesús, Historia de un alma)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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