miércoles, 16 de enero de 2013

Pequeñas Semillitas 1924


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 1924 ~ Miércoles 16 de Enero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Seguramente uno de los libros más leído de autoayuda es el libro “Usted puede sanar su vida” de Louise Hay.
En este se expone que lo que pensamos de nosotros mismos crea nuestra realidad, y somos responsables en un cien por cien de todo lo que nos sucede en la vida. Porque cada cosa que pensamos está creando nuestro futuro, es decir, cada uno de nosotros crea sus experiencias con lo que piensa y siente. Y esto nos abre enormes posibilidades de cambio porque en nuestras mentes los únicos que pensamos somos nosotros. Cuando creamos paz, armonía y equilibrio en nuestras mentes, éstos se convertirán en nuestra realidad.
A partir de estos principios, Louise Hay sugiere una forma de vivir que tendrá como resultado una mayor autoestima, una convivencia en paz con nosotros mismos y los demás. Si piensas en forma negativa eso atraerás a tu vida. Cambia tu manera de pensar y tu vida cambiará!!


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús, saliendo de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan». Él les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido». Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
(Mc 1,29-39)

Comentario
Hoy vemos claramente cómo Jesús dividía la jornada. Por un lado, se dedicaba a la oración, y, por otro, a su misión de predicar con palabras y con obras. Contemplación y acción. Oración y trabajo. Estar con Dios y estar con los hombres.
En efecto, vemos a Jesús entregado en cuerpo y alma a su tarea de Mesías y Salvador: cura a los enfermos, como a la suegra de san Pedro y muchos otros, consuela a los tristes, expulsa demonios, predica. Todos le llevan sus enfermos y endemoniados. Todos quieren escucharlo: «Todos te buscan» (Mc 1,37), le dicen los discípulos. Seguro que debía tener una actividad frecuentemente muy agotadora, que casi no le dejaba ni respirar.
Pero Jesús se procuraba también tiempo de soledad para dedicarse a la oración: «De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración» (Mc 1,35). En otros lugares de los Evangelios vemos a Jesús dedicado a la oración en otras horas e, incluso, muy entrada la noche. Sabía distribuirse el tiempo sabiamente, a fin de que su jornada tuviera un equilibrio razonable de trabajo y oración.
Nosotros decimos frecuentemente: —¡No tengo tiempo! Estamos ocupados con el trabajo del hogar, con el trabajo profesional, y con las innumerables tareas que llenan nuestra agenda. Con frecuencia nos creemos dispensados de la oración diaria. Realizamos un montón de cosas importantes, eso sí, pero corremos el riesgo de olvidar la más necesaria: la oración. Hemos de crear un equilibrio para poder hacer las unas sin desatender las otras.
San Francisco nos lo plantea así: «Hay que trabajar fiel y devotamente, sin apagar el espíritu de la santa oración y devoción, al cual han de servir las otras cosas temporales».
Quizá nos debiéramos organizar un poco más. Disciplinarnos, “domesticando” el tiempo. Lo que es importante ha de caber. Pero más todavía lo que es necesario.
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Marcelo I
Papa


El papa san Marcelo I (308-309), fue elegido después de cuatro años de la muerte del papa san Marcelino debido a la persecución del emperador Diocleciano.

Le tocó hacerle frente a la crisis dejada entre los cristianos por dicha persecución y que por miedo al martirio habían apostatado de su fe o simplemente abandonado las prácticas religiosas, pero ahora querían regresar a la Iglesia. Decretó que aquellos que deseaban volver a la Iglesia tenían que hacer penitencia por haber renegado de la fe durante la persecución.

Los que estaban en contra de esta decisión consiguieron que el emperador Majencio lo desterrara.

Según el "Libro Pontifical", el Papa Marcelo se hospedó en la casa de una laica muy piadosa de nombre Marcela, y desde ahí, siguió dirigiendo a los cristianos. Al enterarse el Emperador, obligó al Pontífice a realizar trabajos forzosos en las caballerías y pesebres imperiales que fueron trasladados a esa zona.

Murió en el exilio el 16 de enero de 309. Su cuerpo fue devuelto a Roma y sepultado en el cementerio de Priscila.

Durante su pontificado se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la persecución. Dividió Roma en veinticinco sectores con un presbítero o párroco al frente de cada uno de ellos. Su carácter enérgico, aunque moderado, llevo a que ordenase que ningún concilio se pudiese celebrar sin su autorización explícita.

Fuente: Catholic.net


¡Buenos días!

Aceptar a los padres

Una actitud muy necesaria en la vida es la capacidad de aceptación que nace del realismo. Gracias a ella dejamos de estrellarnos contra los hechos y buscamos lo mejor con lo que somos y lo que tenemos. A veces puede suceder que rechacemos a nuestros padres por algún rasgo negativo: falta de cultura, o su aspecto, o su carácter. Una oración para curar estas heridas.

Dios mío, si alguna vez sentí vergüenza o aversión por mis padres, en este día yo los abrazo con cariño y amor. Pido perdón por mi ingratitud; y de tus manos yo los acepto con gratitud y emoción. Si acaso ellos ya fallecieron, igualmente yo los abrazo, los amo, los acepto profunda y totalmente en el misterio de tu Santa Voluntad. Gracias por el regalo de mis padres, y bendita sea su memoria para siempre.

Un signo de madurez es aceptar la realidad y poseer suficiente solidez y equilibrio para vivirla. La persona madura es objetiva: sabe valorarse a sí mismo sin dejar de valorar a los demás. Es capaz de tomar una decisión y sostenerla. Madurez es el arte de vivir en paz con lo que no se puede cambiar. Ejercítate, pues cada día, en esta sabiduría de sano realismo.

Padre Natalio


La frase de hoy

“La esperanza no es fingir que no existen los problemas.
Es la confianza de saber que estos no son eternos,
que las heridas curarán y las dificultades se superarán.
El tener fe es una fuente de fortaleza y renovación en nuestro interior,
que nos guiará desde la oscuridad hacia la luz”

Elizabeth Chase


Tema del día:
La fe de un director


1) Para saber

Recientemente se estrenó un relato biográfico, titulado “Hitchcock”, sobre la vida de este famoso director de cine. Con ese motivo un sacerdote, el padre Henninger, publicó un artículo en el que recordaba cómo conoció al célebre director en el año de 1980, poco antes de que muriera.

Cuenta que un amigo, también sacerdote, lo invitó a visitar una tarde la casa de Hitchcock en Bel Air, en Estados Unidos, y a celebrar la santa Misa ahí. En el relato el padre Henninger comenta que en ese primer encuentro, cuando llegaron, Hitchcock estaba en cama, ya enfermo. En eso despertó, miró hacia arriba y besó la mano de su amigo sacerdote, agradeciéndole que hubieran ido. El sacerdote indicó que en la habitación donde celebró la Misa, era estudio, estaban los libretos de las películas famosas de Hitchcock, con lo tuvo que hacer un esfuerzo al celebrar para no distraerse recordando cada una de ellas. Recordó que le llamó la atención que Hitchcock decía las respuestas de la Misa en latín, a la antigua usanza, pues así las había aprendido desde niño. Pero lo que más se le quedó grabado fue que, después de recibir la comunión, lloró en silencio, con lágrimas que rodaban por sus enormes mejillas.

El padre Henninger continuó visitando a Hitchcock hasta su muerte, el 29 de abril de ese año. Mencionó lo maravilloso que fue que Hitchcock se dejara guiar por Dios al final de su vida.

2) Para pensar

Hitchcock nació en Londres en el año de 1899, en una familia católica, y educado según ella. Tuvo una sola esposa, Alma Reville, con quien vivió toda su vida hasta su muerte en 1980. Se puede decir que dedicó toda su vida al cine. Ya en sus últimos años recibió un Oscar honorífico por su trayectoria dentro de la industria del cine.

Dirigió en 1953 una película (“I Confess”) en donde la trama es en torno a un sacerdote católico que termina siendo investigado por un asesinato que no cometió. Más aún, él escuchó la confesión del asesino, y por eso no puede defenderse a sí mismo. Hitchcock trató de poner una cruz en cada escena de esa película, ya que la cruz cuelga sobre la decisión que este sacerdote tiene que hacer de limpiar o no su nombre, lo que significaría romper el secreto de confesión y dejar el sacerdocio.

La película presenta el dilema entre hacer lo correcto o la propia conveniencia. Una decisión que muchas veces también nosotros habremos de saber tomar.

3) Para vivir

Sobre ese silencio del Sacramento de la penitencia, el Catecismo de la Iglesia Católica afirma que: “Dada la delicadeza y la grandeza de este ministerio y el respeto debido a las personas, la Iglesia declara que todo sacerdote que oye confesiones está obligado a guardar un secreto absoluto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado, bajo penas muy severas. Tampoco puede hacer uso de los conocimientos que la confesión le da sobre la vida de los penitentes. Este secreto, que no admite excepciones, se llama ‘sigilo sacramental’, porque lo que el penitente ha manifestado al sacerdote queda ‘sellado’ por el sacramento” (n. 1467). De hecho en la historia de la Iglesia no han faltado sacerdotes que han preferido morir antes que romper el silencio.

Este secreto nos ha de dar la confianza para ser sinceros al acudir a la Confesión y, así, poder recibir el perdón de Dios.

Pbro. José Martínez Colín


Meditación breve


¿Puedo aprender de una vez a no pensar en que los demás son siempre mejores que yo y comenzar a valorarme a mí mismo?
¿Soy capaz de decidir y actuar por mí mismo ante cualquier situación que se presente en mi vida o necesito como los niños que sean otros los que tomen las decisiones por mí?
¿Soy capaz de disfrutar completamente de la libertad que se me ha dado para vivir la vida o dependo de los sentimiento de culpabilidad a los que los demás me ¿encadenan?
¿Valoro en su justa medida mi valía personal que sin duda es considerable y me acepto y me quiero sin condiciones?
¿Soy capaz de trabajar con tesón para combatir mi intolerancia, mi impaciencia y en general todos los obstáculos que mi mente pone en mi contra para mantener unas buenas relaciones familiares, sociales y laborales?
¿Soy consciente de las cosas negativas que están ocurriendo a mi alrededor y las acepto con valor intentando aprender la lección que me enseña cada una de las experiencia vividas o escondo la cabeza bajo la arena como las avestruces evadiéndome cobardemente de todo?
¿Soy capaz de poner orden en mi vida aprovechando positivamente toda mi energía y mi tiempo o prefiero pasar por este mundo sin pena ni gloria; sin dejar huella?
¿Soy capaz compartir mi bienes con los demás o de desprenderme de las cosas que ya no me sirven o vivo encadenado sin remisión a las cosas materiales sabiendo que el día que abandone mi cuerpo no podré llevarlas conmigo?
¿Soy capaz de sentirme plenamente satisfecho conmigo mismo porqué me acepto y me quiero tal como soy?
¿Soy capaz de quererme a mí mismo sin condiciones, amar a mi prójimo como a mí mismo y aceptar el amor que los demás me ofrecen?
¿Soy capaz de adoptar una actitud mental y emocional positiva y de aprovechar todo lo que la vida me ofrece?


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la adolescente Mariana J. C., de Medellín, Colombia, que está desorientada ante la crisis de la edad, lo cual tiene muy preocupada su mamá Olga y a toda la familia. Que la luz del Espíritu Santo le señale los caminos siempre dentro del amor y la armonía familiar.

Pedimos oración por Rosmira C. N., ella es de Colombia pro se encuentra en New York y el próximo viernes 18 de enero la operan. Rogamos a Dios Todopoderoso que sea el médico que la asista para que muy pronto se la vea recuperada.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


 “Intimidad Divina”

Yo soy la vida

Jesús anunció su misión así: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). ¿Y cuál es la vida que da él a los hombres? La vida de la gracia, para que sean “participantes de la divina naturaleza” (2 Pe 1, 4). Jesús en cuanto a Verbo posee por naturaleza la vida divina del mismo modo y en la misma medida que el Padre. “Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo tener vida en sí mismo” (Jn 5, 26). Esta plenitud de vida divina redunda en la humanidad de Cristo a causa de su unión hipostática. En contacto directo con la divinidad a la que está unida personalmente, la humanidad sacratísima de Jesús queda inundada por la vida divina… La gracia santificante que invade la humanidad de Jesús es tan sobreabundante, que los teólogos no dudan en llamarla infinita, como dada sin medida, según conviene a la dignidad de Cristo y con vistas a su misión de santificar a todos los hombres.

Como todo lo demás que no es Dios, también la gracia ha sido creada por Dios. En cuanto Dios, es decir, como Verbo, Jesús es, junto con el Padre y el Espíritu Santo, creador de la gracia… Pero en cuanto redentor y, por tanto, como hombre Jesús es el Mediador de la gracia, es decir, el que la merece y despensa a cada hombre. Jesús, en efecto, mediante el tesoro infinito de gracia que posee ha podido merecerla para todas las creaturas. Y no sólo la ha merecido de una vez para siempre muriendo en la cruz, sino que la aplica de continuo a los creyentes; pues la gracia se infunde y se desarrolla en el bautizado por su acción viva y actual. De este modo Jesús da a los hombres la vida; él es la vida, la única fuente de la vida divina participada a los hombres. De él, enseña el Concilio, “como de Fuente y Cabeza, dimana toda la gracia y la vida del mismo Pueblo de Dios” (LG 50).

Y ahora dos consecuencias prácticas preciosísimas. Quien quiera tener la gracia y ser partícipe de la vida divina, ha de ir a Cristo, estar incorporado a él y vivir en él. “Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” 1 Jn 5, 12). La gracia que santifica a los hombres es, en su esencia, idéntica a la que santificó el alma de Jesús; sin duda que en medida y perfección son inmensamente distintas, pero su naturaleza es la misma. Por eso la gracia tiene en el hombre el mismo poder santificador y las mismas tendencias que en Cristo; pues tiende a santificarlo, a realizar en él la comunión con Dios, a hacerlo vivir para su gloria. Jesús, dando a los hombres la gracia, les ha comunicado verdaderamente su vida, ha puesto en ellos el germen de su santidad, y así, con tal que lo quieran de veras, pueden vivir una vida semejante a la suya.

Dios todopoderoso y eterno…, a Cristo nuestro Señor le hiciste fundamento de todo y de su plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del Universo, es fuente de salvación para cuantos creen en él. (Misal Romano, Prefacio Común)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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