viernes, 11 de enero de 2013

Pequeñas Semillitas 1919


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 1919 ~ Viernes 11 de Enero de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Hoy iniciamos “Pequeñas Semillitas” transcribiendo un párrafo de gran profundidad espiritual, de la escritora estadounidense Louise Hay:
“Por la noche, justo antes de dormirte, repasa el día y bendice y agradece cada experiencia que hayas tenido. Perdónate si te parece que has cometido algún error, de la clase que sea, y perdona también a las personas que de un modo u  otro te hayan molestado o te hayan hecho daño. Todos hacemos lo mejor que podemos hacer con el entendimiento, los conocimientos y el nivel de conciencia que tenemos en cada momento. Agradecer y perdonar nos hace cada vez más sabios”


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


Y sucedió que, estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jesús, se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Él extendió la mano, le tocó, y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante le desapareció la lepra. Y él le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: «Vete, muéstrate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero Él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.
(Lc 5,12-16)

Comentario
Hoy tenemos una gran responsabilidad en hacer que «su fama» (Lc 5,15) continúe extendiéndose, sobre todo, a todos aquellos y aquellas que no le conocen o que, por diversas razones y circunstancias, se le han alejado.
Pero este contagio no será posible si antes nosotros, cada uno y cada una, no hemos sido capaces de reconocer nuestras propias “lepras” particulares y de acercarnos a Cristo habiendo tomado conciencia de que sólo Él nos puede liberar de manera eficaz de todos nuestros egoísmos, envidias, orgullos y rencores...
Que la fama de Cristo se extienda a todos los rincones de nuestra sociedad depende, en gran medida, de los “encuentros particulares” que hayamos tenido con Él. Cuanto más y más intensamente nos impregnemos de su Evangelio, de su amor, de su capacidad de escuchar, de acoger, de perdonar, de aceptar al otro (por diferente que sea), más capaces seremos de darlo a conocer a nuestro entorno.
El leproso del Evangelio que hoy se lee en la Eucaristía es alguien que ha hecho un doble ejercicio de humildad. El de reconocer cuál es su mal y el de aceptar a Jesús como a su Salvador. Cristo es quien nos da la oportunidad de hacer un cambio radical y profundo en nuestra vida. Ante todo aquello que nos es impedimento para el amor y que se ha enquistado en nuestros corazones y en nuestras vidas, Cristo, con su testimonio de vida y de Vida Nueva, nos propone una alternativa totalmente real y posible. La alternativa del amor, de la ternura, de la misericordia. Jesús, ante quien es diferente a Él (el leproso) no huye, no se lo saca de encima, no lo “factura” a la administración, ni a las instituciones o a las “ong's”. Cristo acepta el reto del encuentro, y al “enfermo” le ofrece aquello que necesita, la curación/purificación.
Nosotros tenemos que ser capaces de ofrecer a los que se acercan a nuestras vidas aquello que hemos recibido del Señor. Pero antes será necesario habernos encontrado con Él y renovar nuestro compromiso de vivir su Evangelio en las pequeñas cosas de cada día.
Rev. D. Santi COLLELL i Aguirre (La Garriga, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Teodosio
Cenobita


CENOBITA: Miembro de una comunidad religiosa que profesa vida monástica. Se llama así a la persona que vivía en comunidad religiosa en los primeros siglos del cristianismo. Habitaban un edificio llamado cenobio que administraba un cenobita superior.

El bienaventurado padre san Teodosio, llamado cenobita, nació en una aldea de Capadocia. Habíase dado a los estudios, y aun declaraba al pueblo las letras divinas, cuando deseoso de la perfección, partió a los santos lugares.

En llegando a Antioquía, quiso ver al insigne anacoreta san Simeón Estilita, el cual, inspirado del Señor, le dijo: «Teodosio, varón de Dios, seáis bien venido». Espantóse Teodosio oyendo esta voz, porque le llamaba por su nombre, y porque le honraba con el título de varón de Dios.

Subió a la columna por orden de san Simeón y echóse a sus pies; oyó sus consejos y todo lo que en adelante le había de suceder; y tomada su bendición, siguió su camino hacia Jerusalén, donde él adoró y regó con sus lágrimas aquellos sagrados lugares que Cristo nuestro Señor consagró con su vida y su muerte.

Retiróse después a la soledad, y vino a tener tantos discípulos, que labró un gran monasterio, en el cual acogía a los pobres.

Aconteció aparejarse en un mismo día cien mesas para darles de comer, y en tiempo de hambre, como los que tenían a cargo de darles de comer les cerrasen las puertas, san Teodosio mandó abrírselas y darles a todos lo necesario, y el Señor les proveía con tan larga mano, que después quedaban las arcas llenas de pan.

Era también su monasterio, hospital de enfermos, a quienes servía y besaba las llagas con grande amor.

Había entre sus discípulos hombres ricos y poderosos, militares y sabios, de los cuales salieron muchos obispos y superiores de suerte que cuando murió el santo, habían ya fallecido seiscientos noventa y tres de sus discípulos.

El emperador Anastasio, que favorecía a los herejes, le envió una buena cantidad de oro para sus pobres: aceptóla y repartióla el santo pero escribió al emperador, que ni él ni los suyos consentirían con los herejes, aunque la vida les costase.

Fuese luego, viejo como era, a predicar sin temor alguno por las ciudades de aquellos herejes que condenaban el concilio de Calcedonia; y subiendo una vez al púlpito, hizo señal al pueblo que callasen, y dijo: «El que no recibiere los cuatro concilios generales, como los cuatro Evangelios sea maldito y excomulgado».

Entonces el emperador le desterró, pero duró bien poco el destierro, porque el monarca hereje cayó muerto, herido por un rayo.

Teodosio volvió de su destierro, glorioso y triunfante. Muchas fueron las obras admirables que hizo este varón de Dios en su larga vida; muchas veces multiplicó el pan, anunció el terremoto que asoló la ciudad de Antioquía, y lleno de méritos y virtudes, descansó en la paz del Señor a la edad de ciento cinco años.

Honraron su cadáver el patriarca de Jerusalén con otros obispos y multitud de monjes, clérigos y seglares.

Fuente: Catholic.net


¡Buenos días!

Las moscas en la miel

Hay tres frentes que asechan la rectitud moral del hombre: tener más cosas (codicia), disponer de más poder (orgullo), disfrutar más satisfacciones de los sentidos (sensualidad). Por ejemplo: comer es necesario, pero comer en exceso es gula. El elemento común de las tres tentaciones es el egoísmo, el amor desordenado por uno mismo, que nos lleva al orgullo, a la codicia y a la sensualidad, y nos impide amar de verdad. Una fábula para aclarar.

De un panal se derramó su deliciosa miel, y las moscas acudieron ansiosas a devorarla. Y era tan dulce que no podían dejarla. Pero sus patas se fueron prendiendo en la miel y no pudieron alzar el vuelo de nuevo. Ya a punto de ahogarse en su tesoro, exclamaron: - ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer! (Esopo).

A tu alrededor y dentro de ti mismo hay seducciones que pueden arrastrarte fuera del recto camino. Jesús te recomienda estar atento, pensar bien lo que haces, tener control sobre tus apetencias; y además recurrir a la oración para fortalecer tu decisión de llevar una vida en la presencia de Dios que sea agradable a sus ojos. Este es el combate del cristiano.

Padre Natalio


La frase de hoy

“En la tranquilidad hay salud,
como plenitud, dentro de uno.
Perdónate, acéptate, reconócete y ámate.
Recuerda que tienes que vivir
contigo mismo por la eternidad”

 Facundo Cabral


Temas Médicos:
Cuidar el colesterol


El colesterol es una grasa esencial para la vida, está presente en nuestro cuerpo porque el hígado produce la cantidad necesaria para generar hormonas, vitamina D, ácidos biliares y formar las membranas celulares.

Pero esta sustancia también está presente en los alimentos de origen animal y el exceso en su consumo aumenta el nivel de colesterol en la sangre. Esto es una amenaza para nuestra vida porque si se acumula en exceso en nuestros vasos sanguíneos, puede bloquearlos desencadenando trastornos cardiovasculares o cerebrovasculares.

Aprende a llevar estos sencillos y muy saludables hábitos, y deja de correr riesgos si es que necesitas bajar el nivel de colesterol en tu sangre

Grasa en la sangre
Existe colesterol ‘bueno’ (HDL) y colesterol ‘malo’ (LDL). El exceso de colesterol ‘malo’ favorece las enfermedades cardiovasculares. El colesterol ‘bueno’, si está en un nivel adecuado, reduce el riesgo de padecer un ataque cardiaco o cerebral.

El colesterol está presente en los alimentos altos en grasas saturadas y los que contienen más colesterol son: yema de huevo, lácteos enteros, carnes grasas (cerdo, cordero, res), vísceras (hígado, riñones), crema, mantequilla, quesos y algunos pescados azules.

Consejos muy sanos
Un sencillo análisis de sangre te permitirá conocer tus niveles de colesterol y así tomar las medidas para controlarlo. Si éste es tu caso, una alimentación adecuada puede ayudarte a que no necesites medicamentos reductores del colesterol.

Al principio puede parecerte difícil cambiar tus costumbres alimentarias, pero al poco tiempo empezarás a sentirte mejor. Toma estas sencillas medidas y obtendrás resultados sorprendentemente positivos:

Menos grasas saturadas
Limita el consumo de grasas al 10% de las calorías totales diarias, es decir, alrededor de 15 gramos de grasa en una dieta de 1.500 calorías.                                            

Menos alimentos de origen animal
Reduce tu consumo de carnes rojas a sólo tres veces por semana y elige las aves magras y el pescado.

Más fibra
Consume más frutas, vegetales verdes, leguminosas y cereales, porque son ricos en fibra, la cual ayuda a eliminar el colesterol del organismo. Consumir al menos 10 gramos de fibra al día, reduce considerablemente el colesterol alto.

Más comidas, raciones menores
Muchos estudios han confirmado que reemplazar las dos o tres comidas fuertes por cinco comidas ligeras, hace que el nivel de colesterol se reduzca.

Toma leche descremada
La leche aporta calcio, pero también colesterol al organismo. La leche entera e incluso la que tiene sólo un 2% de grasa, proporciona demasiada grasa saturada. Pero tomar leche descremada ayuda a disminuir en un 7% el nivel de colesterol, según un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition.

Consume ajo
Es un excelente aliado para combatir la acumulación de grasa. Consumir medio o un diente de ajo al día reduce los niveles de colesterol en un 9%.

Haz ejercicios
Un complemento muy saludable para esta dieta anticolesterol es hacer un programa regular de ejercicio.

Gabriela Casavantes


Meditación breve


Elige el amor: Ninguna circunstancia justifica la amargura.
Escoge la paciencia: En vez de maldecir al que se ha puesto en tu lugar, invítale a dialogar. En vez de quejarte porque tienes que esperar demasiado tiempo, sé agradecido por tener un momento de oración.
Escoge la bondad: Sé bondadoso con los pobres, porque ellos están solos muy a menudo. Practica la bondad también con los ricos, porque muy frecuentemente tienen miedo. Sé bondadoso con los duros de corazón, y así comprenderás cómo Dios trata contigo.
Escoge la benevolencia: Prepárate para reconocer tus fallas antes que culpar, y para ser examinado, antes que para vanagloriarte.
Escoge la honradez: Cumple tus promesas, para que tus acreedores nunca lamenten haber confiado en ti, para que tus amigos nunca cuestionen tu palabra, ni tu familia dude de tu amor.
Escoge la mansedumbre: Nada se gana por la fuerza. Si levantas tu voz, hazlo para alabar. Si aprietas los puños, hazlo para orar. Si haces una exigencia, haz que sea primero acerca de ti mismo.
… Si consigues vivir según estos principios, recuesta esta noche tu cabeza sobre tu almohada, ¡y que duermas bien! ¡Te lo mereces! Porque eres un hijo de Dios


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el niño Nicolás V. L., de Buenos Aires, que tiene que ser operado por tercera vez del corazón en su corta vida, ya que aún no cumplió 2 años. Que Jesús esté con él y lo ayude a superar con bien esta nueva dificultad en su salud, mientras María, Madre de todos, acompaña a su familia en la espera de su recuperación.

Pedimos oración por la recuperación de María Belén, de 13 años de edad, operada en Córdoba, Argentina, por aneurisma cerebral, para que el Buen Jesús permita que todo se resuelva favorablemente y sin secuelas para ella.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


“Intimidad Divina”

Obreros del Reino

El reino de Dios no consiste ni en riquezas, ni en honores, ni en conquista de puestos privilegiados en el mundo; es más bien lo contrario de todo eso. La conquista del mundo entendida como posesión de bienes materiales y ansia de bienestar y de placeres, está en completa antítesis con el reino de Dios, donde se da el primer lugar a los valores del espíritu y todo lo demás está subordinado a ellos. Sin embargo, en cuanto es criatura de Dios, también el mundo debe ser conquistado por el cristiano, no por avaricia o ambición, sino para ordenar todas las realidades terrestres al servicio y a la gloria de Dios. Este es el deber que el Concilio atribuye especialmente a los seglares, que por su condición de vida están en contacto continuo y directo con las realidades terrenas. “Es preciso que los seglares acepten como obligación específica suya el restaurar el orden temporal y el actuar directamente y de forma concreta en dicho orden, dirigidos por la luz del Evangelio y la mente de la Iglesia, y movidos por la caridad cristiana… y el buscar en todas partes y en todo la justicia del reino de Dios” (AA 7).

Dios que ha creado al hombre a su imagen y semejanza, lo ha hecho también colaborador suyo en la obra creadora y conservadora del universo. Y esto desde los primeros orígenes de la humanidad, cuando “Dios tomó al hombre y le puso en el jardín del Edén para que lo cultivase y guardase” (Gn 2, 15). Todas las cosas habían sido creadas por Dios para el hombre: para su sustento, su alegría, su elevación, su perfección. Entregándolas a su ingenio y actividad, quería que se sirviese de ellas para tal fin y que, reconociendo en los bienes terrenos la bondad y la providencia del Creador, se sintiese impulsado a amarlo y a glorificarlo. El pecado trastornó este orden, y así el trabajo, en vez de ser colaboración a la obra de Dios, ha degenerado en frenesí de ganancia, en motivo de orgullo y en servidumbre de pasiones; al mismo tiempo, los bienes terrenos, en vez de ser como una escalera para subir a Dios, se han convertido en ocasión para pecar y alejarse de Él.

Corresponde el cristiano, redimido por Cristo, redimir a su vez el trabajo y las realidades terrenas de las falsificaciones del pecado. Lo cual significa trabajar y manejar los bienes terrenos con corazón puro y desinteresado, que mientras busca las cosas necesarias para la vida, no pierde de vista el deber de conformarse a los fines y a la voluntad de Dios Creador y Padre. Y como la obra de Dios mira incesantemente al bien y a la salvación del hombre, así también el hombre por medio de su trabajo no debe tener otra mira que el bien temporal y eterno suyo y de los demás. De este modo los creyentes “con razón pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen de modo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia” (GS 34). Construyendo la ciudad terrena, edifican y extienden el reino de Dios del cual son obreros solícitos y provechosos. Y al mismo tiempo que proveen a las necesidades terrenas, difunden en el mundo “aquel espíritu de que están animados aquellos pobres, mansos y pacíficos, a quienes el Señor, en el Evangelio, proclamó bienaventurados” (LG 38).

Oh Señor, “danos hoy nuestro pan”. Danos los medios para sustentar esta vida… para que, pasado el tiempo de nuestra servidumbre, podamos conseguir la libertad perfecta. Danos el pan que debemos comer con nuestro sudor; ésta es nuestra servidumbre… Todos deben fatigarse para ganarse el pan… Pero tú eres siempre, oh Señor, quien nos lo das, porque eres tú quien bendices nuestras fatigas. Dánoslo, pues, cada día. Esta palabra expresa toda nuestra indigencia, perpetua e irremediable. Dánoslo, porque sólo lo queremos de ti y por los modos que tú nos prescribes. Danos el pan. Con esta expresión entendemos todas las cosas que nos son necesarias. Concédenos las cosas necesarias, no los regalos. Te pedimos todo aquello de que depende, según tu voluntad, nuestra existencia terrena. Danos hoy este pan de que cada día tenemos necesidad y que mañana no nos será menos necesario que hoy. Pero yo tengo que contentarme con tenerlo hoy… “Bástale a cada día su afán; no os inquietéis por el mañana” (Mt 6, 34). (J. B. Bossuet, Meditaciones sobre el Evangelio).

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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