jueves, 26 de abril de 2012

Pequeñas Semillitas 1693


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1693 ~ Jueves 26 de Abril de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Haz de cada tarea un compromiso. Lo que consideres urgente hazlo ahora mismo. Lo que consideres importante hazlo tú mismo. No dejes para después lo que se necesita hacer ahora. No te ocupes en buscar excusas y pretextos para NO hacerlo, utiliza esa energía en hacerlo. Decídete YA a emprender esa tarea que vienes posponiendo. Es preferible proceder y fallar, que quedarte inactivo por temor al fracaso, pues siempre es mejor aprender y reaccionar que quedarse sin hacer ni servir para nada.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».
(Jn 6,44-51)

Comentario
Hoy cantamos al Señor de quien nos viene la gloria y el triunfo. El Resucitado se presenta a su Iglesia con aquel «Yo soy el que soy» que lo identifica como fuente de salvación: «Yo soy el pan de la vida» (Jn 6,48). En acción de gracias, la comunidad reunida en torno al Viviente lo conoce amorosamente y acepta la instrucción de Dios, reconocida ahora como la enseñanza del Padre. Cristo, inmortal y glorioso, vuelve a recordarnos que el Padre es el auténtico protagonista de todo. Los que le escuchan y creen viven en comunión con el que viene de Dios, con el único que le ha visto y, así, la fe es comienzo de la vida eterna.
El pan vivo es Jesús. No es un alimento que asimilemos a nosotros, sino que nos asimila. Él nos hace tener hambre de Dios, sed de escuchar su Palabra que es gozo y alegría del corazón. La Eucaristía es anticipación de la gloria celestial: «Partimos un mismo pan, que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, para vivir por siempre en Jesucristo» (San Ignacio de Antioquía). La comunión con la carne del Cristo resucitado nos ha de acostumbrar a todo aquello que baja del cielo, es decir, a pedir, a recibir y asumir nuestra verdadera condición: estamos hechos para Dios y sólo Él sacia plenamente nuestro espíritu.
Pero este pan vivo no sólo nos hará vivir un día más allá de la muerte física, sino que nos es dado ahora «por la vida del mundo» (Jn 6,51). El designio del Padre, que no nos ha creado para morir, está ligado a la fe y al amor. Quiere una respuesta actual, libre y personal, a su iniciativa. Cada vez que comemos de este pan, ¡adentrémonos en el Amor mismo! Ya no vivimos para nosotros mismos, ya no vivimos en el error. El mundo todavía es precioso porque hay quien continúa amándolo hasta el extremo, porque hay un Sacrificio del cual se benefician hasta los que lo ignoran.
Rev. D. Pere MONTAGUT i Piquet (Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Isidoro
Arzobispo de Sevilla


Nació en Sevilla en el año 556. Era el menor de cuatro hermanos, todos los cuales fueron santos y tres de ellos obispos. San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina se llamaron sus hermanos.

Su hermano mayor, San Leandro, que era obispo de Sevilla, se encargó de su educación obteniendo que Isidoro adquiriera el hábito o costumbre de dedicar mucho tiempo a estudiar y leer, lo cual le fue de gran provecho para toda la vida. Al morir Leandro, lo reemplazó Isidoro como obispo de Sevilla, y duró 38 años ejerciendo aquel cargo, con gran brillo y notables éxitos.

Isidoro fue el obispo más sabio de su tiempo en España. Poseía la mejor biblioteca de la nación. Escribió varios libros que se hicieron famosos y fueron muy leídos por varios siglos como por ej. Las Etimologías, que se pueden llamar el Primer Diccionario que se hizo en Europa. También escribió La Historia de los Visigodos y biografías de hombres ilustres.

San Isidoro es como un puente entre la Edad Antigua que se acababa y la Edad Media que empezaba. Su influencia fue muy grande en toda Europa y especialísimamente en España, y su ejemplo llevó a muchos a dedicar sus tiempos libres al estudio y a las buenas lecturas.

Fue la figura principal en el Concilio de Toledo (año 633) del cual salieron leyes importantísimas para toda la Iglesia de España y que contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la religiosidad en el país.

Se preocupaba mucho porque el clero fuera muy bien instruido y para eso se esforzó porque en cada diócesis hubiera un colegio para preparar a los futuros sacerdotes, lo cual fue como una preparación a los seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas partes.

Dice San Ildefonso que "la facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas".

Su amor a los pobres era inmenso, y como sus limosnas eran tan generosas, su palacio se veía continuamente visitado por gentes necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas. De todas las ciencias la que más le agradaba y más recomendaba era el estudio de la Sagrada Biblia, y escribió unos comentarios acerca de cada uno de los libros de la S. Biblia. Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas las faltas de su vida pasada y suplicó al pueblo que rogara por él a Dios. A los 80 años de edad murió en el año 636.

La Santa Sede de Roma lo declaró "Doctor de la Iglesia".

Fuente: EWTN


La frase de hoy

“Perdonan con pureza,
las almas nobles
y los corazones humildes.
Perdona con la misma intensidad
que deseas ser perdonado,
sólo así comprenderás
que la misericordia y el perdón
son una extraordinaria bendición”


Tema del día:
Decálogo sobre el Rezo del Rosario


1.- Reza cada Padrenuestro, sabiendo que Dios te invita a ser como María; a ser oyente de su Palabra; a dar testimonio de tu vida cristiana. Tus buenos pasos deben de ser cuentas añadidas al Santo Rosario.

2.- Desgrana cada Ave María con el convencimiento que, cada vez que repites un Ave María, es un decir “te quiero” a la Virgen María. ¿Sirve decir te amo si luego no lo demuestras?

3.- Cuando finalices el misterio con el “gloria” ponte de pie y, en esa postura, da gracias a Dios por la vida y por la fe, por ser el Creador de todo.

4.- En cada misterio de gozo piensa en lo distinto que hubiera sido el mundo sin la Encarnación de Cristo. Ofrécelos por los niños no nacidos. Por los que han perdido la esperanza y la fe. Por los que, lejos de estar perdidos en el templo, se han perdido por las calles del mundo.

5.- En cada misterio de luz recuerda que, la vida de Cristo, es una llamada a la conversión y al seguimiento. Rezar el rosario exige caminar por la vida como hijos de la luz, regresando de nuestras tinieblas y llamados a fortalecer nuestra existencia con la Eucaristía.

6.- En cada misterio de dolor no olvides los sufrimientos de la humanidad. No hay esquina sin cruz, personas que no hayan sufrido decepciones o traiciones,
proyectos coronados con las espinas de la mala suerte, caídas y alzadas. No olvides que, en el horizonte, aguarda la cruz como semilla de Redención.

7.- En cada misterio de gloria, da gracias a Dios por el don supremo de la Resurrección. Porque, su único Hijo, supo obedecer hasta el final para que nuestra vida no conociera el ocaso permanente. Reza por los que han muerto con fe y esperan la resurrección. Por los que no se dejaron llevar por el Espíritu y vivieron de espaldas a Él.

8.- Glorifica a Dios con tu palabra y con tu obra. Como María, en su Asunción, también estás llamado a descubrir la escalera que une el cielo con la tierra. Un día, por tu fe y por la grandeza de Dios, estás llamado a compartir su misma suerte: la eternidad.

9.- No te afanes tanto por los trofeos del mundo y sí por los del cielo. La figura de María, coronada en el cielo, refleja el premio y el reconocimiento a su fidelidad. Suplicar con el Rosario es saborear las horas grandes de la Virgen para que, con su intercesión, la imitemos y alcancemos un día la corona que no se marchita.

10.- Al desmigajar las letanías a la Virgen María, hazlo con sentido y con admiración. Todo lo que dicen, es verdad. No son simples piropos. Son verdades que,
el pueblo cristiano, las damos como ciertas. Son sentimientos que salen desde lo más profundo del alma. Las letanías son oración de alabanza que saben a poco para que tanto hizo: ¡María!

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Pensamientos sanadores


Hoy ábrete a las bendiciones divinas

Si pensamos que una de las cosas que más le agrada hacer a Dios es bendecirnos, entonces también nosotros podemos, en ese camino de perfección, abrirnos a las gracias de Dios y ser instrumentos de bendición para aquellas personas que sufren diversas necesidades.
Por eso, deja que el Señor, que hizo maravillas en María, también las haga en ti.
Deja que él se ocupe de todo, ya que en ciertas ocasiones nosotros, sin darnos cuenta, entorpecemos la tarea que él quiere realizar en nosotros, sus pequeños hijos.
Ten presente que en la quietud y la confianza residirá tu fortaleza y le permitirás al Señor efectuar su obra en ti y hacer su voluntad a través tuyo.
Estando atento a las necesidades de tus hermanos, pregúntale a Dios: ¿Qué es lo que tú, Señor, quieres que haga por él?
Entonces verás cómo Dios te responde y tu vida se transforma en respuesta de Dios para tu hermano.

Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Lucas 6, 31


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el alma de María Belén, una bebita prematura que estaba internada en Rosario, Argentina, y que el fin de semana pasado fue llamada por Jesús al cielo. Que la Santísima Virgen dé consuelo a su familia.

Pedimos oración por dos personas de Paraguay, que son: Mathías Josué B. C., un niño de un año y once meses que está enfermito y su abuelo Anastasio C. N. que tiene 63 años y también tiene problemas de salud. Oramos por ellos.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com


"Intimidad Divina"

Perseverar a toda costa

“Nadie que, después de haber puesto la mano sobre el arado, mire atrás es apto para el reino de Dios” (Lc 9, 26); y nadie que se eche atrás por las dificultades que encuentra en el camino de la oración podrá conquistar aquel particular reino de Dios que es la intimidad con él. Enseña Santa Teresa que… se trata de darse a la oración no sólo en los momentos de exaltación y de devoción sensible, sino también en los de aridez, desconsuelo y disgusto; y esto no sólo por un período, sino siempre, todos los días, toda la vida. Sin una voluntad firme y decidida, frecuentemente encontrará el alma motivos más o menos plausibles para abandonar la oración… Todas son sugestiones del demonio que intenta por todos los medios apartar al alma de la oración.

Hablando de las tentaciones del demonio, San Pedro dice: “resistidla firmes en la fe” (1 P 5, 9). La fe nos hace firmes para creer al amor de Dios aun cuando quiere probar a sus criaturas. La fe nos enseña que Dios está con nosotros aun cuando parece que nos abandona, y nos escucha aunque parezca sordo a nuestros gemidos, porque “es eterna su piedad”. Nos asegura que Dios no rechaza a ninguno por pobre y pecador que sea, pues ha mandado a su Hijo unigénito no “a llamar a los justos sino a los pecadores” (Mt 9, 13); aún más, el único remedio de la miseria humana se halla precisamente en Dios que, amando a los hombres, les infunde bondad y gracia. No es la experiencia de una oración suave y llena de consuelos la que nos introduce en la amistad divina, sino el ejercicio de las virtudes teologales, el cual puede ser muy intenso y unitivo no obstante la fatiga que se siente al caminar a oscuras, sin el más pequeño gusto sensible.

El fin de la oración no son los ímpetus afectivos, sino la plena adhesión a la voluntad de Dios. Quien cree en Dios confía en él y, confiando, se pone en sus manos, dejándose guiar a donde él quiere. De esta manera la fe conduce a la caridad, la cual mueve al hombre a escoger, querer y hacer todo lo que Dios quiere. “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando” (Jn 15, 14). La verdadera amistad lleva poco a poco a un único querer y no querer, y esto puede realizarse aun en la oración más árida. No pudiendo manifestar su amor con expresiones de afecto, el alma concentra sus fuerzas en conformarse a la voluntad de Dios, tratando de conocerla cada vez mejor, de aceptarla más plenamente y de cumplirla con mayor generosidad. De esta manera la oración rebosa en la vida y la transforma.

¡Oh Señor!, ¿qué me importa sentir o no sentir, permanecer en luz o en tinieblas, gozar o no gozar, cuando puedo recogerme en las luminosidades de la fe? Debo más bien avergonzarme de hacer distinciones entre esas cosas; y cuando siento aún su influjo, me desprecio profundamente por mi falta de amor y dirijo, al momento, la mirada a mi divino Maestro para que me libere de semejantes imperfecciones. Ayúdame a encumbrarte… sobre las dulzuras y consuelos que de ti proceden, pues he decidido superarlo todo para unirme a ti. (Isabel de la Trinidad)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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