miércoles, 4 de abril de 2012

Pequeñas Semillitas 1671


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1671 ~ Miércoles 4 de Abril de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Miércoles Santo
¿Qué hizo hoy Jesús? Jesús se queda en Betania.
Simón, el leproso que había sido curado por Jesús, invita al Señor a comer en su casa, por lo agradecido que le estaba. Mientras están comiendo, entra en la casa una mujer del pueblo llamada María; rompe un frasco de perfume carísimo y lo echa a los pies del Señor. Los besa y los seca con sus cabellos. A Jesús le gustó ese detalle de cariño.
Es entonces cuando Judas busca a los jefes del pueblo judío y les dice: "¿Qué me dais si os lo entrego?". Ellos se alegraron y prometieron darle dinero.
¿Eres agradecido como Simón por las veces que a ti también te he curado de tus pecados? Cada vez, después de confesarte, dale gracias por haberte perdonado.
A Jesús le gustará que hoy tengas algún detalle de cariño con Él, como María. Piensa ahora uno concreto y regálaselo ya.
P. José Pedro Manglano Castellary


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?». Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.
El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?». Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’». Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará». Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?». Él respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?». Dícele: «Sí, tú lo has dicho».
(Mt 26,14-25)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos propone —por lo menos— tres consideraciones. La primera es que, cuando el amor hacia el Señor se entibia, entonces la voluntad cede a otros reclamos, donde la voluptuosidad parece ofrecernos platos más sabrosos pero, en realidad, condimentados por degradantes e inquietantes venenos. Dada nuestra nativa fragilidad, no hay que permitir que disminuya el fuego del fervor que, si no sensible, por lo menos mental, nos une con Aquel que nos ha amado hasta ofrecer su vida por nosotros.
La segunda consideración se refiere a la misteriosa elección del sitio donde Jesús quiere consumir su cena pascual. «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’» (Mt 26,18). El dueño de la casa, quizá, no fuera uno de los amigos declarados del Señor; pero debía tener el oído despierto para escuchar las llamadas “interiores”. El Señor le habría hablado en lo íntimo —como a menudo nos habla—, a través de mil incentivos para que le abriera la puerta. Su fantasía y su omnipotencia, soportes del amor infinito con el cual nos ama, no conocen fronteras y se expresan de maneras siempre aptas a cada situación personal. Cuando oigamos la llamada hemos de “rendirnos”, dejando aparte los sofismas y aceptando con alegría ese “mensajero libertador”. Es como si alguien se hubiese presentado a la puerta de la cárcel y nos invita a seguirlo, como hizo el Ángel con Pedro diciéndole: «Rápido, levántate y sígueme» (Hch 12,7).
El tercer motivo de meditación nos lo ofrece el traidor que intenta esconder su crimen ante la mirada escudriñadora del Omnisciente. Lo había intentado ya el mismo Adán y, después, su hijo fratricida Caín, pero inútilmente. Antes de ser nuestro exactísimo Juez, Dios se nos presenta como padre y madre, que no se rinde ante la idea de perder a un hijo. A Jesús le duele el corazón no tanto por haber sido traicionado cuanto por ver a un hijo alejarse irremediablemente de Él.
P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP (San Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)


Santoral Católico:
San Isidoro de Sevilla
Obispo y Doctor de la Iglesia


San Isidoro de Sevilla (560-636) es el último de los padres latinos, y resume en sí todo el patrimonio de adquisiciones doctrinales y culturales que la época de los padres de la Iglesia transmitió a los siglos futuros.

Isidoro fue un escritor enciclopédico, muy leído en la edad media, sobre todo por sus “Etimologías”, una “summa” muy útil de la ciencia antigua, en la que condensó los principales resultados más con celo que con espíritu crítico. Pero a pesar de poseer tan ricamente la ciencia antigua y de influir considerablemente en la cultura medieval, su principal preocupación como obispo fue lograr la madurez espiritual e intelectual del clero español. Para esto fundó un colegio eclesiástico, prototipo de los futuros seminarios, dedicando mucho de su laboriosa jornada a la instrucción de los candidatos al sacerdocio.

La santidad era algo común en la familia de san Isidoro: tres hermanos fueron obispos y santos -Leandro, Fulgencio e Isidoro-; una hermana –Florentina- fue religiosa y santa. Leandro, el hermano mayor, fue tutor y maestro de Isidoro, que quedó huérfano cuando era muy niño.

El futuro doctor de la Iglesia, autor de muchos libros que tratan de todo el saber humano: agronomía, medicina, teología, economía doméstica, etc., al principio fue un estudiante poco aplicado. Como tantos otros compañeros, dejaba de ir a la escuela para ir a vagar por los campos. Un día se acercó a un pozo para sacar agua y notó que las cuerdas habían hecho hendiduras en la dura piedra. Entonces comprendió que también la constancia y la voluntad del hombre pueden vencer las duras asperezas de la vida.

Regresó con amor a sus libros y progresó tanto en el estudio que mereció ser considerado el hombre más sabio de su tiempo -Isidoro sucedió al hermano Leandro en el gobierno de la importante diócesis de Sevilla-. Como el hermano, fue el obispo más popular y autorizado de su tiempo, y también presidió el importante concilio de Toledo, en el 633. Se formó con la lectura de san Agustín y de san Gregorio Magno, y aun sin tener el vigor de un Boecio o el sentido organizador de un Casiodoro, Isidoro compartió con ellos la gloria de ser el maestro de la Europa medieval y el primer organizador de la cultura cristiana. Isidoro fue muy sabio, pero al mismo tiempo de profunda humildad y caridad; no sólo obtuvo el título de “doctor egregius”, sino también la aureola de la santidad.

Fuente: Catholic.net


Palabras del Beato Juan Pablo II

“En la Cruz hemos conocido el amor, el amor hasta el extremo. Aquí, en la Cruz conocemos cuál es el poder en el cielo y en la tierra de Cristo crucificado; conocemos la fe, la conocemos con el corazón; aquí se nos revela el amor, mayor que todo amor humano. En la Cruz, Cristo dio su vida por nosotros… en la Cruz se manifiesta la gran victoria de Cristo sobre el corazón humano”

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
Significado del Miércoles Santo


Mateo nos cuenta lo que ocurre entre Jesús y los suyos en la víspera de su muerte. Mt 26, 14-25. La noche ya envolvía la ciudad y los peregrinos que venían a la pascua continuaban llegando. Un aire de fiesta lo invade todo, una especie de canto de liberación. Judas guarda silencio, parece inconsciente de haber vendido a su Señor como un esclavo. Todos intuyen que ha llegado la hora y Jesús está ahí libre y decidido.

¿Cómo vivir este día?

A la traición de Judas, Jesús responde con la entrega morosa de su vida. Ahí está firme y decidido. “A mí la vida no me la quitan, yo la doy”. Es también para nosotros la hora de la decisión. ¿Con quién estamos, con Cristo o contra Cristo? La respuesta no la daremos a palabras; serán nuestros hechos, nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los otros la única respuesta verdadera.

¿Estamos siendo causa de vida, de alegría y esperanza para los que viven más cerca de nosotros? ¿La traición, el engaño y la inconsciencia

Fuente:
Parroquia de San Francisco Javier
Turbaco-Bolívar-Colombia


Semana Santa:
De “Hosanna” a “Crucifícalo”


Un año más celebramos la Semana Santa el acontecimiento siempre actual de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

Se inicia con el domingo de Ramos agitando palmas y ramos de olivo gritando "hosanna" y culmina con su dolorosa pasión donde al final es condenado a muerte a pesar de ser inocente mientras gritamos "crucifícalo".

Transcurren estos días con los mismos espectadores indiferentes; con los que se lavan las manos siempre; con los cobardes que afirman no conocer a Cristo; con los verdugos y sus mismos látigos y reglamentos. Y enfrente la misma víctima dolorida, infinitamente paciente y llena de amor y de perdón que dirige a todos su mirada de interrogación de ternura… de espera.

Y de la misma forma se siguen distribuyendo el resto de los papeles para interpretar esta tragedia de un drama que comienza de nuevo; ¿Quién interpreta a Simón de Cirene? ¿Quién quiere ser Judas? ¿Quién va a interpretar al centurión romano que observa a Jesús cara a cara y en el momento de expirar el crucificado dice "verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios"? y ¿Quién quiere el papel de Pilato que le condena a muerte?

Por todo ello la Pasión no basta con leerla en el texto evangélico; hay que meditarla, asimilarla y encarnarla en nuestra propia vida intentando comprender las acciones de los principales protagonistas.

Por una parte se encuentra Jesús, nacido en un sucio establo. Desafió todas las leyes de la vida y murió desafiando todas las leyes de la muerte y sin embargo ningún milagro fue tan inexplicable como su propia vida.

No poseía campos de trigo ni factorías de peces, pero preparó una mesa para cinco mil personas y aún le sobraron panes y peces. No pisó alfombras pero anduvo sobre las aguas y éstas le sostuvieron.

Su crucifixión fue el mayor delito de la humanidad pero, desde el punto de vista de Dios no había otro precio para la redención.

Cuando murió, unas pocas personas llevaron luto por Él, más Dios cubrió el cielo con un crespón negro. Los que le mataron no temblaron por lo que habían hecho, pero la tierra misma tembló a sus pies. Por su resurrección tenemos la seguridad de que si creemos en él, nosotros tendremos vida después de la muerte.

El pecado nunca le tocó. La corrupción no pudo consumir su cuerpo; la tierra que se enrojeció con su sangre no pudo reclamar sus cenizas.

Durante años predicó la buena nueva. No escribió nunca ningún libro, no construyó ningún templo y no tuvo dinero que le respaldara. Sin embargo después de dos mi años, es aún el personaje más importante de la historia humana; el eje alrededor del cual giran los acontecimientos de todos los tiempo y el único redentor de la raza humana. Él era Cristo y hoy su mensaje de vida eterna sigue vigente como hace 2.000 años.

Así las cosas, pienso que lo importante será buscar a ese Jesús crucificado y aceptarle para que nuestra vida cambie. De este modo tendremos la seguridad de que lo encontraremos en nuestro camino.

Y este será el momento en el cual con todas nuestras fuerzas podremos entonar el "HOSANNA" desechando el CRUCIFÍCALO"

Desconozco el autor


Pensamientos sanadores


Hoy pídele a Dios ser sanado de la culpabilidad (1)

Hay quienes, a causa de los errores o pecados del pasado, viven angustiados y no tienen paz.
Aunque hayan confesado, una y otra vez las mismas faltas, sienten una grieta interior en el alma por la que pierden el calor de la alegría interior.
Dudan del perdón de Dios, y esto es una falta mayor que las anteriores.
El motivo de esta sensación de culpabilidad no es que Dios no los haya perdonado, sino que ellos aún no se han perdonado a sí mismos y no han aceptado la propia fragilidad, tal como le sucedió a Pedro después de haber negado a Jesús tres veces.
Si este es tu caso, entonces arrepiéntete de los errores cometidos, pero no vivas con culpabilidad, tristeza y amargura.
La culpabilidad no es tu amiga, sino que, por el contrario, es enemiga tuya y de Dios, pues te impide tener cada día con él una fusión de amor profunda y renovadora.

El Señor pasó delante de él y exclamó: “El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse y pródigo en amor y fidelidad” Éxodo 34, 6.


"Intimidad Divina"

La hora de las tinieblas

“Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar” (Jn 13, 21)…. Aun conociendo las intenciones de Judas, Jesús la había escogido y amado como a los demás, y le había advertido también; las palabras pronunciadas cerca de un año antes: “¿No he elegido yo a los doce? Y uno de vosotros es un diablo” (Jn 6, 70), habían sido dichas por él, para ponerle sobre aviso. Pero Judas está ya poseído por el Maligno al que se ha entregado por treinta monedas de plata. Y Jesús se ve obligado a declarar: “El Hijo del Hombre se va…, pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre” (Mt 26, 24). Palabras graves, que revelan la tremenda responsabilidad del traidor. Así se hacían verdad las palabras del salmo: “Aun el que tenía paz conmigo, aquél en quien me confiaba y comía mi pan, alzó contra mí su calcañal” (Sal 41, 10).

En los días consagrados al misterio de la Pasión, las palabras del salmista resuenan… Es también la hora fijada por el Padre para la consumación de su sacrificio, y por lo tanto la hora esperada por Cristo con vivo deseo: “Tengo que pasar por un bautismo [el bautismo de sangre de su pasión], ¡y qué angustia hasta que se cumpla!” (Lc 12, 50). Y también: “He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer” (ibid 22, 15), y se trataba de la Pascua que anticipaba en la Cena eucarística su sacrificio. El sacrificio de Cristo suponía un traidor. Y aunque todo estaba preordenado por Dios… no por eso está sin culpa el hombre que voluntariamente se hizo traidor.

Cristo se dejó entregar al poder de sus enemigos. Judas pensó en el dinero que ganaría, y halló en él la ruina de su alma. El acto infame sirvió a los planes de Dios para conducir a Cristo a su pasión. La pasión de Cristo, aun en esta concurrencia de causas divinas y humanas, es un misterio inefable; es preferible contemplarlo en la oración a considerarlo según la lógica humana. Y cada uno queda advertido, pues en todo hombre puede, de alguna manera, esconderse un traidor. Pero el perdón concedido a Pedro y al buen ladrón está ahí, para testimoniar que en el corazón destrozado de Cristo hay un amor infinito, capaz de destruir cualquier pecado confesado y llorado.

¡Oh Jesús, qué excesiva fue tu bondad para con el duro discípulo!... Aunque no me expliques la impiedad del traidor, me impresiona infinitamente más tu dulcísima mansedumbre, ¡oh Cordero de Dios! Esta mansedumbre se nos da a nosotros por modelo… He aquí, ¡oh Señor!, que el hombre de las confidencias únicas, el hombre que parecía tan unido a ti, tu consejero y tu íntimo, el hombre que saboreó tu pan, el hombre que en la santa cena comió contigo las dulces viandas, ese hombre descargó contra ti el golpe de la iniquidad. Y no obstante… tú, mansísimo Cordero…, no vacilaste en entregar tu rostro a la maliciosísima boca, a la boca que, en el momento de la traición, te besó… Nada le ahorraste, nada le negaste que pudiera suavizar la pertinacia de un corazón malo. (El madero de la vida, 17)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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