PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1687 ~ Viernes
20 de Abril de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Hola…
Es perdón es fruto de la paz, distintivo de la persona
nueva y resucitada. Ofrece y regala perdón quien se siente y se sabe perdonado.
El perdón es parte de la misión encomendada por Jesús a toda la comunidad:
“Perdonaos unos a otros”. Todos necesitamos el perdón y todos estamos llamados
a ser, de múltiples maneras, signos y fuente del perdón-compañía-acogida... que
es Dios.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de
Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que
realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de
sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar
Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde
vamos a comprar panes para que coman éstos?». Se lo decía para probarle, porque
Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no
bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés,
el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de
cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había en el
lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco
mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió
entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para
que nada se pierda». Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los
trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al
ver la gente la señal que había realizado, decía: «Éste es verdaderamente el
profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir
a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo.
(Jn 6,1-15)
Comentario
Hoy leemos el Evangelio de la multiplicación de los
panes: «Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió
entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron»
(Jn 6,11). El agobio de los Apóstoles ante tanta gente hambrienta nos hace
pensar en una multitud actual, no hambrienta, sino peor aún: alejada de Dios,
con una “anorexia espiritual”, que impide participar de la Pascua y conocer a
Jesús. No sabemos cómo llegar a tanta gente... Aletea en la lectura de hoy un
mensaje de esperanza: no importa la falta de medios, sino los recursos
sobrenaturales; no seamos “realistas”, sino “confiados” en Dios. Así, cuando
Jesús pregunta a Felipe dónde podían comprar pan para todos, en realidad «se lo
decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer» (Jn 6,5-6). El Señor
espera que confiemos en Él.
Al contemplar esos “signos de los tiempos”, no queremos
pasividad (pereza, languidez por falta de lucha...), sino esperanza: el Señor,
para hacer el milagro, quiere la dedicación de los Apóstoles y la generosidad
del joven que entrega unos panes y peces. Jesús aumenta nuestra fe, obediencia
y audacia, aunque no veamos enseguida el fruto del trabajo, como el campesino
no ve despuntar el tallo después de la siembra. «Fe, pues, sin permitir que nos
domine el desaliento; sin pararnos en cálculos meramente humanos. Para superar
los obstáculos, hay que empezar trabajando, metiéndonos de lleno en la tarea,
de manera que el mismo esfuerzo nos lleve a abrir nuevas veredas» (San
Josemaría), que aparecerán de modo insospechado.
No esperemos el momento ideal para poner lo que esté de
nuestra parte: ¡cuanto antes!, pues Jesús nos espera para hacer el milagro.
«Las dificultades que presenta el panorama mundial en este comienzo del nuevo
milenio nos inducen a pensar que sólo una intervención de lo alto puede hacer
esperar un futuro menos oscuro», escribió Juan Pablo II. Acompañemos, pues, con
el Rosario a la Virgen, pues su intercesión se ha hecho notar en tantos
momentos delicados por los que ha surcado la historia de la Humanidad.
Rev. D. Llucià POU i Sabater (Vic, Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa Sara de Antioquia
Mártir
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San Marcelino de Embrun
Obispo
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Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“No llores porque las cosas hayan terminado,
sonríe más bien porque han existido”
L. E. Boudakián
Temas Médicos:
La apendicitis
• ¿Qué es la apendicitis?
Es la inflamación de la mucosa que recubre la superficie
interna del apéndice vermiforme, pequeño saco que se encuentra cerca del punto
de unión del intestino grueso con el intestino delgado a la altura del ciego.
• Síntomas de un ataque de apendicitis
Al inicio suele aparecer un dolor continuado en la región
umbilical, que aumenta con el movimiento. Puede parecerse a un cólico. Pasadas
unas horas, en las que el dolor se va intensificando, se localiza en la parte
inferior derecha del abdomen, síntoma que va acompañado de falta de apetito y
malestar general.
Normalmente, aparecen nauseas y vómitos, fiebre moderada
(38 - 39º C), y la lengua está sucia, aunque estos síntomas no son de presencia
obligada.
Si la inflamación ha progresado mucho, la cubierta
abdominal se contrae (membrana peritoneal), endureciéndose como una tabla de
madera. En bebes y niños, el dolor se generaliza. En la mujer embarazada, el
punto doloroso asciende, pues el apéndice se va empujando hacia arriba a medida
que avanza el embarazo.
• Causas de la apendicitis
La presencia de cálculos, heces endurecidas o cuerpo
extraño en el intestino puede obturar fácilmente la abertura del apéndice al
intestino, causando irritación, inflamación e infección bacteriana en el
apéndice.
En algunos casos, la infección bacteriana es la causa de
que los ganglios linfáticos se hinchen y pulsen la pared del apéndice
causándole una actividad inadecuada.
• Tratamiento habitual
Aun si los exámenes utilizados no afirman un diagnostico
claro, en la mayoría de los casos, el tratamiento es la apendicectomía,
intervención quirúrgica para extirpar el apéndice.
El apéndice tiene una función de tipo inmunológica, pero
se trata frecuentemente como un órgano no esencial.
• Nutrición en caso de apendicitis
Con la aparición de los primeros síntomas hay que hacer
un ayuno, en el que está absolutamente prohibida la ingesta de cualquier
alimento. Solo se permite una pequeña cantidad de líquido, agua fresca e
infusión de manzanilla dulce o amarga. Una vez desaparecidos los síntomas más
agudos e inquietantes se puede pasar a una dieta líquida de zumos, de
zanahoria, remolacha, arándano o uva.
Tanto para prevenir una apendicitis como para recuperarse
después de una apendicectomía, es necesario tomar habitualmente frutas,
verduras y cereales integrales, alimentos ricos en fibra que facilitan la
digestión. Se pueden incluir en la dieta germinados, leches vegetales,
semillas, y fruta seca, así como zumos de frambuesa, ruibarbo, col fermentada,
sauco y ciruela que estimulan la digestión.
Evitar embutidos, grasas animales, lácteos y azucares
refinados pues son la causa principal de posibles problemas intestinales.
• Posible complicación - Peritonitis
Si la apendicitis no se trata a tiempo existe el riesgo
de que se perfore el apéndice. En este estadio el dolor cesa momentáneamente y
la persona puede sentirse mejor, haciéndose difícil el diagnostico.
Sin embargo, el contenido purulento del apéndice puede
penetrar en la cavidad abdominal, infectando e inflamando el revestimiento de
algunos órganos, empeorando el dolor y agravando el estado general de la
persona.
En todos los casos le recomendamos consultar con su
médico. La información contenida en este artículo tiene una función meramente
informativa.
Fuente: En buenas manos (modificado)
Pensamientos sanadores
Hoy alégrate de poder servir al Señor
Dios, al crear todo lo que existe, lo hace en un acto de
servicial amor hacia nosotros, sus pequeños hijos.
Su servicio genera vida y nuestra vida está colmada de
pequeños y grandes regalos de parte de nuestro padre Dios.
Cada nuevo amanecer, cada sonrisa que recibimos, cada
plato de comida que nos sirven o vaso de agua que bebemos, nos recuerda el amor
servicial de Dios.
Por medio de su ejemplo, él nos anima a servirnos los
unos a los otros de manera desinteresada.
Por lo tanto, ten presente que si sirves a Dios en alguna
tarea, no es él quien te debe retribuir por el servicio que hayas prestado,
sino que eres tú quien debe agradecerle por haberte elegido para que le sirvas.
Verdaderamente servir a Dios es un infinito privilegio
del cual apenas somos conscientes.
Sirvan al Señor con
alegría, lleguen hasta él con cantos jubilosos. Reconozcan que el Señor es
Dios: él nos hizo y a él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Salmo 100, 2-3
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la señora Puppy R. que vive en
Pergamino, Argentina, tiene 82 años de edad, ha sido operada ayer y se
encuentra muy delicada. Que la Virgen María de San Nicolás interceda por ella
ante Jesús para que le conceda la gracia de recuperarse.
Pedimos oración por María Belén H., de Rosario,
Argentina, que nació ayer con 30 semanas de gestación, ha quedado internada en
terapia intensiva neonatológica y su estado es muy grave. Que el Niño Jesús la
asista, la acompañe, la fortalezca y la sane. Amén.
Pedimos oración por Mercedes, de México, que tiene 15
años y hoy será operada de un tumor cerebral, por lo que la ponemos en manos de
la Virgen de Guadalupe y de Jesús, médico sanador del universo, rogando por su
recuperación.
Pedimos oración por Esteban F., de 18 años de edad, de
Montevideo, Uruguay, que está siendo estudiado por los médicos por enfermedad
renal y hepática, por lo que rogamos al Señor que ilumine a los profesionales
de la salud en la búsqueda de su diagnóstico y en el tratamiento que le tengan
que realizar.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com
"Intimidad Divina"
La fuente de la vida
Las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo
constituyen el organismo natural de la vida de la gracia, y por lo tanto su
actuación no puede considerarse como un hecho extraordinario, sino como algo
connatural al desarrollo de la vida cristiana. Consecuentemente si un alma se
abre generosamente a la acción de la gracia y no se niega al ejercicio de las
virtudes, sino que se demuestra totalmente disponible a las inspiraciones
divinas, el Señor no le negará al menos alguna gota de esta agua viva, es decir
alguna forma de contemplación. El modo, la medida, el grado de la contemplación
dependen únicamente de la voluntad de Dios, porque él es dueño de sus dones y
los distribuye “cuando quiere y como quiere y a quien quiere, como bienes
suyos, que no hace agravio a nadie” (Moradas, IV, 1, 2)
El camino que dispone al alma para la contemplación es el
camino de la humildad profunda, de la generosidad plena, de la disponibilidad
total. “Mirad hijas –dice Santa Teresa a sus hijas– que para esto que tratamos
no quiere que os quedéis con nada; poco o mucho, todo lo quiere para sí”. Este
espíritu de totalidad es estrictamente evangélico. Jesús ha comparado el reino
de los cielos “a un tesoro escondido en un campo, que, quien lo encuentra… va,
vende cuanto tiene y compra aquel campo” (Mt 13, 44); ha hablado del siervo
fiel que hace fructificar con celo todos los talentos recibidos, y su señor le
dice estas palabras: “entra en el gozo de tu señor” (Mt 25, 21). Pero sobre
todo ha hablado de la condición esencial para ser verdaderos amigos de Dios,
admitidos a su intimidad e introducidos en sus secretos: “Vosotros sois mis
amigos si hacéis lo que os mando” (Jn 15, 14).
El Señor se revela y se da a sus amigos sinceros para que
se cumpla en ellos su palabra: “que yo me goce en vosotros y vuestro gozo sea
cumplido” (ib. 11). Pero quien no está dispuesto a darse totalmente a Dios, no
llegará nunca a gozar de la alegría de su amistad y de sus comunicaciones
íntimas y secretas. Estas gracias están reservadas a “sus hijos regalados, que
no los querría quitar ni los quita porque ya ellos no se quieren quitar” (Sta.
Teresa, Camino, 16, 9). “¡Cuán preciosa es, oh Dios, tu piedad! Los hijos de
los hombres a la sombra de tus alas se acogen. Sácianse de la abundancia de tu
casa y los abrevas en el torrente de tus delicias” (Ps 36, 8-10). Estas
palabras adquieren todo su significado en aquellas criaturas que, dándose a
Dios con plena generosidad, son admitidas a saciar su sed en la fuente viva de
la contemplación.
“Corre a la fuente,
desea la fuente de agua. En Dios está la fuente de la vida, fuente perenne; en
su luz encontraréis la luz que no se oscurece. Desea esta luz, esta fuente,
esta luz que no conocen tus ojos. El ojo interior se apresta para ver esta luz,
la sed interior se inflama para beber de esta fuente. Corre a la fuente, desea
la fuente. Pero no corras de cualquier modo, como cualquier animal; como el
ciervo… Que no sea lento tu correr; corre veloz, desea pronto la fuente. El
ciervo posee una vertiginosa velocidad. ¡Oh, Señor!... yo anhelo las fuentes de
agua; tú puedes colmar y restaurar a quien llega sediento a ti. Mi alma está
sedienta del Dios vivo… como el ciervo desea al manantial de las aguas, así mi
alma te desea a ti, Dios vivo” (San Agustín)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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