martes, 10 de abril de 2012

Pequeñas Semillitas 1677


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1677 ~ Martes 10 de Abril de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Dios: al iniciar este día te doy las gracias por Tu presencia.  En todos los asuntos continúo centrado en Tu poder y abierto a Tu guía.
Guíame, enséñame, ámame, pues soy Tu hijo y alumno, dispuesto y capaz de llevar a cabo Tu obra de bondad y buena voluntad para con todos.
Tu amor y apoyo son todo lo que necesito para gozar la verdadera felicidad; por eso me comprometo a vivir desde Tu espíritu dentro de mí. Tú eres mi mundo, mi sustento, la razón misma de mi existir.  Vivo mi vida tal como Tú me indicas.
Eres mi mejor amigo y por eso estoy realmente agradecido.  Como humilde presente, me comprometo gozosamente a llevar una vida centrada en Dios.
Gracias, Dios, por amarme, guiarme y estar presente siempre en mi vida.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní», que quiere decir “Maestro”». Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’». Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.
(Jn 20,11-18)

Comentario
Hoy, en la figura de María Magdalena, podemos contemplar dos niveles de aceptación de nuestro Salvador: imperfecto, el primero; completo, el segundo. Desde el primero, María se nos muestra como una sincerísima discípula de Jesús. Ella lo sigue, maestro incomparable; le es heroicamente adherente, crucificado por amor; lo busca, más allá de la muerte, sepultado y desaparecido. ¡Cuán impregnadas de admirable entrega a su “Señor” son las dos exclamaciones que nos conservó, como perlas incomparables, el evangelista Juan: «Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto» (Jn 20,13); «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré»! (Jn 20,15). Pocos discípulos ha contemplado la historia, tan afectos y leales como la Magdalena.
No obstante, la buena noticia de hoy, de este martes de la octava de Pascua, supera infinitamente toda bondad ética y toda fe religiosa en un Jesús admirable, pero, en último término, muerto; y nos traslada al ámbito de la fe en el Resucitado. Aquel Jesús que, en un primer momento, dejándola en el nivel de la fe imperfecta, se dirige a la Magdalena preguntándole: «Mujer, ¿por qué lloras?» (Jn 20,15) y a la cual ella, con ojos miopes, responde como corresponde a un hortelano que se interesa por su desazón; aquel Jesús, ahora, en un segundo momento, definitivo, la interpela con su nombre: «¡María!» y la conmociona hasta el punto de estremecerla de resurrección y de vida, es decir, de Él mismo, el Resucitado, el Viviente por siempre. ¿Resultado? Magdalena creyente y Magdalena apóstol: «Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor» (Jn 20,18).
Hoy no es infrecuente el caso de cristianos que no ven claro el más allá de esta vida y, pues, que dudan de la resurrección de Jesús. ¿Me cuento entre ellos? De modo semejante son numerosos los cristianos que tienen suficiente fe como para seguirle privadamente, pero que temen proclamarlo apostólicamente. ¿Formo parte de ese grupo? Si fuera así, como María Magdalena, digámosle: —¡Maestro!, abracémonos a sus pies y vayamos a encontrar a nuestros hermanos para decirles: —El Señor ha resucitado y le he visto. Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)


Santoral Católico:
Los Mártires Colombianos de la
Comunidad de San Juan de Dios


Información amplia haciendo clic acá

Fuente: EWTN


La frase de hoy

“El pueblo está cansado de la crispación,
las agresiones y los enfrentamientos”

Cardenal Jorge Bergoglio


Tema del día:
¡Ha resucitado y vive para siempre!


Lo que tengo que decirles lo han oído otras veces, pero me gustaría que no pareciera lo de siempre. Es necesario que les suene a nuevo, que les dé la impresión de que no lo han oído nunca.

Olviden un momento la rutina: esas reflexiones a veces tan monótonas que apenas les rozan la piel.

Olviden un momento la vida diaria: las discusiones caseras, los huesos que duelen, las jaquecas, las rabietas de los niños, los pelmazos que no dejan vivir.

Hoy quisiera que mis palabras sonaran a nuevas.

Si creen mi palabra de hoy, si de verdad toman en serio lo que hoy les voy a decir... su vida será nueva, empezarán a vivir de una forma distinta, la rutina diaria tendrá una profundidad desconocida, las celebraciones religiosas les traspasará el alma, la alegría que nadie puede quitar será su huésped, incluso la muerte será una puerta llena de posibilidades, la vida será una ruta acompañada por la esperanza, la misma enfermedad tendrá una cara desconocida. Para que entiendan bien lo que voy a decirles, es necesario que el Señor esté con ustedes... que levantemos el corazón... que demos gracias al Señor nuestro Dios...

Hermanos, esto es lo que hoy tengo que decirles: Jesús de Nazaret, el hijo de José y de María, el muerto injustamente y sepultado, ha resucitado y vive para siempre!!! La muerte ha sido vencida: el muro impenetrable, la oscuridad existencial, el mal constante que nos envuelve, la queja permanente... no son verdad del todo.

Alguien ha roto el misterio, ha trocado la noche en aurora luminosa, ha iniciado una nueva creación. Óiganlo todos: ¡Cristo ha resucitado!

Ustedes jóvenes, que les asusta la dureza de la vida: Cristo resucitado fortalece su rebeldía contra la injusticia.

Ustedes padres y madres de familia, Cristo vivo resplandece en el amor fiel que se tienen, ilumina y sostiene la entrega generosa a los hijos.

Solteros y solteras, Cristo resucitado los hace fecundos, pone en sus manos otro modo de crear vida, construye otra familia no según la carne y la sangre, sino en el Espíritu de hijos y hermanos.

Hombres y mujeres de la tercera edad, Cristo resucitado vive con ustedes, no permite que se reseque su alma, con Él hasta el final llegarán llenos de vida.

Ustedes, enfermos, Cristo vivo está con ustedes en la cruz de su dolor, con ustedes se pone en las manos del Padre, con ustedes cruza la frontera de la vida sin fin.

Ustedes, pobres de la tierra, únanse a Cristo resucitado, Él está animando su lucha por salir de la miseria, por lograr que los respeten y los escuchen; Él está dentro de ustedes y se identifica con ustedes.

Ustedes, los que luchan por la justicia, libertad, amor, y dignidad de todo ser humano, sepan que Cristo resucitado los está sosteniendo, les patrocina la tarea, les asegura que resucitarán y su vida será todo un éxito.

Hermanos: Cristo, el amigo de los niños, el que perdona a la adúltera, el cercano a los enfermos, el que se sienta con los pecadores, el que quiere a las prostitutas, el que acepta a todo hombre... resucitado, sigue haciendo lo mismo. No dejen de acercarse a su presencia; crean en él, enciendan las velas en su vida resucitada. Vengan y vean, experimenten una vida nueva.

Catholic.net


Pensamientos sanadores


Hoy pídele a Dios percibir su poder

Lo sabemos con nuestro entendimiento: Dios es todopoderoso.
Ahora es tiempo de que también lo creamos y experimentemos en nuestro corazón, creyendo en que ese poder puede manifestarse en nuestras vidas y en las de aquellas personas por quienes oramos.
Toma mayor conciencia de tu capacidad de entrar en comunión con Dios y pídele que sea la fuente que abreve y sacie todo tu ser, dando fuerza a todas las dimensiones de tu vida.
Pídele también que su amorosa presencia te brinde consuelo.
Ábrete a él para experimentar cómo su vida te llena y fluye por todo tu ser, sanando tu mente, tu cuerpo y tus emociones.
Déjalo obrar en ti con su poder, tomando todo el tiempo que necesita tu alma para que se desarrollen tus “alas” espirituales.

Como el águila que impulsa a su nidada, revoloteando sobre sus pichones, así extendió sus alas, lo tomó y lo llevó sobre sus plumas. Deuteronomio 32, 11.


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por María Delia E. que vive en Concordia, Entre Ríos, y está dando una dura batalla contra el cáncer. Que Jesús Resucitado la acompañe, le dé fuerzas y la sostenga en la fe para poder salir adelante.

Pedimos oración por Hugo Waldemar R., que vive en Guatemala y que debe realizarse intervenciones en la dentadura y en los ojos (cataratas), por lo que rogamos a Dios que lo ayude a superar con bien estas operaciones y le conserve una buena salud.

Pedimos oración por Bruno Z., que es médico y va a rendir un examen para ingresar a una residencia en Cardiología en la ciudad de Buenos Aires. Que el Señor lo acompañe y el Espíritu Santo lo ilumine.

Pedimos oración por Graciela B., que tiene 61 años de edad, vive en Rosario, Argentina, que se encuentra afectada de depresión por el fallecimiento de tres amigas entrañables. Que María la consuele y la fortalezca, siempre con la seguridad de la Resurrección final que Jesús nos consiguió.

Pedimos oración por Miguel Ángel P., que vive en Villa Celina, Argentina, operado de cáncer de colon, para que Jesús le conceda la gracia de que no hayan quedado células tumorales, y también para que pueda superar el dolor de la muerte de su hijo Pablo que se adelantó en la Pascua a la casa del Padre celestial.

Pedimos oración por Laura H., de Rio Gallegos, Argentina, quien recientemente sufrió el fallecimiento de su madre y no encuentra consuelo, sosiego ni tranquilidad espiritual. Que meditando las enseñanzas de Jesús, encuentre allí la paz que necesita, en la espera de la vida en el Reino que el Señor nos prometió si sabemos ganar un lugar allí con nuestro comportamiento en la tierra.

Pedimos oración por la salud de María Estela V. A., que vive en Guadalajara, México, y padece enfermedad obstructiva pulmonar severa, por lo que pedimos la mediación de la Virgen de Guadalupe para que el Buen Jesús la ayude a superar esta afección.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com


"Intimidad Divina"

Mensajeros del Resucitado

Durante la semana de Pascua la Liturgia de la Palabra va recogiendo los principales testimonios de la Resurrección del Señor y los ofrece a la meditación de los fieles para que se vigoricen en la fe. Hoy vuelve de nuevo la figura de Magdalena, que sobresale entre el grupo de las piadosas mujeres por el amor ardiente y la solicitud en buscar al Señor. Después de haber ido la primera a dar a Pedro el aviso del sepulcro vacío, vuelve sobre sus pasos y, mientras los discípulos tras comprobar el hecho se vuelven a casa, ella “se queda junto al sepulcro, fuera, llorando” (Jn 20, 11). Tan ensimismada se halla en sus pensamientos y en su dolor, que la visión de los ángeles no la impresiona ni la asusta. Cuando Jesús se le aparece, no le reconoce; y cambiándolo por el jardinero le dice: “Señor, si le has llevado, dime dónde le has puesto y yo lo tomaré” (ib. 15). La intensidad de su dolor le impide todo razonamiento… y no le reconoce. Pero él la llama por su nombre para hacerla comprender todo “¡María!...ve a mis hermanos” (ib 16-17).

La buena nueva de la resurrección no debe detenerse, sino que hay que difundirla cuanto antes para que llegue a todos los hombres, todos “hermanos” en el Resucitado. A imitación de la Magdalena, todo cristiano debe ser su mensajero, no tano con la palabra cuanto llevando sobre sí las señales de ella. La fidelidad, el amor, la solicitud de María de Magdala y su pronta ida “a los hermanos” pueden sugerirnos muchas cosas a este propósito. La Pascua desea que los hombres renazcan y resuciten; y el bautismo, que es principio de este renacimiento y resurrección, nos ofrece también la gracia para su progresiva y completa actuación. El cristiano no acaba nunca de convertirse, de renacer, de resucitar. El cristiano, mientras vive, no llega nunca al final de su carrera… La redención plena y definitiva se cumplirá sólo en la vida eterna, y sólo entonces el hombre se asemejará de modo estable al misterio pascual de Cristo.

Pero hasta que esto llegue y mientras vive peregrino en la tierra, el cristiano debe llevar en sí las señales de la muerte y de la resurrección del Señor; en primer lugar con el aborrecimiento del pecado, el vencimiento de las pasiones, la abnegación y la mortificación generosa que lo asemeja al Crucificado; y luego, con una vida resplandeciente de pureza y de amor. Cada uno de los cristianos debe hacer lugar al Señor para que pueda resucitar y volver a vivir en él, para que por medio suyo siga pasando Cristo entre los hombres haciendo el bien; consolando a los afligidos, sosteniendo a los débiles, iluminando a los ciegos, socorriendo a los pobres, ayudando a los pequeños, dando a todos amor y verdad. A esto miraba el Apóstol cuando decía: “Llevamos siempre en el cuerpo la muerte de Cristo, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2 Cr 4, 10).

¡Oh Cristo resucitado, haz que comience a vivir una vida nueva! Como Cristo resucitó para gloria de su Padre, así nosotros vivamos una vida nueva (Rm 6, 4), de suerte que así como Cristo se desnudó de las mortajas y salió del sepulcro vivo y glorioso, así yo me desnude las vestiduras del viejo Adán, y comience una vida de gracia perfecta. ¡Oh gloriosísimo triunfador!, hazme participante de tu pasión, para que también lo sea de tu resurrección; resucite yo contigo, no como resucitó Lázaro y resucitaron otros para tornar otra vez a morir, sino como tú resucitaste a una vida nueva, para nunca más morir muerte de culpa. (L. de la Puente, Meditaciones)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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