lunes, 23 de abril de 2012

Pequeñas Semillitas 1690


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1690 ~ Lunes 23 de Abril de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Disponemos afortunadamente de una reserva suficiente de fe y esperanza en Dios. El Señor nos sigue regalando la vida de su Hijo. Esa vida sigue alentando a muchos hombres y mujeres para vivir conforme al Espíritu de Jesús.
Esos son nuestros testigos irremplazables. Están ahí. Llevan dentro de sí la verdad de Jesús. Por eso sirven a los pequeños, por eso levantan su voz para defender a los pisoteados y perseguidos, por eso atienden a los migrantes o llevan despensas a cárceles y hospitales.
Sus nombres no ocupan las primeras planas de los diarios, no dirigen ni encabezan las comunidades eclesiales. Son bautizados, hombres y mujeres que siguen a Jesús con la misma entereza que los primeros discípulos.
Son pocos en medio de la inmensidad de los cristianos nominales que sobresalimos por nuestra mediocre indiferencia.
Ellos son los que cumplen el mandamiento antiguo, el que conocemos desde el principio, ellos llevan dentro el amor del Padre.
"La verdad católica"


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos le vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús.
Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello». Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado».
(Jn 6,22-29)

Comentario
Hoy, después de la multiplicación de los panes, la multitud se pone en busca de Jesús, y en su búsqueda llegan hasta Cafarnaúm. Ayer como hoy, los seres humanos han buscado lo divino. ¿No es una manifestación de esta sed de lo divino la multiplicación de las sectas religiosas, el esoterismo?
Pero algunas personas quisieran someter lo divino a sus propias necesidades humanas. De hecho, la historia nos revela que algunas veces se ha intentado usar lo divino para fines políticos u otros. Hoy, en el Evangelio proclamado, la multitud se ha desplazado hacia Jesús. ¿Por qué? Es la pregunta que hace Jesús afirmando: «Vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado» (Jn 6,26). Jesús no se engaña. Sabe que no han sido capaces de leer las señales del pan multiplicado. Les anuncia que lo que sacia al hombre es un alimento espiritual que nos permite vivir eternamente (cf. Jn 6,27). Dios es el que da ese alimento, lo da a través de su Hijo. Todo lo que hace crecer la fe en Él es un alimento al que tenemos que dedicar todas nuestras energías.
Entonces comprendemos por qué el Papa nos anima a esforzarnos para re-evangelizar nuestro mundo que frecuentemente no acude a Dios por los buenos motivos. En la constitución "Gaudium et Spes" ("La Iglesia en el mundo actual") los Padres del Concilio Vaticano II nos recuerdan: «Bien sabe la Iglesia que sólo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia plenamente con solo los alimentos terrenos». Y nosotros, ¿por qué continuamos siguiendo a Jesús? ¿Qué es lo que nos proporciona la Iglesia? ¡Recordemos lo que dice el Concilio Vaticano II! ¿Estamos convencidos del bienestar que proporciona este alimento que podemos dar al mundo?
Abbé Jacques Fortin (Alma (Quebec), Canadá)


Santoral Católico:
San Jorge
Patrono de Inglaterra


La vida de San Jorge se popularizó en Europa durante la Edad Media, gracias a una versión bastante "sobria" de sus actas.

Según cuenta la tradición, el santo era un caballero cristiano que hirió gravemente a un dragón de un pantano que aterrorizaba a los habitantes de una pequeña ciudad. El pueblo sobrecogido de temor se disponía a huir, cuando San Jorge dijo que bastaba con que creyesen en Jesucristo para que el dragón muriese. El rey y sus súbditos se convirtieron al punto y el monstruo murió.

Por entonces estalló la cruel persecución de Diocleciano y Maximiano; el santo entonces comenzó a alentar a los que vacilaban en la fe, por lo que recibió crueles castigos y torturas, pero todo fue en vano.

El emperador mandó a decapitar al santo, sentencia que se llevó a cabo sin dificultad, pero cuando Diocleciano volvía del sitio de la ejecución fue consumido por un fuego bajado del cielo.

Esta versión popular de la vida del santo, induce a que en realidad San Jorge fue verdaderamente un mártir de Dióspolis (es decir Lida) de Palestina, probablemente anterior a la época de Constantino.

No se sabe exactamente como llegó a ser San Jorge patrón de Inglaterra. Ciertamente su nombre era ya conocido en las islas Británicas antes de la conquista de los normandos.

En todo caso, es muy probable que los cruzados especialmente Ricardo I hayan vuelto del oriente con una idea muy elevada sobre el poder de intercesión de San Jorge.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

"Yo encuentro la televisión bastante educativa.
 Cuando alguien la enciende en casa,
me marcho a otra habitación y leo un buen libro"

Groucho Marx


Tema del día:
Aprender a hablar en familia


A veces nos quejamos de que las familias no se hablan. No es que no se hablen el papá y la mamá, los papás y los hijos, los hermanos entre sí. Lo que pasa es que parece que no hay tiempo para sentarse y discutir, con calma, sobre los temas que interesan a todos.

Resulta necesario, hoy como siempre, aprender el difícil arte del diálogo. La primera lección es fácil de comprender pero difícil de practicar: para poder entablar un verdadero diálogo hace falta abrir un buen espacio en el propio tiempo para, simplemente, ponerse en actitud de escucha. Sí: escuchar es la primera condición para poder empezar un diálogo, pues nos permite acceder a la intimidad, a los intereses, a los dolores y cansancios del otro. Al mismo tiempo, dispone nuestro corazón para la acogida. Dialogar no es siempre dar. Muchas veces, quizá la mayoría, será recibir, aceptar, tal vez aguantar, pero todo con un cariño especial: alguien me abre su corazón, su vida, sus angustias y sus esperanzas. Me interesa lo que dice porque me interesa lo que es, lo que sueña, lo que ama.

Encontrar tiempo para escuchar significa dejar de lado otras cosas que nos interesan mucho, pero que no son tan importantes. Muchas veces nos quejamos de la falta de tiempo. Y, sin embargo, pocos hombres y pocas culturas han gozado y gozan del tiempo libre que el mundo moderno ha puesto a disposición de muchos (aunque, por desgracia, no de todos). Lo que pasa es que ese tiempo libre ha quedado llenado por mil cosas que nos impacientan, nos agobian, nos aplastan. Conviene, de vez, en cuando, renunciar, dejar, apagar, detener el frenesí habitual. Sentarse con la esposa o el esposo, llamar a los chicos (que también viven frenéticamente entre el deporte, los estudios, los amigos y la televisión, si es que no han caído en el vicio devastante de los “videojuegos”) y crear un clima para la escucha. Lo que uno deje de lado será siempre menos importante que el amor entre los esposos y el amor entre padres e hijos. Aunque se trate de no ver algún día un partido de mi equipo favorito...

Si el tiempo es una condición elemental para que se dé un diálogo en la familia, la segunda condición resulta igualmente básica, pero un poco más difícil. Conversar significa que escucho a alguien que me dice algo, o que hablo ante alguien que me escucha. “¡Elemental, has descubierto América...!” podrá decir alguno. Pero no es tan fácil tener “algo que decir”, encontrar eso nuevo, interesante, humano, enriquecedor, que hace que tengamos unas ganas enormes de hablar, de gritar, de comunicar lo que hemos descubierto u otro me ha enseñado.

Muchos silencios en familia nacen de la triste realidad del “no sé qué decir a los míos”. Esto puede tener dos causas: o los míos no se interesan para nada de mí (y entonces ya no son tan “míos”); o yo pienso que soy tan pobre humanamente que no puedo decir nada nuevo.

Basta con abrir un poco los ojos ante el misterio de la vida para encontrar que hay mucho, muchísimo que decir. Hoy será el esposo y padre que cuenta una aventura en su trabajo, y cómo ha descubierto que un amigo, tenido por todos como tramposo, resultó ser de una honestidad ejemplar. Mañana será la esposa y madre que también habrá descubierto algo en el trabajo o en las tareas domésticas, o que habrá escuchado un programa interesante en la radio. No son pocas las familias en las que los papás cuentan a los hijos una película que acaban de ver, o un viaje interesante que hicieron de jóvenes, o la historia del abuelo o de la abuela, esos ancianos que también tienen mucho que decir en el mundo familiar. Y los pequeños y los no tan pequeños podrán también enriquecer a los demás con las aventuras de la escuela, o un accidente en el juego, o el encuentro por la calle con un misterioso señor de barbas largas que anda todos los días con un carrito ruidoso por entre las palomas de la plaza mayor...

Cada hombre y cada mujer tienen su “pequeña historia” y su “pequeña ciencia”, encierran un libro que experiencias y de consejos que pueden servir para todos. También los jóvenes pueden dejar perplejos a sus mayores cuando exponen reflexiones que dan mucho que pensar por el radicalismo y el anhelo de justicia que es propio de quien empieza a asomarse al mundo de los adultos (muchas veces ya acomodados en nuestras perezas o cobardías). Pero no por ello dejarán esos mismos jóvenes de sentir la necesidad de una palabra de aliento a la hora de escoger una carrera, de optar por un trabajo, de iniciar a salir con un chico o una chica que quizá mañana podrá ser el esposo o la esposa para siempre...

Aprender a dialogar en familia es algo asequible a todos. Basta con apagar, de vez en cuando, el interruptor general de la electricidad de la casa y reunir a “toda la tribu” en el cuarto más grande para, simplemente, escuchar y hablar. Así se ahorrará algo en la cuenta de luz. Pero, sobre todo, se ganará mucho en la cuenta del amor familiar. Y ese no tiene precio en el mercado.

Fernando Pascual LC


Pensamientos sanadores


Hoy pídele a Dios el desarrollo espiritual

En el camino de crecimiento y realización integral que debemos recorrer, el desarrollo espiritual es un aspecto esencial sin el cual nunca llegaremos a experimentar el gozo profundo y verdadero de ser únicos e irrepetibles en el inmenso cosmos que nos circunda.
Para que este crecimiento sea permanente y no se detenga, desarrolla la intuición para comprender los mensajes de Dios.
En ocasiones te encontrarás con que los caminos del Señor se presentan, en principio, misteriosos y extraños. Por lo tanto pueden parecer desconcertantes y perturbadores. Sin embargo, al ir recorriéndolos de la mano de Jesús, tus ojos comenzarán a ver la obra de Dios y hasta te parecerá estar soñando, pues Dios hace las cosas mucho más grandes y mejor de lo que nosotros podemos imaginar.

Ustedes servirán al Señor, su Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. Apartará de ti las enfermedades. Éxodo 23, 25


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Fernando, de Perú, que ha sufrido un accidente cerebrovascular grave y está ahora en vida vegetativa que según los médicos es irreversible. Rogamos a nuestro Padre del cielo, por la intercesión de Juan Pablo II, que disponga lo mejor para este hijo suyo y que la Santísima Virgen acompañe y fortalezca a su familia.

Pedimos oración por Alicia, de San Justo, Santa Fe, Argentina, que está con un cuadro depresivo grave, para que Jesús resucitado la fortalezca en la fe y le conceda la gracia de poder aceptar las cosas que no se pueden cambiar.

Pedimos oración por la salud de la señora María V. R. que vive en Chile y ha sufrido un accidente cerebro vascular, rogando al Señor que la toque con su mano sanadora si es Su Voluntad, para que pueda recuperarse.

Pedimos oración por Simón David R. L., que ha tenido un accidente automovilístico y está internado en San Diego, California, USA, y será operado por fractura de cadera esta semana. Que el Señor lo ayude a tener una pronta recuperación.

Pedimos oración por María Ignacia, que vive en Gijón, Asturias, España y que por una afección en la retina debe realizarse una inyección de un medicamento (Avastín) en uno de sus ojos el próximo 26 de Abril. Que Dios permita que el procedimiento le dé buenos resultados en favor de una buena visión.

Pedimos oración por el matrimonio formado por Luis y Aracely, de ciudad de México, quienes luego de 17 años de casados, y con dos hijos, están pasando por un momento de crisis, por lo que rogamos al Buen Jesús que haga que el vino del amor no se les acabe y que encuentren los caminos que llevan hacia Él.

Pedimos oración por Leandro M., de Bolívar, Argentina, que mañana va a ser operado. También por Máximo Lionel M., de Tandil, Argentina, 2 meses de edad, operado del corazón el 17 de este mes y que sigue muy delicado. Que los Ángeles del cielo los protejan a ambos.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com


"Intimidad Divina"

Con Jesús

Como Cristo es el centro de la oración y del culto litúrgicos, también lo debe ser de la oración personal. Hablando de la oración dice Santa Teresa: “Traer a Cristo con nosotros aprovecha en todos estados y es un medio segurísimo para ir aprovechando” (Vida 12, 3). Este consejo vale tanto para los principiantes como para los aprovechados, porque para todos es Jesús Maestro, guía y materia de oración. “Con tan buen amigo –concluye Santa Teresa– todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero…” En realidad ya lo había dicho el mismo Jesús: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare se salvará, y entrará y saldrá y hallará pasto” (Jn 10, 9). Quien toma a Jesús por guía de su oración, lleva un camino del todo seguro y puede repetir con el Salmista: “Yahvé es mi pastor, nada me falta. Me hace recostar en verdes pastos y me lleva a frescas aguas. Recrea mi alma” (Ps 23, 1-3).

Santa Teresa, enseñando a sus hijas a hacer oración, dice: “Procurad luego, hija, pues estáis sola, tener compañía. ¿Pues qué mejor que la del mismo Maestro?... No os pido ahora que penséis en él ni que saquéis muchos conceptos ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis… Si estáis alegre, miradle resucitado… Si estáis con trabajos o triste, miradle camino al huerto; qué aflicción tan grande llevaba en su alma… O miradle atado a la columna… o miradle cargado con la cruz…” Es este un método de oración muy sencillo y eficaz, que ayuda al cristiano a ensimismarse con Cristo, a vivir sus misterios no sólo en la oración sino en la vida cotidiana.

La Iglesia misma, al distribuir en el curso del año los diversos misterios de la vida de Cristo, nos invita a seguir esa línea. Inspirándose en la Liturgia y aprovechándose de las ayudas que nos ofrece, el alma fiel dispondrá de una guía óptima para centrar su oración mental en Jesús y podrá al mismo tiempo seguir con mayor con mayor comprensión el desarrollo del año litúrgico. Vida litúrgica y vida de oración se completan mutuamente, teniendo en Jesús su común fundamento.

Nos has amado, ¡oh Señor Jesús!, desde el abismo de tu amor; te has hecho hombre por nosotros; te has abajado para elevarnos, te has inclinado para levantarnos; te has despojado de tu majestad para llenarnos de tu divinidad; has descendido hasta nosotros para que nosotros subiéramos hasta ti. No hay padre ni madre ni amigo ni persona alguna que nos haya amado tanto como tú, ¡oh Señor!, que nos creaste. ¡Qué hermosa cosa, qué buena y amable cosa sentir la violencia de tu amor, oh Señor nuestro Jesucristo!, que cada día iluminas nuestro espíritu con los rayos de ese amor de caridad tan grande, y curas las heridas del alma, e iluminas los secretos del corazón, y nutres y calientas la mente infundiendo en el alma una embriaguez divina que la fortalece. Cuán dulce es la misericordiosa suavidad y la ternura de tu amor, ¡oh Señor Jesucristo!, dador de la caridad de que gozan los que nada aman ni buscan ni siquiera desean fuera de ti. Tú nos invitas, nos arrebatas y nos atraes a tu amor previniéndonos, tan grande es la violencia de tu afecto. (R. Giordano, Contemplazioni sull’amore divino)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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