PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1675 ~ Domingo
8 de Abril de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Feliz Pascua de Resurrección (español)
Tanti auguri di buona Pasqua (italiano)
Joyeuses
Pâques (francés)
Best
Wishes for a Happy Easter (inglés)
Frohe Ostern (alemán)
Feliz Páscoa (portugués)
חג פסחא שמח (hebreo)
Šťastné Velikonoce (checo)
Wesołych Świąt (polaco)
Христос воскрес (ruso)
Creer en el Resucitado es
resistirnos a aceptar que nuestra vida es sólo un pequeño paréntesis entre dos
inmensos vacíos. Apoyándonos en Jesús Resucitado por Dios, intuimos, deseamos y
creemos que Dios está conduciendo hacia su verdadera plenitud el anhelo de
vida, de justicia y de paz que se encierra en el corazón de la Humanidad y en
la creación entera.
Creer en el Resucitado es rebelarnos
con todas nuestras fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres, mujeres y
niños, que sólo han conocido en esta vida la miseria, la humillación y los
sufrimientos, queden olvidados para siempre.
Creer en el Resucitado es confiar en
una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor; nadie estará triste; nadie tendrá
que llorar. Por fin podremos ver a los que vienen en ‘pateras’ (barcos de
inmigrantes…) llegar a su verdadera patria.
Creer en el Resucitado es acercarnos
con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos, discapacitados
físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión, cansadas de vivir y de
luchar. Un día conocerán lo que es vivir con paz y salud total. Escucharán las
palabras del Padre: "Entra para
siempre en el gozo de tu Señor".
Creer en el Resucitado es no
resignarnos a que Dios sea para siempre un "Dios oculto" del que no
podamos conocer su mirada, su ternura y sus abrazos. Lo encontraremos encarnado
gloriosamente y para siempre en Jesús.
Creer en el Resucitado es confiar en
que nuestros esfuerzos por un mundo más humano y dichoso no se perderán en el
vacío. Un día feliz, los últimos serán los primeros y las prostitutas nos
precederán en el Reino.
Creer en el Resucitado es saber que
todo lo que aquí ha quedado a medias, lo que no ha podido ser, lo que hemos
estropeado con nuestra torpeza o nuestro pecado, todo alcanzará en Dios su
plenitud. Nada se perderá de lo que hemos vivido con amor o a lo que hemos
renunciado por amor.
Creer en el Resucitado es esperar
que las horas alegres y las experiencias amargas, las "huellas" que
hemos dejado en las personas y en las cosas, lo que hemos construido o hemos
disfrutado generosamente, quedará transfigurado. Ya no conoceremos la amistad
que termina, la fiesta que se acaba ni la despedida que entristece. Dios será
todo en todos.
Creer en el Resucitado es creer que
un día escucharemos estas increíbles palabras que el libro del Apocalipsis pone
en boca de Dios: "Yo soy el origen y
el final de todo. Al que tenga sed, yo le daré gratis del manantial del agua de
la vida". Ya no habrá muerte ni habrá llanto, no habrá gritos ni
fatigas, porque todo eso habrá pasado.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
El primer día de la semana va María Magdalena de
madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del
sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a
quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no
sabemos dónde le han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al
sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más
rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en
el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el
sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no
junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el
otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues
hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía
resucitar de entre los muertos.
(Jn 20,1-9)
Comentario
Hoy «es el día que hizo el Señor», iremos cantando a lo
largo de toda la Pascua. Y es que esta expresión del Salmo 117 inunda la
celebración de la fe cristiana. El Padre ha resucitado a su Hijo Jesucristo, el
Amado, Aquél en quien se complace porque ha amado hasta dar su vida por todos.
Vivamos la Pascua con mucha alegría. Cristo ha
resucitado: celebrémoslo llenos de alegría y de amor. Hoy, Jesucristo ha
vencido a la muerte, al pecado, a la tristeza... y nos ha abierto las puertas
de la nueva vida, la auténtica vida, la que el Espíritu Santo va dándonos por
pura gracia. ¡Que nadie esté triste! Cristo es nuestra Paz y nuestro Camino
para siempre. Él hoy «manifiesta plenamente el hombre al mismo hombre y le
descubre su altísima vocación» (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 22).
El gran signo que hoy nos da el Evangelio es que el
sepulcro de Jesús está vacío. Ya no tenemos que buscar entre los muertos a
Aquel que vive, porque ha resucitado. Y los discípulos, que después le verán
Resucitado, es decir, lo experimentarán vivo en un encuentro de fe maravilloso,
captan que hay un vacío en el lugar de su sepultura. Sepulcro vacío y
apariciones serán las grandes señales para la fe del creyente. El Evangelio
dice que «entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al
sepulcro; vio y creyó» (Jn 20,8). Supo captar por la fe que aquel vacío y, a la
vez, aquella sábana de amortajar y aquel sudario bien doblados eran pequeñas
señales del paso de Dios, de la nueva vida. El amor sabe captar aquello que
otros no captan, y tiene suficiente con pequeños signos. El «discípulo a quien
Jesús quería» (Jn 20,2) se guiaba por el amor que había recibido de Cristo.
“Ver y creer” de los discípulos que han de ser también
los nuestros. Renovemos nuestra fe pascual. Que Cristo sea en todo nuestro
Señor. Dejemos que su Vida vivifique a la nuestra y renovemos la gracia del
bautismo que hemos recibido. Hagámonos apóstoles y discípulos suyos. Guiémonos
por el amor y anunciemos a todo el mundo la felicidad de creer en Jesucristo.
Seamos testigos esperanzados de su Resurrección.
Mons. Joan Enric VIVES i Sicília Obispo de Urgell
(Lleida, España)
Santoral Católico:
San Pompilio
Educador y Predicador
Más detalles: hacer clic acá
Fuente: EWTN
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“El misterio pascual revela del modo más profundo a Dios:
Dios es amor, Dios que tanto amó al mundo que le dio a su unigénito Hijo. La
Resurrección de Cristo abre ante el hombre la última perspectiva de la Alianza;
la glorificación de todo el ser humano, espiritual y corporal, con Dios. De
Cristo resucitado toda nuestra vida recibe luz y esperanza…”
Beato Juan Pablo II
Tema de hoy:
Es un día de alegría
Evangelio significa Buena Noticia. Hoy se nos da la mejor
de las noticias: Cristo ha resucitado. Si Cristo no hubiera resucitado nuestra
fe sería vana, descansaría en el vacío y en la muerte. Pero Cristo resucitó y
nuestra fe se acrecienta en la esperanza de que nosotros también un día podemos
resucitar y entrar en la vida definitiva. Proclamar la Resurrección es anunciar
que la muerte está vencida, que la muerte no es el final.
Nadie fue testigo del momento de la resurrección del
Señor, porque no fue un hecho físico y sensible como el de levantarse del
sepulcro para vivir la vida de antes. Fue un hecho estrictamente sobrenatural.
Los apóstoles no vieron el hecho transformante, pero fueron testigos de los
efectos: Vieron a Jesús, le palparon, y este acontecimiento les trasformó
totalmente la vida. Hay personas que quizá piensen que la resurrección de Jesús
fue como un revivir, como fue lo de Lázaro, la hija de Jairo o el joven de
Naín. En ese caso después tendría que volver a morir. Lo de Jesús fue un paso
adelante hacia otra vida superior, hacia una vida para siempre, una vida que
será para nosotros.
Hoy lo primero que se nos pide es un acto de fe: creemos
que Cristo resucitó, que vive entre nosotros. Si Cristo resucitó es porque vive
para nosotros y en nosotros. La Resurrección del Señor no es un acto que pasó.
Es actual, porque vive y lo debemos sentir que está con nosotros. La
Resurrección nos revela que Dios no nos abandona, sino que está con nosotros en
nuestro caminar de la vida. Por eso es un día de acción de gracias y de
alegría. La alegría es un fruto del Espíritu Santo. No debemos ahogarla aunque
hayamos sufrido con Cristo clavado en la cruz el Viernes Santo. Precisamente a
aquellos que más unidos estuvieron con el dolor de Jesús en su muerte, en el
día de su resurrección Jesús les quiere dar una mayor alegría. Sentir la
alegría de Cristo resucitado sería una gracia que debemos pedir a Dios
vivamente en este día.
El evangelio de este domingo nos cuenta cómo María
Magdalena, al ver el sepulcro vacío, va a contárselo a los apóstoles. Simón
Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, marchan a toda prisa al
sepulcro. Los dos ven lo mismo: que el cuerpo del Maestro no está, que las
vendas y ropa están bien colocadas, cosa que no harían unos ladrones, y el que
más ama cree. La fe verdadera es una mezcla de razones y de amor. En este día
se nos dan razones para creer, sobre todo por el testimonio de los apóstoles y
otras personas, que sintieron transformada su vida y con su predicación
comenzaron a transformar al mundo. Así nuestra vida de cristianos tiene que ser
también un testimonio de que Cristo vive entre nosotros. Y esto será verdad si
nuestra vida es una vida de seres resucitados o vivificados por el impulso de
Jesucristo.
Como al discípulo amado también nuestro amor debe
llevarnos a la fe. La alegría de la Pascua madura sólo en el terreno de un amor
fiel. También nuestro apostolado será más eficaz, si vivimos como personas
resucitadas con Cristo. Hoy san Pablo
nos dice en la segunda lectura que, si hemos resucitado con Cristo, debemos
aspirar a los bienes de arriba. Es lo mismo que cuando pedimos que “venga su
Reino”. En primer lugar ese reino pedimos que venga sobre nosotros y también
sobre los demás.
Cuando comenzaron a predicar los apóstoles, como se dice
en la primera lectura, el principal mensaje era la Resurrección de Jesús: que
Él vive. Esta es nuestra gran persuasión. Por eso se enciende el cirio pascual
en la liturgia: para recordarnos que Cristo está vivo entre nosotros. En
verdad, como decía san Pablo, si Cristo no hubiera resucitado seríamos “los más
miserables de los hombres”. Es el día de reavivar el compromiso bautismal para
estar más unidos a Cristo, como se hacía anoche en la Vigilia. Hoy saludamos
con alegría a la Virgen María, que fue la que más se alegró en ese día. Y la
pedimos que nos ayude a que vivamos en nuestro corazón el misterio de esta
alegría, para que podamos dar testimonio en nuestro trabajo de cada día del
amor y la esperanza que Cristo resucitado nos da en nuestro caminar.
P. Silverio Velasco (España)
Poesía:
Pascua
Elevó, adusto, el sacerdote anciano
de ácimo pan la nítida blancura;
trazo el signo de un símbolo su mano
y consumo la mística figura.
Plegose en el altar velo liviano
Y ante el pueblo, en beatifica postura,
Fulguró el sol flamante y soberano
De la enorme custodia, su hermosura.
Un torrente de luz bañó las naves;
Hubo explosión de gloria en el himnario;
Surgieron del armonio notas graves;
Cuando entre el humo undívago del ascua
Del coro voló un ave al campanario,
La campana mayor repicó a pascua.
Abel Alarcón
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Pensamientos sanadores
Hoy pídele a Dios que extienda sus manos sobre el mundo
Después de haber orado por tus intenciones y por las
necesidades de los que están más cerca de ti, permítele al Espíritu Santo que
traiga los rostros de otras personas que estando más distantes de ti, sea
geográfica o afectivamente, también necesitan de las bendiciones de Dios.
Las manos de Dios no están inactivas, sino que se abren y
se extienden para derramar bendiciones en aquellos que las buscan y las quieren
recibir con recto corazón.
Tampoco nuestra capacidad de intercesión debe estar
inactiva.
Por eso, pídele al Señor que sus manos se abran para
difundir dones de justicia y de libertad sobre todos los hombres y mujeres de esta
tierra.
Tú, como intercesor ante Dios para la humanidad, clama y
espera que el obrar del Señor se manifieste en toda su ternura y bondad.
Que el Señor haga
brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su
rostro y te conceda la paz. Números 6, 25-26
Nunca nos olvidemos de
agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente
no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Desde San José, Uruguay, nuestra lectora amiga Mónica
agradece las oraciones que se hicieron por su salud y nos dice que se está
recuperando lento pero bien de su operación. Y que su esposo, Mario, está bien y
estable de su afección oncológica. Damos gracias a Dios por estas bendiciones.
Desde Orense, España, Mari Carmen agradece a Dios nuestro
Señor y a las personas que rezaron por la salud de su hermano José que se ha
curado de su enfermedad. Elevamos la plegaria de agradecimiento a Dios.
Estela nos escribe para agradecer al Señor y a los que
rezaron por Agnes, hija de su ahijada Audrey, que ya está bien y en su casa.
Diana expresa su agradecimiento a las miles de personas
que rezaron por Catalina, una señora cubana residente en Miami que padecía
cáncer diseminado. El Domingo de Ramos el Señor llamó a Catalina a su lado. Que
el Señor Misericordioso la reciba a su lado y pueda disfrutar las delicias
celestiales.
Desde Rosario, Argentina, nos agradecen las oraciones
hechas para Micaela, una de tres hermanitos (trillizos) nacidos prematuros y
que tuvo complicaciones cardiorrespiratorias graves por lo que sigue internada
pero mejorando día a día. Damos gracias a Dios y pedimos a Jesús resucitado que
siga protegiendo a esta pequeña.
"Intimidad Divina"
Domingo de Pascua
Este es el día más alegre del año, porque “el Señor de la
vida había muerto y ahora triunfante se levanta” (Secuencia). Si Jesús no
hubiera resucitado, vana habría sido su encarnación, y su muerte no habría dado
la vida a los hombres. El anuncio de la resurrección produjo en un primer
tiempo temor y espanto, de tal manera que las mujeres “huían del monumento… y a
nadie dijeron nada, tal era el miedo que tenían” (Mc 6, 8). Pero con ellas, y quizá
habiéndolas precedido, se encontraba María Magdalena, que “viendo quitada la
piedra del monumento” corrió enseguida a comunicar la noticia a Pedro y a Juan.
Es el primer acto de fe de la Iglesia naciente en Cristo resucitado. Dios se
sirve de cosas sencillas para iluminar a los discípulos… Aunque bajo otra
forma, las “señales” de la Resurrección se ven todavía presentes en el mundo:
la fe heroica, la vida evangélica de tanta gente humilde y escondida; la
vitalidad de la Iglesia, que las persecuciones externas y las luchas internas
no llegan a debilitar; la Eucaristía, presencia viva de Jesús resucitado que
continúa atrayendo hacia sí a los hombres.
La Pascua invita a todos los fieles a una mesa común con
Cristo resucitado, en la cual él mismo es la comida y la bebida. “Ha sido
inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así pues, celebremos la Pascua”. Este
versículo está tomado de la primera carta a los Corintios, en la cual San
Pablo, refiriéndose al rito que mandaba a comer el cordero pascual con pan ácimo
–sin levadura– exhorta a los cristianos a eliminar “la vieja levadura”… de la
malicia y la maldad. A la mesa de Cristo, verdadero Cordero inmolado por la
salvación de los hombres, tenemos que acercarnos con corazón limpio de todo
pecado, con el corazón renovado en la pureza y en la verdad; en otras palabras,
con el corazón propio de resucitados.
La resurrección del Señor, su “paso” de la muerte a la
vida, debe reflejarse en la resurrección de los creyentes, actuada con un
“paso” cada vez más radical de las debilidades desde el hombre viejo a la vida
nueva en Cristo. Esta resurrección se manifiesta en el anhelo profundo por las
cosas del cielo. La necesidad de ocuparse de las realidades terrenas, no debe
impedir a los “resucitados con Cristo” el tener el corazón dirigido a las
realidades eternas, las únicas definitivas. La resurrección del Señor es una
fuerte llamada; ella nos recuerda siempre que estamos en este mundo como
acampados provisionalmente y que estamos en viaje hacia nuestra patria eterna.
Cristo ha resucitado para arrastrar a los hombres en su resurrección y
llevarlos adonde él vive eternamente, haciéndolos partícipes de su gloria.
¡Oh Cristo
resucitado!, contigo tenemos que resucitar también nosotros; tú te escondiste
de la vista de los hombres, y nosotros tenemos que seguirte; volviste al Padre,
y tenemos que procurar que nuestra vida “esté escondida contigo en Dios”… Es
deber y privilegio de todos tus discípulos, Señor, ser levantados y
trasfigurados contigo; es privilegio nuestro vivir en el cielo con nuestros
pensamientos, impulsos, aspiraciones, deseos y afectos, aún permaneciendo
todavía en la carne… Enséñanos a “buscar las cosas de arriba” demostrando con
ello que pertenecemos a ti, que nuestro corazón ha resucitado contigo y que
contigo y en ti está escondida nuestra vida. (J. H. Newman)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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