PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1692 ~
Miércoles 25 de Abril de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Hola…
Jesús aparece como el Señor de la vida, de la paz, de la
libertad, de nuestro futuro. Comprender las Escrituras es comprender el
mensaje, el proyecto de Jesús y hacerlo vida, siendo testigos de su Buena
Noticia, viviendo como personas resucitadas y resucitadoras, contagiando
alegría y esperanza. Seguir caminando al encuentro de los demás, escuchar,
poner la mesa para todos, curar, acoger, compartir... es la hermosa tarea de
quien vive animado por la fe en la resurrección. La experiencia pascual es la
progresiva conciencia de conversión a Jesús y al Reino.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo:
«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que
crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las
señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios,
hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban
veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán
bien».
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue
elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por
todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las
señales que la acompañaban.
(Mc 16,15-20)
Comentario
Hoy habría mucho que hablar sobre la cuestión de por qué
no resuena con fuerza y convicción la palabra del Evangelio, por qué guardamos
los cristianos un silencio sospechoso acerca de lo que creemos, a pesar de la
llamada a la "nueva evangelización". Cada uno hará su propio análisis
y apuntará su particular interpretación.
Pero en la fiesta de san Marcos, escuchando el Evangelio
y mirando al evangelizador, no podemos sino proclamar con seguridad y
agradecimiento dónde está la fuente y en qué consiste la fuerza de nuestra
palabra.
El evangelizador no habla porque así se lo recomienda un
estudio sociológico del momento, ni porque se lo dicte la "prudencia"
política, ni porque "le nace decir lo que piensa". Sin más, se le ha
impuesto una presencia y un mandato, desde fuera, sin coacción, pero con la
autoridad de quien es digno de todo crédito: « Id por todo el mundo y proclamad
la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16,15). Es decir, que evangelizamos por
obediencia, bien que gozosa y confiadamente.
Nuestra palabra, por otra parte, no se presenta como una
más en el mercado de las ideas o de las opiniones, sino que tiene todo el peso
de los mensajes fuertes y definitivos. De su aceptación o rechazo dependen la
vida o la muerte; y su verdad, su capacidad de convicción, viene por la vía
testimonial, es decir, aparece acreditada por signos de poder en favor de los
necesitados. Por eso es, propiamente, una "proclamación", una
declaración pública, feliz, entusiasmada, de un hecho decisivo y salvador.
¿Por qué, pues, nuestro silencio? ¿Miedo, timidez? Decía
san Justino que «aquellos ignorantes e incapaces de elocuencia, persuadieron
por la virtud a todo el género humano». El signo o milagro de la virtud es
nuestra elocuencia. Dejemos al menos que el Señor en medio de nosotros y con
nosotros realice su obra: estaba «colaborando el Señor con ellos y confirmando
la Palabra con las señales que la acompañaban» (Mc 16,20).
Mons. Agustí CORTÉS i Soriano Obispo de Sant Feliu de
Llobregat (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Marcos, Evangelista
Según tradición eclesiástica, Marcos, llamado también
Juan Marcos o simplemente Juan, es el autor de un evangelio y el intérprete que
traducía a Pedro en sus predicaciones frente a auditorios de habla griega. Era
hijo de una cierta María, cuya casa de Jerusalén estaba abierta a la primitiva
comunidad Cristiana. Primo de Bernabé, probablemente fuera como él de estirpe
sacerdotal. Afirma por una parte la tradición que Marcos nunca habría oído
personalmente la predicación del Señor, pero por otra muchos han querido
descubrirlo en aquel muchacho que huyó desnudo en el huerto de Getsemaní,
episodio que sólo el evangelio a él atribuido refiere. Tal vez haya conocido al
grupo de seguidores sin llegar a ser propiamente discípulo.
Al comenzar la expansión del evangelio, Pablo y Bernabé
salieron de Jerusalén hacia Antioquía llevando con ellos a Marcos; éste los
acompañó en sus primeras empresas misionales, a Chipre y Perges, de donde
regresó por causas desconocidas.
Bernabé, deseoso de
llevar nuevamente a Marcos con ellos cuando el apóstol planeaba su
segundo viaje, encontró la oposición de Pablo, que partió solo. Marcos siguió,
pues, a Bernabé una vez más hasta Chipre. Sin embargo, Marcos reaparece junto a
Pablo en Roma, pero es creencia que fue más bien discípulo de Pedro, quien
confirma esta suposición al llamarlo "hijo" suyo en su primera carta.
El evangelio que se le atribuye, además, sigue muy de cerca el esquema de los
discursos de Pedro que nos ha conservado el libro de los Hechos de los
Apóstoles.
Nada sabemos de su existencia posterior. La segunda carta
a Timoteo lo señala entre los compañeros de
este discípulo de Pablo; conforme a un dato que recoge el historiador
Eusebio de Cesarea (a comienzos del siglo IV), la Iglesia de Alejandría lo
habría tenido por fundador. Sus últimos años y el lugar de su muerte nos son
desconocidos.
El breve relato que lleva su nombre descubre un espíritu
observador y ágil. Sólo Marcos, por ejemplo, destaca el verdor de la hierba
sobre la que Jesús hizo sentar a la muchedumbre hambrienta antes de multiplicar
los panes y los pescados por primera vez.
Las grandes líneas de su evangelio, en tanto, trasuntan
una profunda credibilidad histórica y demuestran singular valor teológico. Marcos comienza por
presentar a Jesús bien recibido por la gente, pero pronto su humilde mesianismo,
tan alejado de las reivindicatorias expectativas populares de los judíos,
ocasiona la decepción de la masa; apagado el entusiasmo primerizo, el Señor se
retira de Galilea para dedicarse de lleno a la instrucción de los discípulos, quienes por boca de Pedro
confiesan la divinidad de su Maestro. A partir de este reconocimiento de
Cesarea, todo el relato se orienta a Jerusalén; en la ciudad santa, finalmente,
la oposición crece y culmina en el juicio inicuo y la pasión, que alcanza su
victoriosa respuesta cuando Cristo abandona su tumba, de acuerdo con lo que
había profetizado de si mismo.
El secreto mesiánico, del que Marcos hace un tema
central, da así todo su fruto: Jesús, siervo humillado por la maldad y la
ignorancia de los hombres que él había venido a rescatar, es exaltado por Dios,
como ha de serlo todo el que a él se una de corazón y lo siga en el camino, el
único que permite comprender esa "Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de
Dios" que Marcos nos ha trasmitido en un lenguaje popular, muchas veces
incorrecto en la forma, pero vivaz y lleno de encanto.
Fuente: EWTN
La frase de hoy
“Reír es arriesgarse a parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental.
Aceptar tus errores es arriesgarse a ser juzgado.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido.
Esperar es arriesgarse a la desesperanza.
Lanzarte es arriesgarse a fallar.
Si te arriesgas puede que no lo logres,
pero aprenderás como hacerlo mejor la próxima vez.
Si no te arriesgas, no hay posibilidad de que lo
logres
y cada vez más
dejarás que tus miedos
y las opiniones de los demás controlen tu vida,
crearás una prisión de la que tú tendrás la llave,
pero con el tiempo hasta olvidarás que la tienes.
Tomar riesgos calculados te convertirán en una persona
libre”
Madre Teresa de Calcuta
Historias:
Discriminación
El capataz de una empresa frigorífica, tenía a su cargo
veinte operarios y la mayoría eran de raza negra. El problema consistía en que
era un racista que odiaba con todo su corazón a la gente de color y, por lo
tanto, la relación que tenía con ellos era muy tensa. Cada vez que cometían
algún error o las cosas no se hacían como él quería, aprovechaba para tratarlos
muy duramente, cosa que no hacía cuando los que se equivocaban eran los de raza
blanca.
La situación llegó tan lejos, que los empleados de raza
negra no aguantaron más y abandonando sus puestos de trabajo, se fueron a la
oficina del gerente de la empresa para presentar un reclamo formal.
-Señor, venimos a presentar la renuncia. Dijo uno de
ellos.
-¿Por qué? ¿Qué es lo que pasa? Ustedes son mis mejores
empleados, son un ejemplo, saben muy bien cuánto los aprecio, dijo el gerente.
-El problema no es con usted, sino con el capataz. Nos
insulta a cada momento, nos maltrata constantemente y nos mira con odio, solo
porque somos negros. No aguantamos más esta situación. Preferimos dejar nuestro
trabajo a continuar en estas condiciones.
-Por favor, siéntense, pónganse cómodos que en unos
minutos regreso, dijo el administrador.
Éste era un hombre de valores muy profundos y de una gran
sabiduría. Se dirigió al lugar en el que se encontraba el capataz y le dijo:
-Buen día, Hugo, ¿podría usted pasarme el parte del
trabajo que se ha realizado hoy?
-Si, señor, hasta el momento hemos procesado sesenta animales.
-En mis informes tengo anotado que entre ellos había
reses con pelaje blanco y otras de color negro. Dijo el jefe.
-Así es señor -respondió el capataz.
-Necesito que me haga un favor, sepáreme en dos bandejas
los sesenta corazones. En una de las ellas ponga los corazones de las reses
blancas y en la otra los de las negras. En diez minutos lo espero en mi oficina
para que me diga cuántos hay de cada clase.
El capataz se sorprendió por la petición de su jefe y a
los diez minutos se dirigió a la oficina sin respuestas. Era imposible saberlo.
Al entrar en la oficina se encontró en una incómoda e
inesperada situación, ya que sus compañeros todavía permanecían allí.
-Señor: es imposible hacer lo que usted me pidió, sabemos
muy bien que todos los corazones son iguales. Dijo el capataz.
-Ese es el punto al que quería llegar, usted ha permitido
que en su vida crezca un odio muy profundo hacia las personas de raza negra.
Por eso al pedirle que separara los corazones he querido hacerle entender que
todos hemos sido creados por Dios. Él nos ha dado un color distinto de piel, y
eso es todo, porque nuestro corazón, sentimientos, pensamientos y todo nuestro
organismo, funcionan y es exactamente igual en cada uno de nosotros. ¿Entiende
lo que trato de decirle?
Perplejo y avergonzado por la situación, el capataz
sintió en ese momento que había recibido la lección más importante de su vida.
Sin dudarlo, abrazó a cada uno de sus compañeros y les pidió perdón, por haber
sido tan cruel con ellos.
Al leer esta historia, cada uno de nosotros podemos
sentirnos un poco identificados, porque seguramente hemos rechazado o
despreciado a personas por ser feas, gordas, de raza negra, blanca, amarilla,
de otra cultura, por ser bajitos o muy altos.
"Si en tu mente existe la idea de la discriminación,
imagina qué pasaría si un día tu esposo, esposa, alguno de tus hijos o alguien
cercano, necesitara un trasplante de corazón, de una de aquellas personas que
tanto odias"
Tomado de la página “Nuestra edad”
Pensamientos sanadores
Hoy pídele a Dios descubrir su rostro en el hermano
Ambas direcciones y dimensiones: la búsqueda de Dios en
nosotros y la búsqueda del rostro de Dios en nuestros hermanos, son dos caras
de la misma moneda, cuya vitalidad sustenta nuestra realización como personas
creadas a imagen de Dios y llamadas a asemejarnos a él.
De hecho, el mismo Jesús alternaba su tiempo y repartía
sus fuerzas al estar a solas con el Padre y en el servicio de su Pueblo.
El mismo Jesús, que en algunos momentos se iba al
desierto, en otros momentos sanaba a los enfermos y alimentaba a los
hambrientos.
También la Virgen María conocía y practicaba esa doble
dimensión, por eso después de la encarnación, intuyendo que su parienta Isabel
la necesitaba, se puso en camino con prontitud para servirla.
También nosotros recibimos hoy la conciencia de que ya es
tiempo de salir de nosotros mismos para brindar la palabra justa y los brazos
extendidos a aquellos hermanos que lo necesitan.
Sean perfectos como
perfecto es el Padre que está en el cielo. Mateo 5, 48
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Martín Alejandro E. R. que vive en
Corrientes, Argentina, tiene 18 meses de edad y le están haciendo estudios por
problemas en la sangre. Que el Niño Jesús lo proteja y su salud no se vea
afectada.
Pedimos oración por Alicia, de Viedma, Argentina, joven
madre de 32 años de edad que hoy se realiza una tomografía computada para
determinar un diagnóstico definitivo por lo que rogamos a la Santísima Virgen
que la proteja y que los resultados sean favorables.
Desde Bahía Blanca, Argentina, nos piden oración por la
salud de René F.; por Luz Milagros y por Jorge A. Que el Señor Misericordioso
les conceda salud física y espiritual a todos ellos.
Pedimos oración por dos personas de Colombia que son:
Helga L. M., que acaba de terminar sus estudios universitarios, se encuentra
desempleada, un poco alejada de Dios y con mucha angustia, para que el Señor
Jesús tome su corazón, lo llene de amor y mucha paz y le conceda el empleo que
tanto necesita. Y por Liliana M., una joven madre que está padeciendo cáncer y
está bastante agotada por la quimio y radioterapias que le hacen, por lo que se
ha abandonado a las manos de nuestro Padre Dios.
Pedimos oración por la salud de Julio Alejandro Z. E.,
que vive en México D. F. y padece problemas cardíacos, invocando la mediación
de la Virgen de Guadalupe para que el Señor lo toque con su mano sanadora y le conceda
la curación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com
Oración por la Patria
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos
sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser
nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso
por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para
amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los
que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la
sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Tú nos
convocas. Aquí estamos, Señor, cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
"Intimidad Divina"
En la prueba
En la oración el hombre busca a su Dios, pero la fe no es
todavía visión; la caridad del destierro no es todavía posesión plena, por eso
sufre y se queja porque no puede hallar a Dios ni unirse con él como quisiera.
Y sin embargo Dios está allí, íntimamente presente en el alma en gracia y allí
espera el testimonio de su fidelidad, a pesar de las angustias de la prueba. La
oración es un don de Dios, sólo Dios puede hacernos capaces de orar como
conviene; y es necesario que el hombre, antes de adentrarse en los caminos de
la oración, tenga conciencia de su debilidad y de su incapacidad de orar.
Cuando el Espíritu Santo lo socorre con la moción de la gracia, entonces la
oración se hace fácil y espontánea; pero cuando en apariencia suspende su
acción, el hombre experimenta toda su indigencia, insuficiencia y frialdad de
mente y de corazón.
Comprometerse a la oración quiere decir encontrarse
inevitablemente con estas dificultades, que en el designio de Dios tienen la
misión de purificar la criatura de las niñerías de la sensibilidad para
obligarla a caminar con voluntad más fuerte y decidida. De esta manera
aprenderá a darse a la oración con mayor pureza de intención, no para hallar en
ella gustos o consuelos espirituales, sino únicamente para agradar a Dios, para
probarle su fidelidad, para decirle con los hechos que lo ama más que a sí
misma y que sabe buscarle y esperarle aun en la amargura de la aridez y de la
soledad. “Yo espero en el Señor, mi alma espera en su palabra. Ansía mi alma al
Señor más que los centinelas la aurora” (Ps 130, 5-6).
“Humillaos bajo la poderosa mano de Dios, para que a su
tiempo os ensalce” (1 Pt 5, 6). Esta es la actitud que hay que tomar en la
oración mientras dura la sequedad. Experimentando su propia impotencia para
orar y sintiéndose como reducida a la nada, la criatura se despoja de una
cierta seguridad y complacencia en sí misma que inconscientemente se insinúa en
el espíritu cuando la oración resulta fácil y gustosa. Esto lo lleva a
mantenerse delante del Señor en una actitud de humildad profunda. El Señor la
hace pasar por la prueba de la aridez para que comprenda por experiencia que,
si él le ofrece su intimidad y le llama a la unión consigo, se trata de puro
don de su amor infinito y de una promesa debida no a los merecimientos de la
criatura, sino solo a la liberalidad divina.
Señor, ten piedad
de mi, no según mis iniquidades y el rigor de tu divina justicia, sino según la
grandeza de tus infinitas misericordias. Yo sólo he pecado y he cometido
grandes males delante de tu presencia, por eso no soy digno de entrar en el
santuario de tu dulce conversación; pero recordándote, ¡oh Creador mío!, que he
sido concebido en la iniquidad, te mostrarás mas propicio a compadecerte de mí,
siendo yo criatura tuya redimida con tu sangre. Devuélveme, ¡oh clementísimo
Señor!, el gozo y la alegría que me acostumbrabas dar cuando con tu trato
divino atraías a ti mi alma en el piélago de tu amable caridad. Pero si ves que
es conveniente que continúe árido y seco en esta piscina de la abnegación de mí
mismo, donde por medio del sufrimiento se purifica el amor en las almas de tus
siervos, hágase por siempre y por toda la eternidad tu santa voluntad. (S.
Carlo de Sezze, Autobiografía, VII, 30)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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