sábado, 7 de abril de 2012

Pequeñas Semillitas 1674


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1674 ~ Sábado 7 de Abril de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Señor Jesucristo, no sólo moriste por nosotros.  Tú estuviste realmente muerto. Tres días yaciste en la tumba. El Sábado Santo conmemoramos tu muerte. Muerto, descendiste hasta los difuntos y los condujiste a la luz.
El Sábado Santo bajaste al abismo de mis sombras, para tocar todas las reprensiones que hay en mí, lo oscuro y caótico y transformarlo.
Tú tomas en la mano lo muerto e inerte, y lo despiertas a una vida nueva. Tú fuerzas las puertas de la prisión.  Tú rompes las cadenas que me mantienen prisionero, para conducirme a la libertad.
Por todo ello, en la oración te ofrezco mi verdad, los aspectos oprimidos y sofocados en mí, mi confusión interior, las tinieblas y todo lo inerte y muerto que poseo.
Confío en que tú lo toques todo y lo revivas. Tú yaces en la tumba, para que yo sepulte todo aquello que cargo como un obstáculo; quiero enterrar las ofensas que he recibido; renuncio a considerarlas como pretexto para no asumir la responsabilidad de mi vida; renuncio a reprochar a otros por su comportamiento, amparado en las ofensas, y abandono todos los complejos de culpa con los que me destrozo y todas las autoincriminaciones con las que me hago la vida imposible.
Señor Jesucristo, que todo lo que quiero sepultar permanezca sellado a tu tumba, para que muera dentro de ella y no me atormente más. Y tómame de tu mano, permitiéndome levantar y compartir tu resurrección. 
Amén.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


Hoy, propiamente, no hay “evangelio” para meditar o —mejor dicho— se debería meditar todo el Evangelio en mayúscula (la Buena Nueva), porque todo él desemboca en lo que hoy recordamos: la entrega de Jesús a la Muerte para resucitar y darnos una Vida Nueva.
Hoy, la Iglesia no se separa del sepulcro del Señor, meditando su Pasión y su Muerte. No celebramos la Eucaristía hasta que haya terminado el día, hasta mañana, que comenzará con la Solemne Vigilia de la resurrección. Hoy es día de silencio, de dolor, de tristeza, de reflexión y de espera. Hoy no encontramos la Reserva Eucarística en el sagrario. Hay sólo el recuerdo y el signo de su “amor hasta el extremo”, la Santa Cruz que adoramos devotamente.
Hoy es el día para acompañar a María, la madre. La tenemos que acompañar para poder entender un poco el significado de este sepulcro que velamos. Ella, que con ternura y amor guardaba en su corazón de madre los misterios que no acababa de entender de aquel Hijo que era el Salvador de los hombres, está triste y dolida: «Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron» (Jn 1,11). Es también la tristeza de la otra madre, la Santa Iglesia, que se duele por el rechazo de tantos hombres y mujeres que no han acogido a Aquel que para ellos era la Luz y la Vida.
Hoy, rezando con estas dos madres, el seguidor de Cristo reflexiona y va repitiendo la antífona de la plegaria de Laudes: «Cristo se hizo por nosotros obediente hasta la muerte y una muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre» (cf. Flp 2,8-9).
Hoy, el fiel cristiano escucha la Homilía Antigua sobre el Sábado Santo que la Iglesia lee en la liturgia del Oficio de Lectura: «Hoy hay un gran silencio en la tierra. Un gran silencio y soledad. Un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra se ha estremecido y se ha quedado inmóvil porque Dios se ha dormido en la carne y ha resucitado a los que dormían desde hace siglos. Dios ha muerto en la carne y ha despertado a los del abismo».
Preparémonos con María de la Soledad para vivir el estallido de la Resurrección y para celebrar y proclamar —cuando se acabe este día triste— con la otra madre, la Santa Iglesia: ¡Jesús ha resucitado tal como lo había anunciado! (cf. Mt 28,6).
Rev. D. Joan BUSQUETS i Masana (Sabadell, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Juan Bautista de La Salle
Presbítero, Educador y Fundador


Juan Bautista de La Salle vivió en un mundo totalmente diferente del nuestro. Era el primogénito de una familia acomodada que vivió en Francia hace 300 años. Juan Bautista de La Salle nació en Reims, recibió la tonsura a la edad de 11 años y fue nombrado canónigo de la Catedral de Reims a los 16. Cuando murieron sus padres tuvo que encargarse de la administración de los bienes de la familia. Pero, terminados sus estudios de teología, fue ordenado sacerdote el 9 de abril de 1678. Dos años más tarde, obtuvo el título de doctor en teología. En ese período de su vida, intentó comprometerse con un grupo de jóvenes rudos y poco instruídos, a fin de fundar escuelas para niños pobres.

En aquella época, sólo algunas personas vivían con lujo, mientras la gran mayoría vivía en condiciones de extrema pobreza: los campesinos en las aldeas y los trabajadores miserables en las ciudades. Sólo un número reducido podía enviar a sus hijos a la escuela. La mayoría de los niños tenían pocas posibilidades de futuro. Conmovido por la situación de estos pobres que parecían "tan alejados de la salvación" en una u otra situación, tomó la decisión de poner todos sus talentos al servicio de esos niños, "a menudo abandonados a sí mismos y sin educación". Para ser más eficaz, abandonó su casa familiar y se fue a vivir con los maestros, renunció a su canonjía y su fortuna y a continuación, organizó la comunidad que hoy llamamos Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Su empresa se encontró con la oposición de las autoridades eclesiásticas que no deseaban la creación de una nueva forma de vida religiosa, una comunidad de laicos consagrados ocupándose de las escuelas "juntos y por asociación". Los estamentos educativos de aquel tiempo quedaron perturbados por sus métodos innovadores y su absoluto deseo de gratuidad para todos, totalmente indiferente al hecho de saber si los padres podían pagar o no.

A pesar de todo, De La Salle y sus Hermanos lograron con éxito crear una red de escuelas de calidad, caracterizada por el uso de la lengua vernácula, los grupos de alumnos reunidos por niveles y resultados, la formación religiosa basada en temas originales, preparada por maestros con una vocación religiosa y misionera a la vez y por la implicación de los padres en la educación. Además, de La Salle fue innovador al proponer programas para la formación de maestros seglares, cursos dominicales para jóvenes trabajadores y una de las primeras instituciones para la reinserción de "delincuentes". Extenuado por una vida cargada de austeridades y trabajos, falleció en San Yon, cerca de Rouen, en 1719, sólo unas semanas antes de cumplir 68 años.

Juan Bautista de La Salle fue el primero que organizó centros de formación de maestros, escuelas de aprendizaje para delincuentes, escuelas técnicas, escuelas secundarias de idiomas modernos, artes y ciencias. Su obra se extendió rapidísimamente en Francia, y después de su muerte, por todo el mundo. En 1900, Juan Bautista de La Salle fue declarado Santo. En 1950, a causa de su vida y sus escritos inspirados, recibió el título de Santo Patrono de los que trabajan en el ámbito de la educación. Juan Bautista mostró cómo se debe enseñar y tratar a los jóvenes, cómo enfrentarse a las deficiencias y debilidades con compasión, cómo ayudar, curar y fortalecer. Hoy, las escuelas lasallanas existen en 85 países del mundo.

Fuente: Catholic.net


Palabras del Beato Juan Pablo II

“El poder de la Cruz exige de nosotros que, como Cristo mismo, dejemos que nuestro corazón se abra para convertirse en un reflejo de la fuente de agua viva, la única que puede saciar la sed del corazón humano. La Sangre de Cristo derramada en la Cruz, se ha transformado en fuente de salvación. Abrió a la humanidad el retorno a la morada del Padre, al Reino de los Cielos. En la Cruz, Tú, oh Cristo, te has hecho Pastor de nuestras almas y Señor de la historia. ¡Ave Cruz de Cristo!”

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
Significado del Sábado Santo


El Sábado Santo es el paso misterioso de la muerte a la resurrección; es el “descanso” del Señor.

Las comunidades cristianas primitivas honraban la sepultura de Jesús pasando este sábado en el descanso y la espera, en la oración silenciosa y el ayuno riguroso; ningún alimento podía romper este ayuno antes de la comunión de la noche Pascual.

Actualmente el ayuno no es tan riguroso, ni el silencio tan absoluto, pero es un día de serena y gozosa espera. En este día la comunidad cristiana se abstiene completamente de la Eucaristía, pues no hay Misa, ni comunión; esta falta de liturgia expresa el significado verdadero del Sábado Santo. Se vive hoy la sensación de un gran vacío, que no es tanto el vacío de la ausencia, sino el vacío de la espera; una espera que pronto se verá premiada por la presencia del Señor resucitado, aunque sea velado todavía, pues solo lo veremos cuando nos encontremos con ÉL cara a cara.

El Sábado Santo con su ayuno y su oración reposada, expresa además nuestra inquebrantable esperanza en al resurrección final y en la segunda venida del Señor. La tierra grávida de Cristo está para dar a luz el Señor Resucitado, primicia de la nueva creación.

¿Cómo vivir este día?

Quienes hemos participado ene los días anteriores a la Pasión y Muerte del Señor, podremos fácilmente entrar en el espíritu de este gran día en que presentimos la resurrección. Mientras nos preparamos a la solemne y gozosa Vigilia de esta noche Pascual, alimentemos nuestra esperanza recordando los hechos y momentos en los cuales el amor de Dios se ha hecho más presente en nuestra vida personal, en la vida de nuestra familia, en la comunidad.

El recuerdo de lo que Dios ha hecho por nosotros, nos reaviva la certeza de que con Él venceremos definitivamente toda división, toda expresión de muerte que haya todavía entre nosotros.

La Vigilia Pascual de esta noche es el momento culminante y central de toda la semana santa, participar en ella es encontrarle el sentido pleno a todo lo que hemos vivido; es resucitar con Cristo , participar en su triunfo sobre la muerte y el mal renaciendo a una nueva vida. Con la luz del Resucitado que recibiremos esta noche, saldremos a iluminar nuestras familias, los ambientes de trabajo y tantas obscuridades que hay en nuestra sociedad actual.

Cristo vencedor de la muerte, se hace presente en medio de la comunidad y nos comunica su vida nueva de resucitado, así resucitamos con ÉL.

La celebración comprende cuatro partes: El Lucernario o fiesta de la luz, La Vigilia propiamente dicha, de oración y lectura bíblica, La Iluminación bautismal, La Eucaristía.

La Fiesta de la Luz

La fiesta de la luz consta de tres partes: las bendiciones del fuego y el Cirio. Al bendecir el Cirio, el celebrante pronuncia estas palabras: Cristo, Ayer y Hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega (primera y última letra del alfabeto Griego), Suyo es el Tiempo y la Eternidad. A Él la Gloria y el Poder. Luego coloca cinco granos de incienso en forma de cruz, recordando las llagas de Jesús en las manos, en los pies y costado, luego se da inicio a la procesión con el Cirio Pascual como símbolo de Cristo Resucitado, luz del mundo.

Al iniciar la celebración, el templo permanece a oscuras como símbolo de la humanidad envuelta en las tinieblas del egoísmo, de la muerte y el pecado. Cristo resucitado, luz del mundo rompe la obscuridad y llena de su luz a todos los que se acercan a ÉL con fe viva. Es el triunfo de la luz sobre las tinieblas del mal.

Vigilia propiamente dicha, Oración y Lectura Bíblica

Las lecturas bíblicas de la Vigilia son una meditación comunitaria sobre el proyecto amoroso de Dios, que es presentado en los pasajes bíblicos más significativos desde la creación del mundo, las promesas, la alianza, hasta su realización plena en la Muerte y Resurrección de Cristo, mediador de la nueva alianza. Después de cada lectura la asamblea se arrodilla y ora en silencio sobre el tema que al Biblia acaba de proponer, y el celebrante concluye con la oración.

La iluminación bautismal

La luz de Cristo tan gozosamente anunciada al comienzo de la Vigilia va inundar ahora la vida de los Catecúmenos que se han preparado para el Bautismo. El signo sacramental de la iluminación que se da en el Bautismo es el agua, criatura transparente que puede dejarse penetrar por la luz.

Se termina con una breve alusión al Bautismo, mediante el cual los catecúmenos van a participar en la muerte y resurrección de Cristo; como hijos de Dios y miembros de la comunidad cristiana. La asamblea es invitada a renovar las promesas bautismales para reavivar su compromiso y comenzar una nueva vida.

La Eucaristía

Es la culminación de la noche Pascual. El encuentro personal con el Resucitado, en la comunión, nos hace participe de su triunfo sobre la muerte y sobre el mal. Cristo ha triunfado definitivamente y quienes compartimos su muerte victoriosa, somos ya creaturas nuevas. La Pascua de Cristo es nuestra, la Pascua de la Iglesia (cfr. Rm 6,9).

Fuente:
Parroquia de San Francisco Javier
Turbaco-Bolívar-Colombia



Pensamientos sanadores


Hoy pídele a Dios ser un orante en acción

El llamado que Dios te hace es a ser un orante en acción.
¿Qué es esto?
Es orar con la confianza de que mientras esperamos que las manos divinas se muevan, nosotros actuamos según su justicia y santidad, tratando de evitar el mal y buscando en todo de hacer el mayor bien.
Ser un orante en acción es no quedarse parado y con los brazos cruzados, sino desarrollar la intuición para moverse en la dirección correcta, mientras se elevan los ojos llenos de esperanza hacia el Señor.
Ser un orante en acción es caminar con la conciencia de que no lo hacemos solos, sino que tenemos continuamente a nuestro lado al que es Todo Sabiduría y Todo Poder.
Ser un orante en acción es no cortarse solo, sino reconocer que, en todo momento, podemos consultar y pedir ayuda a Dios.  El orante en acción sabe que lo que llamamos milagros es parte del obrar diario del Señor en su vida.

Mis ojos están siempre fijos en el Señor, porque él sacará mis pies de la trampa. Salmo 24, 15


"Pequeñas Semillitas" por e-mail


Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratuitas y se realizan únicamente por invitación. Hay que solicitarlas a Melissa, la moderadora del Grupo a: picaflor05@gmail.com  o a: picaflor.cl@gmail.com  
Las inscripciones son moderadas y pueden demorar un par de días, siendo importante que no te suscribas desde una computadora de tu oficina o lugar laboral, y que sólo te inscribas si de verdad estás dispuesto/a a leer todos los días nuestros mensajes e incluso compartirlos con tus amigos y conocidos reenviándoselos por correo electrónico.
Felipe de Urca


"Intimidad Divina"

En espera de la Resurrección

El Sábado Santo es el día más indicado para contemplar en síntesis el misterio pascual de la pasión-muerte-resurrección del Señor, en el que converge y actúa toda la historia de la salvación. A esto invita la Liturgia proponiendo una serie de lecturas escriturísticas que tocan las etapas más importantes de esta historia maravillosa, para después concentrarse en el misterio de Cristo… La misericordia de Dios ha alcanzado el vértice en el misterio pascual de Cristo. Y Cristo, “nuestra Pascua”, Cordero inmolado por la salvación del mundo, incita a todos los hombres a que abandonen el camino del pecado y vuelvan a la casa del Padre, caminando “a la claridad de su resplandor”, con la alegría de conocer y hacer “lo que agrada al Señor” (Bar 4, 2. 4).

La historia de la salvación culmina en el misterio pascual de Cristo, se hace historia de cada hombre mediante el bautismo que lo inserta en este misterio. De hecho, por este sacramento, “fuimos sepultados con él [Cristo] en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos…, así también nosotros andemos en una vida nueva” (Rom 6, 4). Esto explica por qué ocupa tan alto lugar el bautismo en la Liturgia de la Vigilia pascual. Celebrar la Pascua significa “pasar” con Cristo de la muerte a la vida, “paso” iniciado con el bautismo, pero que debe ser realizado cada vez más plenamente durante toda la vida del cristiano.

En virtud del bautismo, no sólo recibido, sino vivido, el pueblo cristiano se presenta como aquel pueblo preconizado por Ezequiel (36, 25-26; 7ª. Lectura), asperjado y purificado con un “agua pura” –agua que brota del costado traspasado de Cristo crucificado–, que recibe de Dios “un corazón nuevo” y “un espíritu nuevo”, dones eminentemente pascuales. Con estas disposiciones, cada uno de los fieles, puede considerarse preparado y dispuesto a cantar el Aleluya, a asociarse al gozo de la Iglesia ante el anuncio de la resurrección del Señor, considerándose también él resucitado con Cristo para la gloria de Dios.

¡Oh Dios!, a nosotros, que por el misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, concédenos vivir con él una vida nueva. Acepta, por tanto, la renovación de nuestras promesas bautismales, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y a sus obras, y ahora prometemos de nuevo servirte fielmente en la Santa Iglesia Católica. Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo y que nos concedió la remisión de los pecados, guárdanos en tu gracia para la vida eterna. (Misal Romano, Vigilia Pascual)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.