PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1696 ~ Domingo
29 de Abril de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Hola…
El "pastor bueno" se preocupa de sus ovejas. Es
su primer rasgo. No las abandona nunca. No las olvida. Vive pendiente de ellas.
Está siempre atento a las más débiles o enfermas. No es como el pastor
mercenario que, cuando ve algún peligro, huye para salvar su vida abandonando
al rebaño. No le importan las ovejas.
Los relatos evangélicos lo describen preocupado por los
enfermos, los marginados, los pequeños, los más indefensos y olvidados, los más
perdidos. No parece preocuparse de sí mismo. Siempre se le ve pensando en los
demás. Le importan sobre todo los más desvalidos.
Pero hay algo más. "El pastor bueno da la vida por
sus ovejas". Es el segundo rasgo. Hasta cinco veces repite el evangelio de
Juan este lenguaje. El amor de Jesús a la gente no tiene límites. Ama a los
demás más que a sí mismo. Ama a todos con amor de buen pastor que no huye ante
el peligro sino que da su vida por salvar al rebaño.
Por eso, la imagen de Jesús, "pastor bueno", se
convirtió muy pronto en un mensaje de consuelo y confianza para sus seguidores.
Los cristianos aprendieron a dirigirse a Jesús con palabras tomadas del salmo
22: "El Señor es mi pastor, nada me falta... aunque camine por cañadas
oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo... Tu bondad y tu misericordia me
acompañan todos los días de mi vida".
Los cristianos vivimos con frecuencia una relación
bastante pobre con Jesús. Necesitamos conocer una experiencia más viva y entrañable.
No creemos que él cuida de nosotros. Se nos olvida que podemos acudir a él
cuando nos sentimos cansados y sin fuerzas o perdidos y desorientados.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús habló así: «Yo soy el buen pastor.
El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor,
a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye,
y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan
nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me
conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por
las ovejas.
»También tengo otras ovejas, que no son de este redil;
también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo
rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para
recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder
para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de
mi Padre».
(Jn 10,11-18)
Comentario
Hoy, nos dice Jesús: «Yo soy el buen pastor» (Jn 10,11).
Comentando santo Tomás de Aquino esta afirmación, escribe que «es evidente que
el título de “pastor” conviene a Cristo, ya que de la misma manera que un
pastor conduce el rebaño al pasto, así también Cristo restaura a los fieles con
un alimento espiritual: su propio cuerpo y su propia sangre». Todo comenzó con
la Encarnación, y Jesús lo cumplió a lo largo de su vida, llevándolo a término
con su muerte redentora y su resurrección. Después de resucitado, confió este
pastoreo a Pedro, a los Apóstoles y a la Iglesia hasta el fin del tiempo.
A través de los pastores, Cristo da su Palabra, reparte
su gracia en los sacramentos y conduce al rebaño hacia el Reino: Él mismo se
entrega como alimento en el sacramento de la Eucaristía, imparte la Palabra de
Dios y su Magisterio, y guía con solicitud a su Pueblo. Jesús ha procurado para
su Iglesia pastores según su corazón, es decir, hombres que, impersonándolo por
el sacramento del Orden, donen su vida por sus ovejas, con caridad pastoral,
con humilde espíritu de servicio, con clemencia, paciencia y fortaleza. San
Agustín hablaba frecuentemente de esta exigente responsabilidad del pastor:
«Este honor de pastor me tiene preocupado (...), pero allá donde me aterra el
hecho de que soy para vosotros, me consuela el hecho de que estoy entre
vosotros (...). Soy obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros».
Y cada uno de nosotros, cristianos, trabajamos apoyando a
los pastores, rezamos por ellos, les amamos y les obedecemos. También somos
pastores para los hermanos, enriqueciéndolos con la gracia y la doctrina que
hemos recibido, compartiendo preocupaciones y alegrías, ayudando a todo el
mundo con todo el corazón. Nos desvivimos por todos aquellos que nos rodean en
el mundo familiar, social y profesional hasta dar la vida por todos con el
mismo espíritu de Cristo, que vino al mundo «no a ser servido, sino a servir»
(Mt 20,28).
Rev. D. Josep VALL i Mundó (Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa Catalina de Siena
Virgen y Doctora de la
Iglesia
Patrona de Italia y de Europa
Lo que más maravilla en la vida de Santa Catalina de
Siena no es tanto el papel insólito que desempeñó en la historia de su tiempo,
sino el modo exquisitamente femenino con que lo desempeñó. Al Papa, a quien
ella llamaba con el nombre de “dulce Cristo en la tierra”, le reprochaba la
poca valentía y lo invitaba a dejar Aviñón y regresar a Roma, con palabras
humanísimas como éstas: “¡Animo, virilmente, Padre! Que yo le digo que no hay
que temblar”. A un joven condenado a muerte y a quien ella había acompañado
hasta el patíbulo, le dijo en el último instante: “¡a las bodas, dulce hermano
mío! que pronto estarás en la vida duradera”.
Pero la voz sumisa de la mujer cambiaba de tono y se
traducía frecuentemente en ese “yo quiero” que no admitía tergiversaciones cuando
entraba en juego el bien de la Iglesia y la concordia de los ciudadanos.
Catalina nació en Siena (Italia) el 25 de marzo de 1347 y
era la vigésimo cuarta hija de Santiago y Lapa Benincasa. A los siete años
celebró su místico matrimonio con Cristo. Esto no se debió a fantasías
infantiles, sino que era el comienzo de una extraordinaria experiencia mística,
como se pudo comprobar después. A los quince años entró a la Tercera Orden de
Santo Domingo, comenzando una vida de penitencia muy rigurosa. Para vencer la
repugnancia hacia un leproso maloliente, se inclinó y le besó las llagas.
Como no sabía leer ni escribir, comenzó a decir a varios
amanuenses sus cartas, afligidas y sabias, dirigidas a Papas, reyes, jefes y a
humilde gente del pueblo. Su valiente compromiso social y político suscitó no
pocas perplejidades entre sus mismos superiores y tuvo que presentarse ante el
capítulo general de los dominicos, que se celebró en Florencia en mayo de 1377,
para explicar su conducta.
En Siena, en el recogimiento de su celda, dictó el
“Diálogo sobre la Divina Providencia” para tributar a Dios su último canto de
amor. En los comienzos del gran cisma aceptó el llamamiento de Urbano VI para
que fuera a Roma. Aquí se enfermó y murió rodeada de sus muchos discípulos a
quienes recomendó que se amaran unos a otros. Era el 29 de abril de 1380: hacía
un mes que había cumplido 33 años.
Fue canonizada el 29 de abril de 1461. En 1939 fue
declarada patrona de Italia junto con San Francisco de Asís, y el 4 de octubre
de 1970 Pablo VI la proclamó doctora de la Iglesia, y el 1 de Octubre de 1999
S.S. Juan Pablo II la declaró Patrona de Europa.
Fuente: Catholic.net
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“El Buen Pastor, según las palabras de Cristo, es
precisamente el que "viendo venir al lobo", no huye, sino que está
dispuesto a exponer la propia vida, luchando con el ladrón, para que ninguna de
las ovejas se pierda. Si no estuviese dispuesto a esto, no sería digno del
nombre de Buen Pastor. Sería mercenario, pero no pastor”
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
Pidamos por muchos
"buenos
pastores"
Todos los años en este domingo, 4º de Pascua, la Iglesia
nos presenta a nuestra consideración la alegoría del Buen Pastor. Es una
especie de parábola donde cada palabra y frase tiene una correspondencia
espiritual. En este año, ciclo B, nos trae la parte central. Para el tiempo de
Jesucristo esta palabra de “pastor”, en el sentido espiritual, tenía mucho
vigor. Se llamaba pastor al mismo Dios, como hoy lo vemos en el salmo responsorial.
Dios no es un ser abstracto, sino alguien vivo que quiere guiarnos hacia el
bien. Jesús nos dirá que Dios es nuestro Padre, que nos creó, que nos envió a
su Hijo para redimirnos, que nos guía en nuestro caminar de la vida.
Pastores también se llamaba a veces a los reyes y a todos
los que en la vida tienen una responsabilidad de ser conductores o guías de
otros. De aquí que las palabras de Jesús proceden de una polémica porque
habiendo puesto Dios como guías del pueblo a algunos entendidos en la Ley, en
vez de buenos pastores, eran como mercenarios que sólo se preocupaban de su
propio bien, descuidando a las “ovejas” o pueblo sencillo. Para ellos la
religión no era cuestión de vida y espíritu, sino de leyes externas.
Jesucristo es el “buen pastor”, porque está dispuesto a
dar su vida por aquellos a quienes ha venido a salvar. Él nos da el alimento
espiritual que necesitamos, renueva las energías, cuando estamos cansados, nos
guía por el camino recto, cuando encontramos situaciones peligrosas, está a nuestro
lado para reparar las heridas del alma. Siempre actúa por amor. Nadie como
Jesús puede decir que “las ovejas le pertenecen”. Las conoce de verdad y nos
ama a cada uno de nosotros.
En cierto sentido todos somos un poco pastores, ya que
encontramos gentes a quienes podemos y debemos guiar hacia el bien. Pueden ser
hijos, padres ancianos, amigos, vecinos, compañeros y muchos débiles y
necesitados. Pero para el camino de la salvación, el del espíritu, que es el
principal camino, Jesús quiso dejar, para representarle, a san Pedro y sus
sucesores. Cuando Jesús le daba la responsabilidad a san Pedro le decía:
“pastorea a mis ovejas”. Ayudando al sucesor de san Pedro están sobre todo los
obispos y sacerdotes. Ciertamente ha habido algunos o bastantes que no han
cumplido con el deber de ser buenos pastores; pero la mayoría sí cumplen bien.
Por eso no hay derecho a que por unos pocos todos sean perseguidos
injustamente. En este día del “Buen Pastor” debemos pedir para que haya muchos
buenos pastores, que sigan el ejemplo de Jesucristo, hasta dar la vida. Y
cuando se dice dar la vida, se entiende que es la fortuna material, la fama,
posición social, seguridad, etc.
En esta vida todos necesitamos guías y buscamos ejemplos
a seguir. Muchos jóvenes sólo encuentran ejemplos en artistas famosos o
deportistas. Ciertamente que éstos tienen una responsabilidad al ser tenidos
como ejemplos por muchas personas; pero también debemos pensar que las
cualidades externas son transitorias y que lo que queda es el valor espiritual,
que a veces en muchos de ellos falta.
Hoy Jesús nos dice que tiene “otras ovejas que están
fuera del redil”. Es una llamada universal. Nos indica su deseo de felicidad
para todos, para que también nosotros lo compartamos y podamos ser
comunicadores de vida, especialmente comunicando amor. El amor no tiene límites
y quiere que todos tengan nuestra alegría de pertenecer al grupo de Jesucristo.
Para ello debemos conocer más internamente a Jesús. Él nos dice que “sus ovejas
le conocen”. Conocer para los antiguos no era algo sólo del intelecto, sino que
toda la persona estaba involucrada. El verdadero conocimiento llega al amor. No
es sólo saber que Dios es nuestro Padre, sino experimentarlo y sentirle a
nuestro lado como puede estar el padre o madre de carne y hueso. Hoy con este
ejemplo nos quiere enseñar que el Padre, el Hijo y el Espíritu están a nuestro
lado, que Dios nos acompaña y nos da la confianza de vivir bajo su misericordia
para poder estar un día juntos en su eterna gloria.
P. Silverio Velasco (España)
Nuevos videos
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo video en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Hay un video muy interesante en el blog de la
Parroquia Ntra. Señora del Valle, Córdoba, Argentina
con el desarrollo completo del Retiro Abierto predicado
por el Obispo de Córdoba, Monseñor Carlos Ñáñez
hace una semana.
hace una semana.
Para verlo debes acceder a esta dirección:
Pensamientos sanadores
Hoy pídele a Dios ser liberado de todo peligro
El Señor seguramente te ha protegido y te ha librado de
muchos males, de muchos peligros, de muchos pesares, algunos de ellos aun antes
de sufrirlos.
Dale gracias no sólo por aquello que ves, sino también
por aquello que sin ver, intuyes que Él ha hecho en tu vida y de lo cual te ha
resguardado y rescatado.
Él es como un padre que, de manera invisible, va
caminando delante de ti.
Él va sacando las piedras del camino, con las cuales
podrías tropezar, caer y lastimarte. Él ahuyenta a quienes quieren hacerte
daño, y quizá tú no llegas siquiera a enterarte.
Lo hace porque sabe de tu fragilidad y especialmente por
el gran amor que por ti siente. Por lo cual vuelve a entregarle tu vida y
encomienda a Él todas tus sendas a fin de que sea tu protector y el protector
de tu familia, a lo largo de toda la jornada.
Tú me liberas de
mis enemigos, me haces triunfar de mis agresores, y me libras del hombre
violento. Por eso te alabaré entre las naciones y cantaré Señor en honor de tu
nombre. 2 Samuel 22, 49-50
Oración a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial
arroja en el infierno con tu divino poder
a satanás y demás espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para perdición de las almas.
Amén
La Festividad de San Miguel Arcángel se celebra el 29 de
Setiembre.
Pero igualmente es una práctica muy recomendada el rezar
esta oración
todos los días a la finalización de la Santa Misa.
Y también en estos tiempos para pedir por el Santo Padre
y por la santidad de todos los sacerdotes del mundo.
En "Pequeñas Semillitas" la publicaremos los
días 29 de cada mes.
Nunca nos olvidemos de
agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
La mamá de Fati, pequeña niña de Córdoba, Argentina, que
terminó el tratamiento por leucemia y que este viernes tuvo punción medular de
control, quiere agradecer a Dios y a todas las personas que rezaron por su
hijita, ya que los primeros resultados del estudio han salido muy
satisfactorios. Nos sumamos al agradecimiento y pedimos a Jesús, Buen Pastor,
que cuide con especial amor a esta ovejita suya.
Desde Rio Gallegos, Argentina, Patricia Adriana quiere
agradecer al Señor que la bendijo con la gracia del trabajo, y nos cuenta que
el desafío es grande porque ha comenzado a trabajar en una escuelita pública en
zona marginal, donde los niños tienen muchas necesidades… Ante todo necesidad
de Dios, y luego necesidades múltiples en lo material y en lo afectivo ya que
muchos son hijos de padres no comprometidos, presos, prostitutas, adictos, etc.
Recemos por estos chicos y también por sus padres, hermanos nuestros, que mucho
necesitan la protección de Jesús y de María, la Madre.
Nuestra lectora y amiga Ana María, de Capital Federal,
Argentina, expresa su agradecimiento a Dios que la está ayudando a recuperarse
de un accidente con un grave traumatismo de cráneo. Te animamos Ana María para
que sigas adelante con tu recuperación, y recuerda que el Señor es tu Pastor, y
nada te ha de faltar pues Él te conducirá por praderas cubiertas de verdor y te
llevará a fuentes de aguas cristalinas…
Desde México nos llega un agradecimiento a Dios y a los
que rezaron por Marcela L. V. que sufrió un aneurisma y ahora se está
recuperando satisfactoriamente.
"Intimidad Divina"
IV Domingo de Pascua
El misterio pascual se nos presenta hoy bajo la figura de
Jesús buen Pastor y piedra angular de la Iglesia. El buen Pastor no abandona el
rebaño en la hora del peligro, como hace el mercenario, sino que para ponerlo a
salvo se entrega a sí mismo a los enemigos y a la muerte. “El buen pastor da su
vida por las ovejas” (Jn 10, 11). Es el gesto espontáneo del amor de Cristo por
los hombres. “Nadie me quita la vida, soy yo quien la doy de mí mismo” (ib.
18). En este misterio de misericordia infinita el amor de Jesús se entrelaza y
se confunde con el amor del Padre. El Padre es quien lo ha enviado para que los
hombres tengan en él al Pastor que los guarde y les asegure la verdadera vida.
Este amor el Padre nos lo ha dado en el Hijo, que por medio de su sacrificio ha
librado a los hombres del pecado y los ha hecho participantes no sólo de un
nombre, sino de un nuevo modo de ser, de una nueva vida: el ser y la vida de
hijos de Dios.
En virtud de la obra redentora de Cristo todo hombre está
llamado a formar parte de una única familia que tiene a Dios por padre, de un
único rebaño que tiene a Cristo por pastor. Esta familia y este rebaño se
identifican con la Iglesia, de la cual, como dice San Pedro en la primera
lectura, Jesús es la piedra fundamental. “Él es la piedra rechazada por
vosotros los constructores, que ha venido a ser piedra angular” (Hc 4, 11).
Cristo, buen Pastor, Cristo piedra angular son dos figuras diversas pero que
expresan una misma realidad: él es la única esperanza de salvación para todo el
género humano. De aquí la urgencia para todos los hombres de pertenecer a la
única Iglesia regida por Cristo, al único rebaño gobernado por él.
El Evangelio del día nos sugiera aún una última
reflexión: “Conozco a mis ovejas –dice Jesús– y las mías me conocen a mí, como
el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre”. No se trata de un simple
conocimiento teórico, sino de un conocimiento vital que lleva consigo
relaciones de amor y de amistad entre el buen Pastor y sus ovejas, relaciones
que Jesús no duda en parangonar a las que existen entre él y el Padre. De la
humilde comparación campestre del pastor y de las ovejas, Jesús se levanta a
proponer la de la vida de comunión que lo une al Padre insertando en tal
perspectiva sus relaciones con los hombres. Esta es la verdadera vida de los
hijos de Dios que comienza en la tierra con la fe y el amor y culminará en el
cielo, donde “seremos semejantes a Dios porque le veremos tal cual es” (1 Jn 3,
2).
¡Oh Señor!, tú
dices: “Como el Padre me conoce a mí yo conozco al Padre y doy mi vida por las
ovejas” (Jn 10, 15). Es como si dijeras: en esto se manifiesta qu yo conozco al
Padre y soy conocido por él, en que doy mi vida por las ovejas… La caridad que
te hace morir por tus ovejas, demuestra tu amor al Padre… Y dices también: “Mis
ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida
eterna” (ib. 27-28). Y poco antes habías dicho: “El que por mí entrare se
salvará, y entrará y saldrá y hallará pasto” (ib. 9). Entrará con la fe, pero
saldrá pasando de la fe a la visión, de la facilidad de creer a la
contemplación y hallará los pastos del eterno festín. Tus ovejas hallarán
pastos, porque quien te sigue con corazón sencillo es apacentado con pastos
eternamente abundosos. ¿Y cuáles son estos pastos sino las alegrías íntimas de
un paraíso siempre fresco y ameno? Pues el pasto de tus elegidos es la faz de
Dios siempre presente. Contemplándolo indefectiblemente, el alma se sacia de un
manjar eterno de vida. Haz, Señor, que yo busque estos pastos para gozar con
todos los ciudadanos del cielo… Se llene de ardor mi deseo por las cosas
celestiales: amar así es ya ponerse en camino. (San Gregorio Magno)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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