viernes, 19 de octubre de 2012

Pequeñas Semillitas 1847


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1847 ~ Viernes 19 de Octubre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Mes del Rosario y de las Misiones
   

Alabado sea Jesucristo…
Al iniciar esta edición de “Pequeñas Semillitas” quiero informar que habrá una interrupción en la continuidad de esta página por unos pocos días, por tener que realizar cambios y ajustes técnicos impostergables ante algunas dificultades que se han presentado en estos últimos días. Confío en que, con la ayuda de Dios, todo estará arreglado lo antes posible. Me acuerdo de una frase famosa que dice: “No le digas a Dios qué tan grandes son tus problemas, dile a tus problemas qué tan grande es Dios” y con esa convicción espero que la ausencia será muy breve.
Por esa razón, pido a los lectores sus oraciones para que todo lo técnico se pueda arreglar rápido y sin contratiempos y también les ruego que no me escriban porque en estos días no podré leer sus mensajes y no quisiera al reiniciar la actividad, encontrarme con decenas o cientos de mails acumulados.
Bendiciones para todos…
Felipe

Nota:
En los días en que no se publique nuestra página, podrás leer el Evangelio con su comentario en la página de Evangeli.netY podrás consultar el santoral en Catholic.net


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, Jesús se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse. Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados. Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos».
(Lc 12,1-7)

Comentario
Hoy, el Señor nos invita a reflexionar sobre un tipo de mala levadura que no fermenta el pan, sino solamente lo engrandece en apariencia, dejándolo crudo e incapaz de nutrir: «Guardaos de la levadura de los fariseos» (Lc 12,1). Se llama hipocresía y es solamente apariencia de bien, máscara hecha con trapos multicolores y llamativos, pero que esconden vicios y deformidades morales, infecciones del espíritu y microbios que ensucian el pensamiento y, en consecuencia, la propia existencia.
Por eso, Jesús advierte de tener cuidado con esos usurpadores que, al predicar con los malos ejemplos y con el brillo de palabras mentirosas, intentan sembrar alrededor la infección. Recuerdo que un periodista —brillante por su estilo y profesor de filosofía— quiso afrontar el tema de la postura de la Iglesia católica frente a la cuestión del pretendido “matrimonio” entre homosexuales. Y con paso alegre y una sarta de sofismas grandes como elefantes, intentó contradecir las sanas razones que el Magisterio expuso en uno de sus recientes documentos. He aquí un fariseo de nuestros días que, después de haberse declarado bautizado y creyente, se aleja con desenvoltura del pensamiento de la Iglesia y del espíritu del Cristo, pretendiendo pasar por maestro, acompañante y guía de los fieles.
Pasando a otro tema, el Maestro recomienda distinguir entre temor y temor: «No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más» (Lc 12,4), que serían los perseguidores de la idea cristiana, que matan a decenas a los fieles en tiempo de “caza al hombre” o de vez en cuando a testigos singulares de Jesucristo.
Miedo absolutamente diverso y motivado es el de poder perder el cuerpo y el alma, y esto está en las manos del Juez divino; no que el alma muera (sería una suerte para el pecador), sino que guste una amargura que se la puede llamar “mortal” en el sentido de absoluta e interminable. «Si eliges vivir bien aquí, no serás enviado a las penas eternas. Dado que aquí no puedes elegir el no morir, mientras vives elige el no morir eternamente» (San Agustín).
P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP (San Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)


Santoral Católico:
San Isaac Jogues
Mártir Jesuita


Isaac Jogues, nació en Orleans, el 10 de enero de 1607, era el quinto de nueve niños. A la edad de diez él asistió a las escuelas jesuitas, y, cuando tenía diecisiete, decidió volverse jesuita. Una vez aceptado, entró en el noviciado de Rouen y tenía el privilegio de ser dirigido por Louis Lalemant, maestro de religión y vida espiritual.

Después de dos años de noviciado Jogues siguió sus estudios en la Universidad de La Fle y en 1629 empezó a enseñar en Rouen humanidades a los jóvenes franceses. Él era un maestro exitoso, porque era un humanista dotado con un notable dominio del idioma. Cuatro años después retomó al estudio de teología en Clermont (París), y, después de tres años, se ordenó sacerdote en la capilla a Clermont.

Era 1636, y Jogues se sintió listo para el trabajo de misionero en Nueva Francia, un apostolado que él había anhelado. Sus hermanos jesuitas habían lanzado la misión en Nueva Francia en 1625 mientras Jogues todavía era un novicio. En 1626, ellos habían enviado al famoso Jean de Brebeuf a abrir otra misión entre el Hurons, 900 millas tierra adentro. Éste era un apostolado muy difícil y exigente, pero Jogues deseaba ir.

De los primeros años de Jogues como jesuita, el Padre Jacques Buteux, un amigo, dijo: "fue amado por nosotros como ser muy gentil y por estar muy atento de nuestro estilo de vida." El jóven sacerdote jesuita partió de Dieppe, el 8 de abril de 1636, y ocho semanas después su nave dejó caer ancla en la Bahía de Chaleurs. Él localizó Quebec sólo varias semanas después, el 2 de julio.

En una carta a su madre, datado el 20 de agosto de 1636, enviado desde Three Rivers, Jogues describió su llegada, estado de salud y las impresiones iniciales. Él también agregó una breve pero importante posdata: "He recibido órdenes de estar listo para proseguir hacia la misión en territorio Hurón en dos o tres días".

El 24 de agosto, Jogues se embarcó en una canoa con cinco Hurons que habían venido a comerciar e iban de regreso a su territorio. Sería un viaje tranquilo para el nuevo misionero con el poco familiar idioma Hurón. De hecho, este primer viaje debe de haber sido uno de los eventos memorables en las vidas de estos o de cualesquiera otros viajeros a territorio Hurón en el futuro. Jogues nos ha dejado algunas de sus impresiones del viaje.

Mencionó que su única comida para la jornada era maíz indio, aplastado entre dos piedras y hervido en agua sin ningún aliño; durmiendo en precipicios altos a orillan del río Ottawa, al aire libre y bajo la luz de la luna; la incomodidad de viajar en una canoa atestada, sin poder cambiar de posición o estirar los músculos acalambrados; el silencio forzado por no conocer una palabra del lenguaje indígena; y las costumbres extrañas y bruscas de sus compañeros de viaje.

Había también los acarreos interminables alrededor de los rápidos y cascadas tan abundantes en el río de Ottawa. Y todavía, pese a todos los riesgos usuales del viaje, el grupo de Jogues hizo un tiempo excelente. Ellos tomaron sólo diecinueve días para cubrir una distancia que normalmente tomaba veinticinco a treinta. Jogues desembarcó de su canoa en Ihonatiria el 11 de septiembre.

Algunos años más tarde, retornando de Quebec a su misión fueron emboscados por los Iroquis, los más grandes enemigos de los Hurones, entre los pocos sobrevivientes se contaba Jogues quien terminó como prisionero.

Incluso entre los mártires, Isaac Jogues es algo único, porque estuvo bajo arresto algunos años antes de que le llegara la muerte con un tomahawh. En cierto sentido, nosotros podríamos decir que el martirio de Jogues duró de 1642 a 1646.

La verdadera grandeza de Jogues sólo surgió bajo la tensión de la captura y el sufrimiento increíble. Era como que si sus conocidos nunca hubieran conocido la profundidad de su fe y amor hasta que fue probado en el fuego de tortura y cautiverio Iroqui.

San Isaac Jogues fue canonizado el 26 de junio de 1930, conjuntamente con Juan de Brébeuf, Natal Chabanel, René Goupil, Juan de La Lande, Antonio Daniel, Gabriel Lalement y Carlos Garnier. Un grupo de "amigos en el Señor", en la tierra y en el cielo.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

"El Rosario es unos de los medios más poderosos que tenemos para aliviar a las almas del Purgatorio. ¡Cuántos por el Rosario han salido del pecado! ¡Cuántos han llegado a la santidad! ¡Cuantos han conseguido con una muerte dichosa, la salvación eterna!”
San Alfonso María Ligorio


Tema del día:
Rezar el Rosario


Estamos en Octubre y lo celebramos como el Mes del Rosario.

Rezar el Rosario para algunas personas es un tiempo desperdiciado en una letanía de repetidas oraciones, que en la gran mayoría, están dichas de una manera distraída y maquinalmente. Pero no es así. El hecho de ponernos a rezarle ya es un acto de amor a la Madre de Dios. Es una súplica constante y repetida para pedir perdón y rogarle por nosotros y por todos los hombres en el presente y también en la hora de la muerte.

Rezar el Rosario es meditar en los Misterios de la Vida de Cristo, de suerte que el Rosario es una especie de resumen del Evangelio, un recuerdo de la vida, los sufrimientos, los momentos luminosos y transcendentales y glorificación del Señor, siempre acompañado de los momentos de grandeza de la Santísima Virgen, su Madre, siendo así una síntesis de su obra Redentora.

Rezar el Rosario es un método fácil y adaptable a toda clase de personas, aún las menos instruidas y una excelente manera de ejercitar los actos más sublimes de fe y contemplación. El Padrenuestro con el que se empieza cada Misterio es la oración que Cristo nos enseñó y quienes lo han penetrado a fondo no pueden cansarse de repetirlo. En cuanto el Avemaría, toda ella está centrada en el Misterio de la Encarnación y es la oración más apropiada para honrar dicho Misterio. Aunque en el Avemaría hablamos directamente a la Santísima Virgen e invocamos su intercesión, esa oración es sobre todo una alabanza y una acción de gracias a su Hijo por la infinita misericordia que nos mostró al encarnarse en Ella y hacerse hombre para su Misión redentora.

La Santísima Virgen en sus repetidas apariciones , siempre ha sido la súplica más importante que en sus mensajes nos ha dado. Ella nos ha pedido que recemos el rosario. Ella nos lo pide insistentemente porque tiene su rezo un GRAN VALOR. Quiere que repitamos una y otra vez la súplica, la alabanza, con la esperanza puesta en su gran amor por toda la Humanidad.

Tal vez, por lo repetitivo del rezo, como decía Santa Teresa, la "loca de la casa", nuestra mente, se nos vaya de aquí para allá en pertinaz distracción, pero aún así nuestro corazón y nuestra voluntad está puesto a los pies de la Madre de Dios, y esas Avemarías son como el incienso que sube en oscilantes volutas hasta el corazón de nuestra Madre la Virgen Santísima.

Nuestro mundo se está olvidando de rezar. Tenemos fe, creemos en Dios pero no hablamos con El. El mundo actual, ahora más que nunca, necesita de muchos rosarios.

No dejes de rezar el Rosario. Hagamos un alto en nuestro diario vivir. Quince minutos tan solo... y con seguridad que el mundo y "nuestro mundo" será mejor.

María Esther de Ariño


Pensamientos sanadores


Pregúntate si no estás “proyectando” en otros

Todos nosotros debemos ir aprendiendo, a lo largo de los años, cómo enfrentarnos y resolver los grandes y los pequeños conflictos diarios de la vida.
Para la resolución correcta de éstos, y ante lo que sentimos como amenazas de origen interno o externo, no es suficiente con la oración. También debemos estar atentos a no atribuir, equivocadamente a los demás, sentimientos, impulsos o pensamiento que, en realidad, son propios.
Incluso hay quienes proyectan en otras personas, cualidades, deseos o sentimientos que desearían que éstas tuviesen. De allí puede venir el no ver, o no querer ver, o no poder llegar a reconocer, desde el nivel inconsciente, los defectos del otro en el momento justo.
Por lo tanto, te invitaría a que en este día le pidas al Señor su luz, a fin de detectar si la proyección negativa o positiva es un comportamiento que está en ti, de modo que lo puedas corregir o sanar con la ayuda de la gracia divina.

Jesús le preguntó al ciego: “¿Qué quieres que haga por ti?”. “Señor, que yo vea otra vez”. Y Jesús le dijo: “Recupera la vista, tu fe te ha salvado”. Lucas 18, 41-42.


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Gonzalo M. B., fallecido en la ciudad de Rosario, Argentina y también por Raúl Francisco  D., fallecido en Córdoba, Argentina. Que el Señor los reciba en su Reino y les otorgue paz y consuelo a sus familiares que los lloran en este mundo.

Pedimos oración por Belkis J., que vive en Santiago, República Dominicana, quien será operada por cáncer de mamas, rogando a Dios le dé fortaleza y si es Su voluntad le conceda la salud.

María Concepción pide una oración especial por la liberación material y espiritual de su familia, que reside en Honduras. Nos unimos en la plegaria.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


"Intimidad Divina"

Sentir con la Iglesia

El sentir con Cristo no sería perfecto si no condujese a sentir con la Iglesia. La sintonía de vida, de amor y de acción con Cristo exige e incluye a una sintonía semejante con la Iglesia, porque en la Iglesia se encarna y prolonga a través de los siglos la obra salvadora de Cristo. A ella, que es su esposa, ha confiado Jesús en la persona de Pedro, constituido en cabeza visible del Cuerpo místico, su rebaño: “Apacienta mis corderos… Apacienta mis ovejas” (Jn 21, 15-17); a ella en la persona de los apóstoles, le ha confiado el mandato: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16, 16); además la he hecho depositaria de los sacramentos: “Haced discípulos de todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19); y custodia de su ley: “enseñadles a guardar todo lo que yo os he mandado” (ib 20). A la Iglesia, en fin, le ha prometido Cristo su asistencia continua: “sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

La Iglesia, fiel al mandato recibido, no cesa de trabajar por la gloria de Dios y por la difusión del Reino, procurando que la salvación realizada por Cristo, su Esposo, llegue a todos los hombres. La Iglesia cumple esta misión por medio de sus hijos, los cuales son apóstoles de hecho sólo cuando actúan en perfecta armonía con él, compartiendo sus urgencias, sus fatigas y su ideal. Sólo la Iglesia, en efecto, es “sacramento, o sea signo de instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1) y, por ello de la salvación. La Iglesia es por su naturaleza misionera y apostólica; no existe por otro motivo sino para continuar la misión redentora de Cristo, su Fundador y Esposo. Sentir con la Iglesia significa participar en su espíritu apostólico, en su celo por la extensión del Reino y también, según las posibilidades de cada cual, en su actividad por la salvación de los hombres.

Sentir con la Iglesia significa ponerse a su disposición para secundar sus iniciativas y trabajar con sus métodos que son los de Jesús mismo: “caridad, humildad y abnegación”. La caridad exige ante todo “la unión con quienes el Espíritu Santo ha puesto para regir su Iglesia”; es éste “un elemento esencial del apostolado cristiano” (AA 23), indispensable a todos: sacerdotes y laicos, religiosos o consagrados en el mundo. No puede haber caridad con los hermanos ni apostolado auténtico si antes no hay caridad y, por lo tanto, unión y entendimiento profundo con quien tiene el encargo de apacentar la grey del Señor. La caridad, por tanto, supone humildad, la cual se expresa en una dependencia filial de la Iglesia. De ahí la necesidad de la abnegación, qu es fundamentalmente renuncia a sí mismo y que mueve al cristiano a sacrificarse con generosidad por los fines del apostolado. La Iglesia invita a todos los fieles a extender por todo el mundo el reino de Dios y preparar los caminos a su venida, “caminando por el estrecho sendero de la cruz” (AG 1).

Gloria a ti, Iglesia de Cristo, ciudad santa, Jerusalén nueva, que bajas del cielo hasta nosotros como esposa que es objeto de las complacencias de su esposo. Oímos tu voz potente repetirnos esta palabra celestial: “Dios viene a poner su morada entre los hombres, morará con ellos y ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos y ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos”. Cristo es la plenitud de Dios, y tú, Iglesia santa, eres la plenitud de Cristo: Cristo nos revela a Dios, y tú nos das a Cristo. Cristo sube al seno del Padre, y tú, incorporada a Cristo, unida a él mediante su Espíritu Santo, subes junto a él. ¡Qué grandiosa unidad! ¡Qué maravillosa santidad!... ¡Oh Iglesia, tú eres el cumplimiento de Cristo, y con Cristo eres la plenitud de Dios! (D. Mercier, La vida interior)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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