PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1856 ~ Martes
30 de Octubre de 2012
- AÑO DE LA FE -
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Mes del Rosario y de las
Misiones
Alabado sea
Jesucristo…
Los expertos que se han ocupado de analizar nuestro
perfil como nación nos han dicho de todo: víctimas de la fracasomanía, ciudadanos
omisos, corruptos empedernidos, simuladores incapaces de ventilar nuestra
identidad sin disimulos.
Varias veces han pronosticado nuestra ruina y extinción y
no obstante estamos de pie, pese a tantos males sociales, políticos y
económicos que nos aquejan.
Extrañamente no hemos perdido del todo la esperanza. La
declaración del ciego Bartimeo puede estimularnos: "Maestro, que vea otra
vez".
Desde esta óptica, es imprescindible reavivar la
esperanza. Si nos dejamos robar el sueño nacional, será necesario volverlo a
bosquejar.
Cuando un pueblo cree en sus raíces, valora sus logros
culturales y sabe producir hombres capaces, que le permitan enfrentar sus
crisis añejas y recientes.
"La verdad católica"
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el
Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que
tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves
del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de
Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas
de harina, hasta que fermentó todo».
(Lc 13,18-21)
Comentario
Hoy, los textos de la liturgia, mediante dos parábolas,
ponen ante nuestros ojos una de las características propias del Reino de Dios:
es algo que crece lentamente —como un grano de mostaza— pero que llega a
hacerse grande hasta el punto de ofrecer cobijo a las aves del cielo. Así lo
manifestaba Tertuliano: «¡Somos de ayer y lo llenamos todo!». Con esta
parábola, Nuestro Señor exhorta a la paciencia, a la fortaleza y a la
esperanza. Estas virtudes son particularmente necesarias a quienes se dedican a
la propagación del Reino de Dios. Es necesario saber esperar a que la semilla
sembrada, con la gracia de Dios y con la cooperación humana, vaya creciendo,
ahondando sus raíces en la buena tierra y elevándose poco a poco hasta convertirse
en árbol. Hace falta, en primer lugar, tener fe en la virtualidad —fecundidad—
contenida en la semilla del Reino de Dios. Esa semilla es la Palabra; es
también la Eucaristía, que se siembra en nosotros mediante la comunión. Nuestro
Señor Jesucristo se comparó a sí mismo con el «grano de trigo [que cuando] cae
en tierra y muere (...) da mucho fruto» (Jn 12,24).
El Reino de Dios, prosigue Nuestro Señor, es semejante «a
la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que
fermentó todo» (Lc 13,21). También aquí se habla de la capacidad que tiene la
levadura de hacer fermentar toda la masa. Así sucede con “el resto de Israel”
de que se habla en el Antiguo Testamento: el “resto” habrá de salvar y
fermentar a todo el pueblo. Siguiendo con la parábola, sólo es necesario que el
fermento esté dentro de la masa, que llegue al pueblo, que sea como la sal
capaz de preservar de la corrupción y de dar buen sabor a todo el alimento (cf.
Mt 5,13). También es necesario dar tiempo para que la levadura realice su
labor.
Parábolas que animan a la paciencia y la segura
esperanza; parábolas que se refieren al Reino de Dios y a la Iglesia, y que se
aplican también al crecimiento de este mismo Reino en cada uno de nosotros.
Rev. D. Lucas Francisco MATEO Seco (Pamplona, Navarra,
España)
Santoral Católico:
San Alonso Rodríguez
Estaba un día enfermo y le llevó el enfermero la comida a
la cama con un mandato de parte del Padre Superior: «que se coma todo el
plato». Cuando regresa el enfermero, le encuentra deshaciendo el plato y
comiéndolo pulverizado. El santo se impuso a sí mismo una obediencia ciega; se
exigió a sí mismo tanto que uno de los padres le dijo un buen día «que obedecía
a lo asno».
Nació en Segovia en el año 1533, segundo de los once
hijos del matrimonio formado por Diego Rodríguez y María Gómez que vivían del
comercio de paños. Su niñez y juventud estuvieron ligadas a la Compañía de
Jesús. A la muerte de su padre se encarga de sacar adelante el negocio
familiar, pero su incompetencia es notable para el negocio de los paños.
Contrae matrimonio con María Juárez con quien tiene dos
hijos. Pero la mala fortuna parece que le persigue: muere uno de sus hijos y su
mujer y el negocio va de mal en peor; luego fallece su otro hijo y su madre.
Alonso se ha quedado solo.
Se produce entonces una crisis fuerte que resuelve con
confesión general y con el deseo de comenzar una nueva vida tomando un
impresionante ritmo interior de trato con Dios y que mantiene por seis años.
Cede a sus hermanos sus bienes y marcha a Valencia en 1569 con el propósito de
ingresar en la Compañía; pero no contaba con insalvables obstáculos: su edad,
la falta de estudios y escasa salud.
Trabaja entonces en comercio y de ayo. Por fin es
admitido en el Colegio Monte Sión en el año 1571; desde el año 1572 ocupa el
cargo de portero hasta el 1610 que hacen casi cuarenta años.
Es considerado en la Compañía como modelo para los
hermanos legos por su ejercicio permanente para lograr auténtica familiaridad
con Dios, por su obediencia absoluta y por su amor y deseo de tribulación.
Este humilde y santo portero fue durante su vida un foco
radiante de espiritualidad de la que se beneficiaron tanto los superiores que
le trataron como los novicios con los que tuvo contacto; un ejemplo representativo
está en San Pedro Claver, el apóstol de los esclavos.
Con sus cartas ejerce un verdadero magisterio. Su
lenguaje es sencillo y el popular de la época, pero logra páginas de singular
belleza al tratar temas de mayor entusiasmo. La santidad que describe en sus
escritos no es aprendida en los libros, es fruto de su experiencia espiritual.
Fue canonizado por el papa León XIII junto con san Pedro
Claver.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
"El rezo del Santo Rosario,
con la consideración de los misterios,
la repetición del Padrenuestro y del Avemaría,
las alabanzas a la
Beatísima Trinidad
y la constante invocación a la Madre de Dios,
es un continuo acto de fe, de esperanza y de amor,
de adoración y reparación"
San Josemaría
Tema del día:
Mensaje del Sínodo
de la
Nueva Evangelización
Los padres sinodales en el curso de vigésima Congregación
General han aprobado el Mensaje del Sínodo de los obispos al Pueblo de Dios,
primer fruto conclusivo de la XIII Asamblea Ordinaria del Sínodo dedicado a la
“nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.
“Guiar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo al
encuentro con Jesús - dicen los obispos- es una urgencia que afecta a todas las
regiones del mundo, de antigua y reciente evangelización” porque en cualquier
parte “se siente la necesidad de reavivar la fe”… “No se trata de empezar de
nuevo”, sino de “vivir de manera renovada nuestra experiencia comunitaria de fe
y el anuncio mediante una evangelización nueva en su ardor, en sus métodos y en
sus expresiones”.
“La obra de la nueva evangelización consiste en vivificar
y proponer de nuevo en el corazón y la mente de los hombres y mujeres de
nuestro tiempo, y también de nosotros mismos, en primera persona, (no pocas
veces distraídos y confundidos), la belleza y la perenne novedad del encuentro
con Cristo.
No se trata de inventar nuevas estrategias para encontrar
a Jesús, afirma el Sínodo, basta la “lectura asidua de las Sagradas Escrituras,
que no sólo son un pasaje obligado para conocer el contenido del Evangelio y la
persona de Jesús, sino que ayudan también a encontrar puntos de encuentro con
Él, en las dimensiones básicas de la vida del hombre: la familia, el trabajo,
la amistad, la pobreza y las pruebas de la vida, etc.
La Iglesia insiste que para evangelizar es necesario
antes ser evangelizados y por esto hace un llamamiento a la conversión, a
partir de sí misma, porque “las debilidades y los pecados personales de los
discípulos de Jesús pesan sobre la credibilidad de la misión”. Los cristianos,
sin embargo, no han de tener miedo con la fe y han de mirar al mundo con coraje
tranquilo porque, aunque lleno de contradicciones y desafíos, sigue siendo el
mundo que Dios ama.
La globalización, la secularización, la inmigración, el
ateísmo, la política, a pesar de las dificultades y los sufrimientos que
comportan, han de afrontarse sin pesimismo, porque son oportunidades para la
evangelización, señalan los obispos. Porque no hay que difundir el Evangelio
como un producto de mercado, sino de redescubrir la manera para que la gente se
acerque a Jesús.
Por esta razón, el mensaje del Sínodo mira a la familia
como lugar natural de la evangelización e insiste en que ésta debe ser apoyada
por la Iglesia, la política y la sociedad. Y dentro de la familia, se hace
hincapié en el papel especial de la mujer, se reafirma la responsabilidad del
padre y se recuerda la dolorosa situación de los no casados, divorciados o los
que se han vuelto a casar: aun confirmando las reglas para el acceso a los
sacramentos, se subraya que la Iglesia es la casa acogedora del Señor para
todos.
El documento sinodal también menciona las parroquias como
centros esenciales de la evangelización y recuerda la importancia de la vida consagrada
y la formación permanente de los sacerdotes y religiosos. También invita a los
laicos para proclamar el Evangelio y presta una especial atención a los
jóvenes: presente y futuro de la humanidad y de la Iglesia.
Los horizontes de la nueva evangelización son anchos como
el mundo, dice el Sínodo, por lo que es imprescindible el diálogo con la
cultura, con la educación y la formación de la persona en su totalidad, con las
comunicaciones sociales, con la ciencia, que cuando no encierra al hombre en el
materialismo se convierte en un aliada en humanización de la vida.
Y el diálogo es central con el arte, que expresa la
espiritualidad a través de la belleza; con la economía; con la política, a la
que se pide una atención transparente y desinteresada del bien común, en el
respecto de la dignidad de la persona. Y fundamental es el diálogo
interreligioso, que contribuye a la paz, rechaza el fundamentalismo y denuncia
la violencia y la violación flagrante de los derechos humanos.
Dos expresiones de la vida de fe son también
particularmente importantes para la nueva evangelización: “la contemplación”,
donde el silencio permite acoger mejor la Palabra de Dios y el “servicio a los
pobres”, con el fin de reconocer a Cristo en sus rostros.
En la última parte, el mensaje se dirige a las iglesias
de las diferentes regiones del mundo y a cada una de ellas alienta para el
anuncio del Evangelio. A las Iglesias orientales les desea que puedan practicar
su fe en paz y libertad religiosa; a la Iglesia de África le pide que
desarrolle la evangelización en el encuentro entre culturas antiguas y nuevas,
y apela a los gobiernos para que impidan conflictos y violencia.
Los cristianos de América del Norte, que viven una
cultura con muchas expresiones alejadas del Evangelio, son exhortados a la
conversión y a estar abiertos a la acogida de inmigrantes y refugiados. A
América Latina se la invita a experimentar la misión permanente para hacer
frente a los retos de hoy en día, como la pobreza, la violencia, las sectas. A
la Iglesia en Asia, aunque se trata de una pequeña minoría, a menudo situada a
los márgenes de la sociedad y perseguida, se la exhorta a la fuerza de la fe y
se expresa cercanía a los cristianos de Tierra Santa, donde Jesús nació, murió
y resucitó.
Y a Europa, marcada por una secularización agresiva y
herida desde hace décadas por regímenes e ideologías enemigas de Dios y del
hombre, y que sin embargo, ha creado - dice el Sínodo - una cultura humanista
capaz de poner un rostro a la dignidad de la persona y a la construcción del
bien común, la alienta a que las dificultades actuales no desanimen a los
cristianos europeos, sino que las perciban como un desafío. Para Oceanía, por
último, se pide el compromiso de predicar el Evangelio. El mensaje se cierra
con el acto de entrega a María, Estrella de la nueva evangelización.
Pensamientos sanadores
Pide el don del arrepentimiento
Los pecados no reconocidos ni confesados deforman nuestro
espíritu, perturban nuestra alma, impiden tener un pensamiento sereno y una
mirada objetiva sobre la realidad, y hasta enferman el cuerpo.
En cambio, el reconocimiento sereno de que somos
pecadores, despierta una serena alegría, libera el alma de cadenas invisibles,
otorga una mirada serena y paciente de los defectos propios y ajenos fortalece
el sistema emocional y las funciones de nuestro cuerpo.
Nuestro Dios es bueno, nuestro Dios es grande, nuestro
Dios es misericordioso.
Él, a pesar del barro y de la suciedad que traemos, no
siente asco; él quiere por medio de la oración, cobijarnos entre sus brazos…
entonces cuando nos miramos nos damos cuenta que no hemos ensuciado su manto
con nuestro barro, sino que por el contrario, él dejó nuestro espíritu más blanco que la nieve recién caída del
cielo.
Tú amas la
sinceridad del corazón y me enseñas la sabiduría de mi interior. Purifícame con
el hisopo y quedaré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve. Salmo 51,
8-9.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la salud de Nelson A., de El
Salvador, San Salvador que ya tiene varios meses de padecer de gastritis y
ahora se presentan cálculos en la vesícula y los médicos todavía no proceden a
la cirugía y los dolores son muy fuertes. Que el Señor tenga Misericordia y
todo se haga según su santa voluntad.
Pedimos oración por las elecciones presidenciales que se
realizarán en Estados Unidos el próximo martes 6 de noviembre, que resulten en
dar gloria a Dios y para el bien de todo el mundo.
Pedimos oración por Víctor Manuel Z., que vive en Nueva
York, se ha caído y golpeó su cabeza, por lo que se encuentra hospitalizado con
síntomas de daño neurológico por el traumatismo cráneo encefálico, lo que se
suma a sus problemas de corazón, diabetes, próstata, etc. Rogamos al Señor
Jesús que ponga sobre él sus manos sanadoras.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
"Intimidad Divina"
Cada día afronto la muerte
Así como Jesús por su Pasión salvó al mundo y entró en su
gloria, de semejante manera los apóstoles “mortifican en sí mismos las obras de
la carne y se consagran totalmente al servicio de los hombres, y así, por la
santidad de que están enriquecidos en Cristo, pueden avanzar hasta el varón
perfecto” (PO 12). Este principio que el Vaticano II propone como base para la
santidad sacerdotal, se ha de aplicar a todos los apóstoles, los cuales han de
sentirse tanto más obligados a una práctica asidua de la mortificación cuanto
más su misión les lleva a representar a Cristo y a obrar “en persona de
Cristo”. “De ahí que (a los sacerdotes) se los invite a imitar lo mismo que
tratan, en el sentido de que, celebrando el misterio de la muerte del Señor,
procuren mortificar sus miembros de vicios y concupiscencias” (ib 13). El
primer ejercicio de mortificación será siempre el que se derive de la necesidad
de crucificar “la carne con sus pasiones y apetencias” y de hacer morir al
“hombre viejo” con sus tendencias desordenadas siempre renacientes, para
“revestirse” totalmente “del Señor Jesucristo” y de sus virtudes (Rm 6, 6; 13,
4).
La vibrantes afirmaciones de San Pablo: “estoy
crucificado con Cristo” (Gl 2, 20); “llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús”
(Gl 6, 17); “siempre y doquier llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús” (2 Cr
4, 10), no son sólo palabras o fruto de exaltación religiosa, sino que reflejan
la realidad de su aventura apostólica vivida en íntima unión con el misterio de
Cristo crucificado. Su fe en el Hijo de Dios que le amó y se entregó por él (Gl
2, 20) es tan viva y concreta, que toda renuncia o tribulación inherente a su
condición de apóstol la vive con un deseo permanente de asociarse más
íntimamente cada vez a la pasión de su Señor. Los sacrificios, los trabajos,
las privaciones y las persecuciones encontradas en el apostolado no tienen para
Pablo otro objeto que “entregarlo a la muerte”, o sea reproducir en él el
talante de un Cristo doliente y aun moribundo, y así ser penetrado por el poder
de su vida para poder comunicar esa vida a muchos. Lo que es “muerte” para él,
será “vida” para los que evangeliza; por eso nunca encuentra excesivo el
sacrificarse o el padecer. Está profundamente persuadido de que cuanto más
tenga que sufrir con Cristo tanto más numerosos serán a los que él dará la
vida.
Este es el secreto de su invicta fortaleza frente a
padecimientos que atenazan su espíritu y su cuerpo, y lo atribulan “en todo:
por fuera, luchas; por dentro, temores” (ib 7,5), hasta hacerle decir que cada
día afronta la muerte por el Evangelio (1 Cr 15, 31). Como Pablo, el apóstol
verdadero tiene el coraje de sujetarse cada día a la “muerte” por amor de
Cristo y de los hermanos; no a una muerte ideal o hipotética, sino concreta,
sufrida momento a momento en los sacrificios reales que impone el apostolado,
no esquivándolos, sino abrazándolos de corazón, convencido de que su actividad
sólo será fecunda si va marcada con la muerte de Cristo, compartida hasta que
se convierta en muerte personal.
Haz Señor, que te
imite en el sacrificio y en el sufrimiento. Imitarte en los tres años de
laborioso ministerio y consagrarme al trabajo, al celo y a las fatigas
apostólicas… sería nada si no te imitase en la pasión. Tú me das a entender que
todas las fatigas y todos los trabajos son estériles, si no están avalorados
por el espíritu de pasión y de sufrimiento. Deseo darme y abandonarme al
sufrimiento como tú, oh Cristo. Haz que me entregue por la redención de los
hombres… imitándote a ti que te diste como víctima para la reparación del
género humano… Enséñame a negarme todo lo que de cualquier manera pueda serme
de gozo y consuelo, y a vivir una vida de pasión continua contigo, en ti y por
ti, para redención de las almas. (G. Canovai)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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