miércoles, 17 de octubre de 2012

Pequeñas Semillitas 1845


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1845 ~ Miércoles 17 de Octubre de 2012
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Mes del Rosario y de las Misiones
   

Alabado sea Jesucristo…
Comenzamos esta edición de “Pequeñas Semillitas” con una hermosa reflexión firmada por Prem Rawat que dice:
Cada mañana en que sale el sol, nos trae esperanza. No arrastra consigo nada de ayer ni de anteayer. Esparce su luz. Da la bienvenida a todos, y todo comienza a cobrar vida, a vivir. La vida se pone en marcha. Ha tenido su oportunidad de descansar, de contemplar, de pensar, de reflexionar. Luego, al atardecer, el sol se pone y todo empieza a calmarse, como diciendo: “Descansa, comprende, esta es tu vida, esta es tu existencia. En realidad, no hay nada más valioso”


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».
(Lc 11,42-46)

Comentario
Hoy vemos cómo el Divino Maestro nos da algunas lecciones: entre ellas, nos habla de los diezmos y también de la coherencia que han de tener los educadores (padres, maestros y todo cristiano apóstol). En el Evangelio según san Lucas de la Misa de hoy, la enseñanza aparece de manera más sintética, pero en los pasajes paralelos de Mateo (23,1ss.) es bastante extensa y concreta. Todo el pensamiento del Señor concluye en que el alma de nuestra actividad han de ser la justicia, la caridad, la misericordia y la fidelidad (cf. Lc 11,42).
Los diezmos en el Antiguo Testamento y nuestra actual colaboración con la Iglesia, según las leyes y las costumbres, van en la misma línea. Pero dar valor de ley obligatoria a cosas pequeñas —como lo hacían los Maestros de la Ley— es exagerado y fatigoso: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!» (Lc 11,46).
Es verdad que las personas que afinan tienen delicadezas de generosidad. Hemos tenido vivencias recientes de personas que de la cosecha traen para la Iglesia —para el culto y para los pobres— el 10% (el diezmo); otros que reservan la primera flor (las primicias), el mejor fruto de su huerto; o bien vienen a ofrecer el mismo importe que han gastado en el viaje de descanso o de vacaciones; otros traen el producto preferido de su trabajo, todo ello con este mismo fin. Se adivina ahí asimilado el espíritu del Santo Evangelio. El amor es ingenioso; de las cosas pequeñas obtiene alegrías y méritos ante Dios.
El buen pastor pasa al frente del rebaño. Los buenos padres son modelo: el ejemplo arrastra. Los buenos educadores se esfuerzan en vivir las virtudes que enseñan. Esto es la coherencia. No solamente con un dedo, sino de lleno: Vida de Sagrario, devoción a la Virgen, pequeños servicios en el hogar, difundir buen humor cristiano... «Las almas grandes tienen muy en cuenta las cosas pequeñas» (San Josemaría).
Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Ignacio de Antioquía
Mártir


Las puertas se abren lentamente. Cuerpos como fantasmas caminan en la arena. Entornan los ojos que acostumbrados a vivir en las sombras de las mazmorras, reciben de golpe la luz del sol. El clamor de la multitud termina por despertarlos. Avanzan sin rumbo fijo, algunos cogidos de las manos, otros solos y tristes con los ojos reflejando pavor y desconcierto. Suenan las trompetas. Ruidos de cadenas se oyen por todas partes y del centro de la tierra emergen fieras sedientas de sangre: panteras, leones africanos, hienas. ¡La fiesta ha comenzado! Es el Circo Máximo que ofrece a los romanos el espectáculo de ver morir a cientos, quizás miles de cristianos, testigos de su fe en Cristo. Son los tiempos del emperador Trajano, allá por los años 98 a 117 de nuestra era en donde ser cristiano implicaba dar la propia vida.

Charcos de sangre inundan el lugar, miembros despedazados y descuartizados por todas partes, algún quejido lastimero y doliente de alguno que ha sobrevivido. La noche ha llegado y cobija los pinos y cipreses de las colinas romanas. Y entre los lamentos y quejidos se oyen vibrar las palabras de un anciano, muerto y despedazado por un león. Son palabras que han quedado grabadas en los corazones de sus fieles, allá en la lejana Antioquia. Es Ignacio, el segundo sucesor de Pedro como obispo de Antioquia. “Por favor, hermanos, no me privéis de esta vida, no queráis que muera... dejad que pueda contemplar la luz; entonces seré hombre en pleno sentido. Permitid que imite la pasión de mi Dios.”

Ignacio de Antioquia sabía que la verdadera vida, era aquella que le esperaba después de la muerte, en donde podría contemplar cara a cara el rostro de Cristo, “dejad que pueda contemplar la luz”. Él sabía que para llegar a contemplar esa luz era necesario ser testigo de la luz en este mundo sin importar las pruebas y los sufrimientos que fueran necesarios. Pruebas y sufrimientos que llevó dignamente pues los soldados no tuvieron piedad de él durante su largo y penoso viaje de Antioquia a Roma. Pruebas y sufrimiento que cristalizaron con el derramamiento de su sangre y al que él veía como algo necesario: “soy trigo de Cristo, deberé ser triturado por los dientes de las bestias para convertirme en pan puro y santo”.

Un martirio nada lejano a nosotros en los que hoy en día se nos pide a los católicos ser mártires incruentos, es decir mártires que no derraman su sangre física, sino la sangre de la fidelidad a los mandamientos de la Iglesia. Es el martirio de la vida diaria, de los que como Ignacio proclaman con su ejemplo cotidiano que “no es justo hacer lo que la ley de Dios califica como mal para sacar de ello algún bien”. De aquellos que aman tanto a Cristo y a la Iglesia “que respetan sus mandamientos, incluso en las circunstancias más graves y prefieren la propia muerte antes de traicionar esos mandamientos”. (Cfr. Veritatis Splendor n. 90-91)

Son los mártires que en silencio saben ser católicos hasta las últimas consecuencias: la esposa que ante el “horror” de comunicar al marido que ha quedado embarazada nuevamente en circunstancias económicas desfavorables, saber ser valiente y consecuente con su realidad de católica y nunca piensa en el aborto como la medida “más fácil y segura” para no tener problemas con el marido. Jóvenes que llevan una vida impecable de castidad y pureza, guardando sus cuerpos limpios hasta el matrimonio, “sufriendo” el martirio de la presión avasallante de los medios de comunicación y los amigos que invitan al sexo como a una diversión y pasatiempo “seguros, sin consecuencias graves”. Hombres de empresa y obreros que ante la posibilidad de hacer un negocio “no tan limpio” o “hacerle una pequeña trampa al patrón” prefieren seguir con orgullo y con la frente en alto aquel mandamiento que para muchos es viejo y anticuado: “no matarás”. Y así tenemos un ejemplo, una fila interminable de mártires del siglo XXI que se presentan todos los días como san Ignacio de Antioquía, ante las nuevas fieras del Circo Máximo y que escuchan también todos los días, las palabras que escuchó san Ignacio con el último rugido del león: “Venid a mí, bendito de mi Padre... hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“Somos lo que hacemos,
pero somos principalmente
lo que hacemos para cambiar lo que somos”

Eduardo Galeano


Tema del día:
La leyenda del Rosario


Una leyenda cuenta que un Hermano Lego (que no era sacerdote) de la Orden de los Dominicos, no sabía leer ni escribir, por lo que no podía leer los Salmos, como era la costumbre en los conventos de la época.

Entonces, cuando terminaba sus labores por la noche (él era el portero, el barrendero, el hortelano, etc...) se iba a la capilla del convento y se hincaba frente a la imagen de la Virgen María, y recitaba 150 avemarías (el número de los salmos), luego se retiraba a su celda a dormir. Por la mañana, de madrugada, se levantaba antes que todos sus hermanos y se dirigía a la capilla para repetir su costumbre de saludar a la Virgen.

El Hermano Superior notaba que todos los días, cuando él llegaba a la capilla para celebrar las oraciones de la mañana con todos los monjes, había un exquisito olor a rosas recién cortadas y le dio curiosidad, por lo que preguntó a todos quién se encargaba de adornar el altar de la Virgen tan bellamente, a lo que la respuesta fue que ninguno lo hacía, y los rosales del jardín no se notaban faltos de sus flores.

El Hermano lego enfermó de gravedad; los demás monjes notaron que el altar de la Virgen no tenía las rosas acostumbradas, y dedujeron que era el Hermano quien ponía las rosas. ¿Pero cómo? Nadie le había visto nunca salir del convento, ni sabía que comprara las bellas rosas.

Una mañana les extrañó que se había levantado pero no lo hallaban por ninguna parte. Al fin, se reunieron el la capilla, y cada monje que entraba quedaba asombrado, pues el hermano lego estaba arrodillado frente a la imagen de la Virgen, recitando extasiado sus avemarías, y a cada una  que dirigía a la Señora, una rosa aparecía en los floreros. Así al terminar sus 150 saludos, cayó muerto a los pies de la Virgen.

Con el correr de los años, Santo Domingo de Guzmán, (se dice que por revelación de la Santísima Virgen) dividió las 150 avemarías en tres grupos de 50, y los asoció a la meditación de la Biblia: Los Misterios Gozosos, los Misterios Dolorosos y los Misterios Gloriosos, a los cuales el Beato Juan Pablo II añadió los Misterios Luminosos.

Nota:
Esta solo es una leyenda de esta devoción, si quieres conocer la historia de Santo Rosario te invitamos a dar clic acá.

Y recuerden… ¡Carguen su Rosario todos los días!

- Cuando cargas tu Rosario, es un dolor de cabeza para Satanás.
- Cuando usas tu Rosario, Satanás colapsa.
- Cuando él te ve rezando el Rosario, se desvanece.
- Vamos a Rezar el Rosario cada vez, de manera de mantenerlo desvanecido.
- ¿Tú sabias que cuando trates de re-enviar este mensaje, Satanás va a tratar de desanimarte?


Nuevo video

Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.


Pensamientos sanadores


Los mecanismos de defensa

¿Has construido en torno a ti muros de defensa?
Quizá lo hiciste de manera automática, pues, en algunos momentos pudiste haber sentido que había personas que te herían, por lo cual te fuiste encerrando en ti mismo y construyendo murallas invisibles.
Es como cuando hace frío y nos ponemos ropa pesada que nos abriga para defendernos contra la inclemencia del tiempo. Pero cuando llega el calor, ya no la necesitamos.
Si éste es tu caso, ¿por qué no comienzas pidiéndole al Espíritu de Dios que te ayude a identificar los abrigos o las murallas emocionales con los que has ido cubriendo tu corazón?
Así como al llegar la primavera y el verano, dejamos de lado la ropa de invierno y disfrutamos de la brisa cálida que acaricia la piel, permítete disfrutar de la paz serena y profunda que Dios puede concederte.

Entonces el pueblo lanzó un fuerte grito y se tocaron las trompetas. Al oír el sonido de las trompetas, el pueblo prorrumpió en un griterío ensordecedor, y el muro se desplomó sobre sí mismo. En seguida el pueblo acometió contra la ciudad, cada uno contra lo que tenía adelante, y la tomaron. Josué 6, 20.


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la niña  María José L., de la ciudad de Bucaramanga, Santander, en Colombia, quien padece una enfermedad en el pie derecho, causándole incomodidad para calzarse  y caminar y dentro de unos días será intervenida, por lo que la encomendamos al buen Jesús para que la cuide y permita que se recupere bien.

Pedimos oración por Elda A. S., que vive en México, para que Dios le conceda la gracia de la salud que necesita.

Pedimos oración por María Cristina M., de Córdoba, Argentina, para que el Señor Misericordioso la ayude a superar los problemas que la afligen y la Santísima Virgen esté constantemente acompañándola.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.


"Intimidad Divina"

Colaboradores de Dios

“Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él” (1 Jn 4, 9). Jesús es el “enviado”, el apóstol del Padre, encargado de realizar la obra de la salvación; él mismo se presentó como “el que el Padre ha enviado” (Jn 6, 29), y dijo “Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda a ninguno de los que él me ha dado, sino que los resucite el último día” (ib 39). Enviado por el Padre para dar a los hombres la vida, Jesús envía a su vez a sus discípulos encargándoles continuar su obra salvadora: “Como el Padre me envió, también yo os envío” (Jn 20, 21). Desde ese momento la Iglesia naciente toma a su cargo ese mandato apostólico y se extiende por el mundo perpetuando a través de los siglos la misión redentora de Cristo… El apostolado no es nunca una actividad personal… sino que es siempre colaboración a la obra de Cristo. Todo creyente es apóstol, y, por ende, salvador, en la medida en que colabora con humildad y con amor a la obra redentora de Jesús.

Los apóstoles, cualesquiera que sean, son “colaboradores de Dios creador, redentor y santificador” (AA 16). Todos los apóstoles, dice San Pablo, son “ministros”, servidores de Dios, “y cada uno según lo que el señor le dio”. No hacen otra cosa que prestar a Dios su esfuerzo, mas el verdadero actor es sólo Dios. “Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien dio el crecimiento” (1 Cr 3, 5-7). Nadie puede jactarse y decir: este campo es mío, es el fruto de mis fatigas. El campo, lo mismo que el fruto, pertenecen a Dios solo: “ya que somos colaboradores de Dios –repite al Apóstol– y vosotros campo de Dios, edificación de Dios” (ib 9). Aunque fue él quien primero engendró a los corintios a la fe, no se arroga ningún derecho para con ellos. Ellos pertenecen a Dios cuyo humilde colaborador es él. El apostolado no es obra humana sino obra divina a la que el apóstol presta su colaboración como humilde instrumento.

No se trata, con todo, de un instrumento material, sino vivo, personal; y por tanto, ha de ponerse voluntariamente a disposición de Dios, empleando todos los talentos recibidos de él y procurando al mismo tiempo sintonizar su modo de pensar, de querer y de obrar con el modo divino, o sea con el plan salvífico de Dios, con su voluntad de redimir a todos los hombres. Una vez más: se trata de entrar en la corriente del amor infinito de que brota la voluntad salvífica de Dios, de asociarse a esa voluntad y de ofrecerse a ella en total disponibilidad a imitación de Cristo, el cual se puso a total disposición del Padre para la salvación de la humanidad. El apóstol está con Jesús en las cosas del Padre (Lc 2, 49) y trabaja con él en la difusión del Reino.

Oh Jesús, haz de mí un arrebatador de almas, que las lance a ti, que las oriente hacia tu única beldad; haz de mí dedo que indique el amor, voz que lo cante y revele a los insensibles un poquito de sus esplendores y de su amabilidad. En todas las cosas yo no quiero sino a ti, a ti conocido, a ti glorificado, a ti amado de todos, o al menos de muchos… Y a estos no detenidos en mí, sino lanzados a ti y fijos en ti; y el cielo para amarte, adorarte y perdernos todos juntos en tu amor sin límites… Oh mi buen Jesús, que seas glorificado; lo demás poco importa. Toda mi ambición consiste en ser instrumento de tu gloria… No me pertenezco más. O sea, no tengo derecho de rehusar a los que me rodean el preciso licor que has puesto en mí para ellos. A ti te toca distribuirlo como mejor te agrade, el secar o hacer fluir su vena benéfica. (L. de Grandmaison)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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