domingo, 7 de octubre de 2012

Pequeñas Semillitas 1835


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1835 ~ Domingo 7 de Octubre de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Mes del Rosario y de las Misiones
   

Alabado sea Jesucristo…
Los fariseos plantean a Jesús una pregunta para ponerlo a prueba. Esta vez no es una cuestión sin importancia, sino un hecho que hace sufrir mucho a las mujeres de Galilea y es motivo de vivas discusiones entre los seguidores de diversas escuelas rabínicas: "¿Le es lícito al varón divorciarse de su mujer?"
No se trata del divorcio moderno que conocemos hoy, sino de la situación en que vivía la mujer judía dentro del matrimonio, controlado por el varón. Según la ley de Moisés, el marido podía romper el contrato matrimonial y expulsar de casa a su esposa. La mujer, por el contrario, sometida en todo al varón, no podía hacer lo mismo.
La respuesta de Jesús sorprende a todos. No entra en las discusiones de los rabinos. Invita a descubrir el proyecto original de Dios, que está por encima de leyes y normas. Esta ley "machista", en concreto, se ha impuesto en el pueblo judío por la "dureza de corazón" de los varones que controlan a las mujeres y las someten a su voluntad.
Jesús ahonda en el misterio original del ser humano. Dios "los ha creado varón y mujer". Los dos han sido creados en igualdad. Dios no ha creado al varón con poder sobre la mujer. No ha creado a la mujer sometida al varón. Entre varones y mujeres no ha de haber dominación por parte de nadie. Mujeres y varones se unirán para "ser una sola carne" e iniciar una vida compartida en la mutua entrega sin imposición ni sumisión.
José Antonio Pagola


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?». Él les respondió: «¿Qué os prescribió Moisés?». Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre». Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él». Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.
(Mc 10,2-16)

Comentario
Hoy, los fariseos quieren poner a Jesús nuevamente en un compromiso planteándole la cuestión sobre el divorcio. Más que dar una respuesta definitiva, Jesús pregunta a sus interlocutores por lo que dice la Escritura y, sin criticar la Ley de Moisés, les hace comprender que es legítima, pero temporal: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto» (Mc 10,5).
Jesús recuerda lo que dice el Libro del Génesis: «Al comienzo del mundo, Dios los creó hombre y mujer» (Mc 10,6, cf. Gn 1,27). Jesús habla de una unidad que será la Humanidad. El hombre dejará a sus padres y se unirá a su mujer, siendo uno con ella para formar la Humanidad. Esto supone una realidad nueva: Dos seres forman una unidad, no como una "asociación", sino como procreadores de Humanidad. La conclusión es evidente: «Lo que Dios unió, no lo separe el hombre» (Mc 10,9).
Mientras tengamos del matrimonio una imagen de "asociación", la indisolubilidad resultará incomprensible. Si el matrimonio se reduce a intereses asociativos, se comprende que la disolución aparezca como legítima. Hablar entonces de matrimonio es un abuso de lenguaje, pues no es más que la asociación de dos solteros deseosos de hacer más agradable su existencia. Cuando el Señor habla de matrimonio está diciendo otra cosa. El Concilio Vaticano II nos recuerda: «Este vínculo sagrado, con miras al bien, ya de los cónyuges y su prole, ya de la sociedad, no depende del arbitrio humano. Dios mismo es el autor de un matrimonio que ha dotado de varios bienes y fines, todo lo cual es de una enorme trascendencia para la continuidad del género humano» (Gaudium et spes, n. 48).
De regreso a casa, los Apóstoles preguntan por las exigencias del matrimonio, y a continuación tiene lugar una escena cariñosa con los niños. Ambas escenas están relacionadas. La segunda enseñanza es como una parábola que explica cómo es posible el matrimonio. El Reino de Dios es para aquellos que se asemejan a un niño y aceptan construir algo nuevo. Lo mismo el matrimonio, si hemos captado bien lo que significa: dejar, unirse y devenir.
Rev. D. Fernando PERALES i Madueño (Terrassa, Barcelona, España)    


Santoral Católico:
Nuestra Señora del Rosario
Advocación Mariana


Martirologio Romano: Memoria de la santísima Virgen María del Rosario. En este día se pide la ayuda de la santa Madre de Dios por medio del Rosario o corona mariana, meditando los misterios de Cristo bajo la guía de aquélla que estuvo especialmente unida a la encarnación, pasión y resurrección del Hijo de Dios.

Cuenta la leyenda que la Virgen se apareció en 1208 a Santo Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, le enseñó a rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además, le ofreció diferentes promesas referentes al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a la imagen.

En el siglo XV su devoción había decaído, por lo que nuevamente la imagen se apareció al beato Alano de la Rupe, le pidió que la reviviera, que recogiera en un libro todos los milagros llevados a cabo por el rosario y le recordó las promesas que siglos atrás dio a Santo Domingo.

El rezo del Santo Rosario es una de las devociones más firmemente arraigada en el pueblo cristiano. Popularizó y extendió esta devoción el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla de Lepanto (1571), victoria atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario. Más hoy la Iglesia no nos invita tanto a rememorar un suceso lejano cuanto a descubrir la importancia de María dentro del misterio de la salvación y a saludarla como Madre de Dios, repitiendo sin cesar: Ave María. La celebración de este día es una invitación a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.

Únete al Santo Rosario donde quiera que estés haciendo clic acá.

Fuente: Catholic.net


Palabras del Beato Juan Pablo II

"¿Qué es el Rosario? Un compendio del Evangelio. Nos hace volver continuamente a las principales escenas de la vida de Cristo, como para hacernos "respirar" su misterio. El Rosario es un camino privilegiado de contemplación. Es, por decirlo así, El Camino de María. ¿Quién conoce y ama a Cristo más que Ella? Recitar el santo rosario, en efecto, es contemplar con María el rostro de Cristo"

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
Una unidad plena


Varias veces nos muestra el evangelio el hecho de que los fariseos se acercan a Jesús para hacerle alguna pregunta-trampa. Esto lo solían hacer porque había diversas opiniones sobre algo entre los mismos fariseos, o entre los fariseos y saduceos, o entre judíos patriotas y partidarios de los romanos. La trampa consistía en que si Jesús respondía una u otra cosa, siempre se iba a enemistar con algunos. Pero siempre Jesús, siguiendo la verdad y la caridad, no respondía como ellos lo habían planeado. Hoy le preguntan sobre el divorcio. La razón era porque había dos posturas contrapuestas entre los entendidos o comentaristas de la ley. Unos eran tan liberales que afirmaban que el hombre podía divorciarse por cualquier cosa, por ejemplo, que la comida no estuviera según su gusto. Otros en cambio exigían motivos más graves.

Jesús les responde que ni mucho ni poco, que no se pueden divorciar, aunque lo dijera Moisés. En realidad no había sido Moisés quien lo había permitido, sino leyes muy posteriores, y había sido por evitar, al parecer, males peores. Jesús apela a la Sagrada Escritura, en el primer libro, donde se expresa que la unión del varón y la mujer forma una unidad plena en su ser, mayor que la que se tiene con los padres. Es una unidad tan grande que los dos forman como una sola carne.

Para algunos les parece algo demasiado opresivo. También les debió parecer a los apóstoles y, por si acaso había exagerado o se había equivocado, cuando están solos con Él, se lo vuelven a preguntar. Jesús les dice que el casarse con otra, y lo mismo la mujer con otro, es cometer adulterio. Algunos ven estas palabras en sentido represivo; pero hay que verlas en sentido positivo. Se trata de ver la grandeza del matrimonio, sobre todo si está ratificado con el sacramento. Es el triunfo del amor, que representa además el amor de Dios a la humanidad o el amor de Jesucristo a la Iglesia. Y este amor es total y estable. Las palabras de Jesús no son una imposición, sino una invitación a cultivar cada día el amor. Esto es porque el matrimonio, como todas las cosas vivas que tenemos, como la misma vida y la gracia, deben ser cultivadas. Y en la tierra la vida se cultiva muchas veces con sacrificio. El amor, como hay que construirlo día a día, también se puede destruir día a día, si no se cultiva o se descuida.

Para cultivarla, entre otros consejos, decimos que hay que saber dialogar. Para ello hay que saber escuchar, estar atentos a los detalles y estar por encima de los sentimientos. Y también pedir gracia a Dios, ya que el divorcio viene cuando nos domina el egoísmo, la soberbia y tantos vicios. Después del divorcio vendrán las consecuencias negativas para ellos y para toda la familia, especialmente los hijos.

Hay muchas palabras, que hoy están desvirtuadas, como es el amor y como es el matrimonio. Éste es la unión estable y libre entre un varón y una mujer, jurídicamente reconocidos por el estado o por la Iglesia. Toda otra clase de unión puede llamarse de otra manera, pero no es matrimonio, con todo el respeto. Si somos volubles en los mismos conceptos, no es extraño que lo seamos en la separación de esas uniones.

Termina hoy el evangelio con una escena de niños, afirmando Jesús que debemos recibir el Reino de Dios como niños. No se trata de recomendar una actitud ingenua y mucho menos de irresponsabilidad. Está hablando sobre todo de acoger el Reino de Dios, y entre las cosas del Reino de Dios están sus palabras sobre el divorcio. Para acoger estas palabras no debemos ser egoístas o soberbios o creídos que rechazan este gran don de Dios, sino debemos ser como los niños que están siempre dispuestos a recibir los regalos. Tener un alma sencilla o abierta ante Dios es muy importante, porque Dios sabe mucho más que nosotros, cuál es la felicidad que nos conviene.

Hoy más que argumentos, veamos a tantos buenos esposos que, a pesar de las dificultades de la vida, hacen brillar su amor, como el oro se abrillanta más con el tiempo, y le dan gracias a Dios por ese amor que procuran aumentar cada día.

P. Silverio Velasco (España)


Mensaje de María Reina de la Paz


Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de octubre de 2012

¡Queridos hijos!
Los llamo y vengo en medio de ustedes porque los necesito. Necesito apóstoles de corazón puro. Oro, pero también ustedes oren para que el Espíritu Santo los haga capaces y los guíe, los ilumine y los llene de amor y de humildad. Oren para que los llene de gracia y de misericordia. Sólo entonces me comprenderán, hijos míos. Sólo entonces comprenderán mi dolor por aquellos que no han conocido el amor de Dios. Entonces podrán ayudarme. Serán mis portadores de la luz del amor de Dios. Iluminarán el camino a aquellos a quienes se les ha dado ojos pero no quieren ver. Deseo que todos mis hijos vean a mi Hijo. Deseo que todos mis hijos vivan su Reino. Los invito nuevamente y les ruego que oren por aquellos a quienes mi Hijo ha llamado. Gracias.


Nuevo video y artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Pensamientos sanadores


Pídele al Espíritu Santo que corrija los modelos enfermos

Muchas personas no han recibido en su familia un modo sano de vincularse, por lo cual tienden a repetir esos modelos dañinos. Algunas de estas personas, al integrarse en comunidades cristianas, repiten los errores en el modo de relacionarse con otros.
En estos grupos, el acompañamiento espiritual es fundamental, así como también resulta de gran importancia la actitud de docilidad de quienes lo integran. Así, pueden mirarse a sí mismos y el modo de relacionarse con otras personas de una manera más objetiva.
El vínculo profundo con los demás no significa generar dependencias, sino adquirir desde el verdadero amor cristiano una nueva libertad. Luego podrán transportar estos modelos restaurados a las relaciones de su vida hogareña. Dios obra, haciendo nuevas todas las cosas, pero desde adentro hacia afuera.

¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor (…). Oseas 11, 3-4.


Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Huancayo, Perú llega el pedido de agradecer a Dios y a la Santísima Virgen María porque Alex, de 19 años, salió del cuadro de coma y se está restableciendo poco a poco de su enfermedad.

Desde Charata, Chaco, Argentina, agradecen a Dios Misericordioso por la exitosa cirugía de columna de Nilda Beatriz, operada hace un mes y que se ha recuperado rápidamente.

Desde Buenos Aires, Argentina, agradecen las oraciones hechas por Héctor Osvaldo M. que se encuentra bien y la resonancia magnética no arrojó ningún problema importante. Damos gracias a Dios.

También de Buenos Aires, Elsa S. expresa su agradecimiento a Dios y a la Santísima Virgen, como asimismo a las personas que reiteradamente han rezado por su salud, ya que los estudios han salido bien y ella está recuperando su fuerza anímica y espiritual apoyada en la fuerza de la oración.

Desde Maracay, Venezuela, llega un agradecimiento a Dios porque los resultados de la biopsia de la operación de tiroides de Aracelys V. han sido negativos para cáncer. Nos sumamos a la alabanza al Señor.


"Intimidad Divina"

Domingo XXVII del Tiempo Ordinario

La primera lectura, el salmo responsorial y el Evangelio convergen en el tema de la familia. Del Antiguo Testamento se lee la estupenda página del Génesis (2, 28-24) en la que Dios hace desfilar ante el hombre “Todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo) (ib 19) para que le dé a cada uno un nombre y vea si entre ellos encuentra una “ayuda adecuada”. Adán pone un nombre a cada animal, pero ninguno de ellos satisface su necesidad de compañía y amor. Dios entonces provee a llenar su soledad: “No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle una ayuda adecuada” (ib 18). Crea entonces a la mujer y cuando se la presenta, Adán prorrumpe en una exclamación de alegría reconociendo en ella a la compañera del todo semejante: “¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!” (ib 23). Creada para ser ayuda del varón, la mujer lo completa, lo mismo que ella es completada por él. Concluye, pues, el texto: “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne” (ib 24). La indisolubilidad del matrimonio tiene aquí su raíz y su razón profunda y sagrada.

Cuando los fariseos interrogaron a Jesús acerca del divorcio (Mc 10, 2-16) que Moisés había permitido en ciertos casos, no hizo distinción alguna y lo abrogó del modo más absoluto refiriéndose justamente a este texto de la Escritura. El Señor declara que las normas mosaicas fueron dadas por la “terquedad” de los hombres (ib 5), mientras que al principio de la creación no había sido así, pues al crear al hombre y a la mujer, Dios los quiso unidos “de modo que no fuesen dos, sino una sola carne”. De ese modo la indisolubilidad del matrimonio ya afirmada en los albores de la humanidad es restablecida plenamente por Jesús. Ella asegura la estabilidad y la santidad de la familia no sólo para bien de los cónyuges, sino también de los hijos.

Muy oportunamente el Evangelio del día termina con el trozo referente a los niños. Jesús dice a los discípulos que, molestos por el continuo asedio de los pequeños al Maestro, querían alejarlos: “Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios” (ib 14); y al abrazarlos y bendecirlos, cierto que acogía y bendecía a las madres que se los presentaban. El cometido de los padres cristianos es precisamente “inculcar la doctrina cristiana y las virtudes evangélicas a los hijos amorosamente recibidos de Dios” (LG 41). Así el matrimonio coopera a la difusión del Reino de Dios, como coopera también, pero por otros caminos, la virginidad consagrada. Dos vocaciones diferentes, pero igualmente necesarias y complementarias. Lo que hacen los padres en el ámbito de la familia para la educación cristiana de sus hijos, cumplen los consagrados en la sociedad en favor de los hijos ajenos, especialmente de los más abandonados y necesitados de guía para encontrar a Jesús y vivir según el Evangelio.

Oh Dios, que con tu poder creaste todo de la nada, y desde el comienzo de la creación hiciste al hombre a tu imagen y le diste la ayuda inseparable de la mujer, de modo que ya no fuesen dos, sino una sola carne, enseñándonos que nunca será lícito separar lo que quisiste fuera una sola cosa. Oh Dios, que al consagrar la unión conyugal, le diste un significado tan grande, que en ella prefiguraste la unión de Cristo con la Iglesia. Por tu voluntad la mujer se une al hombre, y la sociedad familiar, la primera en ser instituida, goza de aquella bendición que nunca fue abolida ni por la pena del pecado original ni por el castigo del diluvio. Mira con bondad a toda esposa cristiana que al unirse a su esposo quiere ser fortalecida con tu bendición. Abunde  en ella la unión y  la paz, y siga siempre los ejemplos de las santas mujeres, cuyas alabanzas canta la Escritura. También te pedimos Señor, que los esposos permanezcan firmes en la fe y amen tus preceptos; que, unidos en matrimonio sean ejemplo por la integridad de sus costumbres, y, fortalecidos por el poder del Evangelio manifiesten a todos el testimonio de Cristo; que su unión sea fecunda, sean padres de probada virtud, vean ambos los hijos de sus hijos y después de una feliz ancianidad, lleguen a la vida de los bienaventurados en el reino celestial. (Misal Romano, Oración en la Misa de Esposos)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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