PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1834 ~ Sábado
6 de Octubre de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Mes del Rosario y de las
Misiones
Alabado sea
Jesucristo…
Desde diferentes puntos de vista podemos reconocer el
valor de la inclusión, la universalidad y la tolerancia. No se trata de
abaratar la gracia, ni de aminorar las exigencias evangélicas. En todo caso,
esa decisión corresponde exclusivamente a Dios y a nadie más.
Para comprenderlo es necesario apreciar los rasgos
constitutivos que vivió el Señor Jesús. Como profeta de la compasión, defensor
de los últimos, amigo de las mujeres, Él no podía excluir ni despreciar a
nadie.
Todos los israelitas de buena voluntad que mostraran un
genuino interés por acoger el designio de Dios y hacerlo realidad, dando un
tratamiento amoroso y digno hacia los más pequeños estaban dentro del camino
del Reino.
A nuestra comunidad eclesial le está resultando difícil
actualizar el rostro compasivo de Jesús en este momento histórico. Hace falta
discernir con más apertura y fidelidad.
"La verdad católica"
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, regresaron alegres los setenta y dos,
diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les dijo:
«Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de
pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os
podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan;
alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos».
En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu
Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a
pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado
por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el
Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos
los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes
quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros
oís, pero no lo oyeron».
(Lc 10,17-24)
Comentario
Hoy, el evangelista Lucas nos narra el hecho que da lugar
al agradecimiento de Jesús para con su Padre por los beneficios que ha otorgado
a la Humanidad. Agradece la revelación concedida a los humildes de corazón, a
los pequeños en el Reino. Jesús muestra su alegría al ver que éstos admiten,
entienden y practican lo que Dios da a conocer por medio de Él. En otras
ocasiones, en su diálogo íntimo con el Padre, también le dará gracias porque
siempre le escucha. Alaba al samaritano leproso que, una vez curado de su
enfermedad —junto con otros nueve—, regresa sólo él donde está Jesús para darle
las gracias por el beneficio recibido.
Escribe san Agustín: «¿Podemos llevar algo mejor en el
corazón, pronunciarlo con la boca, escribirlo con la pluma, que estas palabras:
‘Gracias a Dios’? No hay nada que pueda decirse con mayor brevedad, ni oír con
mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer con mayor utilidad».
Así debemos actuar siempre con Dios y con el prójimo, incluso por los dones que
desconocemos, como escribía san Josemaría Escrivá. Gratitud para con los
padres, los amigos, los maestros, los compañeros. Para con todos los que nos
ayuden, nos estimulen, nos sirvan. Gratitud también, como es lógico, con
nuestra Madre, la Iglesia.
La gratitud no es una virtud muy “usada” o habitual, y,
en cambio, es una de las que se experimentan con mayor agrado. Debemos
reconocer que, a veces, tampoco es fácil vivirla. Santa Teresa afirmaba: «Tengo
una condición tan agradecida que me sobornarían con una sardina». Los santos
han obrado siempre así. Y lo han realizado de tres modos diversos, como
señalaba santo Tomás de Aquino: primero, con el reconocimiento interior de los
beneficios recibidos; segundo, alabando externamente a Dios con la palabra; y,
tercero, procurando recompensar al bienhechor con obras, según las propias
posibilidades.
Rev. D. Josep VALL i Mundó (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Bruno
Fundador de los Cartujos
Bruno significa: "fuerte como una coraza o armadura
metálica" (Brunne, en alemán es coraza).
Este santo se hizo famoso por haber fundado la comunidad
religiosa más austera y penitente, los monjes cartujos, que viven en perpetuo
silencio y jamás comen carne ni toman bebidas alcohólicas.
Nació en Colonia, Alemania, en el año 1030. Desde joven
demostró poseer grandes cualidades intelectuales, y especialísimas aptitudes
para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era director
espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus dirigidos fue el
futuro Papa Urbano II.
Ordenado sacerdote fue profesor de teología durante 18
años en Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir éste, un hombre
indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa ciudad, y ante sus
comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión de obispos, y el
Sumo Pontífice destituyó a Manasés. Le ofrecieron el cargo de Arzobispo a
nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque se creía indigno de tan alto
cargo. El destituido en venganza, le hizo quitar a Bruno todos sus bienes y
quemar varias de sus posesiones.
Dicen que por aquel tiempo oyó Bruno una narración que le
impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía fama de ser buena
persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando le estaban
celebrando su funeral, habló tres veces. La primera dijo: "He sido
juzgado". La segunda: "He sido hallado culpable". La tercera:
"He sido condenado". Y decían que las gentes se habían asustado
muchísimo y habían huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de
un río caudaloso. Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que
bullían en su mente, llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse
totalmente a la vida de oración y penitencia, en un sitio bien alejado de
todos.
Teniendo todavía abundantes riquezas y gozando de la
amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la gente, y
pudiendo, si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno renunció a todo
esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes. Pero luego
sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos, sin embargo lo
que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo del mundo. Por
eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una nueva fundación.
San Hugo, obispo de Grenoble, vio en un sueño que siete
estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá construían un
faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente llegaron Bruno y
seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado para ellos
dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en ellos los que
había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en
la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos religiosos recibieron
el nombre de Cartujos.
San Bruno redactó para sus monjes un reglamento que es
quizás el más severo que ha existido para una comunidad. Silencio perpetuo.
Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30 de la mañana
ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo mismo a
mediodía y al atardecer.
Nunca comer carne ni tomar licores. Recibir visitas
solamente una vez por año. Dedicarse por varias horas al día al estudio o a
labores manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente incomunicados
con el mundo... Es un reglamento propio para hombres que quieren hacer gran
penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de santidad.
San Hugo llegó a admirar tanto la sabiduría y la santidad
de San Bruno, que lo eligió como su director espiritual, y cada vez que podía
se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en silencio y oración y
pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde Rogerio, quien desde el
día en que se encontró con Bruno la primera vez, sintió hacia él una veneración
tan grande, que no dejaba de consultarlo cuando tenía problemas muy graves que
resolver. Y aun se cuenta que una vez a Rogerio le tenían preparada una trampa
para matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a decirle que tuviera mucho
cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.
Por aquel tiempo había sido nombrado Papa Urbano II, el
cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su santidad y su
gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que le sirviera de
consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía que dejar su
vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a vivir en medio del mundo y
sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es difícil calcular la tristeza tan
grande que sus monjes sintieron al verle partir para lejanas tierras. Varios de
ellos no fueron capaces de soportar su ausencia y se fueron a acompañarlo a
Roma. Y entonces el Conde Rogerio le obsequió una finca en Italia y allá fundó
el santo un nuevo convento, con los mismos reglamentos de La Cartuja.
Los últimos años del santo los pasó entre misiones que le
confiaba el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el convento dedicado a la
contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy grande.
Murió el 6 e octubre del año 1101 dejando en la tierra
como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo el mundo por
su santidad y su austeridad. Que Dios nos conceda como a él, el ser capaces de
apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a lo que es
espiritual y lleva a la santidad.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
"Cuando advierta que para producir necesita obtener
autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye
hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se
hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las
leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario son ellos los que
están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada
y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá, afirmar sin
temor a equivocarse, que su sociedad está condenada"
Ayn Rand
Cuentos de Mamerto Menapace:
El científico y la rosa
Se trataba de un científico serio. No de un guitarrero.
Le habían pedido que estudiara los problemas de una planta de rosa que estaba
pasando por dificultades en su período de floración.
Tomó las cosas muy en serio. Primero estudió la tierra.
Descubrió que estaba cerca de una pared cuyos cimientos llegaban hasta la
tosca. La greda extraída había sido tirada precisamente en el lugar donde luego
tuvo que estar el rosal. Se trataba de una tierra con historia y con
condicionantes en parte negativos. Además, toda la lluvia que caía sobre
aquella parte del tejado, se descargaba en el alero que daba justo sobre la
planta. Podía suceder que a veces hubiera exceso de humedad. Carecía de sol por
la mañana; en cambio de tarde lo tenía en demasía, por el reflejo de la pared
encalada que le devolvía duplicado el calor.
Había muchos porqués en la historia previa de su tierra y
en la geografía que le tocaba compartir. Pero también los había en su propio
ser de rosal y en la historia de su crecimiento. Porque la variedad no era la
más adaptada a este clima. Fue plantada fuera de su época, y de pequeña había
sufrido un serio accidente que por poco termina con su existencia.
¡Cuántos traumas y condicionantes! Realmente al leer el
informe, era como para desesperarse. ¿Qué se podía hacer? Aparentemente se
trataba de circunstancias irreversibles, o muy poco variables ya.
Pero aquí estaba, a mi parecer, la equivocación. La suma
de todos los porqués del pasado de la rosa, no daban ninguna explicación sobre
el para qué de su existencia allí, en ese lugar y en esas condiciones. Todos
los porqué se referían a su pasado, y eran simplemente informes sobre la
realidad existente y comprobable. Y lo que en realidad interesaba era el
presente de la planta y su futuro.
Fueron nuevamente al científico, para pedirle un consejo.
Más que ello, quizá, quisieron saber para qué la planta estaba justamente allí
y no en otro lugar. Para qué se le pedía a la pobre rosa que viviera esa
geografía e historia con tantos condicionantes negativos. Y el hombre, que era
un científico en serio, no un guitarrero, les respondió:
-Eso no me lo pregunten a mí. Pregúntenselo al jardinero.
Y era cierto. La respuesta estaba integrada en un plan
mucho más amplio que el de la simple historia comprobable de la planta. El
jardinero tenía un proyecto en totalidad que abarcaba todo el jardín. En su
sabiduría, conocía muy bien todo lo que con su ciencia descubriría el
científico. Y sin embargo quiso que la rosa viviera, y que su existencia
embelleciera dolorosamente aquel rincón del jardín, comprometiéndose a vigilar
sus ciclos y a defender su vida amenazada. El jardinero estaba comprometido
tanto con la rosa como con toda la vida y la belleza del jardín. Esto dependía
de un plan nacido en la sabiduría de su corazón, y por tanto no podría nunca
ser investigado por el científico, que reducía su búsqueda a la mera existencia
de la planta individualmente considerada en su geografía concreta.
Al médico podrás preguntarle sobre los por qué de tu
dolor. Al psicólogo sobre la raíz de tus traumas. Al historiador y al sociólogo
el pasado que te condiciona.
Pero el para qué fuiste llamado a la vida aquí y ahora,
eso tenés que preguntarse a Dios.
Jesús decía:
- Mi Padre es el Jardinero.
Descubriendo el
mensaje
El cuento nos ayuda a reflexionar sobre el sentido de la
vida, "para qué" nos quiere Dios, "qué" espera de nosotros.
Comparar la tarea del científico con las explicaciones que buscamos, muchas
veces, a las situaciones que nos toca vivir en la vida…
¿Buscamos "por qués" para las cosas que
vivimos? ¿O buscamos "para qué" Dios nos puso donde estamos? ¿Nos
resulta sencillo encontrar un sentido que dé felicidad y plenitud a nuestra
vida? ¿Dónde lo buscamos? Recordar las palabras de Jesús: el Padre es el
Jardinero.
Pensamientos sanadores
Entrega a Dios tu modo de vincularte con los demás
Dios, al crearnos, nos ha hecho criaturas sociales, por
lo cual necesitamos vincularnos los unos con los otros.
Vincularse es la capacidad de relacionarse con otras
personas en los niveles de mayor profundidad. De este modo, tenemos la
capacidad de compartir con los demás pensamientos, sentimientos y proyectos,
sin temor a ser juzgados o rechazados.
Sin vínculos auténticos, el alma humana se volverá una
maraña de problemas interiores.
Cuando por medio de la oración, Dios nos invita a
contemplar la propia vida, también nos indica las heridas que necesitan ser
sanadas, para que de este modo, comencemos a vincularnos sanamente, pudiendo
recibir de esos lazos, fortalecimiento y nutrimento emocional
El que disimula una
ofensa cultiva la amistad, volver sobre la cosa
separa del amigo. Hace más una reprensión al hombre inteligente que cien
golpes a un necio.
Proverbios 17,
9-10.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la salud de la señora Juana María P.
A. que tiene osteoporosis; por la situación económica y laboral de Danny
Francisco G. P.; y por la salud emocional de Yubelka C. G., que son todos
integrantes de una misma familia y viven en Nicaragua.
Pedimos oración por Hugo Waldemar R., que vive en
Guatemala y cuya operación de la columna se ha postergado para el día 11.
Pedimos oración por Gonzalo M. B., su esposa embarazada y
su pequeña hija, de la ciudad de Córdoba, Argentina, todos los cuales
resultaron lesionados por la explosión de una garrafa en su hogar. Que Jesús
Misericordioso esté junto a ellos y los ayude a recuperarse pronto.
Pedimos oración por las siguientes personas de la
provincia de Buenos Aires, Argentina: por la salud de Antonio, 90 años, que le
están haciendo transfusiones; por Elsa, 81 años, su esposa, que tiene
dificultades para caminar; por Marisa y Patricia, sus hijas que los cuidan; y
por Lucía, 17 años, nieta, para que el Señor la guíe y María la proteja.
Pedimos oración por Nancy Lorena, de la ciudad de Buenos
Aires, Argentina, una joven madre que está con cáncer y en etapa de recaída.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas
Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las
suscripciones son gratuitas y se realizan únicamente por invitación. Hay que
solicitarlas a Melissa, la moderadora del Grupo a: picaflor05@gmail.com o a: picaflor.cl@gmail.com
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de días, siendo importante que no te suscribas desde una computadora de tu
oficina o lugar laboral, y que sólo te inscribas si de verdad estás dispuesto/a
a leer todos los días nuestros mensajes e incluso compartirlos con tus amigos y
conocidos reenviándoselos por correo electrónico.
Felipe de Urca
"Intimidad Divina"
Bienaventurados los que lloran
Jesús, venido a anunciar la Buena Noticia a los pobre,
vino también “a proclamar la liberación a los cautivos…, para dar la libertad a
los oprimidos” (Lc 4, 18). Esta es la señal inconfundible de la salvación
prometida por Dios a su pueblo y anunciada por los profetas: el Mesías se
inclina sobre todas las miserias humanas para salvar de ellas, para dar alivio
y gozo a los afligidos y para consolar al que llora. No obstante, nunca dejará
de haber afligidos, lo mismo que pobres, en el mundo. Las curaciones milagrosas
obradas por el Señor no son más que el símbolo de una salvación más profunda y
esencial. La obra de Jesús no se detiene en los cuerpos, sino va más a fondo,
toca los corazones y los cura del mayor de los males: el pecado. Las
aflicciones físicas y morales –las enfermedades, los duelos, las opresiones,
las angustias de la vida– se convierten en vehículo por el que la obra de la
salvación llega más fácilmente al hombre.
Cuando los males físicos o morales atormentan al hombre y
parecen clavarlo a situaciones irremediables no es fácil creer en la
bienaventuranza proclamada por el Señor. Y con todo, el dolor oculta siempre un
misterio de vida y de salvación. “Los que sembraran con lágrimas, cosechan
entre cantares –dice el Salmo–. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al
volver, vuelve cantando trayendo sus gavillas” (Sl 125, 5-6). Como el grano de
trigo debe pudrirse en el surco para dar vida a nuevas espigas, así el hombre
debe ser macerado por el sufrimiento para dar frutos de alegría eterna. Pero
hay que aguardar, y esperar el consuelo sólo de Dios. Hay que tener el coraje
de abrazar la cruz no sólo con resignación, sino con amor y con voluntad
resuelta de seguir a Jesús doliente hasta el Calvario y el sepulcro… con un
corazón dilatado por la caridad que acepta padecer y morir también por la
resurrección de los hermanos. Es la bienaventuranza del sufrimiento que
comienza ya a verificarse acá para quien sabe padecer con Cristo por la
salvación del mundo.
Mas para los que aman a Dios hay otros motivos de llanto.
Son las lágrimas ardientes de Agustín que no cesa de lamentarse: “Tarde te he
amado, oh Belleza siempre antigua y siempre nueva, tarde te he amado” (Conf. X,
27, 38). Son las lágrimas de Magdalena penitente y de Pedro que llora su caída.
Son las lágrimas de quien aun amando sinceramente a Dios, tiene que reprocharse
todos los días alguna flaqueza o infidelidad; lágrimas santas en compunción,
don del Espíritu Santo, que purifican del pecado y unen a Dios. Y, en fin, son
las lágrimas por todo el mal que, anegando el mundo, hace tantas víctimas,
arrolla a tantos inocentes, hace a muchos torcer de la fe, veja a la Iglesia y
ofende a Dios. También estas lágrimas, que son una participación en el llanto
de Cristo sobre Jerusalén y en agonía en el huerto de Getsemaní, serán
enjugadas, porque quien sufre con Cristo será glorificado con él (Tm 8, 17).
Dios mío, heme aquí
en tu presencia… pobre, pequeño, carente de todo. Soy nada, nada tengo, nada
puedo… Tú eres mi todo, tú eres mi riqueza. Dios mío, te doy gracias de haber
querido que yo no fuese nada delante de ti… Te doy gracias de las decepciones,
de las injusticias, de las humillaciones. Reconozco que las necesitaba, Dios
mío, seas bendito cuando me pruebas. Anonádame cada vez más. Que sea yo en el
edificio no como la piedra trabajada y pulida por la mano del artista, sino
como grano de arena desconocido, sacado del polvo del camino. Dios mío, te doy
gracias por haberme dejado vislumbrar la dulzura de tus consuelos. Te doy
gracias por haberme privado de ellos. Sólo siento no haberte amado bastante.
Nada deseo sino que tu voluntad se cumpla. Oh Jesús, tu mano es dulce, hasta en
el ápice de la prueba. Que sea yo crucificado, pero crucificado contigo.
(General de Sonis)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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