jueves, 26 de febrero de 2015

Pequeñas Semillitas 2613

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2613 ~ Jueves 26 de Febrero de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Dicen que todos enfrentamos diariamente una batalla, ya sea física, emocional o material. Y eso lo vivimos todos, de alguna manera. Porque así como tú la enfrentas, también cada ser humano tiene su propia batalla personal.
Entender profundamente esta verdad es grandioso porque ella nos vuelve compasivos y amables con nuestro prójimo. Tratemos de mantener buenas relaciones interpersonales, ser mujeres y hombres sensibles para entender el sufrimiento del otro, porque todos llevamos algún dolor adentro.
Como cristianos estamos llamados a amar, y parte fundamental del amor al prójimo es el servicio.

¡Buenos días!

Fila india
Cuántas veces nos equivocamos al juzgar a los demás. No conocemos la realidad de las personas, con su historia concreta; y, sin embargo, las condenamos sin piedad porque quizás a primera vista nos han caído mal o por un detalle sin importancia. Dios es el único que puede juzgar, porque es el único que ve todo el hombre y toda su vida.

Un día alguien dijo que los hombres caminaban por la faz de la tierra en fila india, cada uno cargando con dos bolsas, una adelante y otra atrás. En la bolsa de adelante ponemos nuestras virtudes y en la bolsa de atrás nuestros defectos. Por lo tanto, durante el viaje de la vida, mantenemos los ojos fijos en las bellas cualidades que tenemos y, al mismo tiempo, reparamos sin compasión en la espalda del compañero de adelante y conocemos a perfección sus debilidades. Mientras no percibimos que la persona que está detrás piensa lo mismo de nosotros. Por eso no puedes olvidar que vas por el mundo en  fila india.

Jesús dice: “No juzguen y no serán juzgados”. No es fácil, pero con la ayuda del Señor avanzarás en esta dirección. Es más positivo elevar una oración por los que te hieren y fastidian que rumiar los agravios recibidos. Así conservarás la paz en tu corazón y harás algo efectivo para remediar los límites del prójimo. Que el Señor te asista.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas». (Mt 7,7-12)

Comentario
Hoy, Jesús nos habla de la necesidad y del poder de la oración. No podemos entender la vida cristiana sin relación con Dios, y en esta relación, la oración ocupa un lugar central. Mientras vivimos en este mundo, los cristianos nos encontramos en un camino de peregrinaje, pero la oración nos acerca a Dios, nos abre las puertas de su amor inmenso y nos anticipa ya las delicias del cielo. Por esto, la vida cristiana es una continua petición y búsqueda: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Mt 7,7), nos dice Jesús.
Al mismo tiempo, la oración va transformando el corazón de piedra en un corazón de carne: «Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!» (Mt 7,11). El mejor resumen que podemos pedir a Dios se encuentra en el Padrenuestro: «Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo» (cf. Mt 6,10). Por tanto, no podemos pedir en la oración cualquier cosa, sino aquello que sea realmente un bien. Nadie desea un daño para sí mismo; por esto, tampoco no lo podemos querer para los demás.
Hay quien se queja de que Dios no le escucha, porque no ve los resultados de manera inmediata o porque piensa que Dios no le ama. En casos así, no nos vendrá mal recordar este consejo de san Jerónimo: «Es cierto que Dios da a quien se lo pide, que quien busca encuentra, y a quien llama le abren: se ve claramente que aquel que no ha recibido, que no ha encontrado, ni tampoco le han abierto, es porque no ha pedido bien, no ha buscado bien, ni ha llamado bien a la puerta». Pidamos, pues, en primer lugar a Dios que haga bondadoso nuestro corazón como el de Jesucristo.
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)

Cada día de Cuaresma
Día 9: La oración de petición
Pedir y dar; eso es la mayor parte de nuestra vida y de nuestro ser. Al pedir nos reconocemos necesitados. Al dar podemos ser conscientes de la riqueza sin término que Dios ha puesto en nuestro corazón. Lo mismo nos ocurre con Dios. Gran parte de nuestras relaciones con Él están definidas por la petición; el resto, por el agradecimiento. Pedir nos hace humildes. Además, damos a nuestro Dios la oportunidad de mostrarse como Padre. No pedimos con egoísmo, ni llenos de soberbia, ni con avaricia, ni por envidia. Debemos examinar en la presencia los verdaderos motivos de nuestra petición. Le preguntaremos en la intimidad de nuestra alma si eso que hemos solicitado nos ayudará a amarle más y a cumplir mejor su Voluntad. La primera condición de toda petición eficaz es conformar primero nuestra voluntad con la Voluntad de Dios, y así habremos dado un paso muy importante en la virtud de la humildad.

Jesús nos oye siempre: también cuando parece que calla. Quizá es entonces cuando más atentamente nos escucha; quiere que le pidamos confiadamente, sin desánimo, con fe. Pero no basta pedir; hay que hacerlo con perseverancia, sin cansarnos, para que la constancia alcance lo que no pueden nuestros méritos. Dios ha previsto todas las gracias y ayudas que necesitamos, pero también ha previsto nuestra oración. Pedid y se os dará... llamad y se os abrirá. Y recordamos ahora nuestras muchas necesidades personales y las de aquellas personas que viven cerca de nosotros. No nos abandona el Señor.

Si alguna vez no se nos concedió algo que pedimos confiadamente, es que no nos convenía: ¡Él sí que sabe lo que nos conviene! Esa oración que hicimos con tanta insistencia habrá sido eficaz para otros bienes, o para otra ocasión más necesaria. Para que nuestra petición sea atendida con más prontitud, podemos solicitar las oraciones de otras personas cercanas a Dios: “Después de la oración del Sacerdote y de las vírgenes consagradas, la oración más grata a Dios es la de los niños y la de los enfermos” (SAN JOSEMARIA. ESCRIVÁ, Camino). También pedimos a nuestro Ángel Custodio que interceda por nosotros. Finalmente tenemos el camino para que nuestras peticiones lleguen con prontitud ante la presencia de Dios: Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra. A Ella acudimos ahora y siempre.
P. Francisco Fernández Carvajal

Santoral Católico:
Santa Paula Montal
Fundadora
Nació en Arenys de Mar (Barcelona) el año 1799. En su juventud, colaborando con su párroco en la catequesis de niños y jóvenes, constató la necesidad urgente de la promoción humana y cristiana de la mujer y de la educación integral de niñas y jóvenes. A tal fin, y empezando en Figueras, fue estableciendo escuelas y formando a sus miembros. En Sabadell, orientada y ayudada por los escolapios, con cuyo carisma se sentía identificada, estructuró canónicamente su nueva congregación, las Hijas de María, Religiosas de las Escuelas Pías, con la espiritualidad y reglas calasancias. La fundación creció y se extendió rápidamente. Paula pasó sus últimos treinta años en Olesa de Montserrat, trabajando en su comunidad y con niñas de la localidad, a la vez que se desbordaba en obras de caridad y ayuda a los pobres y necesitados. Y allí murió el 26 de febrero de 1889. Juan Pablo II la canonizó el 2001.
© Directorio Franciscano    

Palabras del Papa Francisco

“Dios no es indiferente a nosotros […]
Sin embargo, nosotros cuando estamos bien y nos sentimos a gusto,
nos olvidamos de los demás, no nos interesan sus problemas,
ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen…
Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia.
Esa actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial,
hasta tal punto que podemos hablar de globalización de la indiferencia” 

Tema del día:
Actitudes cuaresmales
Vivir la Cuaresma como entrada en la Resurrección de Cristo, a través de la participación y asimilación de sus sufrimientos y su muerte, incluye una serie de actitudes de espíritu, entre las que cada comunidad y cada creyente debe discernir las que ha de encarnar sobre todo, según el estado de su fe. Citemos algunas:

1. Búsqueda sincera del verdadero Dios viviente; realista y profunda; superando ideas falsas y purificando la fe. Hasta aceptarle en su auténtico papel en la propia vida personal, familiar, social.

2. Descubrir a Jesucristo como “salvador” efectivo, como única solución definitiva de la propia existencia, de la existencia de todos y de toda la historia. Conocerle mejor y aceptarlo más vivamente.

3. Sincera conversión; con todas las consecuencias; cambio de mentalidad y de vida en lo que haga falta. Abrir el alma, la fe, la esperanza, el amor y la vida, al dinamismo de la muerte y resurrección de Cristo; y, a su luz y con su fuerza, purificar, quemar, arrancar lo que sea preciso arrancar en el propio vivir egoísta.

4. Sellar el encuentro con Dios en Cristo y con los hermanos, en los sacramentos de la pascua de Cristo: confesión hecha a fondo; redescubrimiento y renovación del propio bautismo; eucaristía viva y fraterna.

5. Vitalizar las “prácticas religiosas”, el culto: sinceridad y vida: encuentro siempre nuevo con Dios, con Cristo, con los hermanos.

6. Llevar a la vida diaria la fe y la vivencia de los sacramentos y del culto: amar de verdad, servir, ayudar, solidarizarse con los demás, especialmente con los que sufren y con los más necesitados; vivir al impulso del Espíritu de Cristo que es el amor sin límites, y comprometerse en la acción de promover a los hombres hacia la libertad, la justicia, la paz, la dicha y la verdadera existencia que corresponde a la dignidad humana; hacer que, a través de nosotros, actúe en el mundo la muerte y la resurrección de Cristo.

7. Vivir todo eso de forma que nuestra fe, nuestro amor y nuestra acción, nos sitúen responsablemente en la Iglesia responsable y servidora del mensaje y el amor de Cristo; procurar no agriar más las distancias y divisiones dentro de la Iglesia, no contribuyendo ni a la parálisis de la Iglesia cómodamente situada, ni a la disgregación de la Iglesia en grupos sectarios; siendo, más bien, fermento de unidad futura en la fraternidad de la Iglesia que vive pobre para los pobres en el incesante don de sí por el Espíritu del amor sin límites.
© Teófilo Cabestrero, cmf

Mensaje de María Reina de la Paz 
Mensaje de María Reina de la Paz del 25 de febrero de 2015

“¡Queridos hijos! En este tiempo de gracia, los invito a todos: oren más y hablen menos. En la oración busquen la voluntad de Dios y vívanla según los Mandamientos a los que Dios los invita. Yo estoy con ustedes y oro con ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”

Unidos a María
Cuando se hizo obispo de Cracovia en 1958, Karol Wojtyla (futuro primer Papa polaco de la historia, bajo el nombre de Juan Pablo II) eligió el lema mariano «Totus Tuus». Esta fórmula, «Totus Tuus» que tomó prestada a San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716), autor del Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, tuvo un profundo impacto sobre Karol Wojtyla.
La lectura del Tratado le ayudó a volver al culto de María del cual desconfiaba un poco. Karol Wojtyla era un intelectual con una visión racional y filosófica de las cosas. Para él, el culto a María era un poco como un salto de la fe.
San Luis María Grignion de Montfort le permitió entender que el culto a María podría ser seguido profundamente, con la condición: que sea el camino hacia Cristo. Venerar a María es una manera de acercarse a Cristo.
Una frase del Tratado nos da una idea de la visión mariana de San Luis María Grignion de Montfort: «Cada vez que piensas en María, María piensa en Dios por ti. Cada vez que veneras a María, María alaba y honra a Dios»
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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