martes, 3 de febrero de 2015

Pequeñas Semillitas 2590

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2590 ~ Martes 3 de Febrero de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Al enfrentar la pérdida de un ser amado, nuestros corazones claman en el dolor de la soledad y no son consolados con respuestas fáciles. Nuestros corazones nos dicen que se supone que vivamos, no que muramos. Se supone que expresemos vida. Y cuando alguien no lo hace, nos preguntamos por qué.
Para comprender el significado de la muerte, debemos comprender el significado de la vida. Al mirar a la vida, vemos que las cosas pueden cambiar. Pero aunque todas las cosas cambian, nada perece.
Es esto verdad en el mundo de las cosas. ¡Cuánto más cierto es en el mundo de la mente! El alma tiene una sustancia propia, no menos permanente por el hecho de ser inmaterial, no menos real por el hecho de ser invisible. No podemos medirla con un calibrador ni pesarla en una balanza. No podemos tocarla con los dedos ni verla con los ojos. Pero está allí, real y sustancial. Cambia, pero no perece.
La muerte es una puerta por medio de la cual pasamos a otra habitación. Es un descanso entre dos notas de una sinfonía inconclusa. Es una página que pasamos a un nuevo capítulo en el libro de la vida. No es el fin; es un nuevo comienzo. No es el otoño ni la noche; es otro amanecer.
© James Dillet Freeman

¡Buenos días!

Urbanidad y cortesía
“Urbanidad y buenos modales abren puertas principales”, dice un refrán español. La convivencia humana se hace más fácil y agradable si, además de la sinceridad y sencillez del trato, procuramos no molestar con modales o expresiones que hieren la sensibilidad de los demás. Un talante afable, sereno, respetuoso es bien recibido por todos.

Jaimito llegó a la escuela tan sucio como el día anterior se había ido a su casa.
La maestra se indigna:
— Decime, ¿no se lavan ustedes en casa?
— No hace falta. Nos reconocemos por la voz.

Los santos han visto en la cortesía como el perfume y la crema de la caridad. La presentan como un efecto del verdadero amor por los demás. Resulta a veces que ciertas expresiones ordinarias, ciertos modos descomedidos, ofenden tanto como injurias. Que el respeto al prójimo sea tu norma. 
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer. (Mc 5,21-43)

Comentario
Hoy el Evangelio nos presenta dos milagros de Jesús que nos hablan de la fe de dos personas bien distintas. Tanto Jairo —uno de los jefes de la sinagoga— como aquella mujer enferma muestran una gran fe: Jairo está seguro de que Jesús puede curar a su hija, mientras que aquella buena mujer confía en que un mínimo de contacto con la ropa de Jesús será suficiente para liberarla de una enfermedad muy grave. Y Jesús, porque son personas de fe, les concede el favor que habían ido a buscar.
La primera fue ella, aquella que pensaba que no era digna de que Jesús le dedicara tiempo, la que no se atrevía a molestar al Maestro ni a aquellos judíos tan influyentes. Sin hacer ruido, se acerca y, tocando la borla del manto de Jesús, “arranca” su curación y ella enseguida lo nota en su cuerpo. Pero Jesús, que sabe lo que ha pasado, no la quiere dejar marchar sin dirigirle unas palabras: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad» (Mc 5,34).
A Jairo, Jesús le pide una fe todavía más grande. Como ya Dios había hecho con Abraham en el Antiguo Testamento, pedirá una fe contra toda esperanza, la fe de las cosas imposibles. Le comunicaron a Jairo la terrible noticia de que su hijita acababa de morir. Nos podemos imaginar el gran dolor que le invadiría en aquel momento, y quizá la tentación de la desesperación. Y Jesús, que lo había oído, le dice: «No temas, solamente ten fe» (Mc 5,36). Y como aquellos patriarcas antiguos, creyendo contra toda esperanza, vio cómo Jesús devolvía la vida a su amada hija.
Dos grandes lecciones de fe para nosotros. Desde las páginas del Evangelio, Jairo y la mujer que sufría hemorragias, juntamente con tantos otros, nos hablan de la necesidad de tener una fe inconmovible. Podemos hacer nuestra aquella bonita exclamación evangélica: «Creo, Señor, ayuda mi incredulidad» (Mc 9,24).
Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona, España)

Santoral Católico:
San Blas
Obispo y Mártir
Nació en Sebaste (Armenia) en la segunda mitad del siglo III. Según la tradición fue médico y cristiano ejemplar. Lo eligieron obispo de su ciudad natal, y fue pastor prudente y celoso, intrépido protector de sus fieles en las terribles persecuciones del Imperio Romano de principios del siglo IV. Tuvo que huir a las montañas donde se entregó a la penitencia y la contemplación. Lo apresaron, y su traslado ante el prefecto constituyó una apoteosis popular, acompañada de milagros. Ante su negativa a renunciar a la fe, lo sometieron a toda clase de tormentos, y murió decapitado en su ciudad natal, con toda probabilidad el año 316. Su culto se extendió por toda Europa y es invocado como intercesor en las enfermedades de garganta.
Oración: Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo, que hoy te invoca apoyado en la protección de tu mártir san Blas: concédenos, por sus méritos, la paz en esta vida y el premio de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

La frase de hoy

"Dios no manda imposibles,
sino que al mandar
avisa que hagas lo que puedas
y pidas lo que no puedas
y ayuda para que puedas"
~ San Agustín ~

Tema del día:
Mirando hacia el pasado
Cuando miramos al cielo en una noche estrellada, estamos mirando hacia el pasado.

Sí, efectivamente, al mirar las estrellas, las estamos viendo cómo eran hace años, incluso miles de años atrás en el tiempo.

¿Y por qué sucede esto así?

Porque la velocidad de la luz es de 300.000 kilómetros por segundo, y si bien es una velocidad asombrosa, sucede que las estrellas están tan lejanas de nosotros, que la luz emitida por ellas tarda años, siglos y milenios en llegar hasta la Tierra, hasta nosotros.

Por eso las distancias estelares se miden en años luz, es decir, el camino recorrido por la luz en un año, alrededor de 10 billones de kilómetros.

Por ejemplo la estrella más cercana a la Tierra es la llamada Alfa Centauro que está a más de 40 billones de kilómetros de la Tierra, por lo que la luz que sale de esa estrella tarda unos 4 años en llegar a nosotros. De modo que si una noche clara de luna, pudiéramos mirar hacia esa estrella, la estaríamos viendo como era hace cuatro años atrás, pues la luz que llega a nuestra retina, partió de la estrella hace cuatro años.

Pero eso no es todo, porque hay estrellas que están muchísimo más lejanas, y la mayor parte de las que vemos en las noches estrelladas, están a cientos de años luz, por lo que las estamos viendo tal cual como eran hace cientos de años.

El mismo sol incluso, no lo vemos tal cual es ahora, sino como era hace unos 8 minutos y 20 segundos atrás, pues se encuentra a 150 millones de kilómetros de la Tierra, y la luz que parte del sol tarda en recorrer el camino hasta la Tierra, ese tiempo de 8 minutos 20 segundos. De modo que si en este instante el sol se pusiera rojo, nosotros en la Tierra lo veríamos recién a los 8 minutos y 20 segundos.

Cosas interesantes que es bueno meditar, para alabar a Dios que ha hecho las cosas tan maravillosas, las estrellas tan enormes y las distancias entre ellas tan siderales.

Así que recordemos que cuando una noche fresca salgamos al patio de nuestra casa y miremos el cielo estrellado, estaremos mirando hacia el pasado remoto.
© Un rincón en la web

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para María Alejandra, que vive en Managua, Nicaragua, y padece un problema neurológico denominado crisis de ausencia, que es una forma menor de epilepsia, rogando al Buen Jesús que la asista para que pueda superar esta enfermedad.

Pedimos oración por el recuerdo del cumpleaños (hoy) de Elisardo Raúl López, para quien su hermana dedica estas palabras: "Que hoy te encuentres gozando de la compañía del Señor, que junto a María y los ángeles goces de la Paz eterna y todo su amor, te recuerda y te quiere con toda su alma, tu hermana Cecilia."

Pedimos oración por el descanso eterno del alma de Sor Rosario, de las hermanas clarisas de Vic, España, a quien el Señor llamó a su presencia ayer, día de la Vida Consagrada.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Fernando Ll. de México, a quien el Señor ha llamado a su lado.

Al cumplirse hoy ocho años de su pascua al cielo, pido una oración por el alma de mi padre, Don Felipe.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
Nuestra confianza en María tiene que ser muy grande, porque Ella es la Madre de la Misericordia y quiere que nos salvemos y hará todo por salvarnos. No dudemos nunca de acudir a los brazos de esta Madre amorosísima, aunque nuestros pecados sean rojos como la grana y numerosos como las arenas del mar, Ella encontrará la forma de reconciliarnos con Dios, con su Hijo, y cantaremos felices a su lado por toda la eternidad, alabándola y agradeciéndole por siempre la merced que nos ha hecho al salvarnos de las fauces del Infierno que quería devorarnos. Recordemos que María en bondad es sólo inferior a Dios y, en cierto modo, Ella tiene dulzuras que Dios no tiene, pues por algo ha arrebatado el Corazón de Dios y es la obra maestra de la Santísima Trinidad.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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