PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 10 - Número 2590 ~ Martes
3 de Febrero de 2015
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Al enfrentar la pérdida de un ser amado, nuestros
corazones claman en el dolor de la soledad y no son consolados con respuestas
fáciles. Nuestros corazones nos dicen que se supone que vivamos, no que
muramos. Se supone que expresemos vida. Y cuando alguien no lo hace, nos
preguntamos por qué.
Para comprender el significado de la muerte, debemos
comprender el significado de la vida. Al mirar a la vida, vemos que las cosas
pueden cambiar. Pero aunque todas las cosas cambian, nada perece.
Es esto verdad en el mundo de las cosas. ¡Cuánto más
cierto es en el mundo de la mente! El alma tiene una sustancia propia, no menos
permanente por el hecho de ser inmaterial, no menos real por el hecho de ser
invisible. No podemos medirla con un calibrador ni pesarla en una balanza. No
podemos tocarla con los dedos ni verla con los ojos. Pero está allí, real y
sustancial. Cambia, pero no perece.
La muerte es una puerta por medio de la cual pasamos a
otra habitación. Es un descanso entre dos notas de una sinfonía inconclusa. Es
una página que pasamos a un nuevo capítulo en el libro de la vida. No es el
fin; es un nuevo comienzo. No es el otoño ni la noche; es otro amanecer.
© James Dillet Freeman
¡Buenos días!
Urbanidad y cortesía
“Urbanidad y
buenos modales abren puertas principales”, dice un refrán español. La
convivencia humana se hace más fácil y agradable si, además de la sinceridad y
sencillez del trato, procuramos no molestar con modales o expresiones que
hieren la sensibilidad de los demás. Un talante afable, sereno, respetuoso es
bien recibido por todos.
Jaimito llegó a la escuela tan sucio como el
día anterior se había ido a su casa.
La maestra se indigna:
— Decime, ¿no se lavan ustedes en casa?
— No hace falta. Nos reconocemos por la voz.
Los santos han
visto en la cortesía como el perfume y la crema de la caridad. La presentan
como un efecto del verdadero amor por los demás. Resulta a veces que ciertas
expresiones ordinarias, ciertos modos descomedidos, ofenden tanto como
injurias. Que el respeto al prójimo sea tu norma.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la
otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del
mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a
sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de
morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con
él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde
hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado
todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído
lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto.
Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré».
Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba
sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido
de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?».
Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y
preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para
descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había
sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda
la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada
de tu enfermedad».
Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la
sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?».
Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas;
solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago
y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y
observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos.
Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está
dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma
consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la
niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir:
«Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se
puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y
les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de
comer. (Mc
5,21-43)
Comentario
Hoy el Evangelio nos presenta dos milagros de Jesús que
nos hablan de la fe de dos personas bien distintas. Tanto Jairo —uno de los
jefes de la sinagoga— como aquella mujer enferma muestran una gran fe: Jairo
está seguro de que Jesús puede curar a su hija, mientras que aquella buena
mujer confía en que un mínimo de contacto con la ropa de Jesús será suficiente
para liberarla de una enfermedad muy grave. Y Jesús, porque son personas de fe,
les concede el favor que habían ido a buscar.
La primera fue ella, aquella que pensaba que no era digna
de que Jesús le dedicara tiempo, la que no se atrevía a molestar al Maestro ni
a aquellos judíos tan influyentes. Sin hacer ruido, se acerca y, tocando la
borla del manto de Jesús, “arranca” su curación y ella enseguida lo nota en su
cuerpo. Pero Jesús, que sabe lo que ha pasado, no la quiere dejar marchar sin
dirigirle unas palabras: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada
de tu enfermedad» (Mc 5,34).
A Jairo, Jesús le pide una fe todavía más grande. Como ya
Dios había hecho con Abraham en el Antiguo Testamento, pedirá una fe contra
toda esperanza, la fe de las cosas imposibles. Le comunicaron a Jairo la
terrible noticia de que su hijita acababa de morir. Nos podemos imaginar el
gran dolor que le invadiría en aquel momento, y quizá la tentación de la
desesperación. Y Jesús, que lo había oído, le dice: «No temas, solamente ten
fe» (Mc 5,36). Y como aquellos patriarcas antiguos, creyendo contra toda
esperanza, vio cómo Jesús devolvía la vida a su amada hija.
Dos grandes lecciones de fe para nosotros. Desde las
páginas del Evangelio, Jairo y la mujer que sufría hemorragias, juntamente con
tantos otros, nos hablan de la necesidad de tener una fe inconmovible. Podemos
hacer nuestra aquella bonita exclamación evangélica: «Creo, Señor, ayuda mi
incredulidad» (Mc 9,24).
Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona, España)
Santoral Católico:
San Blas
Obispo y Mártir
Nació en Sebaste (Armenia) en la segunda mitad del siglo
III. Según la tradición fue médico y cristiano ejemplar. Lo eligieron obispo de
su ciudad natal, y fue pastor prudente y celoso, intrépido protector de sus
fieles en las terribles persecuciones del Imperio Romano de principios del
siglo IV. Tuvo que huir a las montañas donde se entregó a la penitencia y la
contemplación. Lo apresaron, y su traslado ante el prefecto constituyó una
apoteosis popular, acompañada de milagros. Ante su negativa a renunciar a la
fe, lo sometieron a toda clase de tormentos, y murió decapitado en su ciudad
natal, con toda probabilidad el año 316. Su culto se extendió por toda Europa y
es invocado como intercesor en las enfermedades de garganta.
Oración: Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo,
que hoy te invoca apoyado en la protección de tu mártir san Blas: concédenos,
por sus méritos, la paz en esta vida y el premio de la vida eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
"Dios no manda imposibles,
sino que al mandar
avisa que hagas lo que puedas
y pidas lo que no puedas
y ayuda para que puedas"
~ San Agustín ~
Tema del día:
Mirando hacia el pasado
Cuando miramos al cielo en una noche estrellada, estamos
mirando hacia el pasado.
Sí, efectivamente, al mirar las estrellas, las estamos
viendo cómo eran hace años, incluso miles de años atrás en el tiempo.
¿Y por qué sucede esto así?
Porque la velocidad de la luz es de 300.000 kilómetros
por segundo, y si bien es una velocidad asombrosa, sucede que las estrellas
están tan lejanas de nosotros, que la luz emitida por ellas tarda años, siglos
y milenios en llegar hasta la Tierra, hasta nosotros.
Por eso las distancias estelares se miden en años luz, es
decir, el camino recorrido por la luz en un año, alrededor de 10 billones de
kilómetros.
Por ejemplo la estrella más cercana a la Tierra es la
llamada Alfa Centauro que está a más de 40 billones de kilómetros de la Tierra,
por lo que la luz que sale de esa estrella tarda unos 4 años en llegar a
nosotros. De modo que si una noche clara de luna, pudiéramos mirar hacia esa
estrella, la estaríamos viendo como era hace cuatro años atrás, pues la luz que
llega a nuestra retina, partió de la estrella hace cuatro años.
Pero eso no es todo, porque hay estrellas que están
muchísimo más lejanas, y la mayor parte de las que vemos en las noches
estrelladas, están a cientos de años luz, por lo que las estamos viendo tal
cual como eran hace cientos de años.
El mismo sol incluso, no lo vemos tal cual es ahora, sino
como era hace unos 8 minutos y 20 segundos atrás, pues se encuentra a 150
millones de kilómetros de la Tierra, y la luz que parte del sol tarda en
recorrer el camino hasta la Tierra, ese tiempo de 8 minutos 20 segundos. De
modo que si en este instante el sol se pusiera rojo, nosotros en la Tierra lo
veríamos recién a los 8 minutos y 20 segundos.
Cosas interesantes que es bueno meditar, para alabar a
Dios que ha hecho las cosas tan maravillosas, las estrellas tan enormes y las
distancias entre ellas tan siderales.
Así que recordemos que cuando una noche fresca salgamos
al patio de nuestra casa y miremos el cielo estrellado, estaremos mirando hacia
el pasado remoto.
© Un rincón en la web
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón
de María; por la conversión de todos los
pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos
motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto,
la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la
fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este
sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por
las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para María Alejandra, que vive en Managua, Nicaragua, y padece un problema neurológico denominado crisis de ausencia, que es una forma menor de epilepsia, rogando al Buen Jesús que la asista para que pueda superar esta enfermedad.
Pedimos oración para María Alejandra, que vive en Managua, Nicaragua, y padece un problema neurológico denominado crisis de ausencia, que es una forma menor de epilepsia, rogando al Buen Jesús que la asista para que pueda superar esta enfermedad.
Pedimos oración por el recuerdo del cumpleaños (hoy) de Elisardo Raúl López, para quien su
hermana dedica estas palabras: "Que hoy te encuentres gozando de la
compañía del Señor, que junto a María y los ángeles goces de la Paz eterna y
todo su amor, te recuerda y te quiere con toda su alma, tu hermana
Cecilia."
Pedimos oración por el descanso eterno del alma de Sor Rosario, de las hermanas clarisas
de Vic, España, a quien el Señor llamó a su presencia ayer, día de la Vida
Consagrada.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Fernando Ll. de México, a quien el Señor ha llamado a su lado.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Fernando Ll. de México, a quien el Señor ha llamado a su lado.
Al cumplirse hoy ocho años de su pascua al cielo, pido
una oración por el alma de mi padre, Don
Felipe.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Unidos a María
Nuestra confianza en María tiene que ser muy grande,
porque Ella es la Madre de la Misericordia y quiere que nos salvemos y hará
todo por salvarnos. No dudemos nunca de acudir a los brazos de esta Madre
amorosísima, aunque nuestros pecados sean rojos como la grana y numerosos como
las arenas del mar, Ella encontrará la forma de reconciliarnos con Dios, con su
Hijo, y cantaremos felices a su lado por toda la eternidad, alabándola y
agradeciéndole por siempre la merced que nos ha hecho al salvarnos de las fauces
del Infierno que quería devorarnos. Recordemos que María en bondad es sólo
inferior a Dios y, en cierto modo, Ella tiene dulzuras que Dios no tiene, pues
por algo ha arrebatado el Corazón de Dios y es la obra maestra de la Santísima
Trinidad.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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