PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 10 - Número 2595 ~ Domingo 8 de Febrero de 2015
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Dios, Padre/Madre, haznos partícipes de la oración de
Jesús.
Enséñanos a orar como Él mismo oró: en espíritu y en verdad. Danos espíritu de
oración.
Sólo Tú puedes recoger nuestro corazón en ti.
Sólo Tú puedes concedernos que, a través del diario quehacer, te hallemos a ti,
que eres lo único necesario. Lo único en quien nuestro corazón puede descansar.
Venga tu Espíritu en nuestra ayuda, y, como nosotros no sabemos qué debemos
pedir, interceda Él por nosotros con gemidos inefables.
© Karl Rahner
© Karl Rahner
¡Buenos días!
Nasrudín en la corte
Un refrán dice
“las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. El poder del testimonio es
enorme y decisivo. Las palabras están devaluadas. Nunca el mensaje de Jesús
tuvo tanta fuerza como cuando pregonó el amor desde la cruz. Para construir a
tu alrededor una civilización del amor aporta cada día gestos de servicio, de
humildad y generosidad.
Nasrudín
—el sabio y santo sufí— entró precipitadamente en el salón del trono y
se arrojó a los pies del rey.
—¡Majestad, Alá ha hecho de mi un santo y me
ha dicho que ocupe mi lugar en la corte!
—¿Estás loco?
—Debo estarlo. ¿Cómo, si no, habría aceptado
ser un santo en tu corte?
En la Biblia hay
una palabra que expresa la respuesta del hombre al llamado de Dios; la
pronunció Abraham cuando Dios lo llamó a dejar su tierra; la pronunció Samuel e
Isaías cuando Dios los llamó a ser profetas, la pronunció María cuando Dios la
llamó a ser madre del Salvador; todos dijeron “¡Aquí estoy, Señor! “ ¡Aunque
parecía una locura!
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, cuando Jesús salió de la sinagoga se fue
con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama
con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó.
La fiebre la dejó y ella se puso a servirles. Al atardecer, a la puesta del
sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba
agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas
enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues
le conocían.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se
levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón
y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te
buscan». Él les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que
también allí predique; pues para eso he salido». Y recorrió toda Galilea,
predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios. (Mc 1,29-39)
Comentario
Hoy, contemplamos a Jesús en Cafarnaúm, el centro de su
ministerio, y más en concreto en casa de Simón Pedro: «Cuando salió de la
sinagoga se fue (...) a casa de Simón y Andrés» (Mc 1,29). Allí encuentra a su
familia, la de aquellos que escuchan la Palabra y la cumplen (cf. Lc 8,21). La
suegra de Pedro está enferma en cama y Él, con un gesto que va más allá de la
anécdota, le da la mano, la levanta de su postración y la devuelve al servicio.
Se acerca a los pobres-sufrientes que le llevan y los
cura solamente alargando la mano; sólo con un breve contacto con Él, que es
fuente de vida, quedan liberados-salvados.
Todos buscan a Cristo, algunos de una manera expresa y
esforzada, otros quizá sin ser conscientes de ello, ya que «nuestro corazón
está inquieto y no encuentra descanso hasta reposar en Él» (San Agustín).
Pero, así como nosotros le buscamos porque necesitamos
que nos libere del mal y del Maligno, Él se nos acerca para hacer posible
aquello que nunca podríamos conseguir nosotros solos. Él se ha hecho débil para
ganarnos a nosotros débiles, «se ha hecho todo para todos para ganar al menos
algunos» (1Cor 9,22).
Hay una mano alargada hacia nosotros que yacemos
agobiados por tantos males; basta con abrir la nuestra y nos encontraremos en
pie y renovados para el servicio. Podemos “abrir” la mano mediante la oración,
tomando ejemplo del Señor: «De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se
levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración» (Mc
1,35).
Además, la Eucaristía de cada domingo es el encuentro con
el Señor que viene a levantarnos del pecado de la rutina y del desánimo para
hacer de nosotros testigos vivos de un encuentro que nos renueva
constantemente, y que nos hace libres de verdad con Jesucristo.
Rev. D. Francesc CATARINEU i Vilageliu (Sabadell,
Barcelona, España)
Palabras de San Juan Pablo II
"Es hora de redescubrir, queridos hermanos y
hermanas, el valor de la oración, su fuerza misteriosa, su capacidad de
volvernos a conducir a Dios y de introducirnos en la verdad radical del ser
humano. […] Cuando un hombre ora, se coloca ante Dios, ante un Tú, un Tú
divino, y comprende al mismo tiempo la íntima verdad de su propio yo: Tú
divino, yo humano, ser personal creado a imagen de Dios"
Tema del día:
Retirarse a orar
En medio de su intensa actividad de profeta itinerante,
Jesús cuidó siempre su comunicación con Dios en el silencio y la soledad. Los
evangelios han conservado el recuerdo de una costumbre suya que causó honda
impresión: Jesús solía retirarse de noche a orar.
El episodio que narra Marcos nos ayuda a conocer lo que
significaba la oración para Jesús. La víspera había sido una jornada dura.
Jesús «había curado a muchos enfermos».
El éxito había sido muy grande. Cafarnaúm estaba conmocionada: «La población entera se agolpaba» en
torno a Jesús. Todo el mundo hablaba de él.
Esa misma noche, «de
madrugada», entre las tres y las seis de la mañana, Jesús se levanta y, sin
avisar a sus discípulos, se retira al descampado. «Allí se puso a orar». Necesita estar a solas con su Padre. No
quiere dejarse aturdir por el éxito. Solo busca la voluntad del Padre: conocer
bien el camino que ha de recorrer.
Sorprendidos por su ausencia, Simón y sus compañeros
corren a buscarlo. No dudan en interrumpir su diálogo con Dios. Solo quieren
retenerlo: «Todo el mundo te busca».
Pero Jesús no se deja programar desde fuera. Solo piensa en el proyecto de su
Padre. Nada ni nadie lo apartará de su camino.
No tiene ningún interés en quedarse a disfrutar de su
éxito en Cafarnaúm. No cederá ante el entusiasmo popular. Hay aldeas que
todavía no han escuchado la Buena Noticia de Dios: «Vamos… para predicar también allí».
Uno de los rasgos más positivos en el cristianismo
contemporáneo es ver cómo se va despertando la necesidad de cuidar más la
comunicación con Dios, el silencio y la meditación. Los cristianos más lúcidos
y responsables quieren arrastrar a la Iglesia de hoy a vivir de manera más
contemplativa.
Es urgente. Los cristianos, por lo general, ya no sabemos
estar a solas con el Padre. Los teólogos, predicadores y catequistas hablamos
mucho de Dios, pero hablamos poco con él. La costumbre de Jesús se olvidó hace
mucho tiempo. En las parroquias se hacen muchas reuniones de trabajo, pero no
sabemos retirarnos para descansar en la presencia de Dios y llenarnos de su
paz.
Cada vez somos menos para hacer más cosas. Nuestro riesgo
es caer en el activismo, el desgaste y el vacío interior. Sin embargo, nuestro
problema no es tener muchos problemas, sino no tener la fuerza espiritual necesaria
para enfrentarnos a ellos.
© José Antonio Pagola
Nuevo vídeo y artículo
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"Juan Pablo
II inolvidable"
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y no se admitirán réplicas o respuestas públicas a mensajes anteriores de otros
lectores.
Unidos a María
Cada vez que
miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del
cariño.
En ella vemos que
la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes,
que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes.
Esta dinámica de
justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de
ella un modelo eclesial para la evangelización (Franciscus).
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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