PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2249 ~ Jueves
16 de Enero de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Si Jesús, que es Dios, tuvo también sus fracasos en el
apostolado, ¿queremos nosotros ser más que Él? ¿Pensamos, acaso, que seremos
más solícitos y vigilantes con las almas, de lo que lo fue el Señor?
Si Jesús tuvo que decir que algunas ciudades, a pesar de
todos los milagros que habían visto de Él, estaban en peor estado que al
principio, también nosotros debemos contar con el posible fracaso, que no será
culpa nuestra, sino de los demás, que están como endurecidos por el demonio.
Pero también puede suceder que el fracaso en el
apostolado venga por culpa nuestra, por pereza y descuido en preparar la
misión, o negligencia y falta de preparación, etc. También aquí deberemos pedir
perdón a Dios, y confiar en su misericordia, dándonos golpes de pecho, pero
tratar de reparar con oración y sacrificios.
Y recordemos siempre que las apariencias engañan, y lo
que hoy puede parecer un éxito rotundo en el apostolado, luego se desvanece
porque las almas no perseveran. En realidad sólo estaremos seguros del éxito o
fracaso en nuestro apostolado, cuando estemos en el Cielo, y veamos las almas
que se han salvado y las que se han condenado.
www.apostoladocatolico.com.ar
¡Buenos días!
Gracias por llamarme a servir
Hoy te presento
una oración de acción de gracias. San Pablo animaba a los colosenses a “vivir
dando gracias a Dios por todo”. La oración de agradecimiento ayuda a vivir la
relación con Dios de una forma concreta, existencial. Agradece hoy a Dios que
te ha llamado a servirlo en la misión que te ha confiado. Este texto es de
Mons. Víctor Fernández.
Señor, permíteme descansar un momento en tu
presencia para que pueda seguir entregándome con salud y gozo. Gracias porque
estás conmigo en todo lo que me pasa, porque me ayudas a aprender algo de cada
cosa que me suceda y siempre me llamas a volver a empezar. Pero especialmente
te doy gracias porque tengo una misión que cumplir en este mundo. Gracias porque
me llamaste a servirte. Gracias porque hoy también puedo ofrecerte mi pequeño
aporte. Te pido que bendigas todas mis capacidades y me hagas fecundo. Gracias,
Señor. Amén.
Subraya ese afán
de “aprender de cada acontecimiento” que vives, porque eso es atesorar
experiencia. Destaca también esa capacidad de “empezar cada día”, con nueva
energía, con nueva ilusión y entusiasmo. El Señor te acompañe y bendiga al
concluir un año y empezar otro nuevo. Dale gracias por el que acaba y pide
protección para el que empieza.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, vino a Jesús un leproso suplicándole y,
puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él,
extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le
desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole
severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y
haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de
testimonio».
Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con
entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse
en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares
solitarios. Y acudían a Él de todas partes. (Mc 1,40-45)
Comentario
Hoy, en la primera lectura, leemos: «¡Ojalá oyereis la
voz del Señor: ‘No queráis endurecer vuestros corazones’!» (Heb 3,7-8). Y lo
repetimos insistentemente en la respuesta al Salmo 94. En esta breve cita, se
contienen dos cosas: un anhelo y una advertencia. Ambas conviene no olvidarlas
nunca.
Durante nuestro tiempo diario de oración deseamos y
pedimos oír la voz del Señor. Pero, quizá, con demasiada frecuencia nos
preocupamos de llenar ese tiempo con palabras que nosotros queremos decirle, y
no dejamos tiempo para escuchar lo que el Buen Dios nos quiere comunicar.
Velemos, por tanto, para tener cuidado del silencio interior que —evitando las
distracciones y centrando nuestra atención— nos abre un espacio para acoger los
afectos, inspiraciones... que el Señor, ciertamente, quiere suscitar en
nuestros corazones.
Un riesgo, que no podemos olvidar, es el peligro de que
nuestro corazón —con el paso del tiempo— se nos vaya endureciendo. A veces, los
golpes de la vida nos pueden ir convirtiendo, incluso sin darnos cuenta de
ello, en una persona más desconfiada, insensible, pesimista, desesperanzada...
Hay que pedir al Señor que nos haga conscientes de este posible deterioro
interior. La oración es ocasión para echar una mirada serena a nuestra vida y a
todas las circunstancias que la rodean. Hemos de leer los diversos
acontecimientos a la luz del Evangelio, para descubrir en cuáles aspectos
necesitamos una auténtica conversión.
¡Ojalá que nuestra conversión la pidamos con la misma fe
y confianza con que el leproso se presentó ante Jesús!: «Puesto de rodillas, le
dice: ‘Si quieres, puedes limpiarme’» (Mc 1,40). Él es el único que puede hacer
posible aquello que por nosotros mismos resultaría imposible. Dejemos que Dios
actúe con su gracia en nosotros para que nuestro corazón sea purificado y,
dócil a su acción, llegue a ser cada día más un corazón a imagen y semejanza
del corazón de Jesús. Él, con confianza, nos dice: «Quiero; queda limpio» (Mc
1,41).
Rev. D. Xavier PAGÉS i Castañer (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Marcelo
Papa
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
Palabras del Papa Francisco
“No llores por lo que perdiste, lucha por lo que te
queda.
No llores por lo que ha muerto, lucha por lo que ha
nacido en ti.
No llores por quien se ha marchado, lucha por quien está
contigo.
No llores por quien te odia, lucha por quien te quiere.
No llores por tu pasado, lucha por tu presente.
No llores por tu sufrimiento, lucha por tu felicidad.
Con las cosas que a uno le suceden vamos aprendiendo
que nada es imposible de solucionar, solo sigue
adelante”.
Papa Francisco
Tema del día:
Los hijos, ¿propiedad o
misión?
Estamos acostumbrados a hablar de los hijos como si se
tratase de algo propio, de una “posesión”. Tenemos un coche, tenemos una casa,
tenemos un libro, tenemos un perro y... “tenemos cuatro hijos”.
Gracias a Dios, el coche no va a exigir sus derechos, ni
va a gritar que no nos quiere. Si no arranca, lo llevamos al taller. Si después
de dos semanas de arreglos no funciona, lo vendemos al chatarrero. En cambio,
si el niño “no arranca” en la escuela...
Es cierto que los niños nacen dentro de una familia, por
lo que resulta natural que la familia asuma la responsabilidad de esa vida que
empieza. Pero el niño tiene un corazón, un alma, y eso no es propiedad de
nadie. La filosofía nos enseña que el alma, lo más profundo de cada uno, no
puede venir de los padres, sino que viene de Dios. Los padres dan a su hijo el
permiso para la vida y asumen la hermosa tarea de ayudarle, pero no pueden
dominarlo como al coche o al perro.
Entonces, ¿cuál es la actitud más correcta ante el hijo
que hoy “camina” a gatas por el pasillo y que pronto empezará a darse
coscorrones en la cabeza? ¿Le dejamos hacer lo que quiera? Este era el sueño de
Rousseau con su “creatura”, Emilio. No hace falta ser un gran psicólogo para
comprender que el niño ideal de Rousseau llegaría a la juventud sólo por obra
de un milagro... La realidad es que los padres están llamados a dar una
formación profunda, correcta, clara, a sus hijos.
Primero enseñamos al niño normas de “seguridad”: no
asomarse por la ventana, no meterse en la boca objetos peligrosos, no tocar
animales extraños. Después, la búsqueda de la salud nos hace pedirle que tenga
las manos limpias, que no se llene el estómago con caprichos, que no se rasque
las heridas...
Simultáneamente enseñamos al hijo a hablar. Sus ojos cada
día brillan de un modo distinto, y pronto su mundo interior, su corazón, se nos
abre no sólo con las miradas, las manos y la sonrisa, sino con esas primeras y
temblorosas palabras que empieza a decir con la confianza de ser acogido. Los
padres que escuchan por vez primera “mamá”, “papá”, sienten muchas veces un
vuelco en el corazón. El niño crece, y habla, y habla, y habla... Cuando ya ha
aprendido un vocabulario básico, impresiona por su hambre de saber, de
comunicar, de decir que nos quiere, o que ha dibujado un avión, o que ha visto
una lagartija, o que acaba de encontrar un amigo de su edad...
Alguno podría pensar que la misión de los padres termina
aquí, y que el resto le toca a la escuela. Sin embargo, el hijo todavía tiene
que aprender detalles de educación que van mucho más allá de las normas de
supervivencia o del usar bien las palabras del propio idioma. Dar las gracias,
pedir permiso, saludar a un maestro, prestarle un juguete al amigo, hacer los
deberes en vez de contemplar lo que pasan por la tele...
La educación moral es uno de los grandes retos de toda la
vida familiar. La mayor alegría que pueden sentir unos padres es ver que sus
hijos son, realmente, buenos ciudadanos. El dolor de cualquier padre es darse
cuenta de que su hijo hace lo que quiere y que empieza a engañar a los
maestros, a robar del monedero de mamá, a golpear a los compañeros o hermanos
más pequeños, e, incluso, a levantar la voz en casa contra sus mismos padres...
San Agustín se quejaba de que sus educadores le regañaban
más por un error de ortografía que por una falta de comportamiento. La queja
tiene una triste actualidad en quienes se preocupan más por el 10 de sus hijos
en inglés que por la pornografía que vean en internet o por las primeras drogas
que puedan tomar con los amigos. Si somos sinceros, es mucho mejor tener un
hijo agradecido y bueno, aunque no sepa alta matemática, en vez de tener un
hijo ingeniero que ni siquiera es capaz de interesarse por lo que les ocurra a
sus padres ancianos...
Los hijos no son propiedad de nadie, ni de la familia, ni
de la escuela, ni del Estado. Pero todos, especialmente en casa, estamos
llamados a ayudar a los niños y adolescentes a crecer en su vida como buenos
ciudadanos y como hombres de bien. Esa es la misión que reciben los padres
cuando inicia el embarazo de cada niño. Quienes hemos tenido la dicha de tener
unos padres que nos han ayudado a respetar a los demás, a amar a Dios y a vivir
de un modo honesto y justo, nunca seremos capaces de darles las gracias como se
merecen. Quienes no han tenido esta dicha... pueden, al menos, preguntar cómo
se puede enseñar a los hijos a ser, de verdad, buenos, no sólo en la formación
científica, sino en los principios éticos más elevados.
Esa es la misión que reciben los esposos cuando su amor
culmina en la llegada de un hijo. Cumplirla puede ser difícil, pero la alegría
de un hijo bueno no se puede comprar ni con todo el dinero del Banco Mundial...
Fernando Pascual LC
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Roberto Carlos P., de Santiago del Estero, Argentina, a quien hoy realizan un estudio de intestinos para descartar enfermedad maligna, por lo que pedimos a la Virgen de Loreto que lo que interceda por su salud.
Pedimos oración por Martha Patricia M. P., que vive en León, México, y se ha fracturado una mano por una caída, sumado a otros golpes, para que el Señor la ayude a tener una rápida recuperación.
Pedimos oración por Roberto Carlos P., de Santiago del Estero, Argentina, a quien hoy realizan un estudio de intestinos para descartar enfermedad maligna, por lo que pedimos a la Virgen de Loreto que lo que interceda por su salud.
Pedimos oración por Martha Patricia M. P., que vive en León, México, y se ha fracturado una mano por una caída, sumado a otros golpes, para que el Señor la ayude a tener una rápida recuperación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Un estímulo todos los días
Enero 16
Cuando uno pretende escapar, vivir sin límites y dificultades,
a cada rato se golpea contra la pared de la realidad. Huye de un desafío, pero
a la vuelta de la esquina se encuentra con otro problema. Hay personas que los
fines de semana se escapan a un lugar lejano de su casa, pero terminan
ocupándose todo el tiempo por mantener su casa de descanso, preocupados por la
inseguridad del entorno, desconfiando de algún vecino, etc.
No se pueden escapar de los límites y problemas. Esto es
la tierra, esto no es el cielo, mi amigo, mi amiga. Al paraíso sólo se llega
después de la muerte, no pretendas alcanzarlo aquí.
El secreto es estar siempre dispuestos a lo que la vida
nos presente, siempre abiertos a las novedades que nos obligan a ser creativos
y generosos, siempre disponibles para lo que el Señor nos quiera proponer a
través de las personas y los acontecimientos que se nos presenten. De ese modo
uno se vuelve capaz de enfrentar la realidad, pero sin tirantez interior, sin
nerviosismos inútiles.
No hay que ir a ninguna parte. Sólo hay que estar aquí.
Es verdad que hay momentos para hacer planes y para proyectar el futuro, pero
eso debería ocupar sólo un tiempo reducido. La mayor parte de la vida es para
vivirla, liberados del futuro. No dejes que los proyectos te aparten del
presente, no permitas que los planes consuman la realidad, la única realidad,
que es el aquí y ahora.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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