PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2242 ~ Jueves
9 de Enero de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
“Tú ves, oh Jesús, nuestra necesidad. Necesitamos de ti,
y de nadie más. Sólo tú puedes advertir cuán grande, cuán inconmensurablemente
grande es la necesidad que tenemos de ti en esta hora del mundo. El hambriento
se imagina que busca pan, y en realidad tiene hambre de ti. El sediento cree
desear tan sólo tomar agua y en realidad tiene necesidad y sed de ti. El
enfermo se ilusiona con el ansia de la salud y su mal está en la ausencia de
ti.
Y nosotros ahora, en estos días grises y malos, en estos
años que son condensación y acrecentamiento insoportable de dolor y muerte,
tenemos necesidad de ser salvados sin demora por ti. Te esperarnos, día a día,
a pesar de nuestra indignidad; y todo el amor que podemos rastrear en nuestros
corazones devastados será para ti, oh Crucificado, que fuiste atormentado por
amor nuestro y que ahora nos atormentas con todo el poder de tu implacable
amor”.
Giovanni Papini
¡Buenos días!
Insultos y alabanzas
Un pintoresco
refrán árabe dice: “Si te detienes a recoger las piedras que te arrojan en tu
camino, jamás llegarás a la meta”. Hay que bloquearse a los desprecios e
insultos. Es cierto, sin embargo, que a veces hay críticas que te ayudarán a
progresar, a pesar de que te duelan. Es gran sabiduría aprovecharlas.
Un hermano fue a buscar al abad Macario de
Egipto, y le dijo: "Padre, dime una palabra a fin de que me salve". Y
el Anciano dijo: "Ve, al cementerio e injuria a los muertos". El
hermano fue, los injurió y les arrojó piedras; después regresó para informar al
Anciano. Este le dijo: "¿No te dijeron nada?" El respondió que no. El
Anciano le dijo: "Regresa allí mañana y alábalos". Entonces el
hermano fue y los alabó diciendo: "Apóstoles, santos y justos" y
regresó donde el Anciano y le dijo: "Ya cumplí la orden". Macario le
preguntó: "¿No te respondieron nada?" El hermano dijo que no. El
Anciano le dijo: "Tú sabes qué insultos les dirigiste, sin que ellos te
respondieran y qué alabanzas sin que ellos te hablaran. Así también tú, si
quieres salvarte, conviértete en un muerto y, como los muertos, no tengas en
cuenta ni los desprecios de los hombres ni sus alabanzas".
Las alabanzas
animan, pero no deben hacerte perder el sentido de la realidad, pensando que
has llegado a la perfección. Los antiguos decían “ars longa, vita brevis”: la vida es breve para llegar a la perfección
de cualquier arte. Y el arte de las artes es tu crecimiento como persona. Que
pases un buen día.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús
enseguida dio prisa a sus discípulos para subir a la barca e ir por delante
hacia Betsaida, mientras Él despedía a la gente. Después de despedirse de
ellos, se fue al monte a orar. Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y
Él, solo, en tierra.
Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les
era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos
caminando sobre el mar y quería pasarles de largo. Pero ellos viéndole caminar
sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos
le habían visto y estaban turbados. Pero Él, al instante, les habló,
diciéndoles: «¡Ánimo!, que soy yo, no temáis!». Subió entonces donde ellos a la
barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente
estupefactos, pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente
estaba embotada. (Mc 6,45-52)
Comentario
Hoy, contemplamos cómo Jesús, después de despedir a los
Apóstoles y a la gente, se retira solo a rezar. Toda su vida es un diálogo
constante con el Padre, y, con todo, se va a la montaña a rezar. ¿Y nosotros?
¿Cómo rezamos? Frecuentemente llevamos un ritmo de vida atareado, que acaba siendo
un obstáculo para el cultivo de la vida espiritual y no nos damos cuenta de que
tan necesario es “alimentar” el alma como alimentar el cuerpo. El problema es
que, con frecuencia, Dios ocupa un lugar poco relevante en nuestro orden de
prioridades. En este caso es muy difícil rezar de verdad. Tampoco se puede
decir que se tenga un espíritu de oración cuando solamente imploramos ayuda en
los momentos difíciles.
Encontrar tiempo y espacio para la oración pide un
requisito previo: el deseo de encuentro con Dios con la conciencia clara de que
nada ni nadie lo puede suplantar. Si no hay sed de comunicación con Dios,
fácilmente convertimos la oración en un monólogo, porque la utilizamos para
intentar solucionar los problemas que nos incomodan. También es fácil que, en
los ratos de oración, nos distraigamos porque nuestro corazón y nuestra mente
están invadidos constantemente por pensamientos y sentimientos de todo tipo. La
oración no es charlatanería, sino una sencilla y sublime cita con el Amor; es
relación con Dios: comunicación silenciosa del “yo necesitado” con el “Tú rico
y trascendente”. El gusto de la oración es saberse criatura amada ante el
Creador.
Oración y vida cristiana van unidas, son inseparables. En
este sentido, Orígenes nos dice que «reza sin parar aquel que une la oración a
las obras y las obras a la oración. Sólo así podemos considerar realizable el
principio de rezar sin parar». Sí, es necesario rezar sin parar porque las
obras que realizamos son fruto de la contemplación; y hechas para su gloria.
Hay que actuar siempre desde el diálogo continuo que Jesús nos ofrece, en el
sosiego del espíritu. Desde esta cierta pasividad contemplativa veremos que la
oración es el respirar del amor. Si no respiramos morimos, si no rezamos
expiramos espiritualmente.
Rev. D. Melcior QUEROL i Solà (Ribes de Freser, Girona,
España)
Santoral Católico:
San Julián
Mártir
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
“No te dejes desalentar por los fracasos.
Si has tratado de hacer la voluntad de Dios,
cada fracaso puede ser un éxito a sus ojos,
porque ese es el medio que Dios ha elegido.
Observa el ejemplo de Jesús en la cruz”
Nguyen Van Thuan
Tema del día:
La Evangelii gaudium
en 30 frases e ideas claves
(Se publican hoy las quince proposiciones finales. En la
edición de ayer están las quince primeras… para meditarlas serenamente)
16. El
individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita
el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que
desnaturaliza los vínculos familiares. La acción pastoral debe mostrar mejor
todavía que la relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que
sane, promueva y afiance los vínculos interpersonales. Mientras en el mundo,
especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y
enfrentamientos, los cristianos insistimos en nuestra propuesta de reconocer al
otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de
ayudarnos «mutuamente a llevar las cargas» (Ga 6,2).
17. Nuestro
dolor y nuestra vergüenza por los pecados de algunos miembros de la Iglesia, y
por los propios, no deben hacer olvidar cuántos cristianos dan la vida por
amor: ayudan a tanta gente a curarse o a morir en paz en precarios hospitales,
o acompañan personas esclavizadas por diversas adicciones en los lugares más
pobres de la tierra, o se desgastan en la educación de niños y jóvenes, o
cuidan ancianos abandonados por todos, o tratan de comunicar valores en
ambientes hostiles, o se entregan de muchas otras maneras que muestran ese
inmenso amor a la humanidad que nos ha inspirado el Dios hecho hombre.
18. La cultura
mediática y algunos ambientes intelectuales a veces transmiten una marcada
desconfianza hacia el mensaje de la Iglesia, y un cierto desencanto. Como
consecuencia, aunque recen, muchos agentes pastorales desarrollan una especie
de complejo de inferioridad que les lleva a relativizar u ocultar su identidad
cristiana y sus convicciones. Se produce entonces un círculo vicioso, porque
así no son felices con lo que son y con lo que hacen, no se sienten
identificados con su misión evangelizadora, y esto debilita la entrega.
Terminan ahogando su alegría misionera en una especie de obsesión por ser como
todos y por tener lo que poseen los demás.
19. Una de las
tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de
derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de
vinagre. Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en
el triunfo.
20. El ideal
cristiano siempre invitará a superar la sospecha, la desconfianza permanente,
el temor a ser invadidos, las actitudes defensivas que nos impone el mundo
actual.
21. Más que el
ateísmo, hoy se nos plantea el desafío de responder adecuadamente a la sed de
Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en
un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro. Si no encuentran en la
Iglesia una espiritualidad que los sane, los libere, los llene de vida y de paz
al mismo tiempo que los convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad
misionera, terminarán engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a
Dios.
22. La
mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e
incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la
gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprochaba a los
fariseos: «¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a
otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?» (Jn 5,44).
23. Esta
oscura mundanidad se manifiesta en muchas actitudes aparentemente opuestas pero
con la misma pretensión de «dominar el espacio de la Iglesia». En algunos hay
un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la
Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción en el
Pueblo fiel de Dios y en las necesidades concretas de la historia. Así, la vida
de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos. En
otros, la misma mundanidad espiritual se esconde detrás de una fascinación por
mostrar conquistas sociales y políticas, o en una vanagloria ligada a la
gestión de asuntos prácticos, o en un embeleso por las dinámicas de autoayuda y
de realización autorreferencial. También puede traducirse en diversas formas de
mostrarse a sí mismo en una densa vida social llena de salidas, reuniones,
cenas, recepciones. O bien se despliega en un funcionalismo empresarial,
cargado de estadísticas, planificaciones y evaluaciones, donde el principal
beneficiario no es el Pueblo de Dios sino la Iglesia como organización.
24. La Iglesia
reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una
sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más
propias de las mujeres que de los varones. Por ejemplo, la especial atención
femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no
exclusivo, en la maternidad. Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten
responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al
acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a
la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una
presencia femenina más incisiva en la Iglesia.
25. Las
reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme
convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia
profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente.
El sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo Esposo que se
entrega en la Eucaristía, es una cuestión que no se pone en discusión, pero
puede volverse particularmente conflictiva si se identifica demasiado la
potestad sacramental con el poder.
26. Nadie
puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las
personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos
por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los
acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un
templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de
Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe -que nunca es cómoda e
individualista- siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de
transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra.
27. Para la
Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural,
sociológica, política o filosófica. Dios les otorga «su primera misericordia».
Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos,
llamados a tener «los mismos sentimientos de Jesucristo» (Flp 2,5).
28. Siempre me
angustió la situación de los que son objeto de las diversas formas de trata de
personas. Quisiera que se escuchara el grito de Dios preguntándonos a todos:
«¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9). ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿Dónde está
ese que estás matando cada día en el taller clandestino, en la red de
prostitución, en los niños que utilizas para mendicidad, en aquel que tiene que
trabajar a escondidas porque no ha sido formalizado? No nos hagamos los
distraídos. Hay mucho de complicidad. ¡La pregunta es para todos! En nuestras
ciudades está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las
manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda.
29. Entre esos
débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños
por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se
les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se
quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda
impedirlo. Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la
Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo
ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida
por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano.
(...) Precisamente porque es una cuestión que hace a la coherencia interna de
nuestro mensaje sobre el valor de la persona humana, no debe esperarse que la
Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente honesto
al respecto. Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o
«modernizaciones».
30. A veces
sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de
las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que
toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos
cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia
del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto
con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura.
Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos
la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo.
Autor: Luis Fernández de Eribe / Fuente: Ecclessia /
Foto: Google
Nuevo video
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Para verlo tienes que ir al final de la página.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Olivia,
de Guatemala, que está muy enferma y aparentemente no saben qué tiene, para que
Dios le dé sabiduría a los médicos y fortaleza a ella y a su familia.
Pedimos oración por Kenneth G. V., que está privado de libertad y sufre una fuerte depresión e intentos de suicidio, para Dios lo fortalezca y renueve en él el deseo de vivir una vida mejor.
Pedimos oración por dos personas de México: Alejandro C. M., que ha sido operado de adherencias intestinales y Edna S. R., con microinfarto cerebral. Que el Buen Jesús les conceda la gracia de recuperarse pronto.
Pedimos oración por Kenneth G. V., que está privado de libertad y sufre una fuerte depresión e intentos de suicidio, para Dios lo fortalezca y renueve en él el deseo de vivir una vida mejor.
Pedimos oración por dos personas de México: Alejandro C. M., que ha sido operado de adherencias intestinales y Edna S. R., con microinfarto cerebral. Que el Buen Jesús les conceda la gracia de recuperarse pronto.
Pedimos oración por estas personas de Carcarañá,
Argentina: Edilio, 78 años, con
síntomas de Alzheimer; Clara, 77
años, con cáncer; y María Elena, 80
años, con parkinson. Rezamos por ellos, por el alivio de sus enfermedades
dentro de los planes del Señor, y por toda la familia.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención
del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Un estímulo todos los días
Enero 9
“Señor, acepto que hoy no sea un día perfecto, ya he
aprendido que esta tierra todavía no es el cielo. Sólo te pido que mi vida no
sea inútil, que lo que yo viva hoy sirva para algo.
No pretendo que todo sea fascinante en este día, y quiero
regalarte con amor todo pequeño cansancio, sufrimiento, contratiempo o
dificultad que deba soportar.
Te ofrezco, Señor amado, todo lo que me pueda desagradar
en esta jornada, te lo entrego con amor, así como tú te entregaste entero,
hasta el fin, en la cruz.
También te ofrezco con ternura cada pequeñas molestia
para que bendigas a las personas que amo y para que me ayudes en mis proyectos.
Dame mucha paciencia, Señor mío, para poder responder al
mal con el bien, para no entrar en una espiral de la violencia, para aceptar
con calma todo lo que me perturbe en mi relación con los demás. Te lo entrego
todo a ti. Recíbelo, Señor. Amén.”
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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