PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2245 ~ Domingo
12 de Enero de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Antes de narrar su actividad profética, los evangelistas
nos hablan de una experiencia que va a transformar radicalmente la vida de
Jesús. Después de ser bautizado por Juan, Jesús se siente el Hijo querido de
Dios, habitado plenamente por su Espíritu. Alentado por ese Espíritu, Jesús se
pone en marcha para anunciar a todos, con su vida y su mensaje, la Buena
Noticia de un Dios amigo y salvador del ser humano.
No es extraño que, al invitarnos a vivir en los próximos
años “una nueva etapa evangelizadora”, el Papa nos recuerde que la Iglesia
necesita más que nunca “evangelizadores con Espíritu”. Sabe muy bien que solo
el Espíritu de Jesús nos puede infundir fuerza para poner en marcha la
conversión radical que necesita la Iglesia. ¿Por qué caminos?
Francisco busca una Iglesia en la que solo nos preocupe
comunicar la Buena Noticia de Jesús al mundo actual. “Más que el temor a no
equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras
que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces
implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera
hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: Dadles vosotros de
comer”.
El Papa quiere que construyamos “una Iglesia con las
puertas abiertas”, pues la alegría del Evangelio es para todos y no se debe
excluir a nadie. ¡Qué alegría poder escuchar de sus labios una visión de
Iglesia que recupera el Espíritu más genuino de Jesús rompiendo actitudes muy
arraigadas durante siglos! “A menudo nos comportamos como controladores de la
gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa
del Padre donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”.
José Antonio Pagola
¡Buenos días!
Luz y alegría
En la pausa del mediodía es
oportuno levantar el pensamiento y el corazón a Dios para sentir su presencia
en nuestra vida, agradecerle las horas transcurridas e implorar asistencia y
protección para el resto de la jornada. Aquí tienes un himno simple y festivo
para sintonizar con el Señor, alabándolo.
Cuando la luz del día está en su cumbre, eres, Señor Jesús, luz y
alegría de quienes en la fe y en la esperanza celebran ya la fiesta de la vida.
Eres resurrección, palabra y prenda de ser y de vivir eternamente; sembradas de
esperanzas nuestras vidas, serán en ti cosecha para siempre. Ven ya, Señor
Jesús, Salvador nuestro, de tu radiante luz llena este día, camino de alegría y
de esperanza, real acontecer de nueva vida. Amén.
Puedes decir también: “Dios
bondadoso, humildemente acudo a ti al amanecer, a media jornada y al atardecer
para que, haciendo lo que es grato a tus ojos, camine siempre por tus sendas
con el corazón jubiloso”. Te deseo un día feliz con el Señor.
Padre Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús vino de Galilea al Jordán donde
estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo
diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?».
Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda
justicia». Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto
se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma
y venía sobre Él. Y una voz que salía de los cielos decía: «Éste es mi Hijo amado,
en quien me complazco». (Mt 3,13-17)
Comentario
Hoy contemplamos al Mesías —el Ungido— en el Jordán «para
ser bautizado» (Mt 3,13) por Juan. Y vemos a Jesucristo como señalado por la
presencia en forma visible del Espíritu Santo y, en forma audible, del Padre,
el cual declara de Jesús: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco» (Mt
3,17). He aquí un motivo maravilloso y, a la vez, motivador para vivir una
vida: ser sujeto y objeto de la complacencia del Padre celestial. ¡Complacer al
Padre!
De alguna manera ya lo pedimos en la oración colecta de
la misa de hoy: «Dios todopoderoso y eterno (...), concede a tus hijos
adoptivos, nacidos del agua y del Espíritu Santo, llevar siempre una vida que
te sea grata». Dios, que es Padre infinitamente bueno, siempre nos “quiere
bien”. Pero, ¿ya se lo permitimos?; ¿somos dignos de esta benevolencia divina?;
¿correspondemos a esta benevolencia?
Para ser dignos de la benevolencia y complacencia divina,
Cristo ha otorgado a las aguas fuerza regeneradora y purificadora, de tal
manera que cuando somos bautizados empezamos a ser verdaderamente hijos de
Dios. «Quizá habrá alguien que pregunte: ‘¿Por qué quiso bautizarse, si era
santo?’. ¡Escúchame! Cristo se bautiza no para que las aguas lo santifiquen,
sino para santificarlas Él» (San Máximo de Turín).
Todo esto —inmerecidamente— nos sitúa como en un plano de
connaturalidad con la divinidad. Pero no nos basta a nosotros con esta primera
regeneración: necesitamos revivir de alguna manera el Bautismo por medio de una
especie de continuo “segundo bautismo”, que es la conversión. Paralelamente al
primer Misterio de la Luz del Rosario —el Bautismo del Señor en el Jordán— nos
conviene contemplar el ejemplo de María en el cuarto de los Misterios de Gozo:
la Purificación. Ella, Inmaculada, virgen pura, no tiene inconveniente en
someterse al proceso de purificación. Nosotros le imploramos la sencillez, la
sinceridad y la humildad que nos permitirán vivir de manera constante nuestra
purificación a modo de “segundo bautismo”.
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Palabras del Beato Juan Pablo
II
«La vocación a la santidad
hunde sus raíces en el Bautismo
como un signo luminoso del infinito amor del Padre
que les ha regenerado su vida»
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
El Bautismo de Jesús
En este año del ciclo A la escena del Bautismo de Jesús
nos la narra el evangelista san Mateo. Tiene dos partes, una algo menos
importante que es el bautismo propiamente dicho y una segunda parte, que es la principal
y que fue la manifestación de Dios Padre y el Espíritu Santo, dando un sentido
más profundo al acontecimiento.
En cuanto al bautismo, debemos saber distinguir el
bautismo que hacía Juan Bautista con la gente en general, el bautismo que hizo
con Jesús y nuestro bautismo, que es algo muy diferente y es un sacramento. San
Juan Bautista predicaba la penitencia como una manera especial de prepararse
para recibir al Mesías y los mensajes que nos traería de parte de Dios. Y mucha
gente se arrepentía. Para constatar ese arrepentimiento y ratificarlo ante la
comunidad y sobre todo ante Dios de una manera externa, bautizaba. Juan no
podía quitar los pecados. Un día señalaría a Jesús diciendo que Él es el que
quita los pecados del mundo. Pero mientras esto sucediera, Juan ratificaba con
el bautismo lo que suponía que pasaba en el corazón de la gente arrepentida, y
con el bautismo señalaba la limpieza de corazón.
El bautismo que hizo Juan sobre Jesús no era lo mismo.
Jesús no podía arrepentirse de pecados. ¿Entonces por qué se bautizó? Es
difícil comprenderlo. Él no tenía pecado, pero era uno de los nuestros y
cargaría con nuestros pecados para redimirnos. En ese momento está mostrando
que es uno de los nuestros, que está en la fila de las personas que quieren
acercarse a Dios, que pertenece al grupo de buenos galileos que con recto
corazón se habían acercado al Jordán para escuchar al profeta y vivir según los
caminos del Señor. Es uno más del grupo de “pobres de Yaveh”.
Nuestro bautismo es diferente. Por los méritos de Jesús
recibimos verdaderamente el Espíritu Santo. Se quitan todos los pecados y se
nos da una gracia especial que nos hace hijos de Dios. Si uno es mayor,
necesita arrepentirse de sus pecados. La gracia se nos da ciertamente, pero de
forma incipiente. Luego hay que desarrollarla de una manera constante durante
toda la vida. Lo triste es que para muchos esa gracia del bautismo se queda en
un estado primitivo o se pierde. Por eso este es un día muy apto para que todos
agradezcamos a Dios esta gracia inmensa del bautismo, y sobre todo para que
demos un impulso grande a esa gracia renovando esos compromisos bautismales que
hicieron por nosotros nuestros padres.
Lo verdaderamente importante fue lo que pasó con Jesús
después del bautismo. Fue una manifestación de Dios de algo grandioso que
sucedía en el ser de Jesús: Fue “ungido por el Espíritu Santo”. Para exponerlo
de una manera gráfica, como les gustaba a los orientales, el evangelio dice que
“el cielo se abrió”, como cuando cae una gran lluvia, y el Espíritu Santo bajó
“como una paloma”, de una manera veloz y al mismo tiempo suave. Jesús siente
que, como hombre es hijo de Dios, y que tiene plena autorización para comenzar
a enseñarnos que todos podemos llegar a ser hijos de Dios. Es como la graduación,
como la Confirmación. Desde ese momento comenzaba la verdadera nueva alianza,
el Reino del amor de Dios. También Dios nos une a esa tarea de trabajar por
este reino de amor, de justicia y de paz.
Fue tal el impacto que esta gran verdad y este compromiso recaía en
Jesús, de predicar la paternidad amorosa de Dios, que se retiró durante muchos
días al desierto a orar y meditar.
Cuando Juan Bautista iba a bautizar a Jesús, sintió que
no era digno; pero Jesús le dijo que convenía hacer “lo que es justo”. Esta
justicia en el evangelio de san Mateo quiere significar la Voluntad de Dios.
Por eso nuestro compromiso bautismal nos debe llevar a cumplir más y más la
voluntad de Dios. San Juan percibe allí que Jesús es Hijo de Dios y lo
proclamará como Salvador ante algunos de sus discípulos. Nosotros dejémonos
ungir por el Espíritu Santo, que ya recibimos en el bautismo, para recibir más
la salvación y poder ser salvadores de otros.
P. Silverio Velasco (España)
Nuevo video y artículo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Lamentablemente hoy los ángeles "de la segunda oficina" van a seguir aburridos pues parece que no tenemos nada que agradecer a Dios... ¡Qué pena!
Un estímulo todos los días
Enero 12
¡Cuánta tensión vivimos cada día! Estamos como
resistiéndonos a todo lo que sucede, a todo lo que nos piden los demás, a todo
lo que nos exige un esfuerzo que no teníamos previsto. A veces vivimos como si
todo fuera un peligro, y eso provoca una tirantez interior que nos perturba.
Por eso es bueno que cada tanto tomemos conciencia de esa
tensión y nos aflojemos por dentro. Suele ser útil repetirnos a nosotros
mismos: “Aflójate, aflójate, serénate, aplácate, no te resistas, déjate llevar,
aflójate, aflójate”.
Eso no significa que nos echemos a dormir, sino que
sigamos haciendo las cosas de siempre con una actitud interior mucho más sana.
Puedes estar activo y muy dinámico, pero al mismo tiempo
sereno, pacificado, firme en tu propio centro. Recuerda que todo depende de la
manera como uno viva las cosas en su corazón.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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