PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2179 ~ Viernes
1 de Noviembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Iniciamos el penúltimo mes del año –Noviembre– y lo
hacemos con la Fiesta de Todos los Santos.
El Papa (y próximamente Santo) Juan Pablo II les decía a
los jóvenes “no tengan miedo de ser santos” en medio de este mundo dominado
por el relativismo, la permisividad y la cultura de la muerte. Y debemos ver
que la santidad es un camino al que se nos invita a todos, en la búsqueda de la
Gracia que perdimos por causa del pecado y que Cristo nos devolvió con su
muerte y resurrección.
San Agustín decía: “Señor, a Ti solo busco, a Ti solo amo y
tuyo quiero ser. Mi único deseo es conocerte y amarte” (Sol 1, 1),
invitándonos a todos a dar lo mejor de nosotros mismos y a poner en el centro
de nuestra vida a Jesús Eucaristía.
No tengamos miedo. Jesús nos sigue diciendo como a Jairo:
“No
tengas miedo, solamente confía en Mí” (Mc 5, 36). Pidamos y
recibiremos. Pidamos esta gracia de la santidad, día y noche, mañana y tarde, y
veremos cómo el Señor toma en serio nuestra oración. No importa si no vemos
progresos, Dios puede hacernos santo en el último momento de nuestra vida (como
sucedió en el Calvario con el buen ladrón). Dios nos dice en su palabra: “Encomienda
tu vida al Señor, confía en Él y déjalo actuar” (Sal 36,5).
Tal como se explica en el artículo central de esta
edición, en este día se celebra a todos los millones de personas que han
llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros. Santo es aquel que ha
llegado al cielo. Algunos han sido canonizados y son por esto propuestos por la
Iglesia como ejemplos de vida cristiana. Pero muchos no estarán nunca en los
altares… son los “santos anónimos”, muchos de los cuales conviven con nosotros
cada día aunque a veces ni nos damos cuenta…
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al
monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les
enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es
el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en
herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán
consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque
ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la
justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis
cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra
vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será
grande en los cielos».
(Mt 5,1-12a)
Comentario
Hoy celebramos la realidad de un misterio salvador
expresado en el “credo” y que resulta muy consolador: «Creo en la comunión de
los santos». Todos los santos, desde la Virgen María, que han pasado ya a la
vida eterna, forman una unidad: son la Iglesia de los bienaventurados, a
quienes Jesús felicita: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios» (Mt 5,8). Al mismo tiempo, también están en comunión con
nosotros. La fe y la esperanza no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la
eterna visión de Dios; pero nos une, en cambio el amor «que no pasa nunca»
(1Cor 13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo
Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y solícitos
para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los santos solamente por su
ejemplaridad, sino sobre todo por la unidad en el Espíritu de toda la Iglesia,
que se fortalece con la práctica del amor fraterno.
Por esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de
todos los santos que, anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo
que nosotros creemos y esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus
hermanos los hombres, procurando imitar el amor de Cristo.
Los santos apóstoles, los santos mártires, los santos
confesores que han existido a lo largo de la historia son, por tanto, nuestros
hermanos e intercesores; en ellos se han cumplido estas palabras proféticas de
Jesús: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,11-12). Los tesoros
de su santidad son bienes de familia, con los que podemos contar. Éstos son los
tesoros del cielo que Jesús invita a reunir (cf. Mt 6,20). Como afirma el
Concilio Vaticano II, «su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra
debilidad» (Lumen gentium, 49). Esta solemnidad nos aporta una noticia
reconfortante que nos invita a la alegría y a la fiesta.
Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de
Lleida (Lleida, España)
Santoral Católico:
Fiesta de Todos los Santos
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
Tema del día:
Todos los Santos
Hoy celebra la Iglesia la fiesta de todos los santos.
Esta palabra “santo” en la Biblia se aplicaba sólo a Dios, pues significa:
sagrado o separado. Pero luego se fue diciendo de todo lo que se acercaba más a
Dios. Así ya san Pablo llama santos a los cristianos por el hecho de estar
unidos a Dios por el bautismo. Después ya sólo se aplicó a aquellas personas
que por su comportamiento están más cerca de Dios. Especialmente los mártires
que, por su muerte gloriosa, se unen para siempre con Dios.
La Iglesia desde el principio comenzó a honrar a los
mártires en su día propio del martirio; pero ya por el siglo III eran tantos
los mártires que tuvieron que celebrar su fiesta en un día todos juntos, aunque
no tenían un día fijo. El 13 de Mayo del año 609 el papa consagró el panteón
romano, que había sido templo pagano de todos los dioses, para que fuese templo
de la Virgen María y de todos los santos. Unos cien años después la fiesta de
todos los santos quedó fijada para el día 1 de Noviembre.
Hay muchos santos, cuyos nombres conocemos, porque han
sido “canonizados”, es decir declarados santos solemnemente por el papa,
después de haber examinado minuciosamente su vida y sus escritos y normalmente
después de que Dios ha ratificado esa santidad por uno o más milagros. Pero
santos hay muchos más que no conocemos, quizá porque han vivido una vida muy
oculta, pero que gozan con Dios con una gloria semejante. Entre estos santos
habrá familiares y conocidos nuestros. Hoy es el día para festejar a todos y
también para alzar nuestra mirada al cielo para pedir su protección y sobre
todo para desear imitarles y un día poder estar con ellos en el cielo.
Todos estamos llamados a la santidad. Nos lo ha dicho
muchas veces la Iglesia. De una manera especial lo recalcó el concilio Vaticano
II. No es que haya que tener una vida externa diferente a los demás, aunque la
verdad es que hay situaciones que ayudan y hay situaciones que pueden estorbar.
Tenemos que esforzarnos por conseguir siempre ser mejores y tender a un ideal
grande. No es fácil, pero tampoco es imposible. Para ello Jesucristo nos enseñó
el camino. El principal es la caridad. Sin amor no puede haber verdadera vida
cristiana: Amor dirigido hacia Dios, que es nuestro Padre y nos acompaña, amor
que se expresa especialmente en la oración, y amor hacia los demás, porque
todos somos hermanos.
Hoy en el evangelio se nos propone este ideal por medio
de las bienaventuranzas. Son actitudes o maneras de ser. Son las condiciones para el seguimiento en el
camino del Reino de Dios trazado por Jesús. Con ellas podemos imitar su misma
vida.
La santidad no es un camino triste, sino muy gozoso. Si
queremos ser felices de verdad debemos ser “pobres de espíritu”, que significa
ser desprendidos de los bienes materiales, tenga uno algo de dinero o no tenga
nada. Va en contra de la codicia, procurando llevar una vida sencilla y
humilde. Se trata de tener una vida de confianza filial en Dios, que es nuestro
Padre. La 2ª nos dice que hay que ser manso, ser suave con los demás en
juicios, palabras y hechos. Para ello uno tiene que saber dominarse a sí, no
violentar a los demás. La 3ª habla del llorar, no porque el santo tenga que ser
triste, sino porque hay que sufrir por los propios pecados y por los males
ajenos. En la 4ª nos habla de tener “hambre y sed de justicia”. Es un gran
deseo en la perfección moral y religiosa. En la Biblia se llama justo al que se
esfuerza sinceramente por cumplir la voluntad de Dios. Quien se esfuerza lo
consigue, porque Dios nos ayuda. En la 5ª alaba a los misericordiosos. Se trata
de compartir las desdichas del prójimo, materiales y espirituales. Dios nos
medirá al final según nuestro grado de misericordia. En la 6ª alaba a los
limpios de corazón. Un corazón sucio ofusca la visión para las cosas de Dios.
En la 7ª se alaba a los pacíficos: No sólo los que eliminan las discusiones,
sino los que trabajan por unir en la paz, que sale del amor. Por fin, aquel que
es santo será objeto de persecuciones, porque el bien perturba a los malos.
P. Silverio Velasco
¡Buenos días!
Una frenada especial
Conducir un auto
por las carreteras sea para ti ocasión de practicar actitudes respetuosas con
la vida del prójimo, como la cortesía, la corrección y la prudencia. Nada mejor
para superar los imprevistos. Que estés dispuesto a prestar ayuda cuando veas a
alguno en necesidad, especialmente en un accidente. Recuerda la parábola del
samaritano contada por Jesús.
Un conductor viaja por una calle resbaladiza
debido a la abundante lluvia. De pronto al pasar un semáforo éste se pone rojo
y el conductor frena, pero el coche patina en dirección contraria desviándose y
yendo a parar justo delante de un agente de tráfico…
Para despistar, le pregunta: —¡Por favor!
¿Cómo se va al hospital?
—Siga conduciendo como hasta ahora —le
contesta el policía— y llegará rápido…
Que el automóvil
no sea para ti expresión de poder y dominio, o de necia vanidad. Persuade con
amabilidad a los jóvenes y a los que ya no lo son, para que no se pongan al
volante cuando no estén en condiciones de hacerlo. Que la carretera sea para ti
instrumento de comunión entre las personas. Y que te sientas responsable de los
demás, (Decálogo del conductor).
Padre Natalio
La frase de hoy
“El santo no es un ángel, es hombre de carne y hueso
que sabe
levantarse y volver a caminar.
El santo no se olvida del llanto de su hermano,
ni piensa que es más bueno subiéndose al altar.
Santo es el que vive su fe con alegría
y lucha cada día pues vive para amar”
C. Gabarín
Nuevo artículo en
“Juan Pablo II inolvidable”
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por las siguientes personas, todas de
Costa Rica: por los jóvenes Bernardo B.,
y José M., que buscan trabajo; por
la señora Nazareth F., que atraviesa
una difícil situación económica; y por la salud de Rita G. C., e Inés M.
Por todos ellos te pedimos Señor.
Pedimos oración por la salud de Teresa M., que vive en Miami (USA) y está enferma de mieloma, para que por los méritos de la Divina Sangre de Jesús pueda obtener curación o alivio de su mal.
Pedimos oración por la salud de Teresa M., que vive en Miami (USA) y está enferma de mieloma, para que por los méritos de la Divina Sangre de Jesús pueda obtener curación o alivio de su mal.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Estadísticas
El siguiente es el estado demostrativo de la cantidad de
visitas registradas en los dos blogs que llevamos adelante en internet: "Pequeñas Semillitas" y "Juan Pablo II inolvidable".
Esta información se publica el primer día de cada mes.
Debe recordarse que las visitas se cuentan desde el
inicio de cada uno de ellos que ha sido en fechas distintas:
Desde el 1º de
Marzo de 2007 hasta hoy ha sido visitado por 1.936.767 lectores. Durante el último mes (octubre 2013) registró 10.399 nuevas visitas.
Desde el 25 de
Diciembre de 2009 hasta hoy ha sido visitado por 373.275 lectores. Durante el
último mes (octubre 2013) registró 3.377 nuevas visitas.
“Intimidad Divina”
Todos los Santos
“Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de
fiesta en honor de todos los Santos. Los ángeles se alegran de esta solemnidad
y alaban a una al Hijo de dios” (Entrada). La Liturgia de la Iglesia peregrina
se une hoy a la de la Iglesia celestial para celebrar a Cristo Señor, fuente de
santidad y de la gloria de los elegidos, “muchedumbre inmensa que nadie podría
contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas” (ib. 9). Todos están
“marcados en la frente” y “vestidos con vestiduras blancas”, lavadas “en la
sangre del Cordero” (ib. 3, 9.14). Marca y vestidos son símbolos del bautismo
que imprime en el hombre el carácter inconfundible de la pertenencia a Cristo y
que, purificándolo del pecado, lo reviste de pureza y de gracia en virtud de su
sangre. Pues la santidad no es otra cosa que la maduración plena de la gracia
bautismal, y así es posible en todos los bautizados.
Los Santos que festeja hoy la Iglesia no son sólo los
reconocidos oficialmente por la canonización, sino también aquellos otros
muchos más numerosos y desconocidos que han sabido, “con la ayuda de Dios,
conservar y perfeccionar en su vida la santificación que recibieron” (LG 40).
Santidad oculta, vivida en las circunstancias ordinarias de la vida, sin brillo
aparente, sin gestos que atraigan la atención, pero real y preciosa.
En el Evangelio (Mt 5, 1-12a) Jesús mismo ilustra el tema
de la santidad y de la bienaventuranza eterna mostrando el camino que conduce a
ella. Punto de partida son las condiciones concretas de la vida humana donde el
sufrimiento no es un incidente fortuito, sino una realidad conexa a su
estructura. Jesús no vino a anularlo, sino a redimirlo, haciendo de él un medio
de salvación y de bienaventuranza eterna… El itinerario de las bienaventuranzas
es el recorrido por los santos; pero de modo especialísimo es el recorrido por
Jesús que quiso tomar sobre sí las miserias y sufrimientos humanos para enseñar
al hombre a santificarlos. En el pobre, doliente, manso, misericordioso,
pacífico, perseguido y por este camino llegado a la gloria, encuentra el
cristiano la realización más perfecta de las bienaventuranzas evangélicas.
Soy la más pequeñas
de las criaturas. Conozco mi miseria y mi debilidad. Pero sé también cuánto
gustan los corazones nobles y generosos de hacer el bien. Os suplico, pues, ¡oh
bienaventurados moradores del cielo!, os suplico que me adoptéis por hija. Para
vosotros solos será la gloria que me hagáis adquirir; pero dignaos escuchar mi
súplica. Es temeraria, lo sé, sin embargo me atrevo a pediros que me alcancéis
vuestro doble amor. (Santa Teresa del Niño Jesús)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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