domingo, 17 de noviembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2195

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2195 ~ Domingo 17 de Noviembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En los evangelios se recogen algunos textos de carácter apocalíptico en los que no es fácil diferenciar el mensaje que puede ser atribuido a Jesús y las preocupaciones de las primeras comunidades cristianas, envueltas en situaciones trágicas mientras esperan con angustia y en medio de persecuciones el final de los tiempos.
Según el relato de Lucas, los tiempos difíciles no han de ser tiempos de lamentos y desaliento. No es tampoco la hora de la resignación o la huida. La idea de Jesús es otra. Precisamente en tiempos de crisis “tendréis ocasión de dar testimonio”. Es entonces cuando se nos ofrece la mejor ocasión de dar testimonio de nuestra adhesión a Jesús y a su proyecto.
Tal vez, lo primero es revisar nuestra actitud de fondo: ¿Nos hemos posicionado de manera responsable, despertando en nosotros un sentido básico de solidaridad, o estamos viviendo de espaldas a todo lo que puede turbar nuestra tranquilidad? ¿Qué hacemos desde nuestros grupos y comunidades cristianas? ¿Nos hemos marcado una línea de actuación generosa, o vivimos celebrando nuestra fe al margen de lo que está sucediendo?
La crisis está abriendo una fractura social injusta entre quienes podemos vivir sin miedo al futuro y aquellos que están quedando excluidos de la sociedad y privados de una salida digna. ¿No sentimos la llamada a introducir algunos “recortes” en nuestra vida para poder vivir los próximos años de manera más sobria y solidaria? ¿Nos preocupamos de abrir los ojos para ver si podemos comprometernos en aliviar la situación de algunos? ¿Podemos pensar en alguna iniciativa realista desde las comunidades cristianas?
No hemos de olvidar que la crisis no solo crea empobrecimiento material. Genera, además, inseguridad, miedo, impotencia y experiencia de fracaso. Rompe proyectos, hunde familias, destruye la esperanza. ¿No hemos de recuperar la importancia de la ayuda entre familiares, el apoyo entre vecinos, la acogida y el acompañamiento desde la comunidad cristiana...? Pocas cosas pueden ser más nobles en estos momentos que el aprender a cuidarnos mutuamente.
José Antonio Pagola

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Él dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida».
Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato».
Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo. Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
(Lc 21,5-19)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos habla de la última venida del Hijo del hombre. Se acerca el final del año litúrgico y la Iglesia nos presenta la parusía, y al mismo tiempo quiere que pensemos en nuestras postrimerías: muerte, juicio, infierno o cielo. El fin de un viaje condiciona su realización. Si quieres ir al infierno, te podrás comportar de una manera determinada de acuerdo con el término de tu viaje. Si escoges el cielo, habrás de ser coherente con la Gloria que quieres conquistar. Siempre, libremente. Al infierno no va nadie por la fuerza; ni al cielo, tampoco. Dios es justo y da a cada uno lo que se ha ganado, ni más ni menos. No castiga ni premia arbitrariamente, movido por simpatías o antipatías. Respeta nuestra libertad. Sin embargo, hay que tener presente que al salir de este mundo la libertad ya no podrá escoger. El árbol permanecerá tendido por el lado en que haya caído.
«Morir en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección» (Catecismo de la Iglesia n. 1033).
¿Te imaginas la grandiosidad del espectáculo? Los hombres y las mujeres de todas las razas y de todos los tiempos, con nuestro cuerpo resucitado y nuestra alma compareceremos delante de Jesucristo, que presidirá el acto con gran poder y majestad. Vendrá a juzgarnos en presencia de todo el mundo. Si la entrada no fuera gratuita, valdría la pena... Entonces se sabrá la verdad de todos nuestros actos interiores y exteriores. Entonces veremos de quién son los dineros, los hijos, los libros, los proyectos y las demás cosas: «No quedará piedra sobre piedra que no sea derruida» (Lc 21,6). Día de alegría y de gloria para unos; día de tristeza y de vergüenza para otros. Lo que no quieras que aparezca públicamente, ahora te es posible eliminarlo con una confesión bien hecha. No puedes improvisar un acto tan solemne y comprometedor. Jesús nos lo advierte: «Mirad, no os dejéis engañar» (Lc 21,8). ¿Estás preparado ahora?
Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach (Vilamarí, Girona, España)

Santoral Católico:
Santa Isabel de Hungría
Viuda 
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Un juicio muy especial

Hoy te llevo conmigo a presenciar un juicio para que aprecies la calidad de un juez que resuelve un caso penoso con suma habilidad, con generosidad, y es capaz de involucrar a los curiosos, para que salgan de la audiencia con una memorable lección de ética.

En un despiadado día de invierno, un anciano tembloroso fue llevado ante los tribunales. Se le acusaba de haber robado un pan. Al ser interrogado, el hombre explicó al juez que lo había hecho porque su familia estaba muriéndose de hambre.
—La ley exige que sea usted castigado —declaró el juez—. Tengo que exigirle una multa de 50 pesos. Al mismo tiempo metió la mano en su bolsillo y dijo:
—Aquí tiene usted el dinero para pagar su multa. Y además —prosiguió el juez—, impongo una multa de 10 pesos a cada uno de los presentes en esta sala, por vivir en una ciudad donde un hombre necesita robar para poder sobrevivir. Pasaron una bandeja por el público, y el pobre hombre, totalmente asombrado, abandonó la sala con 500 pesos en su bolsillo.

Este juez que impuso una multa como castigo a los presentes, por vivir en una ciudad donde un hombre necesita robar para sobrevivir, te haga reflexionar sobre el deber de solidaridad que nos toca a todos. Jesús planteó este mismo problema en la parábola del buen samaritano. San Pedro lo recordaba a los primeros cristianos con estas palabras: “Vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como hermanos, sean misericordiosos y humildes”. Que estos sentimientos te vuelvan activo en la caridad.
Padre Natalio

Mes de María
Día once (17/NOV)
Las distracciones permitidas
CONSIDERACIÓN. La Santa Escritura, nos invita a recrearnos bajo los ojos del Señor. Nos es permitido pues, buscar honestas distracciones y cuando hemos llevado el peso del día y del calor, reposar en paz en el seno de nuestra familia; mas es necesario comprar esta satisfacción con el trabajo.
Una buena lectura, un paseo al campo, algunos instantes de dulce conversación entre personas que se convienen, son cosas que se permiten y no hay duda que los santos habitantes de Nazaret descansaban así de las fatigas de sus trabajos.
Huyamos, en esas horas reparadoras, de todo lo que pueda alejarnos del Señor: las conversaciones poco cristianas, una disipación muy grande, un gozo inmoderado contrario a la dignidad de los hijos de Dios, los propósitos ligeros y bromistas que hieren la modestia. Huyamos también de las lecturas perniciosas y malsanas, que, con el pretexto de divertirnos un instante, llevan el veneno hasta el fondo de las almas.
En fin, pensemos entonces que nos hallamos bajo los ojos del Señor y que nada, en nuestra conducta, en nuestras palabras y en nuestros pensamientos pueda herirlo.

EJEMPLO. El gran sabio cardenal Bellardino, visitando un día a los alumnos del colegio Romano, durante el recreo, preguntó a algunos que se hallaban agrupados a su alrededor: -¿Qué haríais si un Ángel del Cielo viniera, de parte de Dios, a comunicaros que vais a morir?
Uno respondió: -Yo iría en seguida a confesarme.
Otro: -Yo me prosternaría delante del Santísimo Sacramento.
Un tercero: -Yo continuaría recreándome.
El cardenal fijó sobre este niño, que se llamaba Luis de Gonzaga, una mirada de emoción y abrazándolo con ternura, le dijo:
-Amigo, vuestra respuesta es la mejor.
El joven escolar tenía razón: los honestos recreos están en la voluntad de Dios y santifican cuando suceden al trabajo.

PLEGARIA DE SAN EFRÉN. ¡Oh Madre llena de gracia! interceded por mí ante vuestro divino Hijo, y por vuestra intercesión aclarad mi entendimiento, abrazad mi corazón y desligad mi lengua, a fin de que yo pueda cantar vuestras alabanzas. Así sea.

RESOLUCIÓN. No me permitiré jamás, ningún placer en medio del cual no desearía que la muerte viniera a sorprenderme.

JACULATORIA. María, causa de nuestra alegría, rogad por nosotros.

La frase de hoy

“No hay fruto de la gracia en la historia de la salvación
que no tenga como instrumento necesario
la mediación de Nuestra Señora”
Benedicto XVI

Nuevo video

Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.

Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Buenos Aires, Argentina, Cecilia Claudia agradece a Dios por el año de trabajo que está a punto de culminar. Ella trabaja en un colegio. Nos sumamos a la acción de gracias y pedimos al Señor que el año sea pródigo en oportunidades laborales para quienes hoy no lo tienen.

Agradecemos a Dios el nombramiento como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba, del P. Pedro Javier Torres, cuyos datos biográficos se pueden conocer haciendo clic acá.

“Intimidad Divina”

Domingo 33 del Tiempo Ordinario

Ya el domingo pasado la Liturgia, tratando el tema de la resurrección de los muertos, orientaba el pensamiento a las realidades ultraterrenas. Hoy prosigue en la misma dirección y señala “el día del Señor, cuando al fin de los tiempos, vuelva Cristo con gloria para juzgar a vivos y muertos” (Credo). El profeta Malaquías (1ª lectura) lo presenta con tintas fuertes: “Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los que quemaré el día que ha de venir”. Estas imágenes no son agradables a la mentalidad moderna, pero, con todo, expresan una gran verdad. Si en la vida presente triunfa el mal y los que se burlan de Dios tienen éxito y fortuna, vendrá el día en que Dios mismo pondrá cada cosa en su lugar según justicia. “Entonces vosotros volveréis a distinguir entre el justo y el impío, entre quien sirve a Dios y quien no le sirve”. Cada cual tendrá la suerte que se haya preparado con su conducta; así, mientras para los impíos el día del juicio será como un fuego devorador, para los justos será la manifestación de la gloria de Dios.

El Evangelio (Lc 21, 5-19) reproduce un trozo del discurso escatológico de Jesús, donde la predicción de los sucesos que precederán el fin del mundo se mezcla con la de los hechos que precederán la caída de Jerusalén y la destrucción del templo. Habla el Señor ante todo de la aparición de muchos que, presentándose en su nombre, impartirán doctrinas engañosas y falsas profecías. “Cuidado con que nadie os engañe…; no vayáis tras ellos” (ib. 8). La deformación de la verdad es el peligro más insidioso. Hay que ser cautos y saber discernir; el que contradice a la Sagrada Escritura, el que no está con la Iglesia y con el Papa no ha de ser escuchado. Jesús anuncia luego “guerras, revoluciones…, terremotos, epidemias, hambre” (ib. 9-10). La historia de todos los tiempos registra calamidades de este género; sería por eso aventurado ver en ellas –como en la multitud de falsos profetas– la señal de un fin inminente. Jesús mismo, prediciendo estas cosas, dijo “no tengáis pánico… el final no vendrá en seguida” (ib. 9).

Sin embargo, en el plan divino esas cosas tienen la misión de recordar a los hombres que aquí abajo es todo transitorio, todo está en camino hacia “nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia” (2 Pe, 13), y en los que los justos participarán eternamente en la gloria de su Señor. A esta misma luz han de ser consideradas las persecuciones que en todo tiempo hostigan a la Iglesia; no son para perdición, sino para bien de los creyentes, para acendrar y robustecer su fe. “Así tendréis ocasión –dice Jesús– de dar testimonio” (Lc 21, 13). Por eso la conclusión de este fragmento, no sólo es serena, sino llena de confianza. Jesús exhorta a sus discípulos a no preocuparse ni siquiera cuando sean apresados, llevados a los tribunales y perseguidos por los amigos o familiares y convertidos en blanco del odio de todos. Él velará por ellos y si hubieren de perder la vida por su nombre, la habrán ganado para la eternidad. No es con las preocupaciones, las protestas o las discusiones como se obtendrá la victoria, sino perseverando con paciencia en la fidelidad a Cristo y confiando en él a pesar de que arrecien las tormentas.

Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. (Misal Romano, Colecta)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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