PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2197 ~ Martes
19 de Noviembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
En todas las religiones se absolutizan algunas cosas que
no lo son en absoluto. Para los seguidores y las seguidoras sólo Jesús es el
absoluto, y Él no consideró absolutos ni el templo ni las leyes ni las
tradiciones sin contenido. Para Jesús lo verdaderamente absoluto son su Padre
Dios y las personas, junto a todo
aquello que las hace libres y felices; por eso su proyecto será de liberación y
de bienaventuranza, un proyecto que siempre está comenzando.
Por eso, todos nuestros proyectos deben tener su origen
en Jesús y a Él deben de tender. Así nuestros días, semanas, meses, años,
épocas deben funcionar con ese criterio: partir de un encuentro con Jesús y su
proyecto para acomodar los nuestros, y no dar nada por terminado si no se ha
llegado al encuentro definitivo con Él. (Franch A.)
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba
la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico.
Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era
de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle,
pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la
vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu
casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría.
Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse
a casa de un hombre pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré,
Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le
devolveré el cuádruplo». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta
casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido
a buscar y salvar lo que estaba perdido».
(Lc 19,1-10)
Comentario
Hoy, Zaqueo soy yo. Este personaje era rico y jefe de
publicanos; yo tengo más de lo que necesito y quizás muchas veces actúo como un
publicano y me olvido de Cristo. Jesús, entre la multitud, busca a Zaqueo; hoy,
en medio de este mundo, me busca a mí precisamente: «Baja pronto; porque
conviene que hoy me quede yo en tu casa» (Lc 19,5).
Zaqueo desea ver a Jesús; no lo conseguirá si no se
esfuerza y sube al árbol. ¡Quisiera yo ver tantas veces la acción de Dios!,
pero no sé si verdaderamente estoy dispuesto a hacer el ridículo obrando como
Zaqueo. La disposición del jefe de publicanos de Jericó es necesaria para que
Jesús pueda actuar; y, si no se apremia, quizás pierda la única oportunidad de
ser tocado por Dios y, así, ser salvado. Quizás yo he tenido muchas ocasiones
de encontrarme con Jesús y quizás ya va siendo hora de ser valiente, de salir
de casa, de encontrarme con Él y de invitarle a entrar en mi interior, para que
Él pueda decir también de mí: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque
también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y
salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,9-10).
Zaqueo deja entrar a Jesús en su casa y en su corazón,
aunque no se sienta muy digno de tal visita. En él, la conversión es total:
empieza con la renuncia a la ambición de riquezas, continúa con el propósito de
compartir sus bienes y acaba con la resolución de hacer justicia, corrigiendo
los pecados que ha cometido. Quizás Jesús me está pidiendo algo similar desde
hace tiempo, pero yo no quiero escucharle y hago oídos sordos; necesito
convertirme.
Decía san Máximo: «Nada hay más querido y agradable a
Dios como que los hombres se conviertan a Él con un arrepentimiento sincero».
Que Él me ayude hoy a hacerlo realidad.
Rev. D. Enric RIBAS i Baciana (Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santísima Virgen
de la Divina
Providencia
Patrona de Puerto Rico
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Cómo ganar amigos
Respetar las
opiniones del otro es una de las mayores virtudes que un ser humano puede
tener. Las personas son diferentes, por lo tanto piensan y actúan de modo
diferente. No juzgues, tan sólo comprende. Alguien escribió con acierto:
"Comprender es una palabra viva y la carne de esa palabra es amor”.
El presidente de los EE.UU, Abraham Lincoln,
era famoso por la extrema cortesía que dispensaba a sus adversarios políticos.
La conducta del presidente no siempre era compartida por sus propios ministros.
Uno de ellos, un día, le dijo fastidiado: ¿Por qué los tratas como si fueran
tus amigos? ¡Merecerían más bien que los eliminaras! "Es lo que
hago", respondió Lincoln. "¿Acaso no elimino a un enemigo cada vez
que lo convierto en amigo?”
“Urbanidad y
buenos modales abren puertas principales”, dice un refrán español. La
convivencia humana se hace más fácil y agradable si, además de la sinceridad y
sencillez del trato, procuramos no molestar con modales o expresiones que
hieren la sensibilidad de los demás. Una persona afable, serena, respetuosa es
bien recibida por todos.
Padre Natalio
Mes de María
Día trece (19/NOV)
La autoridad de Dios, en los
superiores
CONSIDERACIÓN.
Tenemos superiores que son, para nosotros, los representantes de la autoridad
divina. “Obedeced a los poderes establecidos por Dios para gobernar al mundo”,
nos dice el Apóstol.
Cuesta a nuestra naturaleza obedecer y someternos y
algunas veces, sentimos una especie de rebelión, que debemos apresurarnos a
combatir, como contraria al espíritu cristiano. Apliquémonos a ver a Dios
mismo, en aquellos que están colocados por encima de nosotros, ya sea en el
orden espiritual, como los ministros del Señor, en el orden civil, como las
autoridades y magistrados o bien en la familia, como nuestros padres o nuestros
patrones, si somos servidores.
Cuando la sumisión nos resulte penosa, pensemos que es
meritoria a los ojos de Dios y que será recompensada por Él. No pensemos
sustraernos a las obligaciones de nuestro estado; nosotros tenemos, cada uno,
un lugar destinado aquí abajo, y nuestra desgracia viene, muchas veces, de que,
descontentos de nuestra suerte queremos ser lo que no somos y arrojar lejos,
las penas y pruebas que el Señor nos envía.
La Santísima Virgen, nos da grandes ejemplos de
obediencia, pues, toda su vida, Ella se muestra humilde y sumisa a sus
superiores, cumple puntualmente las leyes de Dios, y los menores deseos de San
José, para Ella son órdenes.
Preguntémonos constantemente si somos verdaderamente
obedientes y respetuosos con nuestros superiores, si no hemos criticado alguna
vez su conducta, fiscalizado sus órdenes.
EJEMPLO. Santa
Zita, estaba empleada en casa del Señor Pagana di Fatinelli. En medio de las
dificultades que allí encontró, el trabajo y la oración, eran sus dos grandes
auxilios. Tenía constantemente ante los ojos, el pensamiento de la Santísima
Virgen, viviendo en Nazaret y le pedía le concediera las virtudes que la habían
hecho tan agradable a los ojos del Señor. Se esforzaba en imitar la vigilante
calma, que María ponía en las labores domésticas, que no la hacían perder
jamás, la presencia de Dios. Como la Santa Virgen fue sumisa a José, Zita se
esforzaba en ser sumisa, no sólo a sus patrones, sino a los últimos servidores
de la casa, viendo siempre al Maestro supremo, en aquellos a quienes obedecía.
Nuestra joven sirvienta, severa sólo para consigo misma,
estaba llena de dulzura para los demás y uno de sus biógrafos recuerda (grande
e inocente elogio) que ella pasó cuarenta y ocho años de buenos servicios, sin
querella en la familia de Pagana di Fatinelli.
PLEGARIA DE SAN
ATANASIO. Reina de los Ángeles y de los hombres, recibid nuestros
homenajes, escuchad nuestras súplicas, obtenednos las gracias de Dios y sobre
todo, la de amarlo en el tiempo y en la eternidad. Así sea.
RESOLUCIÓN.
Veré a Dios en mis superiores.
JACULATORIA.
Virgen digna de veneración, rogad por nosotros.
Fuente: www.santisimavirgen.com.ar
La frase de hoy
“Cierta noche dormía yo tranquila
cuando vino el demonio con una instigación;
yo instaba en la oración, santiguábame, etc.,
hasta que con sólo invocar a la Inmaculada Concepción
quedé libre.”
Santa Gema Galgani
Nuevo artículo
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"Juan Pablo
II inolvidable"
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Alberto
José H. P., de Buenos Aires, Argentina, que hoy y el próximo día 26 tiene
programadas cirugías oftalmológicas. Rogamos que por la intercesión de Santa
Lucía, patrona de la vista, el Señor le conceda a Alberto una pronta y feliz
recuperación.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
“Intimidad Divina”
Llamas divinas
Al paso que la llama viva del Espíritu Santo purifica al
hombre, lo va iluminando gradualmente y encendiendo en amor. “Se siente estar
herida el alma viva y agudamente –dice San Juan de la Cruz– en fuerte amor
divino, en cierto sentimiento y barrunto de Dios”, que le hace vislumbrar con
profundidad nueva la soberanía suma, la santidad excelsa y la amabilidad
infinita de Dios del que se siente más presa y atraída cada vez. “Me has
seducido, Señor, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido” (Jr 20,
7). Dios de tal modo ha conquistado y enamorado de sí a su criatura, que ésta
ya no ve, ni en el cielo ni en la tierra, otro bien fuera de él, no tiene otro
deseo que poseerlo, ni otro temor que el de llegarlo a perder… Cuando una
criatura ha comprendido que para poseer a Dios es necesario resolverse a
determinado paso, no se arredra ante nada: afronta cualquier dificultad y
renuncia a cualquier cosa, con tal de conseguir su intento y “poder encontrar
con el que ama su alma”.
Inflamada de amor del Espíritu Santo, la criatura se
torna ansiosa e impaciente por encontrar a su Dios y lo va buscando e invocando
sin descanso, “porque, como está en tinieblas, siéntese sin él, estándose
muriendo de amor por él”. La larga espera y privación de la noche del espíritu
la torna sumamente solícita, semejante a la mística Esposa delos Cantares
–figura no sólo de Israel en busca de Dios sino de toda alma que anhela la
unión con él–, la cual, después de haber suspirado por él en la intimidad de su
casa, no sufre más dilaciones y sale a buscarlo por calles y plazas. Semejante
a la Magdalena que, después de la muerte de Jesús, no descansa, sino que se
levanta de madrugada, corre al sepulcro y, no encontrando ya el cuerpo del
Maestro, lo busca preguntando a todo el que encuentra. La criatura hambrienta y
sedienta de Dios no se resigna, ni se da por vencida; quiere encontrar a toda
costa al que ama más que a sí misma.
Todo cristiano ha sido prevenido por el amor de Dios,
creado a su imagen y semejanza, revestido de vida divina; todo cristiano ha
sido y es continuamente invitado a la comunión con Dios. Y entonces, ¿por qué
esas criaturas privilegiadas van en busca no de Dios sino de sí mismas,
solícitas no del amor divino sino de amores caducos, ansiosas no de dios sino de
miserables bienes terrenos? Es el amargo fruto de egoísmo, de la
superficialidad y de la codicia, que tienen prisionero el corazón humano; y
esto demuestra a las claras qué labor purificadora tan profunda hace falta para
liberarlo completamente de sí mismo y de todo lo que le impide buscar a Dios
con todas sus fuerzas. “Buscarás al señor tu Dios; y lo encontrarás, si lo
buscas con todo tu corazón y con toda tu alma” (Dt 4, 29)
Oh llama de amor,
tú consumes toda herrumbre y expulsas del alma cualquier tiniebla de defectos,
y con tal penetración, que la más pequeña sombra de imperfección no puede
comparecer ante ti; y tú siempre clamas porque no puedes soportar esa sombra, y
tanto obras en el alma que la purificas de lo que no se puede ver sino con tus
ojos, los cuales ven que es defectuoso lo que a los otros les parece
perfección. Oh amor, tú purificas y destruyes nuestras imperfecciones; tú
iluminas y robusteces nuestros sentimientos; tú obras todas las cosas que nos
son necesarias solamente por puro amor tuyo, sin ser amado de nosotros… Oh
Señor, ¿qué es esta alma de la que tanto cuidado tienes y que tanto estimas,
mientras nosotros la estimamos tan poco? ¡Oh, si yo pudiese saber la causa de
ese tu amor tan grande y tan puro a la criatura racional, a la que luego veo en
todo tan contraria a ti! (Santa Catalina de Génova)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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