jueves, 31 de octubre de 2013

Pequeñas Semillitas 2178

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2178 ~ Jueves 31 de Octubre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Halloween significa "All hallow's eve", palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa "víspera de todos los santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.
¿Qué experiencia religiosa o moral queda después de la fiesta del Halloween? ¿No es Halloween otra forma de relativismo religioso con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristianas se vean debilitadas?
Es que nosotros, como cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia, portadores de la luz para el mundo ¿podemos identificarnos con una actividad en donde todos sus elementos hablan de temor, injusticia, miedo y oscuridad? Sobre el tema de la paz podemos leer Fil. 4,9  Gál. 5,22. Ver qué dice Jesús sobre esto en Mt. 5,14  Jn. 8,12.
Si somos sinceros con nosotros mismos y buscamos ser fieles a los valores de la Iglesia Católica, llegaremos a la conclusión de que el Halloween no tiene nada que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos, y que todas sus connotaciones son nocivas y contrarias a los principios elementales de nuestra fe. (Aciprensa)

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y Él les dijo: «Id a decir a ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’.
»¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».
(Lc 13,31-35)

Comentario
Hoy podemos admirar la firmeza de Jesús en el cumplimiento de la misión que le ha encomendado el Padre del cielo. Él no se va a detener por nada: «Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana» (Lc 13,32). Con esta actitud, el Señor marcó la pauta de conducta que a lo largo de los siglos seguirían los mensajeros del Evangelio ante las persecuciones: no doblegarse ante el poder temporal. San Agustín dice que, en tiempo de persecuciones, los pastores no deben abandonar a los fieles: ni a los que sufrirán el martirio ni a los que sobrevivirán, como el Buen Pastor, que al ver venir al lobo, no abandona el rebaño, sino que lo defiende. Pero visto el fervor con que todos los pastores de la Iglesia se disponían a derramar su sangre, indica que lo mejor será echar a suertes quiénes de los clérigos se entregarán al martirio y quiénes se pondrán a salvo para luego cuidarse de los supervivientes.
En nuestra época, con desgraciada frecuencia, nos llegan noticias de persecuciones religiosas, violencias tribales o revueltas étnicas en países del Tercer Mundo. Las embajadas occidentales aconsejan a sus conciudadanos que abandonen la región y repatríen su personal. Los únicos que permanecen son los misioneros y las organizaciones de voluntarios, porque les parecería una traición abandonar a los “suyos” en momentos difíciles.
«¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa» (Lc 13,34-35). Este lamento del Señor produce en nosotros, los cristianos del siglo XXI, una tristeza especial, debida al sangrante conflicto entre judíos y palestinos. Para nosotros, esa región del Próximo Oriente es la Tierra Santa, la tierra de Jesús y de María. Y el clamor por la paz en todos los países debe ser más intenso y sentido por la paz en Israel y Palestina.
Rev. D. Àngel Eugeni PÉREZ i Sánchez (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Quintín, Mártir 
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: EWTN    

¡Buenos días!

Alegría y gozo

Te ofrezco hoy un ramillete de frases de los salmos unidas entre sí por el tema de la alegría. El salmista la solicita al Señor, la agradece cuando inunda su corazón, y la goza íntimamente unido al Dios de quien procede la alegría y la paz interior. Aquí, pues, tienes una buena sugerencia para orar con fragmentos de la Biblia asociados en torno a una idea aglutinante.

Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor (86). Te doy gracias, Señor, porque has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino. En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tu solo me haces vivir tranquilo (4). El Señor es mi fuerza y mi poder, él es mi salvación; y sacaré aguas con gozo de la fuente de salvación (Isaías 12). Señor, porque confío en ti, alegra mi corazón con tu auxilio, y cantaré y tocaré para ti, por todo el bien que me hiciste (13). A la sombra de tus alas canto con júbilo, mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene (63).

Defiende, pues, y cultiva la alegría. La risa y el buen humor te liberarán de aquella lúgubre seriedad que vuelve los problemas pesados como el plomo, te liberarán además de la triste inquietud cotidiana. La risa y el buen humor crean espacios nuevos para alegrías desconocidas. Es un precepto de Dios estar alegres: “Estén siempre alegres” (1 Tes. 5,16).
Padre Natalio

Tema del día: Halloween, 
¿Cristianismo o paganismo?
"No se puede negar que es divertido disfrazar a los pequeños de la casa y salir con ellos a pedir dulces por las calles; muchos de nosotros tenemos recuerdos gratos de las fiestas de Halloween en donde compartíamos dulces y echábamos mano de todo lo que estaba a nuestro alcance para confeccionarnos el mejor de los disfraces. Halloween, ¿Lo debe celebrar un cristiano?

No podemos pasar por alto que las fiestas que celebramos reflejan quiénes somos e influyen en nuestros valores. Desgraciadamente muchos cristianos han olvidado el testimonio de los santos y la importancia de rezar por los muertos y se dejan llevar por costumbres paganas para festejar con brujas y fantasmas. "Halloween" significa (All hallow´s eve), del inglés antiguo, all hallows eve, o Víspera Santa, pues se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. La fantasía anglosajona, sin embargo, le ha robado su sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.

Ya desde el siglo VI antes de Cristo los celtas del norte de Europa celebraban el fin del año con la fiesta de Samhein (o La Samon), fiesta del sol que comenzaba la noche del 31 de octubre. Marcaba el fin del verano y de las cosechas. El colorido de los campos y el calor del sol desaparecían ante la llegada de los días de frío y oscuridad.

Creían que aquella noche el dios de la muerte permitía a los muertos volver a la tierra fomentando un ambiente de muerte y terror. La separación entre los vivos y los muertos se disolvía aquella noche y haciendo posible la comunicación entre unos y otros. Según la religión celta, las almas de algunos difuntos estaban atrapadas dentro de animales feroces y podían ser liberadas ofreciéndole a los dioses sacrificios de toda índole, incluso sacrificios humanos. Sin duda Samhein no es otro sino el mismo demonio que en todas las épocas busca implantar la cultura de la muerte. Aquellos desafortunados también creían que esa noche los espíritus malignos, fantasmas y otros monstruos salían libremente para aterrorizar a los hombres. Para aplacarlos y protegerse se hacían grandes hogueras. Estas hogueras tuvieron su origen en rituales sagrados de la fiesta del sol. Otras formas de evitar el acoso de estos macabros personajes era preparándole alimentos, montando macabras escenografías y disfrazándose para tratar de asemejarse a ellos y así pasar desapercibidos sus miradas amenazantes.

Al no conocer al verdadero Dios vivían aterrorizados ante las fuerzas de la naturaleza y las realidades del sufrimiento y la muerte. De alguna forma buscaban desahogar aquella situación dándole expresión en toda clase de fantasías. Todo lo feo, lo monstruoso y lo amenazante que se puede imaginar en figuras de animales y seres humanos constituye la base para darle riendas libres a la imaginación del terror.

Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que algunos las mezclaran. En vez de recordar los buenos ejemplos de los santos y orar por los antepasados, se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos.

Algunos inmigrantes Irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folklore popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde USA, Halloween se ha propagado por todo el mundo.
Autor: Tere Fernández 
Fuente: Catholic.net

La frase de hoy

“Cada defecto que ves en el otro 
es una debilidad negada dentro de ti mismo.
Cada conflicto que plantees 
es una excusa para no enfrentar un conflicto interior.
Cuando encuentras realmente el amor 
te encuentras a ti mismo"
Deepack Chopra

Nuevo video

Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud de Asiel Francisco, un bebé de 7 meses que está internado con fiebre desde hace 4 días en Managua, Nicaragua. Que Jesús lo toque con su mano y lo sane.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

“Intimidad Divina”

Nuestra capacidad nos viene de Dios

“Predicamos [el Evangelio], no buscando agradar a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones…, ni buscando gloria humana, ni de vosotros ni de nadie” (1 Ts 2, 4-6). Para que el apostolado sea verdadero ejercicio de caridad y, por ello, medio de progresar cada vez más en el amor a Dios y al prójimo, se requiere una absoluta rectitud de intención. El Señor que “examina” y escruta los corazones de sus apóstoles, no quiere ver en ellos rastro de intenciones segundas ocultas, enmascaradas con apariencias de celo, pero que son fruto de vanagloria. Esto exige una muerte continua a cualquier forma de amor propio, egoísmo y orgullo, para llegar a la limpidez y sencillez interior que proponía Jesús a sus discípulos mientras discutían sobre una cuestión de preminencia… Cuando la madre de Santiago y de Juan avanzó, en nombre de sus hijos, la solicitud de un puesto privilegiado, Jesús volviéndose a los apóstoles, les amonestó: “el que quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor” (Mt 20, 27); y la noche de la última Cena, en el lavatorio de los pies, demostró con su ejemplo hasta qué punto deben los apóstoles hacerse servidores.

San Pablo, conmovido por la grandeza del misterio apostólico, mediante el cual Dios difunde “el perfume” del conocimiento de Cristo por todo el mundo, exclama: “Y ¿quién es capaz para esto?” (2 Cr 2, 14.16). Siente la inmensa desproporción entre su limitación humana y la misión de heraldo del misterio de Cristo; con todo le anima una gran confianza: “no que por nosotros –protesta– seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, sino que nuestra capacidad viene de Dios” (ib 3, 5). La humildad de Pablo es el secreto y la fuerza de su apostolado. Una humildad tan profunda que está convencido que “nada” proviene de él, sino que toda su capacidad viene de Dios, como una emanación del poder del que lo hace apto para el cometido que le ha señalado. Es la interpretación más hermosa y concreta de la enseñanza de Jesús: “sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). No poco; nada.

Toda “nuestra capacidad viene de Dios. Sin mí no podéis hacer nada”. Estas palabras conservadas en el corazón del apóstol, maduradas y asimiladas en la oración, saboreadas y sufridas en la experiencia de la vida, son capaces de hacer desaparecer toda complacencia de sí, toda jactancia o autosuficiencia. Las Iglesias o salones repletos, los aplausos y los éxitos pueden no servir de nada, si Dios no interviene con su acción secreta para mover los corazones. El ingenio, la cultura, el estilo brillante o la conversión atrayente, nada de esto es capaz de producir el menor grado de gracia o el más insignificante acto de caridad teologal. Sólo Dios es su autor… Así el apóstol vive y obra estrechando a Dios, dependiendo en todo del Espíritu Santo para ser iluminado por él en todo: en las palabras, en las obras, en las decisiones y en los métodos, y para dejarse conducir por él, no por caminos elegidos arbitrariamente acaso a impulsos de amor propio y de la ambición sino por los caminos de la voluntad de Dios.

Vos habéis querido, mi Dios, Vos, infinitamente sabio, infinitamente santo, que vuestros ministros fueran naturalmente miserables, que tuvieran tan profundamente grabado en su corazón el sentimiento de su pequeñez, que pudieran compadecer siempre y con sinceridad a los que ignoran y yerran… Habéis querido que el contraste entre la miseria del hombre pecador y la alteza de su ministerio pongan a todos de manifiesto la eficacia de vuestra gracia y la sublimidad de vuestra gloria. Todo apóstol, consciente de su debilidad y asombrado de los triunfos de vuestro poder, repetirá con los jóvenes del horno de Babilonia: “No nos confundas, Señor, trátanos con piedad; derrama sobre nosotros los tesoros de tu misericordia; líbranos con tu poder de todo peligro y reserva la gloria para tu santo nombre”… En ti, oh Señor Jesús, sólo en ti ponemos nuestra confianza. (D. Mercier, Retiro Pastoral)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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