jueves, 28 de noviembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2206

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2206 ~ Jueves 28 de Noviembre de 2013
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Iniciamos esta edición de “Pequeñas Semillitas” con una reflexión del P. Gabriel de Santa María Magdalena (Carmelita Descalzo) que dice así:
“La vida del hombre adquiere su verdadero sentido y su auténtico valor cuando se convierte en un viaje de vuelta al Dios que nos ha creado para sí y cuando se hace respuesta al Dios que lo llama a una comunión consigo”
¿Le damos esa orientación a nuestra vida? ¿Vivimos buscando a Dios o estamos demasiado atados a las cosas materiales y aturdidos por los placeres terrenales? ¿Tomamos conciencia que “estamos de paso” en este mundo y que debemos utilizar este tiempo para acumular riquezas espirituales que nos aseguren el boleto para ese viaje de vuelta a Dios?
Meditemos con serena esperanza el Evangelio de hoy y elijamos dónde queremos estar cuando llegue el final de los tiempos y venga el Señor con todo su poder y su gloria.

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella; porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito.
»¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y cólera contra este pueblo; y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación».
(Lc 21,20-28)

Comentario
Hoy al leer este santo Evangelio, ¿cómo no ver reflejado el momento presente, cada vez más lleno de amenazas y más teñido de sangre? «En la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo» (Lc 21,25b-26a). Muchas veces, se ha representado la segunda venida del Señor con las imágenes más terroríficas posibles, como parece ser en este Evangelio, siempre bajo el signo del miedo.
Sin embargo, ¿es éste el mensaje que hoy nos dirige el Evangelio? Fijémonos en las últimas palabras: «Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación» (Lc 21,28). El núcleo del mensaje de estos últimos días del año litúrgico no es el miedo, sino la esperanza de la futura liberación, es decir, la esperanza completamente cristiana de alcanzar la plenitud de vida con el Señor, en la que participarán también nuestro cuerpo y el mundo que nos rodea. Los acontecimientos que se nos narran tan dramáticamente quieren indicar de modo simbólico la participación de toda la creación en la segunda venida del Señor, como ya participaron en la primera venida, especialmente en el momento de su pasión, cuando se oscureció el cielo y tembló la tierra. La dimensión cósmica no quedará abandonada al final de los tiempos, ya que es una dimensión que acompaña al hombre desde que entró en el Paraíso.
La esperanza del cristiano no es engañosa, porque cuando empiecen a suceder estas cosas —nos dice el Señor mismo— «entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria» (Lc 21,27). No vivamos angustiados ante la segunda venida del Señor, su Parusía: meditemos, mejor, las profundas palabras de san Agustín que, ya en su época, al ver a los cristianos atemorizados ante el retorno del Señor, se pregunta: «¿Cómo puede la Esposa tener miedo de su Esposo?».
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

Santoral Católico:
Santa Catalina Labouré
Religiosa Vicentina

Esta fue la santa que tuvo el honor de que la Santísima Virgen se le apareciera para recomendarle que hiciera la Medalla Milagrosa.
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Poder del buen ejemplo

Un refrán dice “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. El poder del testimonio es enorme y decisivo. Las palabras están devaluadas. Nunca el mensaje de Jesús tuvo tanta fuerza como cuando pregonó el amor desde la cruz. Para construir a tu alrededor una civilización del amor aporta cada día gestos de servicio, de humildad y generosidad.

En una ciudad alemana bombardeada en la última Guerra Mundial, encontraron, entre las ruinas, un Cristo a quien le faltaban las manos y las piernas. Aquellos habitantes decidieron conservar así, sin manos y sin pies, a aquel Cristo, como recuerdo de la barbarie de la guerra, y de que somos nosotros los llamados a ser las manos y los pies de Cristo. Una excelente manera de describir nuestra misión de testigos: ser las manos y los pies de Cristo para llevar su mensaje de justicia, de fraternidad, de esperanza, de amor a cuantos nos rodean.

Tanto los buenos como los malos ejemplos moldean el ambiente en que vivimos. Ojalá que triunfen los que favorecen lo bueno, digno, noble. Porque si prevalece el egoísmo salvaje, llegaremos a una pérdida tal de los valores humanos que la vida será muy triste, que faltará lo más hermoso: el respeto, la comprensión, el amor. Amigo/a, aporta hoy tu granito de arena.
Padre Natalio

Mes de María
Día veintidós (28/NOV)
Reconocimiento a Dios
CONSIDERACIÓN. Los días tristes y penosos son, sin duda, los más numerosos en la vida del hombre; sin embargo, Dios le dispensa algunos consuelos y alegrías, en medio de sus penas. Preguntémonos, si tenemos, por los bienes que nos da, un reconocimiento suficiente.
Vamos a Él con fervor, cuando somos desgraciados, cuando la muerte amenaza a alguien que amamos, pero si oye nuestra súplica, ¿la acción de gracias se eleva en seguida de nuestro corazón? En una palabra, ¿somos agradecidos?
La Santísima Virgen es aquí otra vez nuestro modelo y la Escritura santa nos ha conservado el sublime canto del Magníficat, que nosotros todos, que somos sus hijos, debemos gustar repetir después de Ella. ¡Oh! ¡sí! ¡Que nuestra alma glorifique al Señor puesto que su misericordia hacia nosotros ha sido grande! ¡Que la expresión de nuestra gratitud sea como el arranque de un corazón que se eleva sobre las cosas pasajeras no mirándolas sino con los ojos de la fe!

EJEMPLO. Se cuenta que los japoneses, cuando se les instruía con el Evangelio, de las grandezas, hermosuras, amabilidades infinitas de Dios, sobre todo cuando se les enseñaba los grandes misterios de la religión, todo lo que ha hecho Dios por los hombres; un Dios naciendo, sufriendo, muriendo por salvarlos: ¡Oh! ¡Qué grande es! exclamaban en sus dulces transportes, ¡es bueno y amable el Dios de los cristianos! Cuando, en seguida, se les añadía que había un mandamiento especial de amar a Dios y amenazas si no se le ama, se sorprendían y no podían volver de su asombro. ¡Y qué! decían ¡que! Ahombres razonables ¿un precepto de amar a Dios que nos ha amado tanto y a quien debemos todo? ¿Y no es, acaso, la más grande felicidad amarlo y la peor desgracia no amarlo? Pero cuando llegaban a saber que había cristianos que no sólo no amaban a Dios sino que lo ofendían y ultrajaban, exclamaban con indignación: ¡Oh pueblo injusto, oh corazones ingratos, bárbaros! ¿Es posible que los cristianos sean capaces de estos horrores? ¿Y en qué tierra maldita habitan esos hombres sin corazón y sin sentimientos?
Merecemos mucho estos justos reproches y un día, esos pueblos alejados de nosotros, esas naciones extranjeras, llamadas en testimonio contra nosotros, nos acusarán y condenarán delante de Dios.

PLEGARIA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO. Haced, oh Reina del Cielo, que yo lleve siempre en el alma el temor y el amor de vuestro dulce Hijo y que le rinda sin cesar, fervientes acciones de gracias por los grandes beneficios que me han sido acordados, no por mis méritos sino por su bondad infinita. Así sea.

RESOLUCIÓN. Cada noche, agradeceré a Dios los beneficios recibidos durante el día; si Él me ha enviado alguna pena, la aceptaré con resignación.

JACULATORIA. María, Espejo de Justicia, rogad por nosotros.

La frase de hoy

“Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir:
Te saludo, Maria. Saluda a Jesús de mi parte"
San Pio de Pietrelcina

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la señora Delia de B., 90 años, residente en Nueva Orleans, USA, y está muy enferma, casi en los momentos finales de su vida, rogando al Señor Misericordioso que la tome de su mano y le conceda la gracia de entrar en su gloria sin más sufrimientos. Y que la Santísima Virgen consuele a Isabel, su hija, en estos momentos de dolor y desprendimiento.

Pedimos oración por Tatiana, 38 años, de Buenos Aires, Argentina, afectada de cáncer de mama con diseminación, y bajo tratamiento de quimioterapia. Por ello rogamos a la Virgen de la Medalla Milagrosa que interceda por ella ante Jesús para conseguir su curación.

Pedimos oración por Lidia, de Ciudad de Buenos Aires, para que Jesús la ayude y pueda conseguir un trabajo digno.

Pedimos oración por Germán G. L., de Colombia, para que el Señor lo fortalezca en la fe y lo sostenga en la parte económica alejando toda perturbación.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

“Intimidad Divina”

El triunfo del amor

“Serás corona de adorno en la mano del Señor y tiara real en la palma de tu Dios. No se dirá de ti jamás abandonada, ni de tu tierra desolada… porque el Señor se complacerá en ti” (Is 62, 3-4). Las palabras del profeta dirigidas a Jerusalén, se aplican también a la Iglesia, por la que Cristo se dio a sí mismo amándola como a esposa, y en la Iglesia a toda alma elevada por Dios a la unión mística con él. Antes “abandonada” y casi “desolada” por la aspereza de las pruebas purificadoras, la criatura se encuentra finalmente en las manos de su Señor, el cual se complace en ella. En realidad, nada hay en ella que pueda atraer las divinas complacencias sino los dones que ha recibido de Dios: su gracia y su amor; y cuando estos, vencidos todos los obstáculos triunfan en ella, Dios no puede dejar de complacerse reconociendo en la criatura el reflejo de sí mismo. Y pues él es amor, donde más amor encuentra, más se complace.

“Por encima de todo esto revestíos del amor, que es el lazo de la unión perfecta” (Cl 3, 14). En la criatura elevada a la unión total con Dios, el amor domina sobre todo y lo resume todo: es la atmósfera en que vive, es su respiración, su vida. En ella “todo se mueve por amor y en el amor”. Amor en sentido pleno, según lo pidió Jesús a sus discípulos, o sea amor a Dios y amor al prójimo. El amor no sería perfecto si no reflejara el movimiento de la caridad divina con la que Dios se ama a sí mismo y ama a los hombres. San Juan de la Cruz advierte que uno de los frutos más preciosos de las pruebas purificadoras es justamente una delicada caridad fraterna. La unión con Dios no hace a nadie frío o indiferente para con el prójimo u olvidarse de las necesidades ajenas, antes al contrario hace más firme y verdadera la unión fraterna.

Este fue el objeto de la oración sacerdotal de Cristo: “que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno” (Jn 17, 22-23). Cuanto más unidos a Dios estén los fieles, más unidos han de estar entre sí, siendo “perfectamente uno”. Amor puro de Dios y amor puro de los hermanos, sin búsqueda alguna de sí mismo, ni de gozo espiritual, ni de ventajas humanas; el que ha llegado a esta altura, se preocupa sólo de la única cosa necesaria: amar como ama Dios. Un poquito de este puro amor, dice San Juan de la Cruz, “es más precioso… y más provecho hace a la Iglesia… que todas esas otras obras juntas”. La criatura que lo posee es sumamente fecunda para la salvación de los hermanos y para el incremento de la Iglesia, aunque no esté empleada en actividades externas.

¡Oh aire delgado! Como eres aire delgado y delicado, di ¿cómo tocas delgada y delicadamente, siendo tan terrible y poderoso? ¡Oh, dichosa el alma a quien tocares delgada y delicadamente, siendo tan terrible y poderoso! Di esto al mundo; mas no se lo quieras decir al mundo, porque sabe él de aire delgado y no te sentirá, porque no te puede recibir ni te puede ver; sino aquellos, Dios mío y vida mía, te verán y sentirán tu toque delgado, que enajenándose del mundo, se pusieron en delgado… y así te pueden sentir y gozar. ¡Oh, pues, otra vez y muchas veces delicado toque, tanto más fuerte y poderoso, cuanto más delicado; pues que con la fuerza de tu delicadeza deshaces y apartas el alma de todos los demás toques de las cosas criadas, y la adjudicas y unes sólo para ti! (San Juan de la Cruz)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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