lunes, 11 de noviembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2189

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2189 ~ Lunes 11 de Noviembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Viviendo el Mes de María, es bueno recordar esta historia verdadera:
Lucía, vidente de Fátima, era postulante en el Convento de las Doroteas en Pontevedra, España cuando tiene una aparición de la Virgen sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a su lado. La Santísima Virgen puso su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía su corazón rodeado de espinas. El Niño le dijo: "Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas."
Inmediatamente dijo Nuestra Señora a Lucía: "Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación"

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos.
»Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás».
Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe». El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido».
(Lc 17,1-6)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos habla de tres temas importantes. En primer lugar, de nuestra actitud ante los niños. Si en otras ocasiones se nos hizo el elogio de la infancia, en ésta se nos advierte del mal que se les puede ocasionar.
Escandalizar no es alborotar o extrañar, como a veces se entiende; la palabra griega usada por el evangelista fue “skandalon”, que significa objeto que hace tropezar o resbalar, una piedra en el camino o una piel de plátano, para entendernos. Al niño hay que tenerle mucho respeto, y ¡ay de aquél que de cualquier manera le inicie en el pecado! (cf. Lc 17,1). Jesús le anuncia un castigo tremendo y lo hace con una imagen muy elocuente. Todavía se ven en Tierra Santa piedras de molino antiguas; son una especie de grandes diávolos (se parecen también, en mayor tamaño, a los collares que se ponen en el cuello a los traumatizados). Introducir la piedra en el escandalizador y echarlo al agua expresa un terrible castigo. Jesús utiliza un lenguaje casi de humor negro. ¡Pobres de nosotros si dañamos a los niños! ¡Pobres de nosotros si les iniciamos en el pecado! Y hay muchas formas de perjudicarlos: mentir, ambicionar, triunfar injustamente, dedicarse a menesteres que satisfarán su vanidad...
En segundo lugar, el perdón. Jesús nos pide que perdonemos tantas veces como sea necesario, y aún en el mismo día, si el otro está arrepentido, aunque nos escueza el alma: «Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale» (Lc 17,3). El termómetro de la caridad es la capacidad de perdonar.
En tercer lugar, la fe: más que una riqueza del entendimiento (en sentido meramente humano), es un “estado de ánimo”, fruto de la experiencia de Dios, de poder obrar contando con su confianza. «La fe es el principio de la verdadera vida», dice san Ignacio de Antioquía. Quien actúa con fe logra cosas asombrosas, así lo expresa el Señor al decir: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido» (Lc 17,6).
Rev. D. Pedro-José YNARAJA i Díaz (El Montanyà, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Martín de Tours
Obispo
 
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Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Enséñame tu camino

Cuando en la Biblia se habla de “camino”, casi siempre se refiere simbólicamente a las “normas de conducta de cada persona”, o en otras palabras a “su estilo de vida”. En el salmo 1º se lee: “El Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal”. Jesús, cuando dijo “Yo soy el camino”, nos comunicaba que con su vida expresaba el querer de Dios.

Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre (86). Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia,  de alegría perpetua a tu derecha (16). Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente (16). Enséñame, Señor, a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón (119). He examinado mi camino para enderezar mis pies a tus preceptos (119). Dichoso en que con vida intachable camina en la voluntad del Señor (118). Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos, dame vida con tu palabra (119). Ensánchame el corazón y correré por el camino de tus mandatos (119).

Es bueno tener presente las palabras que en los salmos, en especial el 119, significan casi lo mismo que “camino”: como puedes apreciar en estas frases: cumplir tus mandatos, seguir tus caminos, observar tus preceptos, obrar según tu voluntad, practicar tus palabras, guardar tus consignas, obedecer tu santa ley. Alimenta tu oración con la riqueza de la Palabra.
Padre Natalio

Mes de María
Día quinto (11/NOV)
Dios es nuestro Maestro
CONSIDERACIÓN. La Santa Virgen se llama a sí misma la sirvienta del Señor; Ella lo reconoce asimismo por su Maestro y el más grande elogio que puede hacerse de los santos, es decir, que ellos también son los servidores del Señor. Comprended bien el sentido de esta palabra: el servidor, no se pertenece; su tiempo, su trabajo, sus esfuerzos, todo es de su amo; si es dedicado y fiel, toma tan a pecho los intereses de aquel a quien sirve, que los cuida como a los suyos propios.
Nosotros pertenecemos a Dios, que nos ha creado, que nos ha redimido por la sangre de su Hijo. Estamos en la tierra para servirle; es decir, para cumplir los mandamientos que nos ha dado, trabajar para la gloria y para la salvación de nuestros hermanos y la nuestra. ¡Ay! ¡Cuántos hombres han repetido en el fondo de su corazón y por sus acciones la espantosa palabra de Satán: “Non serviam”, “yo no serviré” y corrido así, a su propia condenación!
En cuanto a nosotros, imitemos a María, estimémonos felices de servir a un Dios bueno. En la observancia de sus leyes, encontraremos la paz aquí abajo y después de nuestra muerte, la felicidad que es la recompensa.

EJEMPLO. San Vicente de Paúl vivía siempre en presencia de Dios, su Señor y Maestro. En el instante de iniciar algún trabajo, repetía según el Apóstol: Señor, ¿qué quieres que haga? y se aplicaba con gran cuidado a discernir las manifestaciones de la naturaleza de las inspiraciones de la gracia, a fin de descubrir cuál era la voluntad de Dios para cumplirla. También decía que la perfecta conformidad a la voluntad de Dios, es el mejor modo de triunfar de toda especie de tentación, de purificarse de las diferentes imperfecciones y de conservar la paz del corazón.

PLEGARIA. Hazme comprender, ¡oh Virgen María! cuán feliz soy por haber sido llamado al servicio del Rey de los reyes, del Señor de los señores, y qué gloria es para mí, pobre criatura, pertenecerle y poder aspirar a la felicidad de habitar en la casa de mi Amo, por los siglos de los siglos. Así sea.

RESOLUCIÓN. Me glorificaré de estar al servicio de Dios.

JACULATORIA. Madre del Creador, rogad por nosotros.

La frase de hoy

“María es como el arco iris, señal de reconciliación entre Dios y los hombres. Es como un capullo de rosa que abre sus pétalos en pleno invierno; como un lirio que crece junto a la corriente de las aguas; como un incienso que esparce suaves aromas. Ella es un cáliz de oro cubierto de piedras preciosas, un olivo que jamás pierde su follaje, un ciprés que se eleva sobre todos los árboles del bosque.” San Antonio de Padua

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el niño Benjamín Nicolás, de Carhué, Argentina, de 8 meses de edad, con síndrome de Down, problemas auditivos y problemas de corazón que tal vez deban ser atendidos mediante una cirugía. En el Mes de María, le pedimos a la Madre que atienda con su amor las necesidades de este pequeñito y lo ponga en brazos de Jesús para su curación.

Pedimos oración por Agustín, de Buenos Aires, Argentina, que es un joven que está en recuperación por una enfermedad neurológica complicada y necesita del apoyo de todas nuestras plegarias para que además de lo físico, pueda mantener su fuerza psíquica y emocional y no dejarse influenciar por nada que resulte negativo para su tratamiento.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

“Intimidad Divina”

Te desposaré conmigo en fidelidad

Dios ha intentado todos los caminos para conquistar el corazón del hombre que ha creado para él y que demasiadas veces, pecando, se ha hecho indigno de su amor. Pero no renuncia a su plan y así ofrece a los hombres pecadores su alianza. Alianza con Abrahán, Isaac y Jacob; alianza renovada con Moisés en el Sinaí, confirmada con David y su descendencia y, en fin, presentada por medio de los profetas bajo la forma sugestiva de un contrato nupcial entre Dios e Israel. Dios es el esposo, que ama con amor fiel y celoso al pueblo que se ha elegido, al que ha asistido y auxiliado con prodigios de todo género y del que quiere ser correspondido con la fidelidad y la dedicación de una esposa. “Te desposaré conmigo para siempre –dice el Señor, por boca de Oseas–; te desposaré conmigo en justicia y equidad, en amor y compasión; te desposaré conmigo en fidelidad y tú conocerás a Yahvé” (2, 21-22). Dios no podía expresar de modo más conmovedor su amor infinito a los hombres y su propósito de atraerlos y de unirlos a sí en una amistad tan íntima y personal, que pueda ser comparada a la que existe entre dos esposos. Más aún, tratándose de un vínculo todo espiritual y divino, ha de ser infinitamente superior al que une entre sí a dos criaturas.

La alegoría nupcial pasa del Antiguo al Nuevo Testamento. El Bautista saluda en Jesús al Esposo que viene a celebrar sus bodas con la humanidad, y declara que él es el amigo del novio, “al que asiste y le oye [y] se alegra mucho con la voz del novio” (Jn 3, 29). El Hijo de Dios se desposó, en efecto en la Encarnación con la naturaleza humana, uniéndola a la divina en la unidad de su Persona; e invita a todos los hombres de buena voluntad a participar en sus bodas no sólo como espectadores sino como agentes, como pertenecientes a esa humanidad que él ha querido asumir y más aún como pertenecientes a la Iglesia que él ama como a su esposa. En este sentido escribía San Pablo a los Corintios: “Celoso estoy de vosotros con celos de Dios. Pues os tengo desposados con un solo esposo para presentaros cual casta virgen a Cristo” (2 Cr 11, 2). Dios es celoso por la criatura humana que ha hecho a su imagen: inteligente, libre, capaz de amar, justamente para hacerla capaz de su amistad. Nada debe oscurecer la semejanza divina impresa en ella, nada debe impedirle amar a Dios con todl el corazón y darse a él enteramente.

San Juan de la Cruz explica ampliamente qué pureza de corazón, de voluntad y de vida exige Dios del hombre para admitirlo a su íntima unión. Y como el centro impulsor de los afectos y de las acciones es la voluntad, muestra cómo se la ha de purificar a fondo de todo lo que en ella es disímil y contrastante con la voluntad de Dios. “El amor –repite el Santo– hace igualdad y semejanza”. El amor de Dios se ha inclinado sobre el hombre para hacerlo semejante a sí por naturaleza y por gracia; el amor del hombre a dios ha de inducirlo a renunciar a sus gustos, deseos y quereres que, estando en desarmonía con los divinos, le impiden la semejanza con él y la perfecta conformidad con su voluntad. Jesús mismo indicó que la plena conformidad con el querer divino es el fruto y la prueba del verdadero amor y, por ello, el medio esencial para llegar a la unión íntima con Dios.

Mientras nuestra voluntad tenga caprichos ajenos a la unión divina, fantasías contradictorias, permanecemos en estado de infancia, no caminamos a pasos de gigante en el amor, porque el fuego no ha consumido aún toda la escoria; el oro no es puro; nos buscamos todavía a nosotros mismos. Dios no ha logrado suprimir aún toda nuestra hostilidad contra él. Pero cuando… tú, Señor, hayas purificado totalmente nuestro amor imperfecto, nuestro dolor y temor defectuosos, sólo entonces el amor será perfecto y el anillo de oro de nuestra alianza tendrá una dimensión más amplia que el cielo y la tierra. (Isabel de la Trinidad; El cielo en la tierra)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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